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CAPÍTULO 56: Confianza

ANTRY:

Cerré la puerta y fue allí cuando descubrí que pasaba realmente algo malo. El piso de la habitación estaba hecho un desastre y habían rastros de sangre.

Scarlett siguió hasta la cama y se sentó en ella haciendo que el colchón se hundiera por su peso. La imite sentándome a su lado. Tenía la mirada perdida y los ojos nublados.

—¿Qué ha pasado? —interrogue preocupado—, ¡Háblame por favor que la angustia va a matarme!

Se giró hacia mi, y al fin pude ver que confiaba en mi. Respire hondo, preparándome para lo que ella iba a confesarme.

—Le pedí a un guardián de las estrellas que realizará un hechizo de recuerdo en mi —añadió muy despacio—; logre ver mi pasado y descubrí que todo era mentira.

—¿Tu pasado?

—¿Leíste mi expediente alguna vez? —preguntó.

No solo una vez, sino muchas. Sobretodo cuando empecé a obsesionarme con ella. Leí ese documento una y otra vez. Todo porque quería conocerla mejor.

—Sí claro, tu familia fue asesinada por los vampiros y licántropos. Te llevaron a un orfanato hasta los doce y de allí te fugaste. Dos años después te hiciste cazadora.

—¡Todo era mentira! —grito levantándose de la cama.

Seguía sin entender muy bien.

—¡Mi familia nunca murió a manos de ellos! ¡Fue mi propia familia quien me dejo en el orfanato!

Ella camino de lado a lado alterada. Eso era descabellado. Que clase de familia le hace eso a alguien. Me levanté para acercarme pero ella sólo seguía dando vueltas.

—¡ME MINTIERON! —vocifero con dolor—, todos me mintieron, ¡TODOS SON UNOS TRAIDORES!

No sabía que hacer para consolarla. Cada grito suyo lo sentía como si fuese mi culpa.

Me acerqué a ella y la abracé a mi pecho. Scarlett no se resistió y se asió a mi cuerpo como si yo fuese un salvavidas. Uno que llegaba justo cuando estaba a punto de ahogarse.

—Yo no —susurre acariciando su cabello—, daría todo por ti..., hasta mi vida de ser necesario.

Dejo de moverse, al parecer mis palabras habían logrado calarle muy hondo.

—¿Por qué hay personas malas? —interrogó más tranquila—, los humanos. deberían ser buenos ¿O no?

Me aleje de ella para poder verla a la cara.

—Hay humanos muy malos —concedí dejando a un lado ciertos recuerdos que me atormentaban—, y también hay unos muy buenos.

—Se suponía que sólo los vampiros y licántropos eran malos, y por eso debía cazarlos...

—En todo hay maldad como hay bondad. Lo importante es encontrar esa bondad y defenderla de la maldad —dije largando un suspiró—; es lo que un verdadero guardián debe hacer.

—Mi familia, ellos...

—Mi alma; la familia a veces suele ser la más despiadada —comenté en un susurro—, se supone que deberían protegernos pero ellos son los que más daño nos hacen.

—Lo dices por lo de tu...

Ella señaló con su dedo mi espalda. Había llegado el momento de contarle la verdad acerca de esas marcas. Si Scarlett confiaba en mi yo debia hacer lo mismo.

Cerré los ojos con fuerza. Recordar ese pasado me dolía más de lo que quería admitir.

—Esas marcas me las hizo mi padre —añadí, a lo que Scarlett abrió mucho los ojos—. El siempre admiro a los hombres lobo y los vampiros. Hasta llego a trabajar en el Castillo de uno de los Lord.

Solté el aire que estaba reteniendo incapaz de seguir. Scarlett acuno mi rostro entre sus manos. Ese gesto me dio la confianza que necesitaba.

—El quería ser uno de ellos. Pero le dijeron que nunca lo sería ya que era un hombre muy débil. Así que se obsesiono con eso y cuando yo nací vio la oportunidad perfecta de hacer su sueño realidad —añadí sin dejar de mirarla—, vendió su alma a un Alfa que tenía una manada muy pequeña. Y cuando yo nací el me llevo allá y el Alfa me tatuó ese árbol de la vida en la espalda. “La marca de los Alfas”, así es como se llama. Y pactaron que al cumplir los dieciocho y bajo una Luna sangrienta el Alfa me transformaría en un licántropo.

