CAPÍTULO 50: Verdad
SCARLETT:
Bajo el más completo sigilo llegamos a la cárcel. La fortaleza era impenetrable. Sin embargo Lord Marshall ya había contratado a un vampiro para que me ayudará a entrar.
Antry me cubría la espalda, y para ser sincera su presencia me hacía sentir segura. El vampiro nos condujo por un sector oscuro, ya se habían encargado de bloquear las cámaras de seguridad así que nadie se daría cuenta.
—Tienen tan solo cinco minutos —comentó el vampiro—, es todo el tiempo que puedo darles. Estaré aquí afuera por si algo ocurre.
—Será tiempo suficiente —añadí.
—Entró contigo por si me necesitas —murmuró Antry.
Sonreí como una niña cuando la consienten de más. Y es que la atención que Antry me prestaba me hacia sentir muy importante.
Al entrar lo primero que vi fue a Brian atado a una silla. Su condición era deplorable sería ejecutado así que no se habían preocupado por darle la alimentación adecuada. Estaba en un pequeña celda en la cual ni siquiera la luz entraba.
—Scarlett —murmuró sin levantar la cabeza—, sabía que ibas a venir.
—Vine solo para que me digas la verdad —respondí.
Acomodé una silla y me senté al frente de él.
—¿Cuál verdad?
—La verdad de que fue lo que realmente paso con el cambia formas —agregue mirándolo.
No tenía tiempo para sus rodeos absurdos. Tomé su cabello y alce su cabeza para obligarlo a mirarme.
—Dime la verdad —exigí con ira.
—Ya les dije todo lo que...
—¡Eso es mentira! —vocee ejerciendo más fuerza sobre su cabello.
—Te diré todo Scarlett, pero tengo tanta sed que me estoy muriendo —sus ojos se desviaron hacia Antry—. Dame la sangre de tu guardia y te diré todo.
Jamás.
—Nunca —espete mirándolo mal—, dime la verdad, ¡Ahora!
La sangre de Antry era una delicia; entendía porque Brian la quería, pero esa sangre era solo mía.
No iba a permitir que un ser tan asqueroso como él, se alimentará de Antry.
—No te diré nada, sino me la das.
—Esta bien Scarlett, puedo darle algo de mi sangre —intervino Antry tragando saliva.
—¡Ya dije que no! —exclame mirándolo con enojo—, y tu Brian, si no me dices la verdad te haré sufrir de una manera que no te imaginas.
—¿Sufrir? —Él se rio dejándome ver sus colmillos—, sufro desde el instante en que la asesinaste; la muerte es una bendición para mi.
El jalón le arrancó una buena porción de cabello y piel. Estaba perdiendo la poca paciencia que tenía.
—¡Habla!, y te sacaré de aquí —agregue poniéndome de pie—. En seis horas serás ejecutado. Si me dices lo que quiero saber, voy a ayudarte.
—No me importa morir —dijo el con rabia—, pero te diré todo a cambio de su sangre.
¡Maldita sea!
—Pues entonces muérete imbécil —declare alejándome—, no dejaré que lo toques.
Antry alzó una ceja; sabía lo que le pasaba por la cabeza.
Estaba siendo muy obvia, me portaba demasiado posesiva con un humano que supuestamente no me importaba.
Antry se acercó a mi. Sus ojos se clavaron en los míos.
—Solo le daremos un poco —murmuró—, tranquila, el resto de mi sangre será para ti.
Más te vale.
Rodé los ojos, no tenía de otra.
—Hazlo con esto —dijo Antry sacando una pequeña navaja—, procura que no sea tan profunda.
—No tenemos que hacerlo, de verdad que puedo buscar otra manera...
—Ya te dijo que mi sangre es lo único que quiere, así hay que dársela.
Él me tendió su muñeca; no era justo que tuviera que hacerle daño.
Agarre su mano sintiendo como la temperatura de mi cuerpo empezaba a subir debido a la calidez de su piel.
Solo enterré la punta de la navaja. Antry trago saliva, él era muy fuerte. La sangre empezó a salir de allí, era poca porque la herida era muy pequeña. Sin embargo yo no pensaba herirlo de más.
