CAPÍTULO 10: Eclipse
El coronel Yulian avanzó hasta el estrado. Tras de el empezó a proyectarse una pantalla gigante. Alcance a conocer los televisores de lejos pero eso era mucho más moderno. Las imágenes parecían más nítidas y claras.
Era normal que no conociera muchos artilugios modernos. Mi captura se dio el 16 de agosto de 1965. Desde entonces perdí todo contacto con el mundo y con sus avances.
Estaba muy confundida; no obstante debía hacer un esfuerzo para no parecer una estúpida frente a todos.
El coronel Yulian movió sus manos atreves de la gran pantalla. Una figura borrosa apareció en ella. Era un licántropo pero no se podía ver nada de el.
—El es el Alfa oscuro; esta imagen fue tomada por uno de nuestros satélites —expuso el coronel—. Es todo lo que tenemos de el. No hay un nombre ni nada más. Sus adeptos son más de cincuenta y crecen con el pasar de los días. Cada vez se hace más difícil cazarlo.
Un vampiro muy joven se acercó a mi y me tendió una carpeta. Allí habían documentos y toda la información que necesitaba para capturar a el Alfa. Habían algunos nombres de los que se creían eran sus betas y sus omegas. No había mayor información. Nada relevante.
Solía cazar a ciegas. Me fijaba un objetivo y lo perseguía día y noche hasta darle caza.
Asimismo iba a suceder ahora.
—El Alfa oscuro se escabulle de nuestra tecnología. Su manada se mueve como lo hacían en la antigüedad —agregó el coronel—. Masacra a la media noche y sin dejar testigos.
Si, todo eso era muy normal en los licántropos. Deje la carpeta a un lado. El coronel Yulian seguía con su explicación que a mi me pareció fuera de contexto.
—Las últimas masacres han sucedido en pequeños pueblos muy alejados de la ciudad. Lo ha hecho después de que los humanos celebran sus comunes fiestas. Asesina a todos los presentes sin exceptuar. Vampiros, humanos o licántropos; ninguno esta a salvo de su manada.
—Me parece increíble que no conozcan su nombre —intervine cruzándome de brazos—. Con tanta tecnología que dicen tener deberían saber al menos de donde salió. No pudo haber surgido de la nada; algo tiene que haber de el.
—¿Necesitas esa clase de información? —interrogó el coronel con una ceja arqueada—. Dijeron que cazabas sin necesidad de saber nada de tus víctimas.
—¿Víctimas? —investigue soltando una risita—. Primero que todo no eran víctimas sino asesinos. Y segundo que todo, cazó mediante el olfato. Precisó olfatear a alguien que lleve su sangre. Su esposa, su madre, su padre, sus hijos, sus primos; alguien que huela como el.
—No tiene compañera; tampoco hijos, así que no tenemos nada —concluyó el coronel Yulian—. Sólo se me ocurre que vengas a el sitio de su ultima masacre. Quizá allí haya algo que nos sirva.
—Es lo mejor.
No me comía ese cuento de que no tenían ninguna clase de información. Era imposible que no supieran nada de un ser como ese.
Más iba a guardar mis conjeturas para mi misma. Sí los vampiros me estaban ocultando algo yo iba a descubrirlo.
—Antes de irnos le voy a presentar a los miembros de la operación eclipse.
No se les pudo haber ocurrido otro nombre mejor.
—Los agentes Efron, Cam, Ezer, Gab, Ferguson, Sobec, Zatu y Duchelis son los licántropos que harán parte de nuestro equipo.
El coronel Yulian ahora señaló a los vampiros.
—Y los agentes Jerit, Rina, Azel, Noga, Coat y Nacor.
Todos esos vampiros eran impuros y en los licántropos sólo había un Alfa . No eran nada fuertes y tan sólo eran carne de cañón que enviaban para no tener bajas considerables.
No sólo los humanos se habían degradado; los vampiros y licántropos también. Ahora los puros estaban en peligro de extinción lo mismo que los Alfas.
Los puros nacían de dos padres vampiros. Y un puro era el único capaz de transformar a un humano en vampiro. Sucedía algo similar en los Alfas. Un Alfa nacía de otro, y sólo un Alfa podía convertir a un humano en licántropo durante una luna sangrienta.
—Les voy a decir algo y espero que no se ofendan. O si se ofenden me da lo mismo.
Me puse de pie y camine hacia donde los agentes estaban.
—Su presencia es innecesaria. Sólo sirven para distraerme, porque cada vez que los veo siento deseos de asesinarlos.
—Le recuerdo señorita Scarlett que el Giter esta en su pecho —dijo el coronel—. Así que déjese de amenazas porque nosotros estamos entrenados para lidiar con cosas peores que usted. No le tenemos miedo.
—Pues deberían —respondí acercándome a el coronel—. Puedo acabarlos sin siquiera moverme. Puede que en usted no haya miedo. Pero yo huelo temor en cada uno de sus agentes. Quieren salir corriendo porque yo soy lo único que amenaza su supuesta inmortalidad. Bajo mi mano no son más que un puñado de fichas que voy a usar para conseguir mi objetivo.
Antry se movió a mi lado. El no dejaba de seguirme ni un solo instante.
