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01:† The Village †

El camino hacia la aldea se hizo cada vez más oscuro a medida que el bosque se cerraba alrededor de ellos. Las palabras del Duque resonaban en la mente de Kira mientras ella y sus lobos escoltaban la carreta.

Duque: Madre Miranda... La llaman una salvadora, pero también una sombra. La aldea vive bajo su mando, y sus cuatro gerarcas son quienes hacen cumplir sus deseos. Aunque debo decirte algo, querida, no es un lugar donde los forasteros sean bienvenidos. Son... desconfiados por naturaleza. Especialmente ahora.

Kira permaneció en silencio, solo asintiendo ocasionalmente a lo que decía, mientras seguía cabalgando en su caballo junto a el, y sus lobos estaban en formación, atentos ante cualquier peligro.

El Duque continuó mientras guiaba a su carreta a través de un camino empedrado y desgastado.

Duque: Los aldeanos están atrapados en su propia burbuja de tiempo, como si el siglo XX nunca hubiera terminado para ellos. Son supersticiosos y asustadizos, aunque tienen buenas razones. Los Lycans patrullan los alrededores, y bueno... las criaturas de Miranda hacen que hasta yo prefiera mantener mi distancia. *bajando el tono de voz* Si decides quedarte un tiempo, te aconsejo mantener la guardia alta. Los aldeanos pueden ser hostiles, pero no son el verdadero peligro. Ese honor pertenece a las bestias y a los seres... especiales que sirven a Miranda.

El paisaje comenzó a cambiar, dando paso a casas antiguas de madera y piedra, cubiertas por musgo y parcialmente derruidas por el tiempo. Los aldeanos se escondían en sus hogares, observando desde las sombras mientras Kira pasaba a caballo junto al Duque. Las miradas que le dirigían eran una mezcla de desconfianza y miedo. Algunos susurraban entre ellos mientras cerraban puertas y ventanas.

Kira ignoró los murmullos, pero sus lobos permanecían alerta, moviendo las orejas hacia cualquier ruido inusual. Fue entonces cuando algo rompió la tensión: un grupo de niños salió de detrás de una cerca medio derrumbada, sus ojos llenos de curiosidad. Miraban fijamente a los lobos, fascinados por su tamaño y elegancia.

Uno de los niños, un pequeño con cabello despeinado, dio un paso al frente.

- ¿Son tuyos? ¿Son lobos de verdad?

Kira detuvo su caballo y miró al niño, sorprendida por su valentía. Sus lobos la miraron esperando una señal. Entonces, con un leve silbido, Kira les indicó que se sentaran frente a los niños. Los lobos obedecieron con precisión, sentándose en línea y mirando directamente a los pequeños.

KIRA: Son míos. Y son tan reales como tú y yo.

El niño se acercó lentamente, extendiendo una mano temblorosa hacia uno de los lobos. Antes de que pudiera tocarlo, Kira habló con suavidad.

KIRA: No se les toca sin permiso. Pero pueden saludarlos.

Con un movimiento de la mano, uno de los lobos extendió una pata hacia el niño, como si ofreciera un apretón. Los otros niños rieron nerviosos pero emocionados mientras se acercaban a los demás lobos, imitándolo.

El Duque observaba la escena con una sonrisa en su rostro.

Duque: Ah, querida, parece que tienes un don para calmar incluso a las mentes más jóvenes. Aunque no sé si los padres de estos niños estarán igual de impresionados.

Y tenía razón. Un grupo de aldeanos apareció poco después, armados con herramientas de campo y antorchas. Sus rostros estaban llenos de desconfianza, y uno de ellos alzó la voz:

- ¡Tú, forastera! ¿Qué haces aquí con esas bestias? ¡No necesitamos más problemas!-

Los niños retrocedieron, pero los lobos permanecieron sentados, tranquilos pero atentos. Kira desmontó de su caballo y caminó hacia los aldeanos, mirándolos con calma.

KIRA: Solo pasaba por aquí. Vi a sus hijos y les dejé conocer a mis compañeros. Nada más. Si creen que soy una amenaza, les aseguro que no lo soy... al menos no para ustedes.

El Duque intervino rápidamente, levantando las manos para calmar la situación.

Duque: Vamos, vamos, amigos. No es necesario alarmarse. Esta joven ha viajado mucho, y créanme, es alguien que podría serles de ayuda, no de daño. Quizás quieran reconsiderar antes de juzgar tan rápido.

Los aldeanos intercambiaron miradas, claramente divididos entre el miedo y la posibilidad de tener una aliada. Finalmente, uno de los hombres mayores habló con un tono menos hostil.

-No confiamos en los forasteros, pero si el Duque dice que no eres un peligro, te daremos el beneficio de la duda. Pero no causes problemas, ¿entiendes?-

Kira simplemente asintió. Sabía que las palabras no ganarían su confianza, pero sus acciones podrían hacerlo.
Mientras el grupo se dispersaba, el Duque se acercó a Kira.

Duque: Bueno, querida, eso salió mejor de lo que esperaba. Aunque creo que necesitarás más que un par de lobos obedientes para ganarte a esta gente. La aldea está llena de secretos y temores, pero tal vez sea justo el lugar donde puedas encontrar lo que buscas... o a quién buscas.

Kira miró hacia la iglesia del pueblo, visible desde la distancia, y luego a sus lobos, que ya volvían a formar una fila junto a ella.

KIRA: Primero veré lo que este lugar tiene para ofrecer. Después decidiré si vale la pena quedarme.