—Eso es tan retorcido —espetó ella con ira—, ¿Cómo fue capaz de hacerte eso?

—Eso no fue lo peor. Mi madre se enojo tanto con él que sin pensarlo la asesinó —trague saliva, requería de toda mi fuerza para seguir hablando—. A mi me dijo que me había abandonado porque no me quería. Y entonces me quedé solo con el y fue cuando empezaron los castigos. No quería que me portara como un niño sino como un Alfa… Me amarraba horas completas a un árbol y luego me daba latigazos; a veces más otras veces menos. Dependía de lo mal que según él me hubiese comportado.

—¡Maldito desgraciado! —exclamó Scarlett furiosa—, como me hubiera gustado estar ahí para asesinarlo con mis propias manos.

—Gracias a una vecina que se dio cuenta de todo, el infierno acabó. La policía llegó ese día y lo encontraron golpeándome —medio sonreí por lo que había sucedió—, a los agentes les dio tanta rabia lo que vieron que le dieron una buena paliza. Casi no pudo caminar hacia la patrulla que se lo iba a llevar. Fue allí cuando los policías me llevaron a un orfanato.

—Y allí, ¿tú vida mejoró?

—Si, fue la primera vez que sentí que le importaba a alguien y me querían de verdad. Las hermanas eran muy buenas conmigo y pronto me acostumbre a estar con ellas. Hasta que el ministro en una de sus visitas de caridad me conoció y me llevo con el. El me ayudó en todo. Dejó que decidiera que hacer con mi vida, y por supuesto no me convertí en Alfa. Ingrese a la Academia militar y me convertí en agente. Un policía, alguien que protege a los otros del mal.

—Trey te salvó la vida —dijo ella.

Nunca lo había visto de esa manera. Pero si tenía razón.

—El es mi padre. Y me gusta llamarlo así.

—Lamento mucho lo que ese infeliz te hizo —agregó ella acariciando mi rostro—. Te imagino a ti sufriendo todo eso siendo sólo un niño, y me dan ganas de ir corriendo a buscarlo para hacerlo pagar.

—La vida ya lo hizo. Murió hace más de quince años, en la cárcel. Estaba pagando una condena por asesinar a mi madre y por maltrato infantil. Hubo un motín y murió calcinado.

—Dicen que cada cual obtiene lo que merece —determinó Scarlett.

No quería hablar más de el. Ese pasado me hacía mucho daño y solo quería dejarlo en el olvido. Y la mejor forma era estando con ella.

—Sí, eso es cierto.

La abrace por la cintura y la acerqué a más a mi cuerpo.

—Y yo tuve que hacer muchos méritos —susurre besando la tersa piel de su cuello—. Algo bueno tuve que haber hecho para merecerte a ti, para que estés así conmigo.

Reclino su cabeza hacia atrás dándome acceso a su precioso cuello. Comencé a succionar su piel, extasiándome en ese sabor que tenía.

Sonrió un poco cuando con mi lengua lamí la cima de sus pechos. Camine con ella y la deje con suavidad en la cama.

Acomodo sus piernas de manera que quede entre ellas. Me sostuve de mis manos para no caerle encima.

—¿Lo quieres Scarlett? —interrogue ansioso.

La recorrí con la mirada de arriba a abajo. Deleitándome con su figura irresistible.

No soportaba más.

Necesitaba hacérselo.

Ella abrió los ojos para mirarme.

—Sí.

Me tomó de la nuca y me halo para besarme. Sus labios devoraron los míos por un largo rato.

Instante en el que mi mente se olvidó de todo lo malo y sólo dejó lugar para ella. Se me olvidó hasta el cansancio que tenia minutos antes.

Mis manos la recorrían con avidez. Llegue a la altura de su camisa y empecé a desabrochársela. Ella se curvo hacia arriba y de un jalón se la quito, dañándola por completo en el acto.

No llevaba sostén.

En un instante mi camisa voló hecha trizas por el aire. Había llegado el momento de conocer el amor.

Respire hondo antes de seguir besándola.

Entonces comprendí lo que realmente era amar.

Y amar para mi era eso.

Simplemente sentir que ya no eres tu; sino al contrario no existes tu sin el otro. Porque juntos son perfectos.

Lo único perfecto que existe en el mundo es el amor.
 

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