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CAPÍTULO 12: Alfa oscuro

Al bajarme del supuesto avión lo primero que note fue el insoportable olor de los vampiros y licántropos.

Los miembros de la operación me esperaban en fila comandados por Yulian Scorces. El agente Ferguson había sido reemplazado por Brian. En serio que a veces la suerte no me sonreía en lo más mínimo. Con ese sujeto presente todo se tornaba más difícil.

Dirigí mi mirada hacia el grupo; todos ellos iban a morir. Sino ahora al menos dentro de poco.

Por encima de ellos, el olor de la sangre humana llegó hasta mi. Metros más atrás había ocurrido la masacre.

El panorama no había mejorado. Allí no quedaba un sólo árbol en pie. Todo el paisaje era gris y negro. Los vampiros lo habían transformado en eso.

Ellos habían reemplazo los prados verdes por calles grises. Los árboles habían sido sustituidos por edificios y moles de concreto. Rebusque con mi vista y no logre ver un sólo animal.

¿En donde habían quedado las aves que surcaban los cielos?

¿En donde había quedado la vida?

Mi mentor me lo advirtió tanta veces; el decía que el afán por destruir a los vampiros era porque ellos acabarían con el mundo. Ahora comprendía cada una de sus palabras.

La tierra estaba a punto de colapsar. Observé el cielo y vi como iban a parar allí todos esos gases mortales.

Me sorprendí que los humanos hubiesen evolucionado para que ese veneno no los afectará. Todo era un desastre; un decadente mundo de tecnología y futurismo que se acercaba a su propia extinción.

Avance hacia un lado ignorando el grupo que estaba frente a mi. Por allí llegaría más rápido a ese lugar. Ni siquiera sabía porque razón,  pero haría un último esfuerzo para que los humanos prevalecieran.

—¿A dónde vas? —interrogó Criss.

—Por este lado llegaré más rápido a el sitio de la masacre. Los veo allá.

—¿Qué? —replicó Antry—, tienes que ir con nosotros siempre.

—¡Entonces síganme el paso! —exclame de vuelta.

Los movimientos de mis piernas fueron lentos; aun así poco a poco tome velocidad. No era lo mismo correr en el asfalto que en el bosque; sin embargo logre alcanzar una velocidad abrumadora.

Salté sobre unas pequeñas casas que se encontraban en mi camino. Cerré los ojos y deje que sólo mi sentido del oído me guiará.

El coronel Yulian venía unos cuantos metros tras de mi. El vampiro era hábil aun así no lograba alcanzarme. Seguí avanzando y llegue de primeras a el sitio de los hechos.

Frene el paso y me acomode la ropa ya que se me había desapuntado la camisa. En el lugar varios vampiros y humanos examinaban los cadáveres en busca de respuestas.

—Debía esperar mis órdenes —dijo el coronel Yulian aterrizando a mi lado—. Aun así comprendo su afán; se que las huellas se borran muy rápido.

Seguido del coronel llegó el resto del equipo. Muchos metros mas atrás Antry y los guardias venían en un vehículo. Estando tan lejos podía percibir la furia de Antry.

Ya que no dejaba de regañar a sus compañeros para que aligeraran el paso.

Tardaría unos cuantos minutos en llegar; tiempo que aprovecharía para examinar las huellas. El resto del equipo también llegó. Aun así el coronel no les permitió seguir; les recordó que debían darme mi espacio y que lo podría hacer sola.

Hacia mucho tiempo que no presenciaba el salvajismo de las masacres de los licántropos. Se me había olvidado el sadismo y la crueldad con la cual acababan con sus víctimas.

Avance en medio de los cuerpos mutilados; la sangre debido a le tiempo de exposición se hallaba seca. Se impregnaba el aire con la podredumbre de los cuerpos que empezaban a descomponerse.

Habían prohibido la entrada de licántropos a el campo; para así impedir que su olor se mezclará con el de los miembros de la manada del Alfa.

Me agache ante el cuerpo de una mujer que había sido despedazada en dos. Una humana joven que apenas empezaba a vivir. En su espalda tenía una gran cortada proferida por las garras de el.

Aspire el ambiente y reconocí su olor. Su aroma estaba en ese cadáver como en muchos otros.

Me erguí y fue allí cuando empecé a angustiarme.

No sólo era el Alfa más fuerte que había olfateado. Era un híbrido nacido de una generación ininterrumpida de Alfas. Y una vampira pura.

Y justo ese híbrido estaba delante de mi. A exactos 15 metros detrás de unos árboles que se negaban a morir. Donde no podía ver su figura.

Apreté la mandíbula y sin decir nada corrí hacia el. Motivo suficiente para matarlo era el hecho de que hubiese asesinado a tantos humanos.

Sus garras todavía olían a sangre inocente.

Esperaba que me hiciera frente.
Los hombres lobos y sobretodo los Alfas jamás huían. No importaba si tenían la certeza de que iban a perder. Ellos siempre se enfrentaban a las batallas sin importar nada más.

Sin embargo el Alfa oscuro empezó a correr sin siquiera esperarme. Escuche el sonido de los proyectiles que surcaban mi cabeza.

Tras mío el coronel Yulian junto con otros agentes disparaban ráfagas de plata.

Esa arboleda era la única que había logrado sobrevivir al modernismo. Más ahora se destruía a causa de una cacería.
No lograba ver a el Alfa. Era muy rápido y cuando pensé que estaba a unos cuantos metros de alcanzarlo me sorprendió la modernidad.