Y con esas palabras, Kira y el Duque se adentraron más en la aldea, mientras las miradas desconfiadas de los aldeanos los seguían desde las sombras.

Una vez estuvieron en el centro de la aldea. Los aldeanos la miraban con desconfianza, susurros apenas audibles llegaban a sus oídos. El Duque, como si estuviera completamente ajeno a la hostilidad del entorno, sonrió ampliamente mientras organizaba su mercancía en la carreta.

Duque: Bien, querida cazadora, aquí nuestros caminos se separan. Este será mi pequeño rincón en este peculiar mundo, para mis negocios. *Le tendió un mapa cuidadosamente doblado.* Esto te será útil para no perderte en la aldea. Aunque te advierto...*su tono se volvió más serio* no te acerques a las tierras de los jerarcas sin ser invitada.

KIRA:*Tomando el mapa con cuidado, levantó una ceja.* ¿Y qué hay de esa tal Miranda?

Duque: Ah, Madre Miranda... *su voz se volvió más baja, casi un susurro.* Una mujer impredecible, peligrosa. Nadie sabe qué pasa realmente por su mente. Mi consejo es simple: mantén tu distancia. Si ella quiere verte, te encontrará primero antes que tú a ella.

Kira asintió, agradeciendo en silencio la advertencia, aunque no tenía intención de seguirla del todo. Agradeció por última vez al Duque y ajustó las riendas de su caballo. Con un silbido, sus lobos la siguieron en formación mientras se dirigía hacia la parte más antigua de la aldea.

El ambiente era sombrío, con casas de madera desgastadas y cercas improvisadas, como si los aldeanos intentaran protegerse de algo mucho más fuerte que ellos. Los niños, sin embargo, mostraban un interés diferente. Sus ojos brillaban con curiosidad al ver a los lobos de Kira. Uno de ellos, un pequeño con cabello despeinado, se atrevió a dar un paso adelante, con una mezcla de temor y emoción.

Kira, consciente de las miradas desconfiadas de los adultos, decidió que era mejor que siguiera su camino hacia la iglesia que se erigía al final del sendero principal. La estructura era imponente, aunque claramente descuidada, con vidrieras rotas y la madera desgastada por el tiempo. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue la figura de una anciana encorvada que trazaba símbolos en el suelo con un bastón decorado con plumas y huesos.

KIRA:*Con tono firme, pero no agresivo.* ¿Quién eres?

La anciana levantó la mirada, sus ojos oscuros parecían contener siglos de conocimiento y misterio. Su voz era ronca, casi cantarina, como un eco de la propia tierra.

- Una viajera en estas tierras malditas... Curioso. No es común ver almas valientes como tú aquí.-Hizo una pausa, examinando a Kira y sus lobos.- ¿Buscas refugio o una nueva vida?

Kira no bajó la guardia, pero algo en la presencia de la mujer la hacía dudar de que fuera una amenaza inmediata.

KIRA: No estoy aquí para, causar problemas. Solo quiero escapar del mundo por un tiempo.

La anciana sonrió, mostrando unos dientes desgastados, pero no menos inquietantes.

-Hay un lugar... a las afueras de la aldea, por los cultivos. Una vieja cabaña que ha resistido el tiempo y las sombras. Podría servirte, si decides permanecer aquí más tiempo. -Señaló una dirección vaga con su bastón, muy cerca de los cultivos, que dictan en el mapa del Duque.- Pero ten cuidado... no todas las puertas deberían abrirse.

Kira entrecerró los ojos, evaluando a la anciana con cuidado. Había algo en ella que no encajaba, una sensación de que las palabras tenían un significado más profundo. Sin embargo, no podía negar que el consejo le sería útil.

KIRA: ¿Y por qué me ayudas? ¿Qué ganas con esto?. Creí que todos en la aldea, detestaban a los forasteros.

La anciana rió suavemente, un sonido que no ofrecía respuestas claras.

-No todo se hace por interés, niña. A veces, las almas errantes deben cuidarse entre sí. Pero recuerda... incluso los lobos pueden convertirse en presas si no tienen cuidado.

Antes de que Kira pudiera responder, la anciana se giró lentamente y desapareció entre los árboles, como si se hubiera desvanecido en el aire. La cazadora permaneció inmóvil por un momento, su mente trabajando para descifrar lo que acababa de ocurrir. Finalmente, apretó el mapa que el Duque le había dado y decidió dirigirse hacia el lugar señalado por la anciana, dejando la iglesia y su inquietante encuentro detrás.

Los aldeanos seguían observándola desde las sombras, pero esta vez había algo más en sus miradas: miedo mezclado con esperanza, como si Kira fuera la única que pudiera enfrentarse a los horrores que acechaban en las sombras, más allá del bosque.

Cuando llegaron, la cabaña estaba justo como la anciana había dicho, en una colonia en las afueras del pueblo cerca de los prados. Pero eso no era lo único que tenía razón esa anciana: la cabaña una estructura desvencijada y olvidada por el tiempo. Las ventanas estaban rotas, las paredes tenían grietas profundas, y el techo parecía que cedería con el próximo vendaval. El interior no era mejor; la humedad había dejado manchas oscuras en las maderas, y el mobiliario, si se le podía llamar así, era apenas un montón de tablas podridas. Kira se cruzó de brazos, observando con ojos críticos mientras los lobos exploraban los alrededores con cautela.

KIRA:*Suspirando para sí misma.* Bueno, esto no es exactamente un refugio, pero servirá... por ahora.

El viento frío que atravesaba las grietas en las paredes la hizo apretar su gabardina bajo sus rodillas. No podía quedarse ahí mucho tiempo sin tomar medidas. Con una decisión firme, montó en su caballo y regresó al pueblo, donde encontró al Duque acomodando sus mercancías bajo el tenue sol de la tarde.

Duque:*Al verla llegar, esbozó una sonrisa amplia.* Ah, cazadora, parece que el "refugio" que te indicaron no cumplió con tus expectativas.

KIRA:*Desmontando, le lanzó una mirada directa.* No es suficiente para sobrevivir al invierno. Necesito materiales para repararla. Madera, herramientas, un poco de provisiones... todo lo que tengas.

El Duque levantó una ceja con curiosidad mientras Kira sacaba una pequeña bolsa de cuero. Al abrirla, dejó al descubierto monedas de oro que brillaban con la luz.

Duque:*Examinando una de las monedas con interés.* Oro, y del bueno. Una herencia, tal vez... Me agrada tu seriedad. Está bien, puedo proporcionarte todo lo que necesitas. Incluso más, si planeas ser ambiciosa.

KIRA:*Con un ligero tono de desafío.* Planeo más que eso. La cabaña será más que un simple refugio. Tendrá un segundo piso, una cerca alrededor, establo para mi caballo y casas para mis lobos. No pienso hacer esto a medias.

El Duque rió, un sonido grave pero no burlón.

Duque:En ese caso, me quedaré más tiempo en esta aldea. Alguien debe asegurarse de que tengas todo lo necesario para tu pequeño proyecto. Considera que tienes a tu disposición un comerciante confiable... por un precio justo, claro está.

Con la transacción cerrada, Kira comenzó su proyecto. El Duque cumplió con su palabra y le entregó herramientas de carpintería, madera resistente y provisiones para los primeros días. La cabaña comenzó a transformarse lentamente bajo sus manos. Derribó las partes más dañadas y reforzó las paredes con nuevos tablones. Los lobos, fieles a su lado, la observaban trabajar, ocasionalmente llevando pequeños objetos en sus hocicos como si intentaran ayudar.

A medida que los días pasaban, los rumores se esparcieron como pólvora por la aldea. Los aldeanos, desconfiados de los forasteros, decidieron ignorarla, fingiendo que no existía. Sin embargo, otros no ocultaban su molestia, murmurando entre dientes cuando la veían pasar cerca del pueblo para recoger más materiales del Duque.

- ¿Qué hace aquí esa mujer? Ya tenemos suficientes problemas con los Lycans.- Dijo el hombre. Gruñendo con molestia al verla desde lejos.

- Por lo menos se está quedando en la colina, lejos de todos.- Con una mezcla de alivio y resentimiento.

Sin embargo, no todos los aldeanos compartían esa postura. Los niños, movidos por la curiosidad natural, comenzaron a visitar la cabaña de vez en cuando. A pesar de las estrictas órdenes de sus padres de mantenerse alejados de la forastera, no podían resistir la tentación de acercarse a los lobos.

Kira estaba trabajando en reforzar el techo cuando escuchó risas infantiles cerca de los lobos. Al mirar hacia abajo, vio a un grupo de niños que jugaban con los animales. Uno de los lobos rodó en el suelo, permitiendo que un pequeño le rascara el vientre, mientras otro se sentaba pacientemente mientras le colocaban una corona de flores improvisada.

KIRA:*Cruzando los brazos, pero con un leve destello de diversión en los ojos.* ¿No les han dicho que no deberían hablar con desconocidos?

Los niños se sobresaltaron al escuchar su voz, pero no huyeron. Pero ellos no respondieron al principio, mirando con asombro cómo Kira bajaba del techo con agilidad, aterrizando frente a ellos sin el más mínimo esfuerzo. Uno de los niños, el más pequeño del grupo, se escondió detrás de los otros, pero otro, un poco más atrevido, dio un paso adelante.

- ¿Cómo haces eso? ¡Pareces un gato grande!- Con curiosidad en los ojos.

KIRA:*Riendo suavemente mientras sacudía el polvo de sus manos.* No es tan complicado. Solo requiere práctica... y tal vez un poco de valentía.

El grupo de niños se relajó, sus miradas ahora cargadas de admiración. Uno de ellos señaló los lobos, que estaban sentados cerca, observando la escena con tranquilidad.

-Tus lobos... son tan bonitos. ¿Podemos jugar con ellos otra vez?- Dijo una niña del grupo. Con una mezcla de timidez y emoción.

KIRA:*Cruzándose de brazos, adoptando una postura seria pero amable.* Pueden venir, pero con condiciones. Primero, siempre deben decirles a sus padres dónde están. Segundo, nunca vayan al bosque. Y si se hace tarde, tienen dos opciones: quedarse aquí hasta que sea seguro regresar o yo misma los llevaré a casa. ¿Entendido?

Los niños asintieron rápidamente, sus rostros iluminándose de alegría. Kira suspiró, sabiendo que esta conexión con los más pequeños eventualmente atraería la atención del resto de los aldeanos del pueblo y especialmente a los padres de los pequeños, para bien o para mal, era un comienzo.

Así pasaron 3 días, los niños comenzaron a ayudar en los trabajos más ligeros de construcción. Kira les enseñó cómo sujetar correctamente un martillo, identificar madera adecuada para diferentes propósitos y, con el tiempo, incluso pequeñas lecciones de supervivencia. Les mostró qué hierbas eran medicinales y cuáles eran venenosas, cómo fabricar pequeñas trampas para cazar y algunos movimientos básicos de defensa personal.

KIRA:*Mientras les mostraba cómo atar un lazo.* Esto no es solo para cazar. Si alguna vez están en problemas, un simple nudo puede salvarles la vida.

Uno de los niños, con las manos manchadas de tierra, frunció el ceño mientras intentaba imitar el lazo que Kira había hecho.

-¿Por qué nos enseñas estas cosas? Nuestros padres dicen que no deberíamos venir aquí.

KIRA:*Agachándose para quedar a su altura.* Porque algún día, podrán enfrentarse a cosas que sus padres no pueden controlar, o hasta Incluso puede que llegue un momento que sus padres necesitan todo la ayuda posible. Y quiero que estén listos para cualquier panorama.

A pesar de la resistencia inicial, los niños estaban entusiasmados con todo lo que aprendían. Cuando terminaban su trabajo, Kira a menudo les daba una moneda o dos de oro como pago, por su trabajo y ayuda realizados, algo que sorprendía y emocionaba a los pequeños. Sin embargo, no todos en el pueblo compartían este entusiasmo.

Las acciones de Kira comenzaron a generar aún más rumores. Las aldeanas, especialmente las más jóvenes, no podían evitar notar su figura atlética y su actitud decidida. Algunas susurraban envidias disfrazadas de admiración, mientras que otras simplemente miraban desde lejos, curiosas pero demasiado temerosas para acercarse.

Por otro lado, los aldeanos mayores y más conservadores veían su comportamiento como una amenaza a las normas establecidas.

Con tono crítico mientras observaba a los niños regresar de la cabaña.-¿Qué clase de mujer se pasea así, sin recato? ¡Es una blasfemia!-

Asintiendo con el ceño fruncido. -Y encima, les enseña a nuestros hijos cosas que no deberían saber. ¿Quien se creé para enseñarle a las niñas cosas de hombres?. ¡No es natural!

Sin embargo, algunos comenzaron a cambiar su percepción cuando los niños regresaban con monedas de oro, lo que ayudaba a sus familias en tiempos difíciles. Incluso aquellos que se mostraban más hostiles no podían ignorar el impacto positivo que Kira estaba teniendo, aunque no lo admitieran en voz alta.

Con el paso de las semanas, los niños no solo aprendieron nuevas habilidades, sino que también comenzaron a hablar de Kira con respeto y admiración. Sus historias se filtraron entre los aldeanos, y aunque la desconfianza no desapareció por completo, algunos comenzaron a verla bajo una nueva luz.

Un día normal como cualquier otro. Kira estaba trabajando en el segundo piso de la cabaña, con su pecho cubierto únicamente por vendajes, mientras el sol del mediodía iluminaba su piel morena ligeramente bronceada y las gotas de sudor que resbalaban por su espalda y frente. Desde lo alto, podía ver a los aldeanos trabajando en los campos, ignorándola como siempre. Sin embargo, también notó a una figura solitaria que se acercaba tímidamente.

Era una joven aldeana, no mayor de veinte años, que llevaba una cesta con pan y queso fresco. Los lobos, como guardianes fieles, notaron su presencia y se acercaron, olfateando curiosos. La joven se quedó paralizada por un momento, temerosa de los enormes animales, pero Kira, que había notado la escena, silbó suavemente.

KIRA:*Desde lo alto, con una voz serena pero firme.* No te harán daño... Solo quieren saber quién eres.

La joven asintió con nerviosismo, viendo cómo los lobos se retiraban obedientes al sonido del silbido. Kira descendió con agilidad, saltando desde el segundo piso y aterrizando suavemente frente a la aldeana.

KIRA:*Limpiándose las manos en un trapo sucio.* No recibo muchas visitas. ¿Qué te trae por aquí?

Tartamudeando, evitando mirarla directamente.-P-Pensé que... tal vez... podrías necesitar algo de comer. He escuchado que trabajas duro, y...-Miró a los lobos, luego a la cabaña.-También quería agradecerte por lo que has hecho por los niños. Mi hermano menor no deja de hablar de ti.

Kira arqueó una ceja, sorprendida por el gesto. Había recibido pocas muestras de amabilidad desde su llegada. Tomó la cesta con una leve inclinación de cabeza.

KIRA:*Con una sonrisa que apenas mostraba sus dientes.* Gracias. No lo esperaba... ¿Tu hermano es el que siempre lleva una gorra roja, cierto? Tiene talento para aprender rápido.

Asintiendo, con una ligera sonrisa.-Sí, ese es él. Dice que... quiere ser fuerte como tú cuando crezca.

Kira se quedó en silencio un momento, contemplando las palabras. Sus labios se curvaron en una sonrisa más cálida, pero su mirada tenía un matiz de melancolía.

KIRA:*Susurrando para sí misma.* Fuerte, ¿eh...? Ojalá supiera qué significa realmente.

La joven, animada por la respuesta de Kira, dio un paso adelante.

No todos en el pueblo están en tu contra, ¿sabes? Solo... les tomará tiempo. Han pasado muchas cosas, y...-Miró a Kira, finalmente atreviéndose a sostener su mirada.- Algunos no saben cómo reaccionar ante alguien como tú. Pero los niños te admiran. Y yo... también.

Kira, sorprendida por la sinceridad, sintió un leve calor en su pecho. Había olvidado cómo era que alguien la viera como algo más que una amenaza. Se rascó la nuca, un poco avergonzada pero agradecida.

KIRA:*Con un tono más suave.* No vine aquí para causar problemas. Solo... intento hacer las cosas bien, a mi manera.

Antes de que la joven pudiera responder, un grito distante rompió el momento. Un grupo de aldeanos había salido de los campos, y uno de ellos, un hombre corpulento con una expresión dura, señalaba hacia ellas.

¡Elly! ¿Qué haces aquí? ¡Te dijimos que no te acercaras a esa forastera!—Dijo con voz acusadora.

La joven aldeana, ahora identificada como Elly, retrocedió instintivamente. Kira dio un paso al frente, interponiéndose entre ella y el hombre que se acercaba.

KIRA:*Con voz firme, clavando su mirada en el aldeano.* Ella vino por su propia voluntad. No obligo a nadie a venir aquí.

Ignorando a Kira, se dirigió a Elly. —¡Vuelve al pueblo! Y no vuelvas a poner un pie aquí. Esta mujer solo traerá desgracias.

Elly dudó, mirando a Kira con ojos llenos de disculpas. Kira, cruzando los brazos, mantuvo su postura desafiante.

KIRA:*Con un toque de ironía.* Qué curioso. Los 'desgraciados' parecen ser los únicos ayudando a sus hijos a ganar algo de oro y aprender a defenderse. Pero, claro, eso debe ser una amenaza para alguien como tú.

El comentario hizo que el rostro del aldeano se tornara rojo de furia. Dio un paso adelante, pero los lobos, percibiendo la tensión, se posicionaron alrededor de Kira, gruñendo suavemente. El hombre se detuvo, claramente intimidado.

Apuntando con un dedo tembloroso.- Esto no ha terminado. Algún día mostrarás tus verdaderas intenciones, y cuando eso pase, el pueblo entero verá lo que realmente eres.

Kira observó cómo el hombre se llevaba a Elly, quien miraba por encima de su hombro con tristeza. Cuando finalmente se quedaron solos, Kira exhaló un largo suspiro, acariciando a uno de los lobos que se había mantenido cerca.

KIRA:*En voz baja.* Parece que no importa cuánto haga, siempre seré un monstruo para algunos.

Se volvió hacia la cabaña, la cesta de pan y queso aún en sus manos. A pesar del enfrentamiento, un leve destello de esperanza permanecía en su mirada. Había logrado tocar el corazón de al menos uno de ellos, y eso era suficiente para seguir intentándolo.

Los días siguieron pasando al rededor de casi 3 semanas, y justo a 3 días antes de comenzará el invierno.

El sol estaba a punto de ocultarse, y el viento frío comenzaba a anunciar la llegada del invierno. La cabaña de Kira brillaba con luz eléctrica, alimentada por los molinos de viento que ella misma había construido en las semanas anteriores. Los niños, maravillados por el ingenio de Kira, observaban con ojos llenos de admiración cómo la electricidad iluminaba cada rincón del segundo piso recién terminado. Para ellos, era más que una cabaña: era un refugio, una fortaleza, un hogar.

Con emoción en su voz.— ¡Kira, es increíble! ¿Cómo lograste que el viento nos diera luz?

Kira, sentada sobre un tronco cerca de la cabaña, limpiaba las herramientas que había usado en la construcción. Sonrió levemente al escuchar la curiosidad de los pequeños.

KIRA:Es simple. Si entiendes cómo funcionan las corrientes de aire y cómo aprovecharlas, aparté de saber lo básico de física, puedes crear energía. Les enseñaré cómo hacerlo cuando tengamos tiempo.*dijo con una pequeña sonrisa* Es una promesa.

Los niños saltaron de alegría, emocionados por la idea de aprender algo tan avanzado y útil. Pero Kira levantó una mano, calmándolos.

KIRA:Por ahora, necesito enfocarme en el establo para mi caballo. Y si el tiempo lo permite, quiero construir un pozo. Necesitaremos agua cuando la nieve cubra el terreno.

Sin embargo, mientras Kira planificaba sus siguientes pasos para mejorar su terreno en la colina, en un rincón oscuro de la aldea, un grupo de aldeanos se reunía en la taberna del pueblo con intenciones muy distintas. La envidia y el resentimiento hervían en sus corazones. Los padres de los niños, celosos de la influencia de Kira sobre ellos, y otros hombres de mente cerrada, consideraban que su presencia era una amenaza para sus costumbres y su autoridad en la aldea.

Golpeando la mesa con el puño.-¡Esa mujer tiene que irse! Está llenando las cabezas de nuestros hijos con ideas extrañas y haciéndonos quedar como inútiles. ¡No podemos permitirlo!

-¿Y qué haremos? No parece alguien fácil de intimidar.

-Entonces, la obligaremos. Armémonos y enfrentémosla. Si no se va por las buenas, la echaremos por las malas.

Con machetes, herramientas de campo y una vieja escopeta en mano, el grupo se dirigió hacia la cabaña de Kira. El ruido de sus pasos y el crujir de la nieve bajo sus botas resonaban en la quietud del bosque.

Kira estaba revisando las vigas del establo cuando escuchó el ruido en la distancia. Su oído entrenado captó el sonido metálico de armas y el murmullo de voces enfurecidas. Frunció el ceño y, sin mostrarse alarmada, dio un pequeño silbido.

En cuestión de segundos, los lobos aparecieron desde los rincones del bosque, moviéndose con agilidad hasta colocarse frente a los niños, formando un círculo protector a su alrededor. Los pequeños, aunque asustados, confiaban plenamente en las criaturas y en Kira.

Cuando los aldeanos llegaron a la cabaña, el líder del grupo levantó su antorcha, iluminando la figura de Kira, quien permanecía tranquila, apoyada contra una de las vigas del establo.

Gritando con furia.- ¡Forastera! ¡Has traído caos a nuestra aldea! ¡Te damos una última oportunidad para que te marches y no vuelvas jamás!.

Kira cruzó los brazos, mirando al grupo con una expresión seria pero relajada.

KIRA: ¿Caos? He construido, he enseñado, he aconsejado. Si eso es caos para ustedes, entonces tienen un concepto muy extraño de orden.

El aldeano líder avanzó unos pasos, levantando un machete.

-¡No queremos tus cambios ni tus ideas! ¡Esta es nuestra aldea, y tú no eres bienvenida aquí!-

Antes de que pudiera acercarse más, Kira dio un paso adelante y levantó la mano, señalando a los lobos con su pulgar.

KIRA:No daré un paso atrás. Pero advierto algo: si alguno de ustedes intenta dañar a los niños presentes o a mis lobos, no responderé por lo que ocurra.

La tensión alcanzó su punto máximo. Uno de los aldeanos, más joven y ansioso, levantó su escopeta y disparó al aire.

-¡No necesitamos tus amenazas, maldita mujer!

El disparo no intimidó a Kira. En un movimiento fluido, avanzó hacia el grupo. Sin armas y sin usar toda su fuerza, comenzó a desarmar y neutralizar a los aldeanos uno por uno. Con movimientos precisos, esquivaba los golpes de machetes y herramientas, derribando a sus atacantes con patadas y bloqueos.

Sin embargo, mientras luchaba, el aldeano con la escopeta volvió a disparar. Esta vez, la bala rozó el brazo izquierdo de Kira, desgarrando su capa y dejando un surco sangrante en su piel.

Kira miró su herida por un momento, su expresión permaneciendo tranquila mientras hacía presión en la herida para detener el sangrado. Pero antes de que el conflicto pudiera escalar más, una voz resonó en el aire, poderosa y cargada de autoridad.

-DETÉNGANSE!"-

Todos los presentes se detuvieron, como si el tiempo mismo hubiera congelado el momento. Desde el bosque surgió una figura imponente, vestida con un manto blanco adornado con detalles dorados que reflejaban la tenue luz de la luna. Su cabello plateado y sus ojos penetrantes no dejaban dudas sobre su identidad: Madre Miranda, la deidad venerada por la aldea.

Los aldeanos cayeron de rodillas de inmediato, bajando las cabezas en señal de reverencia.

-¡Oh, Madre Miranda! ¡Escúchanos! ¡Sálvanos de esta forastera que amenaza nuestra aldea!

Miranda caminó con calma, su mirada alternando entre los aldeanos y Kira. Su voz era firme, pero contenía una extraña mezcla de curiosidad y advertencia.

Madre Miranda: ¿Qué clase de caos han traído a mi tierra? Hablen, ahora.

Los aldeanos, con voces temblorosa pero cargadas de veneno hacia Kira, comenzarons explicando su versión de los hechos: la llegada de Kira, la influencia sobre los niños, los lobos y su rechazo a sus costumbres. Miranda escuchó en silencio, su rostro inmutable.

Finalmente, giró su mirada hacia Kira, quien permanecía de pie, sujetando su herida con calma mientras su sangre se derramaba lentamente hacia el suelo dejando pequeñas gotas en el suelo.

Madre Miranda: Eres la mujer de la que me advirtió el duque, que no provocara. Pero no esperaba encontrarte envuelta en un conflicto como este. Dime, ¿por qué estás realmente aquí, en mi aldea?

Kira sostuvo su mirada, sin amedrentarse, aunque podía sentir la presión que emanaba de aquella mujer. Apretó su herida ligeramente, para mantener el flujo de sangre bajo control, y respondió con voz tranquila pero firme.

KIRA:No busco problemas. Sé que no soy bienvenida, pero solo quería desaparecer del mundo un tiempo... comenzar otra vida en un rincón apartado del mundo. *Hizo una pausa y giró su mirada hacia los niños, que la observaban con rostros preocupados, antes de volver a Miranda.* Pero si mi presencia causa tanto malestar entre los habitantes... me iré sin protestar.

Antes de que Miranda pudiera responder, los niños rompieron el silencio. Con lágrimas en los ojos, se aferraron a las piernas de Kira, rogándole desesperadamente que no se fuera.

-¡No, no puedes irte! -exclamó uno de ellos-. ¡Eres buena, nos cuidaste, arreglaste la cabaña y nos ayudaste con los lobos!

Los padres de los niños se acercaron rápidamente, reprendiendo a los pequeños con severidad.
-¡No interfieran! -les ordenaron-. Esto no es asunto de niños. Miranda decidirá.

Miranda levantó una mano, deteniendo las voces de los aldeanos. Su mirada se posó nuevamente en Kira, luego en los lobos que protegían a su alfa, y finalmente en la cabaña reparada. Era evidente que Kira había aportado algo a la aldea, aunque su sola presencia desatara conflictos. Miranda permaneció pensativa por un momento, hasta que finalmente habló.

M.Miranda:Te permito quedarte. *Dijo con calma, sorprendiendo tanto a Kira como a los aldeanos.* Pero hay condiciones. A cambio, responderás a mis preguntas. Has despertado mi curiosidad, forastera.

Kira estaba por protestar, pero los niños comenzaron a gritar de felicidad y se aferraron aún más fuerte a ella. Al ver sus rostros iluminados por la esperanza, no pudo negarse. Suspiró y asintió lentamente.

KIRA:De acuerdo *Respondió, con una leve sonrisa para tranquilizar a los pequeños.*

Los aldeanos, sin embargo, no ocultaron su descontento. Con gruñidos de desaprobación y amenazas veladas, comenzaron a dispersarse. Los padres de los niños dejaron claro que habría consecuencias en casa, pero los pequeños ignoraron sus advertencias y se quedaron junto a Kira, hasta que los forzaron a marcharse igualmente.

Cuando la multitud finalmente se disipó, dejándolas finalmente, Miranda dio un paso adelante.

M.Miranda:Tu herida necesita atención inmediata *dijo, observando el brazo de Kira con ojos clínicos.* No basta con cubrirla. Es profunda y requiere sutura.

Kira asintió brevemente, señalando la entrada de la cabaña para que Miranda la siguiera. Al cruzar el umbral, la sacerdotisa no pudo evitar levantar una ceja al notar el interior: más espacioso y cálido de lo que parecía desde afuera. Una chimenea bien construida iluminaba el lugar con una calidez acogedora, mientras muebles rústicos pero funcionales daban un aire de hogar a lo que antes había sido una estructura abandonada. Miranda dejó que un destello de sorpresa cruzara su rostro antes de recuperar su habitual compostura.

Kira, con cierta torpeza debido a la limitada movilidad de su brazo adormecido, se quitó la camisa de botones, dejando al descubierto su físico marcado por el entrenamiento y los combates. Las cicatrices adornaban su piel como un mapa de historias no contadas: un profundo zarpazo que cruzaba toda su espalda, pequeñas marcas de balas en el contorno de su abdomen, y cortes finos en los antebrazos. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Miranda fue el rosario que colgaba de su cuello. Su diseño gótico y detallado no era propio de la región ni de las costumbres que ella conocía.

Kira caminó hacia una de sus maletas de viaje, sacando un botiquín de primeros auxilios con una naturalidad que sugería estar acostumbrada a lidiar con heridas. Mientras tanto, los lobos permanecían atentos, sentados junto a la puerta como guardianes, sus ojos vigilando cada movimiento de Miranda.

Kira colocó el botiquín sobre una pequeña mesa y se sentó en una silla cercana, comenzando a sacar lo que necesita para tratar su herida.

Miranda acercó otra silla y tomó las cosas antes de que ella comenzará a hacerlo sola. Kira dudó por un instante, pero finalmente asintió con una leve inclinación de cabeza, dejando que desinfecte su herida primero antes de comenzar a curarla.

Mientras Miranda trabajaba en la herida, el silencio en la cabaña se volvió denso, como si ambas estuvieran evaluándose mutuamente. Finalmente, Miranda rompió el silencio, su tono neutral pero cargado de intención.

Miranda:Eres más que una simple forastera, ¿verdad? *preguntó, sin levantar la vista de su tarea.* Hay algo en ti que no encaja aquí. Tus cicatrices, tu porte... incluso ese rosario. ¿Qué eres realmente?

KIRA:*dejó escapar un suspiro leve, como si hubiera esperado esa pregunta.* Mi nombre es Kira *respondió finalmente, con voz tranquila.* No puedo decir más. No porque no quiera, sino porque no sería prudente para nadie... A veces es mejor dejar el pasado atrás.

Miranda alzó la mirada, fijándose en los ojos de Kira, buscando alguna pista en su expresión. Sin embargo, la cazadora mantenía su rostro sereno, con la mirada fija en el fuego de la chimenea, sin revelar más de lo necesario.

Miranda:Kira, entonces *Terminando la última sutura con precisión. Comenzando a vendar su herida* Es suficiente por ahora. Pero no esperes que mi curiosidad desaparezca. *Guardó el material en el botiquín y lo cerró con cuidado antes de levantarse.*

Los lobos, que habían estado observando en silencio, relajaron ligeramente su postura, aunque permanecieron atentos. Miranda tomó un momento para inspeccionar nuevamente la cabaña, deteniéndose en detalles que parecían insignificantes para cualquiera, pero que para ella revelaban más de lo que Kira pretendía.

Miranda: Como dije antes. Te permitiré quedarte *dijo finalmente, mientras se dirigía a la puerta* Pero te vigilaré, Kira. Esto no es una amenaza, sino una advertencia.

KIRA:*la siguió con la mirada, inclinando ligeramente la cabeza.* Entendido... Si he faltado a mi palabra, puedo pagarlo con mi sangre para pagar mi ofensa. *Hablo como si no le importará su vida*

Miranda abrió la puerta, permitiendo que el frío aire invernal llenara la cabaña por un momento. Antes de salir, se giró por última vez.

Miranda:Descansa. Tus heridas sanarán, pero necesitarás toda tu fuerza si decides quedarte aquí.

Con esas palabras, salió, dejando a Kira sola con sus pensamientos y los lobos que, finalmente, se acercaron a su lado en un gesto de lealtad. Afuera, los niños, todavía retenidos por sus padres, miraban en dirección a la cabaña con rostros llenos de esperanza, mientras la figura de Miranda desaparecía en la distancia.