Su olor exquisito inundó mis fosas nasales. Me relamí los labios; no tenia control de mi frente a él.
Brian se removió, el también tenía una incontrolable sed.
Acerqué la muñeca de Antry al vampiro y pequeñas gotas empezaron a caer en la boca de este. Después de unos segundos la sangre dejó de salir. Antry tomó su mano y limpio la herida con un pañuelo.
—Es todo lo que vas a tener —añadí sentándome de nuevo—, ahora habla. No tengo toda la noche.
Brian me dedico una de sus miradas mordaces. Pero después de eso se coloco reflexivo.
—El cambia formas me engañó, no distinguí bien su olor así que pensé que era un humano. Lo conocí en la noche, luego de unas copas fuimos a mi apartamento y tuvimos intimidad.
Vaya, eso si que era una sorpresa.
—Luego en la mañana el ya no estaba; no se me hizo raro pues lo conocí en un bar así que seguí mi día normalmente —contó.
Gracias a la sangre de Antry su aspecto ya había mejorado.
—Al rato ocurrió lo de tu fuga así que todos nos pusimos alertas. A mi me enviaron a vigilar a Antry y los demás. Y...
—¿Y que más paso? —pregunté.
—Cuando nos informaron del lugar en el que estabas yo no me di cuenta de que mi comunicador estaba Hackeado. El cambia formas ingresó un virus en el y fue por eso que se enteró de tu ubicación.
—Entonces, ¿nunca colaboraste con el? —preguntó Antry.
—No, nunca lo hice —espetó Brian—. Se los dije, pero nadie me quiso creer. Todo fue una trampa.
—¿Y con el Alfa? —investigue—; ¿Cómo se enteró el Alfa del sitio en el cual estaba?
—Alguien le dijo, pero ese no fui yo. No me gustan los licántropos y nunca me aliaria con ellos.
Solté un suspiró, Brian decía la verdad. Y lo peor del caso era que iba a ser ejecutado por nada.
—Te creo, ¿Tienes idea de quien es el traidor?
—No estoy seguro.
—¿Desconfías de alguien? —cuestionó Antry.
Un golpe en la puerta me hizo sobre saltar. Estaba tan entretenida con Brian que no había logrado percibir los aromas de los guardias de la cárcel que venían entrando a el pasillo.
—Se acabo el tiempo —grito el guardia.
Sin pensarlo tome a Brian; destroce la silla a la cual estaba atado y me lo eché encima.
—¿Vas a llevártelo? —preguntó Antry sin creérselo.
—Sí, le debo una.
Atravesé la puerta. El guardia asustado se interpuso en mi camino.
—El trato era solo para que hablarán con el —agregó asustado—, no se lo pueden llevar así.
—Tengo que hacerlo —dije.
Pase por su lado dejando al pobre vampiro asustado.
—Pero, ¿Qué voy a decirles?
—Esto...
El golpe de Antry no lo esperaba. El vampiro cayó al suelo. Lo observé con los ojos bien abiertos.
Antry se había colocado un guante, uno de plata. Con eso y su fuerza había logrado noquear a un vampiro.
—¿Qué? —interrogó alzando ambos hombros—, así van a creerle cuando les diga que lo atacaron.
Camine hacia el lado contrario al cual venían los guardias.
Salimos por otro camino diferente. Gracias a la tarjeta, cada uno de los sectores de aquel laberinto de celdas se abría sin ningún reparo.
Salimos a una área destapada en la cual habían varios autos estacionados.
Dejé a Brian en el suelo. Se había puesto rígido y estaba mucho más pálido de lo que ya era.
—Esta muy mal —comenté.
Antry miraba para todos lados reposando cada rincón con sus ojos. Abrí la camisa y me encontré con su abdomen totalmente amoratado.
—¿Qué te hicieron? —pregunté.
Agudice mi vista y observe como sus órganos estaban dañados. A causa de algo que se movía con rapidez por su torrente sanguíneo.
—Me dieron veneno —añadió—; debí morir hace un momento, pero la sangre de Antry retraso el efecto.
—Dime Brian, ¿quién es el traidor?
—Es el hermano —tartamudeo.
—¿Cuál hermano? —inquirí tomándolo por el cuello de la camisa—, ¡Habla!
—Su hermano gemelo…
La voz se le quebró, los ojos se le pusieron blancos y al instante lo abandonó la vida. Solté su cuerpo y este callo sobre el piso con fuerza.
—¿Esta muerto? —interrogó Antry.
—Sí, pero no entendí lo que dijo.
—Escuche lo que dijo. En estas épocas muy pocos tienen hermanos; mucho menos hermanos gemelos —comentó Antry.
—¿Quien crees que sea?
—De seguro es Julián, el gemelo de Yulian.
Ahora todo cobraba más sentido. Escuche pasos a unos cuantos metros de nosotros. Ya Brian estaba muerto y no había nada que pudiese hacer por él.
En un instinto por protegerme Antry me tomó de la mano y me arrincono entre un automóvil y su cuerpo.
—Hay muchos —comentó mirando por encima de mi hombro—, ¡Van a encontrarnos!
Coloqué mi mano sobre su pecho a la altura de su corazón. Las pulsaciones me llegaban fuertes y sonoras.
—Cálmate, o van a escuchar tus latidos.
Sus ojos negros se posaron en los míos. Bajo su mirada a mis labios y yo hice lo mismo.
Deseaba volver a besarlo.
Acortó la distancia que nos separaba y fundió su boca en la mía.
No podía resistirme a él.
A medida que su boca devoraba la mía su ritmo cardíaco fue disminuyendo. Mantuve mis manos en su pecho, su calidez me encantaba. Mordió mi labio inferior y halo de el con delicadeza.
—Supongo que lo haces solo para que me tranquilice —comentó.
Con su mano derecha tomó mi mentón mientras su dedo pulgar se paseaba sobre mis labios.
—Aún no estas tranquilo ¿Verdad?
Él asintió, sin soltarme volvió a besarme con mucha más pasión. Su sabor cada vez era mejor, más exquisito. Era como si necesitará de él para seguir viviendo, como si todo en mi se hallará dormido y solo despertara cuando él me tocaba.
—Me encanta tenerte así —musito sin apartar sus ojos de los míos—, eres tan hermosa...
—¿Eso crees?
—Sí, eres tan sensual y bella.
Acuno mi rostro con sus manos tibias y empezó a acariciar mis mejillas.
—Pensé que estaba gorda —comenté recordando lo que su novia me había dicho.
—Gorda me la pones cada vez que te veo...
Las mejillas me ardieron y sin siquiera pensarlo mi mirada se dirigió a sus partes íntimas. Antry esbozó una pequeña sonrisa traviesa. Fue tan fugaz que apenas y la alcance a ver.
—Es hermosa —agregue.
Él abrió mucho los ojos y luego comentó.
—Y eso que no me has visto sin ropa.
—¡Antry! —chillé más sonrojada que antes—, me refería a tu sonrisa; tu sonrisa es hermosa.
—Ahh bueno, esa también es hermosa —repuso.
Sin reírse podía ver que se estaba burlando de mi.
—No le hagas caso a lo que te dijo Alice —añadió dándome un corto beso—. Ella presiente todo lo que siento por ti. Sabe que eres la mujer más bella de este mundo. Te tiene envidia, eso es todo.
La que le tenía envidia a ella era yo. Y ya saben porque.
Uno de los guardias se movió hacia donde nosotros estábamos. Nos agachamos a el tiempo para escondernos detrás del vehículo.
Aunque me estuviera besando con Antry no había descuidado en ningún momento los movimientos que los seres hacían.
Antry hizo un ademán para que lo siguiera. Así agachados andamos un buen tramo hasta que llegamos a un sitio más oscuro y alejado.
Agudice mi vista hacia donde el cuerpo de Brian había quedado inmóvil.
Me quedé muy quieta cuándo vi a el gemelo del coronel Yulian acercarse al cuerpo, luego verificó que estuviera muerto.
Eso confirmaba que él era el traidor. Posiblemente había usado su apariencia para infiltrarse al comando y darse cuenta de todo.
—¡Búsquenlos! —decía el sujeto—, ¡Deben estar cerca!
Esta vez fui yo quien tomó a Antry de la mano y lo lleve por un sendero oscuro que nos llevaría a la calle en la cual un auto nos esperaba.
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