El olor del Alfa se disipaba a la vez que una caja se alzaba metros más arriba.

Esa caja era similar a el avión en el cual yo había viajado, sino que más pequeña. Al alzarse hasta una altura considerable la caja giro sobre si misma y desapareció dejando sólo una estela de luz dorada.

En esa caja iba el Alfa y su olor desapareció por completo. El coronel Yulian llegó junto con los demás agentes.

—¡Maldita sea! —exclame pateando una roca.

—No puedo creer que hubiera estado tan cerca —comentó el coronel—.  Ni siquiera lo percibí.

—Es un híbrido —agregue colocándome sobre la roca que había arrancado.

—¿Cómo sabía que veníamos para acá? —interrogó el agente Jerit.

Observe a el vampiro y me dio cólera su falta de intelecto.

—¡Alguien se lo dijo imbécil! —respondí con irá.

El agente retrocedió un paso; estaba temeroso de que pudiera hacerle algo.

—Nadie sabe que el Gobierno te puso en libertad —intervino Yulian—. Muy pocos tienen conocimiento de eso.

—Hay un traidor. El Alfa oscuro tiene a alguien dentro de la operación —determine.

Empecé a oír el sonido de los motores. Mis humanos estaban cerca.

—Imposible, quizá alguien dentro del comandó pero...

—No, el Alfa sabía a que horas iba a estar aquí; tenía todo planeado. Seguro pensó que no iba a poder olfatearlo. Intento usar su habilidad especial pero no le funcionó.

Me puse de pie a la vez que los guardias bajaban del vehículo en el cual venían.

—¿Qué más lograste averiguar de el? —interrogó el coronel—. ¿Sabes al menos de donde provino?

Los guardias llegaron a mi lado. Podía sentir su mirada de recriminación sobre mi.

Sabía que debía estar con ellos a todo momento. Sin embargo esto no iba ser posible. Yo debía poseer libertad de movimiento si quería darle fin a el Alfa.

—¿Qué sucedió? —investigó Antry—. Escuchamos disparos.

—El Alfa oscuro estaba aquí —respondió el coronel—, y se nos escapó.

Los guardias intercambiaron miradas.

—Quizá si me hubiesen dado armas había podido atraparlo —refute—, con unas dagas de plata habría sido suficiente.

—El concejo vampírico lo prohibió —dijo el coronel.

Sus ojos dorados se clavaron en los míos. El sonrió en mi dirección como si lo que acabara de decir fuese un chiste.

—Ellos como yo creen que estas en la plena capacidad de atraparlo sin necesidad de usar armamento. Estoy seguro de que así será.

El coronel Yulian le hizo una seña a sus agentes para que lo siguieran. El grupo se marchó hacia el lugar de la matanza.

—Todo esto esta muy raro —comentó Jael—. El Alfa oscuro nunca vuelve sobre sus huellas.

—Esta vez si, y si lo hizo es porqué hay un traidor.

—¿En quien estas pensando? —investigó Criss mirándome.

—En quien va a ser. En una rata traidora capaz de cualquier cosa.

—Brian —completó Antry—. Ese imbécil nunca me ha parecido alguien de fiar.

—Habrá que vigilarlo —añadió Phoe—, no se me hace raro que este colaborando con el Alfa.

—Siempre ha sido un cobarde oportunista —agregue.

Verifique que no hubiera nadie más cerca. A la distancia que estaba, el coronel Yulian ni su equipo podrían oírme.

—¿Alguno de ustedes ha escuchado hablar de Grefert?

—Es un licántropo muy peligroso. Lleva más de 100 años en una prisión de máxima seguridad —espetó Criss.

—Fue acusado de múltiples crímenes en contra de los  vampiros —siguió Antry—, ¿Porqué es importante?

—Porque el Alfa oscuro es su hijo.

Grefert era el Alfa más poderoso al cual me había enfrentado. En varias ocasiones lo acorrale más su manada terminaba pereciendo y cuando creía que lo iba a cazar una vampiresa se lo llevaba.

Aquella vampiresa era Katerina; una pura que estaba perdidamente enamorada del Alfa. Ella tenía la habilidad de la tele transportación y abría portales de un lugar del mundo a otro.

Estaba segura de que Katerina era la madre del Alfa oscuro. Por eso el era tan fuerte.

—Necesito hablar con ese Alfa —informe—, estoy segura de que sabe algo sobre las intenciones de su hijo.

—Debemos informarle de esto a el coronel. El es el único que puede conseguir un permiso para entrar a el volcán —comentó Jael.

—¿El volcán?

—Si, la cárcel para licántropos esta en medio de un volcán activo —expuso Antry.

Eso sí que era novedoso. Ya a esas alturas y viendo tantas cosas era anormal que me sorprendiera.

—Hay que darnos prisa, estas matanzas no deben ser al azar. Algo planea el Alfa al realizar tantos sacrificios en Luna llena. Y me temo que no es nada bueno.

—¿Y que podría estar planeando? —investigó Criss.

En sus ojos podía ver el miedo que le causaba toda esa situación.

—Espero que me equivoque. Por que si es lo que estoy pensado nadie está a salvo; ni siquiera yo.

La carrera contra el Alfa oscuro era más bien contra el tiempo.
Ahora entendía la urgencia de todo. El Alfa amenazaba no solo la seguridad de los vampiros sino la de toda criatura que pisaba la tierra.

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