CAPÍTULO 45: Florecer
SCARLETT:
El agua del estanque estaba tan tranquila que las hojas del gran abeto danzaban de un lado a otro siendo sólo movidas por el viento.
Había tenido los días más serenos de toda mi vida.
Me gustaba estar descalza en aquel prado y sentir como el pasto me picaba en los pies. Era maravilloso ver tanta naturaleza reunida; oler el fresco aroma de las flores al abrirse ante el sol era una verdadera delicia.
Me quedé allí sentada por un largo rato, hasta que escuche sus pasos acercarse hacia mi.
—Sabía que estabas aquí —comentó sentándose a mi lado—. Te tengo buenas noticias.
—¿Cuáles son esas buenas noticias que te tienen con una sonrisa en la boca? —pregunté.
—Antry acaba de despertar y esta como nuevo —agregó entre carcajadas—. Te dije que el parece de roble; creo que esta hecho de concreto.
Sonreí ampliamente, esa era la mejor noticia que me pudieron haber dado. El estaba bien; eso era todo lo que importaba.
—Es un hombre muy fuerte —dije apoyando mi mentón en mis rodillas—. A pesar de ser humano, no deja de ser valiente.
—Si, por eso lo escogí para cuidarte —añadió—. Aparte de que lo quiero como a un hijo.
—Señor ministro, ¿Porqué oculta su naturaleza de todos? —pregunté.
—Un hombre como yo debe tener muchas caras, para poder sobrevivir en un mundo como este —coloco una mano sobre mi hombro—. Si todos supieran que soy un guardián jamás me hubiesen permitido ser un ministro. Se supone que los guardianes de la luz dejamos de existir.
—Te creí muerto por muchos años —dije sin mirarlo—. Tantos años a tu lado me hicieron quererte demasiado. Y cuando pensé que estabas muerto sufrí bastante.
—Yo también te he extrañado demasiado, y te quiero como a una hija.
—Trey, ¿Porqué lo hiciste? ¿Porqué fingiste tu muerte?
—Yo era la cabeza de los guardianes de la luz. Y si no me hacia pasar por muerto ellos me perseguirían hasta acabarme.
—Nos abandonaste cuando todo paso. Nos dejaste solos, y vengamos tu muerte cuando tu estabas vivo.
El bajo la cabeza. Necesitaba entender las razones que tuvo. Pero si no me decía nada no podría comprenderlo.
—¡Por Dios, di algo! —exclame—. Llevamos una semana en esto y no te atreves a decime nada, ¡Me voy a volver loca!
—Scarlett, por el momento no puedo decirte nada —comentó colocándose de pie—, después vas a entenderlo.
—¡Nunca voy a entenderlo!
—Scarlett debes volver al comando.
—¿Qué?
Su actitud cada vez me desesperaba más, su silencio me hacía dudar mucho de el.
—Lord Marshall te quiere de vuelta, el permiso se acabo.
—No voy a volver, ya te dije para que me quiere el Alfa y no me voy a arriesgar más por nada.
—Scarlett, te voy a decir lo mismo que aquel día. —Trey se acercó a mi hasta que quedamos frente a frente—. El Alfa no te va a tocar un solo cabello a menos que tu lo quieras. Para poder establecer una conexión entre los dos, ambos tienen que desearlo de la misma manera. Y por lo que veo tú no sientes nada por el.
—Lo odie desde el primer momento, desde que vi con mis propios ojos una de las masacres que cometió. Y ese odio fue creciendo día a día, y con lo que le hizo a Antry termine por detestarlo.
Trey esbozo una sonrisa.
—Antry; dices ese nombre tantas veces al día que ya perdí la cuenta —comentó con una sonrisa maliciosa.
—No es lo que crees.
Escondí mis ojos de los suyos ya que creí que descubriría mi mentira.
—No quiero volver —musite mirando el lago—. Todo allá están complicado. Es un verdadero caos.
—Recuerda que yo estoy aquí para ayudarte y te tengo una sorpresa.
