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CAPÍTULO 33: Ataque

ANTRY:

Instintivamente me posicione delante de ella. El Alfa la quería y aun no sabía para que.  La iba a proteger de ser necesario con mi propia vida.

Apunte mis dos armas hacía el. Permanecía de pie en el umbral de la puerta sin mover ni un sólo músculo.

Pocas veces sentía miedo y esta vez el valor me lo daba ella y el hecho de que se hubiese resguardado detrás de mi. El hecho de que se sentía protegida conmigo, eso me hacía sentir invencible.

—Dulzura, he venido a cumplir mi parte del trato.

Su voz burda y pesada me atravesó de pies a cabeza. Sin embargo el hecho de que le dijera dulzura terminó por enfurecerme.

—Quédate quieto o disparó —le advertí.

Ya le había disparado antes y no había logrado herirlo. Así que mis armas no surtirían mayor efecto, y no me iban a proteger de el.

Necesitaba ganar tiempo mientras llegaban los demás. Su presencia se me hacía conocida. Como si esos ojos ya los hubiese visto antes. Quizá lo conocía de alguna parte y no lograba recordarlo.

—¡Perro inútil! —espetó mirándome con desprecio—. ¡Te voy a arrancar la cabeza y me comeré tus ojos!

No me moví a pesar de que la amenaza era aterradora.

—¿Quieres intentarlo? —interrogó Scarlett saliendo de detrás de mi.

Pegó su cuerpo a el mío; posiciono sus hombros debajo de mis brazos que se hallaban extendidos apuntándole a el Alfa.

La situación no podía ser más peligrosa y excitante.

El culo perfecto y voluminoso de Scarlett estaba contra mi entre pierna. Ahora estaba desconcentrado y no sabia que hacer. Si cogérmela o dispararle a el Alfa.

—¡Dulzura ven conmigo o asesinare a tu guardia!

—Ella no va a ningún lado perro rabioso —intervine aclarando la voz—. No vas a poner tus manos asquerosas sobre ella.

—Intenta detenerme.

Avanzó hacia nosotros; antes de que lo hiciera yo ya le estaba disparando. Logre impactarlo más de una decena de veces. Apenas y se movió mientras las balas de plata rebotaban sobre su dorso desnudo.

—¡Agáchate! —grito Scarlett.

Me agache en una milésima de segundo que paso frente a mis ojos como en cámara lenta.

El sofá que el Alfa nos había lanzado se estrelló contra la pared. Me pegue en la cabeza con la esquina de la cama en la cual Derek a un dormía.

Scarlett se encontraba sobre mi espalda cubriéndome con su precioso cuerpo. Debía actuar de inmediato y no podía permitir que el Alfa se la llevará.

Sustraje de mi bolsillo de atrás las esposas. La mano de Scarlett se hallaba sobre mi pecho. Dándome la facilidad de esposarla.

Al sentir el frío metal sus ojos buscaron los míos.

—¿Qué haces?

—Confía en mi —dije mientras esposaba su mano izquierda a mi muñeca derecha.

Ella seguía escudriñándome con sus ojos. El Alfa había llegado hasta nosotros. Alzó a Scarlett por el cuello separándola de mi. El empujón me puso de pie de un tirón.

—¡Te lo advertí! —exclamó eufórico.

—Y yo a ti —complete.

La daga de plata era lo suficiente afilada, pero mi fuerza no era suficiente para herirlo. Apenas y se hundió en su carne.

—Gusano imbécil —se rio—. Eres como una cucaracha...

—Ese es sólo el plan A —dije.

Scarlett tomó su brazo y lo hizo a un lado. El Alfa lanzó un quejido a la vez que su articulación giraba hacia un lado.

El Alfa retrocedió notablemente afectado por la fuerza que Scarlett tenía ahora. El reductor de habilidades que le había puesto estaba surtiendo efecto.

El Alfa sin su don no era nadie. Y Scarlett podría hacerle pedazos.
Ella lo empujó con sus dos piernas haciendo que el Alfa se dirigiera varios metros hacia atrás chocando con la pared.

En esos momentos yo era solo un estorbo. Por eso Scarlett rompió las esposas que nos unían y se dirigió hacia el. Esperaba que el Alfa le hiciera frente y terminará muerto.

Más era un cobarde y sabiéndose perdido movió las manos hacia un lado abriendo un portal.

—Esto no ha acabado aun dulzura —determinó señalando a Scarlett, luego me miro a mi—. Y tu... haz firmado tu sentencia de muerte.

Entró a su portal desapareciendo de nuestra vista. Cerré los ojos y aspire con fuerza el aire. Creo que la adrenalina del momento me había dejado sin aliento.

—¿Estás bien?

Ella estaba justo a mi lado. Tendría que acostumbrarme a su rapidez.

—Si, estoy bien.

—Estas sangrando.

Sus ojos se dirigieron a la parte alta de mi cabeza. Una pequeña gota de sangre bajo por mi frente y se instaló en una de mis cejas.

—Es sólo un rasguño.

—Es suficiente para volverme loca.

Mi sangre.

Se me habia olvidado que le gustaba beber sangre sobretodo humana.

Scarlett se relamió los labios.

Estaba dispuesto a darle mi sangre y todo lo que ella pidiera de mi.

—Puedes tomarla si es lo que deseas.

—Deseo hacerlo, beber de tu sangre y muchas cosas más.

Ya no tenía más fuerza de voluntad. La necesitaba como el aire para respirar.

A la mierda las reglas.

Había llegado el momento de romperlas.
 

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