La cabaña quedó en completo silencio tras la partida de Miranda, salvo por el crujir de la madera en la chimenea y el susurro del viento que se filtraba por las esquinas de las ventanas. Kira observó la puerta por unos momentos, como si pudiera aún sentir la mirada de la sacerdotisa, analítica y llena de intenciones que no se revelaron del todo. Suspiró profundamente, dejando que su cuerpo se relajara en la silla, mientras uno de los lobos, el más grande, se acercó a su lado y apoyó la cabeza en su pierna, buscando consolarla.

KIRA:Lo sé... aún no estamos a salvo *murmuró Kira, acariciando distraídamente el pelaje del lobo, que respondió con un suave gruñido de aprobación.*

Luego, sus ojos se posaron en la herida recién suturada. Agradecía la habilidad de Miranda, pero sabía que esa mujer no había actuado únicamente por bondad. Había algo en su presencia que inquietaba a Kira, como si la sacerdotisa pudiera ver más allá de lo evidente.

Levantándose con cuidado, recogió el botiquín y su camisa ensangrentada, limpiando el pequeño charco de sangre que había dejado en el suelo. Los lobos se movieron con ella, siguiéndola mientras ordenaba el espacio. Kira tenía una rutina, un orden que la ayudaba a mantener la calma en medio de la incertidumbre. Sin embargo, mientras limpiaba, sus pensamientos no dejaban de regresar a los niños. Sus rostros, llenos de inocencia y cariño, se habían convertido en su único refugio emocional en ese lugar hostil.

El sonido de pequeños pasos en la nieve afuera la sacó de sus pensamientos. Sus sentidos se agudizaron, y los lobos levantaron la cabeza de inmediato, sus orejas girando hacia la puerta. Kira se acercó con sigilo, tomando uno de los cuchillos que tenía guardados en un cajón cercano. Sin embargo, cuando abrió la puerta con cautela, se encontró con uno de los niños, un pequeño con mejillas enrojecidas por el frío y una bufanda vieja alrededor del cuello. En sus manos llevaba un cuenco de madera lleno de pan y algo que parecía sopa humeante.

-Kira... -murmuró el niño, su voz temblorosa, pero no por miedo, sino por el frío y la emoción-. No quería que pasaras hambre... Mamá no sabe que estoy aquí.

Kira dejó escapar una sonrisa suave, guardando el cuchillo en la cintura mientras se arrodillaba para estar a la altura del niño.

KIRA:Gracias, pequeño. Pero no deberías estar aquí. Si tu madre te encuentra, te meterás en problemas.

El niño bajó la mirada, pero no se movió.
-No me importa. Quiero que te quedes. Tú... tú eres buena.

Esas palabras, dichas con la simpleza y sinceridad de un niño, atravesaron las barreras emocionales que Kira había construido en su interior. No respondió de inmediato, solo tomó el cuenco con cuidado y asintió.

KIRA:Prometo que haré lo mejor que pueda, ¿de acuerdo? Ahora, vuelve a casa antes de que te descubran.

El niño asintió, dándole un rápido abrazo antes de echar a correr por el camino nevado. Los lobos lo siguieron con la mirada, asegurándose de que llegara a salvo antes de regresar junto a Kira.

Cerrando la puerta, Kira colocó el cuenco sobre la mesa y se sentó frente a la chimenea, dejando que el calor la envolviera. Una ligera sonrisa curvó sus labios mientras observaba las llamas. Tal vez, después de todo, había una pequeña chispa de esperanza en aquel lugar.

KIRA:*lleva una mano a su rosario y lo observó un momento antes de volver su vista al fuego*... Al final ella tenía razón sobre mi...*baja un poco la mirada*...¿Qué hubieras echo en mi lugar?... Elizabeth.

Mientras ella seguía meditando en la tranquilidad de su cabaña... En las afueras de esta algo acechaba desde las sombras.

Esa tranquilidad fue breve. Afuera, en la oscuridad de la noche, los ojos de Miranda observaban desde lejos, escondida entre los árboles. Había seguido al niño, no para detenerlo, sino para confirmar algo. "Kira..." murmuró para sí misma, pensativa. Hay más en ti de lo que estás dispuesta a mostrar. Pero, ¿cuánto tiempo más podrás ocultarlo?

Miranda se giró y se internó en la negrura del bosque, desapareciendo sin dejar rastro, pero con la firme determinación de descubrir todo sobre la extraña mujer que había alterado la rutina de su aldea.
































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¿Qué les pareció el capitulo?

Total de palabras: 6794

Y he aquí, el segundo capítulo de esta historia. Espero que les haya gustado.

Ahora como se me hizo una costumbre en cada historia y capitulo que hago. Llegó el momento de un pequeño cuestionario hacerca de la historia.

¿Qué le gusto del capítulo?

¿El capítulo cumplió con sus expectativas?

¿Qué creen que pasará de ahora en adelante?.

¿Qué creen que tratara Miranda ahora?.

¿Qué misterios tiene nuestra protagonista?.

¿Porque es tan importante ese rosario que lleva en su cuello?

¿Quien será esa tal Elizabeth para ella?

¿Por qué huye de su pasado?, o mejor dicho. ¿Porque hizo el genocidio de su propia familia?.

¿Quién le ha causado esas cicatrices a nuestra protagonista?.

De ante mano les pregunto: ¿Quienes quieren (aparte de Miranda) que conozcan a la protagonista y que sean sus posibles parejas?.

Quiero oir sus teorías para los futuros episodios: ¿Qué sospechan o que teorizan que pasará de ahora en adelante?.

Bueno, eso ah Sido todo por ahora. Espero que les haya gustado y nos estaríamos viendo en un futuro episodios.

Hasta la próxima actualización.

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