Trey tendió hacía mi un pequeño papel en el cual había una dirección.
—¿Qué es esto? —pregunté extrañada.
—Allí está la última comunidad de guardianes de las estrellas —dijo alejándose—. Mándalos a traer, uno de ellos podrá ayudarte. Debes volver a el principio... solo así entenderás todo.
Mis días de tranquilidad se acabaron de un tajo. Minutos después de mi conversación con Trey estaba en un avión rumbo al Castillo de Lord Marshall.
Se suponía que dirían que el Lord me había extraído del comando para que hiciera mis averiguaciones sola. Ya que no se sabía nada acerca del traidor.
Además ya no me pondrían más guardias, El ministro Vega o Trey habían hecho un pacto con Lord Marshall.
El Lord era falto de intelecto y ninguno de ellos siquiera sospechaba que el ministro humano era aquel cazador que los había perseguido por tantos años.
Me baje cerca de los laberintos del Lord. Camine por el lugar a la espera de que el odioso vampiro a hiciera presente.
—¡Que placer volver a verte! —exacerbo caminando hacia mi.
—A mi me da todo lo contrario —dije volteándome.
El vampiro llevaba una extraña vestimenta color rosa claro.
—No me acostumbro a tus cambios de look —comenté mirándolo de arriba a abajo—, cada vez te vez más feo.
—Jajaja, eres tan auténtica como una caja de sorpresas. Me alegra que estés tan de buen humor, porque se te acaba el tiempo para terminar con el Alfa.
—Lo sé, dentro de poco será la próxima Luna llena y el hará el sacrificio de redención. Esa misma noche voy a asesinarlo —determine.
—Pero para eso necesitas mi ayuda —dijo con una sonrisa—, hay algo que quieres de mi.
—Sí, y sabes con exactitud que es.
—Es una arma muy poderosa, y solo cuento con dos de ellas. Así que te pido que no la desperdicies.
Lord Marshall camino hacia el centro del laberinto. Lo seguí de cerca hasta que llegamos al lugar en el cuál se erguía una estatua de el.
Al pie de dicha estatua había un cofre de madera. El Lord lo tomó con sus manos y se apresuró a abrirlo.
—Son muy especiales, se que las vas a utilizar muy bien.
Observé las dos esposas de plata reluciente. A simple vista parecían unas esposas comunes sin embargo con ellas podría invalidar el poder del Alfa oscuro.
Cuando el las tuviera puestas no podría escaparse de mi. La agarre con mis dedos y las introduje en el bolsillo de mi traje.
—Sin tanto protocolo Lord, nadie puede enterarse que yo las tengo —agregue terminando de guardarlas—. Este será nuestro último y único secreto.
—Me encantaría tener más de un secreto contigo.
—Lo sé, pero te cortaría las manos antes de que pusieras tus asquerosos dedos sobre mi piel —concluí alejándome.
El Lord esbozó una carcajada a la vez que aplaudía.
—Esa es la actitud Scarlett; siempre serás indomable.
—Una última cosa Lord, ¿Cuando podré hablar con Katerina?
La expresión del Lord recayó, se rasco el mentón con sus largos y finos dedos.
—Esta semana, podrás hablar con ella ésta semana.
—¿Porqué no puedo hacerlo ahora? —pregunté.
—Por qué Katerina últimamente esta un tanto inquieta, eso de que estén cazando a su único hijo no le cae tanto en gracia —añadió el Lord empezando a caminar hacia su castillo—. Puedes irte Scarlett, mi esposa te recibirá muy pronto.
Era un fastidio tener tratos con el Lord. No obstante era necesario si quería acabar de una vez por todas con el Alfa.
Me dirigí hacia el comando, debía de llegar allí sola y sin ningún tipo de ayuda. Todo debía parecer como lo había planeado el ministro y el Lord.
No conocía el lugar pero tenía gravados los olores. Así que siguiendo aquellos aromas podría volver al comando.