—¿Va a usar a mis agentes para cazar a el Alfa oscuro? ¿Ese es su objetivo no? —investigó el coronel.
Me impresionaba que a pesar de mi cercanía no se moviera ni un milímetro. También el hecho de que no hubiese intentado utilizar sus poderes conmigo.
—Mi único objetivo es ser libre y voy a usar a cada uno de sus agentes como los peldaños de la escalera que necesito para llegar a mi meta.
Me di la vuelta para volver a la silla que antes había ocupado.
—El Alfa oscuro me importa un comino; antes pensaba y vivía por lo humanos ahora sólo es por mi.
El coronel sonrió de lado como si no acabara de creerme.
Bueno le iba a dar motivos de sobra para creer en mi. Y lo mejor no iba a tener que moverme de esa silla.
—¿Cómo es que es tu nombre?
Señale a el único Alfa que había en la sala. En un principio pensé que el era el líder de los otros siete licántropos. Más no era así, no había una manada definida.
—Soy Duchelis; el agente segundo a el mando de la operación eclipse. Soy la mano derecha del coronel Yulian.
—¿Y aquel? —señale a el otro licántropo que se hallaba cerca.
—Soy Ferguson, señorita Scarlett.
—Tu olor se me hace familiar. Lo logre percibir aunque muy poco.
Los hombres lobo se miraron entre ellos confundidos por lo que acababa de decir.
Me mordí el labio inferior a la vez que sonreía.
—Los licántropos antes eran más quisquillosos. En mi época ellos nunca hubiesen compartido pareja.
—¿Qué es lo que intenta? —cuestionó el coronel Yulian.
—Debo admitir que admiro a la recepcionista —comenté mostrando con mi dedo pulgar el sitio en el cual se hallaba la mujer—. Debe ser una mujer muy fuerte; acostarse con dos licántropos al mismo tiempo no debe ser fácil.
Los dos licántropos se miraron a la vez. La adrenalina le subió por las venas a ambos. Supongo que ya tenían algunas sospechas, sólo faltaba la confirmación. Y yo se las estaba dando.
—¿Por qué lo sabe? —interrogó Duchelis.
—Porque ustedes huelen a ella; y ella lleva el olor de los dos.
Me asombre ver que la ropa ya no se hacía trizas durante la transformación de un hombre lobo sino que esta se adaptaba a el cuerpo del licántropo. La tecnología era buena en ese sentido.
—¡Al fin! —exclame alzando los brazos—, ya hacia falta algo de acción.
Antry se movió inquieto; a la vez que se hacía enfrente de mi. Los otros guardias me rodearon.
Idiotas; como si pudieran defenderme.
Duchelis se abalanzó sobre Ferguson. Al ser un Alfa poseía mucha más fuerza; aunque era más pequeño que los alfas que recordaba. Ferguson quedó debajo de el mientras Duchelis intentaba morderle el cuello. Los lobos sobrepasaban los dos metros de altura y los tres metros desde la punta del hocico hasta la cola. El color del pelaje dependía de la personalidad del hombre lobo. Duchelis poseía un pelaje castaño y Ferguson uno gris claro.
—¡Sepárense ya! —vocifero el coronel Yulian—, es una orden.
Seguían los gruñidos de parte de los dos. El coronel Yulian tenía un poder y aunque lo uso no fue suficiente.
—¡Sepárenlos! —ordenó hacia los vampiros quienes intervinieron de inmediato.
La pelea a mi parecer no duro nada. Los vampiros y hombres lobo inmovilizaron a sus compañeros.
—Llévenselos de aquí —ordenó el coronel Yulian hacia Jerit—. Y que reemplacen a Ferguson, no pienso tener en mi equipo a un traidor que no es capaz de controlarse.
—Si señor.
Era normal que el coronel prefiriera a el Alfa por encima de un beta. Sacaron a los licántropos y sólo quedó en la sala mis guardias y el coronel Yulian.
Criss se tranquilizó a la vez que guardaba su arma. Antry seguía con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—¿Era esto lo que quería? —interrogó el coronel—, le recuerdo que esta aquí para cazar a el Alfa oscuro; no para hacer que mi equipo se enfrente entre ellos.
—Yo no hice nada. Es más ni me moví de esta silla.
—¿Qué es lo que pretende?
Me puse de pie dispuesta a dar por terminada mi reunión. Estaba harta de estar en esa sala. Sólo tenía ganas de comerme mi chocolate y de dormir.
Así no me dolería el pecho. Mi cuerpo seguía rechazando el Giter y cada vez punzaba más fuerte.
—Lo único que quiero que les quedé claro es que puedo acabar con ustedes en cualquier momento. Es verdad que no puedo tocarlos; aun así haré que se levanten los unos contra los otros y entre ustedes mismos se traicionen.
Camine hacia la puerta; Phoe la abrió para que yo pudiera pasar. Me giré antes de hacerlo para encontrarme con el rostro sereno del coronel Yulian.
—Y otra cosa coronel: dígale a el concejo vampírico que me de todo lo que tenga del híbrido. Se necesita más que unas fotos falsas para engañarme.
El coronel Yulian cambio su expresión por una de asombro. Misma expresión tenían los guardias humanos.
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