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CAPÍTULO 73: Todo acabó

SCARLETT:

Tomé la muñeca del Lord y me la lleve a la boca. Clave mis dientes en su carne y succione su sangre.

—¿Qué haces? —preguntó mirándome confundido.

—Muérdeme —le dije—, y desvincúlate de ella.

Sin siquiera pensarlo el Lord me mordió la muñeca. Apenas tomó un poco de mi sangre, solo para mojarse los labios.

—Yo te rechazó Katerina como mi alma gemela. Y te condenó a muerte...

—¡No!

El grito de Katerina hizo que volviéramos la vista a ella.

Cuando una pareja se desvinculaba, uno de los dos debía morir. Y por eso Katerina pensaba hacer ella el ritual y asesinar al Lord y al Grefert desvinculándose de ellos.

La vampiresa se sostuvo del mecanismo haciendo que casi se despegará totalmente del techo de roca.

—Lord ¡Ahora!

El Lord saltó sobre ella y la hizo a un lado. Sostuvo el mecanismo y lo devolvió haciendo que las jaulas se elevarán.

El cuerpo de Katerina empezó a degenerarse, los años le pasaron sobre la piel.

Grefert detrás mío se removió, el también moría. Parte de el en esos momentos intentaba reponerse.

Varias de las cadenas se habían roto, corrí a su lado para morderlo. El me detuvo colocando su mano sobre mi rostro.

—No lo hagas —agregó—, es el momento de irme.

—No, yo puedo salvarte...

—No, salva a mi hijo. Eso es más que suficiente.

—Pero, es malvado y ruin. Debo acabar con él.

—Estas equivocada Scarlett; mi hijo es bueno, tu misma lo has comprobado.

—No entiendo.

—Después lo entenderás.

No comprendía en absoluto sus palabras.

Grefert rompió las pocas cadenas que le quedaban, corrió hacia Katerina que intentaba ponerse de pie.

La abrazo a su pecho; como un padre que abraza a su hijo que lleva mucho tiempo sin ver.

—Llegó la hora.

Esa fueron las últimas palabras de Grefert antes de saltar al vacío candente y abrasador.

El Lord se quedo inerte; viendo como la vida que los dos seres que más había amado se apagaban. El choque de sus cuerpos con la lava caliente provocó una fuerte explosión.

La cueva empezó a temblar y muchas rocas se desapegaron del techo cayendo encima de nosotros.

Las jaulas chirriaban cuando se golpeaban las unas contras las otras. A cualquier momento iban a caer.

Lord Marshall devolvió el mecanismo intentando que regresarán las jaulas al sitio del cual habían salido.

Percibí la sombra detrás de mi. El imponente lobo me mordió el hombro arrastrándome hacia atrás.

Me arrojó al suelo y coloco sus manos sobre mis hombros. El Alfa se había trasformado en humano.

—¿Qué has hecho? —preguntó el Alfa clavando sus ojos en los míos.

Él tenía una gran herida en el abdomen. Y estaba sangrando demasiado.

—¡Debes aceptarlo!, este sacrificio es una locura. Y nunca vas a obtener lo que quieres.

—¿Porqué? ¿Porqué te enamoraste de el? —inquirió.

Vi tanto dolor en sus ojos que sentí pena por él. Quizá su padre si tenía razón, pero era tarde... muy tarde.

—No puedes cambiar las cosas..., lo siento pero no hay amor en mi hacia ti. Ni tan solo un poco, solo odio y es algo que no puedes cambiar.

Sus ojos se cristalizaron debido a el dolor que mis palabras le causaban.

Él se coloco abruptamente de pie. Aproveché ese lapso de tiempo para deslizar los grilletes por sus muñecas. Él se dio cuenta de lo que había hecho; pero parecía no importarle.

—Pues entonces haré que ese odio aumente, ahora mismo.

Corrió en dirección a las jaulas. Iba por él.

Me abalance sobre el Alfa cayendo en su espalda. Él lo había querido de esa forma.

Aún llevaba una daga de plata, se la clave a la altura del omoplato, hundiéndosela hasta el fondo.

Un aullido gutural me llenó los oídos. Me hizo a un lado y se abalanzó sobre mi. Antes de que lo hiciera alguien más lo tomó del cuello echándolo hacia atrás. El lord lo sostenía con fuerza aplicando su don sobre él.

La corriente eléctrica lo atravesó de pies a cabeza. Wenter llegó a mi lado; llevaba una arma de plata y me la tendió.

—Ten, acaba con esto.

Seguía temblando y pareciera que la cueva fuese a derrumbarse en cualquier momento.

—Saca a todos de aquí Wenter —pedí.

La vampiresa tenía una herida en la frente.

—Sí Scarlett.

La vampiresa se fue a cumplir mis órdenes.

Apunte mi arma directo a la cabeza del Alfa.

Un solo disparó y todo acabaría.

El Alfa tomó al Lord y lo arrojó a un lado. Sin mediar ni una palabra descargue cada bala de plata sobre su ser.

Su cuerpo se llenó de sangre; se desvaneció y cayo al suelo exhalando pequeños chillidos.

No había tiempo que perder; el estaba muriendo y yo podría salvarlo. Empecé a correr en la dirección en la que debían de estar las jaulas.

El Lord se levantó tocándose la cabeza.

—Scarlett...

Me giré para verlo y fue allí cuando vi que el Alfa se levantaba. Parecía que fuese inmortal.

Estaba cubierto de sangre, se abalanzó sobre mi clavándome las garras sobre los hombros. Tenía una herida muy grave allí, así que su fuerza me provocó más dolor. No me había dado cuenta pero llevaba las garras impregnadas en oro. Por eso era tan fuerte cuando se enfrentaba conmigo.

Movió su mano y me enterró las garras en el corazón. Estaba dispuesto a matarme. Me quede sin aire la ver la sangre brotar. El saco su mano de mi pecho; sin embargo la herida empezó a cerrar de inmediato.

—Es inmune —exacerbo el Lord incorporándose—, el Giter que implante en ella en vez de debilitarla la hizo más fuerte. Ahora Scarlett es inmune al oro. No hay nada en este mundo que la pueda detener.

Le di una fuerte patada al Alfa haciéndolo retroceder. Llegue a su lado y tomándolo del brazo lo gire hacia un lado. Despegándoselo.

Él seguía gruñendo, me agarró con fuerza de la mano. Sé quedo mirándome a la vez que caminaba hacia el cráter.

Sabía lo que quería hacer. Iba a arrastrarme consigo dentro del fuego.

Aún tenía una última arma. Presione mi anillo con mi mano libre. Al instante todo se cubrió de oscuridad. Esa misma oscuridad me envolvió a mi. No sabía en donde estaba el cráter.

El Alfa se movió confundido. Sin saber hacia dónde ir.

Una mano me tomo de la cintura y me halo hacia afuera. El Alfa me soltó y fue allí cuando salí de la burbuja de silencio que había ocasionado.

El Alfa seguía moviéndose sin saber que hacer. Estaba muy cerca del cráter.

—¡Lo único bueno de esto es que todos perdimos! —exclamó sin dejar de moverse—, pero tú... tu lo perdiste todo.

Abrió los brazos de lado a lado al sentir el vacío y se dejo caer. La explosión fue peor que antes y toda la cueva empezó a derrumbarse.

Lord Marshall  me observo con tristeza. Todo había acabado.

Pero me faltaba salvarlo a él.

Subí por la escalera de piedra a gran velocidad. Atravesé el umbral de lo que parecía era una puerta.

Adentro Criss, Phoe, Wenter y Sadic habían logrado poner a salvo todas las jaulas.

Fui incapaz de moverme. El fuego que había en aquel cráter se me acomodo en la cabeza.

Antry descansaba sobre las piernas de Criss. Del joven guardia caían lágrimas que descendían hacia el rostro de mi amado.

No había un solo latido. Ni una sola señal de vida. Había llegado tarde. Acorte la distancia que nos separaba y caí de rodillas frente a el.

Mi vida entera se me escapaba de entre las manos.

—Cuando lo bajamos de las cadenas ya estaba muerto —musito Criss sin dejar de llorar—, fue tarde, muy tarde.

—No...

Me lleve ambas manos a la cara; lloré como nunca antes lo había hecho. Mis sollozos no se comparaban con nada.

El Lord colocó una mano sobre mi hombro.

—Scarlett, debemos salir de aquí. La cueva puede derrumbarse en cualquier momento.

Ni siquiera preste atención a sus palabras. Solo me importaba él.

—¡Rápido! ¡Carguen las jaulas! ¡Hay que salir de aquí!

Más vampiros venían entrando. No vi a nadie; solo escuchaba sus pasos sacando de allí a las criaturas que habían dispuesto para el sacrificio.

—Vámonos Criss —dijo Phoe—; dejémoslos un momento a solas.

Tomé la cabeza de Antry entre mis manos y lo coloque en mis piernas. Su cuerpo se hallaba rígido y se estaba colocando frío.

Muy frío...

Su rostro no tenía expresión alguna. Se hallaba sereno y tranquilo.

—Mí amor —musite.

Ya no quedaba nadie en aquella cueva que amenazaba con convertirse también en mi tumba.

Agradecí la soledad para poder despedirme.

Me recline sobre su pecho. Lloré allí con amargura; Gimoteando como un bebé. Mis lágrimas cayeron en su pecho. El olía a lo mismo; su esencia no se había ido todavía.

—Mi amor... por favor vuelve. ¡Abre los ojos!

Observé su rostro esperando que aquella petición se hiciera realidad. Bese sus labios carnosos con la esperanza que el respondiera a mi contacto.

No se movió.

—Por favor...

Mi subconsciente no se hacía a la idea de que estuviera muerto. Seguí besándolo como si con aquel acto pudiese devolverlo de la muerte.

—¡No te vayas! —pedí en un susurro.

Cada palabra me hacia más daño. Porque sabía que no había vuelta atrás.

No quedaba nada.

El corazón me dolió terriblemente, no era a causa de la parte del Giter que aun tenia en el. Sino por el dolor más impresionante que nunca había sentido.

Fue como si me arrancarán el alma en vida.

Nada me importaba; ni siquiera mi vida.

Cerré los ojos y esperé a que aquella cueva me cayera encima. Quería morir allí mismo con el amor de mi vida.

Me entregue a el dolor que me cegaba y deje de respirar.

Deje de vivir..., para irme con Antry.

Y nunca más estar sola de nuevo.

Morir con él.
 
 

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