Antes de regresar debía hacer una visita. Habían unos pequeños que yo anhelaba volver a ver.
Como lo suponía los niños estaban solos. Atravesé el umbral de la casa y pase por el patio. Había una mujer haciendo el aseo en la casa. Fue fácil pasar desapercibida para ella. Subí directo a la habitación en donde Derek jugaba con Donovan.
Derek sonreía hacia su amigo que hacia unas volteretas en el piso. El fue el primero en verme.
—¡Scarlett! —grito emocionado.
Lleve uno de mis dedos a la boca y le indique que hiciera silencio.
—Estas aquí —murmuró Donovan.
—Sí, vine a verlos.
Entré a la habitación y cerré la puerta a mi espalda.
—Quería saber como estaban —dije acercándome.
Mis ojos se desviaron hacia la pared en la cuál Antry me había acorralado. Aspire profundamente y con esa bocanada de aire logre recordar cada instante de ese momento. Sus labios deliciosos y ansiosos; sus manos curiosas y atrevidas. Su cuerpo duro y caliente...
Moví mi cabeza con rapidez para quitarme esos pensamientos de la cabeza.
—Estamos muy bien, —dijo Derek—. Sane por completo y no tengo ni una sola cicatriz.
—Me alegro por ti.
—Todo fue gracias a ti y a tu novio —comentó Donovan—, ¿No trajiste al policía buenísimo contigo?
Me reí ante el comentario de Donovan. Antry si que tenía algo que hacia que le cayera bien a todo el mundo.
—No, él no vino, pero te mandó saludos.
—Dile que voy a ser policía como el —añadió Donovan con alegría—. Y que si por favor me puede mandar la receta para tener esos músculos que el tiene.
Ese niño si que tenía personalidad.
—Yo le digo. Y tu Derek, ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, pero Donovan no hace más que hablar de tu novio —dijo cruzándose de brazos.
—Si lo hubieras conocido, estarías como yo —replicó Donovan.
—Si lo vi, cuando él y Scarlett se estaban dando unos besotes...
Sentí como me ardían las mejillas. El niño nos había visto, y Antry que me manoseo como a fruta de plaza.
—Es qué...
Mi tartamudeo solo hizo que los niños siguieran riéndose de mi.
—Deberían incluir a tu novio en las historietas —agregó Derek tomando un librito de su colección—. Es lo único que le falta a tu historia para ser perfecta.
—Si, solo te falta eso —concedió Donovan.
—¿Qué es lo que me falta? —pregunté en voz baja.
—Te falta amor —repuso Derek con obviedad—. Mi mamá dice que un corazón sin amor es como un desierto; nada crece ni nadie sobrevive allí. Entonces el amor es como el agua; todo moja y nutre el suelo, haciendo que crezca vida en él.
Donovan colocó una mano sobre el hombro de Derek.
—El es tu lluvia; y con su amor florecerás y no estarás más desierta, no volverás a estar sola.
¿A que horas el par de niños se habían vuelto unos expertos en el amor?
—Es más difícil que eso.
Baje la cabeza y miré mis manos que temblaban. Si tan solo pudiera robarme a Antry y llevármelo lejos de todo, mi vida seria perfecta.
—Yo lo veo bastante claro —espetó Donovan—, tu lo quieres, el te quiere y listo. No hay nada más que pensar.
—Es fácil, muy fácil —siguió Derek—. Ven, vamos a leer juntos una de mis historietas.
No había nada de fácil en lo que acababan de decirme. Cada rincón de mi piel se estremecía tan solo con el recuerdo de su voz, de sus caricias, de sus besos.
Mis ojos cada segundo se perdían hacia esa pared en la cuál nos besamos. Quería salir corriendo de allí para ir a buscarlo.
Deseaba encontrarlo y entregarme a él en cuerpo y alma.
M Anhela conocer el amor en sus brazos y despertar a su lado.
Todo eso era un sueño que no se podía hacer realidad.
Antry no era para mi. Yo no era la mujer para nadie.
Y así debía de seguir siendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro