00: †LA HISTORIA DE LA LEYENDA†
La gran dinastía de cazadores Van Helgsin ha sido conocida por siglos como la élite en la caza de monstruos. Con una historia que abarca casi 20 generaciones, su linaje ha sido respetado, temido y venerado por su habilidad para exterminar las criaturas más aterradoras. Bendecidos por la iglesia y siempre con el respaldo de la orden, los Van Helgsin han sido el baluarte contra las sombras que acechan el mundo. Cada miembro de esta familia ha sido entrenado para ser un guerrero imparable, preparado para afrontar cualquier amenaza. Y entre ellos, el apellido Van Helgsin se pronuncia con reverencia y terror, pues quienes han oído de su legado tiemblan al pensar en sus habilidades.
Desde tiempos inmemoriales, los cazadores de esta dinastía han sido educados con un propósito claro: erradicar a los monstruos y mantener el orden en un mundo plagado de oscuridad. Bajo la tutela de la iglesia, cada generación es fortalecida con bendiciones y armamento sagrado, pero hay uno, uno especial entre ellos, cuya historia iría mucho más allá de la de cualquier otro cazador.
Kira Van Helgsin nació bajo la luna llena, la misma que presenció el paso de una estrella fugaz. Sus padres, líderes de la dinastía, la recibieron con orgullo, creyendo que su hija sería la heredera perfecta. Con el tono de piel moreno de su padre, ojos color avellana de su madre y una melena negra azulada que traía consigo la sangre de los Van Helgsin, Kira era la promesa de un futuro brillante para su linaje.
Desde pequeña, Kira fue educada en el arte de la supervivencia. A los 5 años, ya manejaba un cuchillo con destreza, aprendiendo a pescar, desmembrar y reconocer las plantas medicinales y venenosas. Su aguda mente le permitía aprender rápidamente las tácticas de caza y supervivencia que muchos adultos tardaban años en dominar. No solo era una experta en crear refugios improvisados y fabricar armas caseras, sino que poseía una astucia fuera de lo común para reconocer y utilizar los recursos a su alrededor. A los 10 años, ya podía desarmar y rearmar un rifle con la velocidad y precisión de un experto, todo bajo la vigilancia de su padre, quien insistía en que el entrenamiento no era solo una necesidad, sino una obligación que debía cumplir con rigurosidad.
Su madre, sin embargo, siempre fue su refugio. En medio del entrenamiento severo de su padre, Kira encontraba consuelo en las historias de su madre, quien a menudo le susurraba historias de antiguos cazadores y le ofrecía pequeños abrazos para ahogar las lágrimas silenciosas de su hija. Aunque la familia Van Helgsin no favorecía los lazos afectivos, la madre de Kira sabía que el corazón de su hija necesitaba algo más que entrenamiento. Kira, a pesar de su fortaleza, no era ajena a la soledad que la rodeaba.
A medida que crecía, Kira perfeccionó sus habilidades. Durante su adolescencia, entre los 12 y 14 años, comenzó a entrenar en artes marciales, desarrollando un estilo de lucha propio que combinaba rapidez, astucia y ferocidad. Su destreza y su estilo de combate único la convirtieron en una guerrera casi imbatible, respetada y temida incluso entre los cazadores más experimentados del clan.
A los 17 años, Kira fue considerada la mejor candidata para liderar el escuadrón de caza de su familia. El linaje Van Helgsin veía en ella a la líder que pondría fin al reinado de los monstruos, una guerrera que podría llevar a la humanidad a la victoria definitiva. La ceremonia de su nombramiento estaba llena de esperanzas y orgullo. Pero nadie sabía que esa noche sería el final de la dinastía.
Cuando Kira fue proclamada líder del escuadrón de caza, las puertas de la iglesia se cerraron con un estruendo. En ese momento, Kira reveló su verdadera naturaleza. Con sus armas en mano, masacró a todos los presentes: adultos, niños, ancianos... incluso a sus propios padres. El mar de sangre que dejó a su paso fue el principio de una traición a la humanidad que se supone que juro proteger. Sus acciones eran algo que nadie pudo prever ni esperar. Cuando finalmente se abrieron las puertas del gran salón, un mar de sangre y cadaveres era lo único que estaba en ese lugar. Ella estaba en el centro de todo, bañada en sangre y con expresiones que no demostraban arrepentimientos ni satisfacción. Aunque si analizamos de forma forence, el único cuerpo que parecía ser que tuvo piedad, era el de su quería madre quien tenía solo una apuñalada en el corazón para una muerte rápida y sin dolor, el resto de los cuerpos, había claras señales de ira y resentimiento, los pocos sobrevivientes de la familia, desesperados, intentaron detenerla, pero fueron abatidos con la misma frialdad.
El Vaticano, al enterarse de la masacre, envió a los mejores cazadores y recompensó con grandes sumas de dinero a quien lograra acabar con ella. Pero todos fracasaron. Cada uno de los que intentó capturar a Kira fue decapitado, y sus cabezas fueron enviadas a las puertas del Vaticano con un mensaje claro: "Sigan entrometiéndose en mi camino, y los siguientes monstruos en mi lista serán ustedes."
Fue así que resignados y bajo amenaza, sabiendo bien que ella cumple su palabra. Firmaron un acuerdo de neutralidad para evitar más derramamiento de sangre. Tal acuerdo dicta que uno no debe interferir en los asuntos del otro, de lo contrario el delicado acuerdo queda anulado y la cacería a su cabeza se retomaría pero con mayor recompensa.
Fue así como el nombre de: Kira Van Helgsin se convirtió en una figura legendaria.
Una traidora que mató a casi toda su familia, una joven de apenas 18 años que cazaba a los corruptos, aquellos que escapaban de la justicia. Ella no cazaba monstruos, sino humanos... Humanos de corazón podrido y pecadores, volviéndose casi una mercenaria, pero siempre con un propósito: hacer que el mal pagara por sus crímenes. Primero, presentaba evidencia; si la policía o el gobierno no actuaban, entonces ella tomaba el asunto en sus manos.
Si bien a veces ella mataba aquellos monstruos que mataban humanos por diversión y no por supervi, ese era su único límite delgado que equilibra sus supuestas acciones.
Para muchos, Kira era la traidora de la humanidad. Para otros, era una persona intocable, un ser cuyo poder no podía ser desafiado. Nadie osó reclamar su cabeza, pues sabían que todos los que lo intentaron nunca regresaron con vida.
Los rumores sobre ella decían sobre ella eran muy variados, desde el vaticano, hasta otros caza recompensas y mercenarios.
Entre los cazadores dicen: que en el algun punto de su vida, algo la hizo cambiar para traicionar a todo su linaje y deber como escudo de la humanidad... Algunos dicen que en algún momento ella se enamoro de un monstruo, un amor prohibido que no debería de existir y su familia corto el problema de raíz para que no paran a mayores y fue esa la razón de su traición.
Otros entre los mercenarios: dicen que hizo un trato con un demonio a cambio de poder. Lo único que tenía que hacer era dar genocidio a su linaje.
Otros por el lado del vaticano dicen que ella la entrenaron tan bien para ser una asesina sin emociónes... Que se cansó de seguir órdenes y rompió por completo sus lazos con su familia para poder ser libre y buscar su propia camino.
La historia de Kira Van Helgsin se extendió más allá de las fronteras del Vaticano, de las tierras de su linaje y de los rumores oscuros que se tejían en las tabernas y en los pasillos del poder. Era una figura legendaria, una sombra que pasaba por entre los hilos de la realidad, un espectro tan temido como admirado. Nadie estaba seguro de cómo abordarla, y menos aún de cómo tratarla. Los gobiernos, los mercenarios, los cazadores, todos tenían algo que decir sobre ella, pero pocos sobrevivían para contar su versión de los hechos.
Con el rosario de acero inoxidable y rubíes rojos brillando en su cuello, Kira parecía una figura fuera de lugar en la antigüedad de los cazadores Van Helgsin. Este rosario, que había sido vinculado a numerosos rumores, parecía ser la clave de su ruptura con su familia y su aceptación de una nueva vida. El hecho de que la cruz no perteneciera a la tradición católica era un símbolo para los expertos: su lealtad ya no era con el Vaticano, sino con algo mucho más antiguo y personal. La cruz, pequeña pero detallada, tenía la marca de una influencia ajena al cristianismo, algo que solo los ojos más atentos podían reconocer: un símbolo de la caza de lo sobrenatural, un emblema de sangre, no de fe.
A lo largo de los años, Kira pasó de ser la hija prodigio de una dinastía de cazadores a convertirse en una de las figuras más temidas y codiciadas del mundo. Su habilidad para cazar no solo monstruos, sino a aquellos que se consideraban intocables, la convirtió en un ícono mundial. Los gobiernos luchaban por ganarse su favor, sabiendo que tenerla de su lado era sinónimo de poder, mientras que aquellos que no podían sobornarla, la veían como una amenaza. Las alianzas se hicieron con promesas de dinero, poder y territorio, pero Kira nunca se comprometió por completo. Su libertad siempre fue más importante que cualquier trato. En muchos sentidos, Kira Van Helgsin se había convertido en una leyenda en vida, un ente casi inalcanzable.
Pero nadie sabía qué había ocurrido realmente en su corazón. ¿Por qué había traicionado a su linaje? Los rumores sobre su traición por amor o por un pacto oscuro con demonios nunca cesaron. Para algunos, su odio hacia su familia y la humanidad había nacido de un amor prohibido, de un monstruo al que se había unido en una relación imposible. Aquellos que seguían la historia de su familia decían que su traición había comenzado en el momento en que su linaje trató de cortar la relación, matando a aquel que Kira amaba, lo que la había llevado a rebelarse contra todos.
Otros, más oscuros y más cercanos a los círculos más bajos, decían que Kira había sellado un pacto con fuerzas demoníacas, a cambio de poder. Algunos incluso afirmaban que ella ya no era humana, sino un ser marcado por el infierno, cuyas fuerzas sobrenaturales la hacían invencible. Pero pocos se atrevían a confirmar esto, pues nadie había sobrevivido lo suficiente como para enfrentarla y descubrir la verdad.
Lo que nadie sabía con certeza era que Kira nunca se había arrepentido del genocidio que cometió. Aunque el asesinato de su madre fue el único que la dejó con una herida, esa herida no estaba marcada por remordimiento, sino por una soledad profunda, una que la impulsaba a seguir adelante con su misión personal. Ella no veía en su familia más que obstáculos, cadenas que la mantenían atada a un destino que nunca eligió. Los ecos de sus gritos y su venganza resonaban en sus pensamientos, pero nunca se detuvo en su avance. En sus ojos ardía una determinación inquebrantable.
A medida que su leyenda crecía, también lo hacía su séquito. El semental negro, que siempre la había acompañado, se convirtió en su compañero más leal. Juntos recorrían tierras desoladas, ciudades corruptas, pueblos olvidados. Pero lo que más sorprendía a quienes la encontraban en su camino era la presencia de sus lobos, cuyas miradas rojas y ferozmente protectoras eran su constante sombra. Cuatro lobos, todos de pelaje negro, que acompañaban a Kira como si fueran su propia familia, como si fueran extensión de ella misma. Estos lobos, capaces de eliminar cualquier amenaza con una ferocidad incomparable, se habían convertido en sus guardianes, en su más íntima defensa. Juntos, Kira y su séquito, viajaban por el mundo, desmantelando el mal donde lo encontraban, llevando a cabo su propia justicia.
Kira nunca se detuvo. No solo era una cazadora de monstruos, sino también de aquellos que se consideraban inalcanzables: los corruptos, los gobernantes decadentes, los traficantes de almas, los abusadores del poder. Cada uno de ellos caía bajo su mirada fría y su mano implacable. Pero lo que más asustaba a quienes querían su condena, a aquellos que aún temían que la traidora pudiera algún día enfrentarse a ellos, era que Kira nunca temía morir. La muerte, para ella, no era un castigo; era solo el siguiente paso en su camino. Lo que sí temía, lo que la impulsaba, era la idea de dejar su legado sin completar, de no cumplir con el propósito que había elegido para sí misma.
Por eso, Kira Van Helgsin continuaba su viaje, imparable, libre y, sobre todo, sin remordimientos. La caza no había terminado para ella.
Actualmente, ya han pasado 4 años desde el genocidio del clan Van Helsing. Kira tiene ya un aproximado de 22 años y digo aproximado ya que ella ya no se molesta en recordar su propio cumpleaños siendo algo no relevante para ella.
La cazadora acompañada de su caballo y sus lobos, se encontraban caminando por un bosque de Rumania, ¿Cómo llegaron ahí?, pues pudo conseguir pasar de Londres, América hasta ahí gracias al dinero de la fortuna de su familia. Sabe bien que no debería tocar dinero que fue manchado de sangre pero era su mejor obsion debido a que con eso ha logrado sobrevivir mucho tiempo y ha podído viajar por el mundo... Y de darle mantenimiento a su armamento y alimentar a sus compañeros.
En el camino se encontraron lo que parecía ser una carreta de comerciantes, cosa que le llamo la atención ya que esbanan en los años 2025 y no 1999. Al acercarse más vio a un serlo muy obeso y robusto, prepara lo que sería un estofado de carne, devido al aroma, al pasar cerca de su carreta ella notó que una de sus ruedas estaba rota y sus caballos no podrían seguir avanzando por esa razón.
Kira se acercó lentamente al campamento improvisado del Duque, con sus lobos caminando en formación, atentos a cualquier señal de peligro. El aire frío del bosque rumanio acariciaba su rostro mientras observaba la imponente figura del hombre sentado en su carreta destartalada. El aroma del estofado que hervía en la olla colgante sobre un fuego de leña le recordó cuánto tiempo había pasado desde su última comida caliente.
El Duque alzó la mirada, su expresión tranquila y su sonrisa afable contrastaban con su apariencia imponente. Su voz, profunda y con un toque de humor, rompió el silencio:
-Ah, una viajera en estos parajes. Y no cualquiera, por lo que veo. Dime, ¿te ha traído la curiosidad o el hambre hasta mi humilde refugio?
Kira no respondió de inmediato. Observó cada detalle, desde las herramientas que colgaban organizadamente en la carreta hasta la forma en que el hombre movía sus manos con una elegancia que desmentía su tamaño. No detectó hostilidad en él, pero tampoco bajó la guardia.
KIRA: Vi tu carreta desde lejos. Parece que estás atascado. *Su tono era seco, como el de alguien acostumbrado a hablar solo lo necesario.*
El Duque soltó una breve carcajada.
-Oh, atascado es quedarse corto. Esta rueda me ha abandonado en el peor de los momentos. Pero, ¿qué puedo decir? Hasta los mejores tienen días malos. Puedes llamarme Duque. Ahora, dime, ¿puedo ofrecerte un plato de este humilde estofado? -Su mirada se desvió momentáneamente hacia los lobos que rodeaban a Kira-. Claro, si tus nobles guardianes lo permiten.
Kira notó cómo sus lobos, que normalmente mostraban una agresividad implacable hacia extraños, permanecían tranquilos. Fue suficiente para que decidiera confiar, al menos por el momento. Dio un ligero asentimiento y desmontó de su caballo.
KIRA:No diré que no. Aunque espero que no me salga caro.
Duque:*Volvió a reír, esta vez con más intensidad.* ¡Ah, querida, mi comida no tiene precio cuando hay buena compañía! Aunque debo admitir que me has intrigado. No todos los días se encuentra uno con una Van Helsing, y menos con fama de leyenda.
La mano de Kira se tensó sobre el mango de su espada al escuchar su apellido, pero el Duque levantó ambas manos en un gesto de paz.
Duque:Tranquila, tranquila. No soy alguien que juzgue los caminos que tomamos en la vida. Además, ¿quién soy yo para cuestionar a alguien que ha sobrevivido tanto? *Hizo un ademán para que se sentara junto al fuego.* Ven, siéntate. Tal vez podamos intercambiar historias mientras compartimos esta comida.
A regañadientes, Kira aceptó. Mientras comían, el Duque hizo preguntas sobre sus viajes, su entrenamiento y los desafíos que había enfrentado. A pesar de su curiosidad evidente, evitó temas demasiado personales. Cuando su mirada cayó sobre el rosario que Kira llevaba escondido bajo su ropa, levantó una ceja, pero no dijo nada. Solo comentó con suavidad:
Duque:El peso de ciertos recuerdos puede ser difícil de cargar. Pero a veces, una cruz es más ligera cuando se comparte, ¿no crees?
Kira no respondió. No estaba acostumbrada a la empatía ni a la sutileza, y mucho menos de alguien como el Duque. Pero no pudo evitar sentir que, de alguna manera, este extraño comerciante entendía más de lo que dejaba entrever.
Finalmente, cuando terminaron de comer, Kira se levantó.
KIRA:Te ayudaré con la carreta. Considera esto mi forma de pagar por la comida.
Duque:*Sonrió ampliamente.* ¡Ah, eres toda una joya, querida! Quizás mi suerte no sea tan mala después de todo.
Con la ayuda de Kira, la rueda de la carreta fue reparaday cambiada, los caballos del Duque, estaban más que preparados y todo listo para reanudar el viaje. Antes de partir, el Duque se volvió hacia ella.
Duque:Si buscas desaparecer del mundo por un tiempo, tengo un destino en mente. Estoy en camino a una aldea... peculiar, por decirlo suavemente. Madre Miranda la gobierna, y digamos que es un lugar que atrae tanto a los desesperados como a los curiosos.
Intrigada por sus palabras y agradecida por el agua y la comida proporcionada a su caballo y a sus lobos, Kira decidió escoltar al Duque hasta su destino. Mientras cabalgaban juntos, el comerciante continuó con su charla jovial, advirtiéndole que la aldea era cualquier cosa menos un refugio seguro.
Duque:Mantén tus ojos abiertos, querida. En esa aldea, casi nadie está a salvo. Pero algo me dice que tú y tus compañeros pueden manejar lo que sea que encuentres allí.
KIRA:*Con su mirada fría y calculadora, simplemente respondió* Si hay monstruos, es justo el tipo de lugar para alguien como yo.
El camino hacia la aldea estaba cubierto de una niebla espesa, que parecía volverse más densa a medida que avanzaban. Kira mantenía su mirada fija al frente, con los lobos caminando a su alrededor en perfecta formación, alertas a cualquier movimiento entre los árboles. El Duque, sentado en su carreta, tarareaba una melodía antigua mientras guiaba a sus caballos con tranquilidad, como si el peligro que impregnaba el aire no lo afectara en absoluto.
Duque:*Rompió el silencio* Debo advertirte, querida, que la aldea no es un lugar común. Madre Miranda y sus... seguidores no son lo que llamarías anfitriones hospitalarios. Sin embargo, para alguien como tú, podría ser un lugar de misterios
KIRA:*Giró ligeramente la cabeza hacia él.* ¿Qué clase de misterios?
Duque:*soltó una risa baja y enigmática.* Ah, eso depende de las preguntas que hagas. Pero si buscas monstruos, como insinuaste antes, te garantizo que los encontrarás. Algunos más humanos de lo que pensarías... y otros, mucho menos.
La cazadora no respondió. Sabía que el Duque estaba jugando con sus palabras, pero algo en su tono le hizo pensar que no exageraba. El bosque parecía volverse más oscuro, y el canto de los pájaros había desaparecido por completo. Incluso los lobos, usualmente imperturbables, empezaron a gruñir bajo y a girar sus cabezas en diferentes direcciones.
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¿Que les pareció el capitulo?
Total de palabras: 3472
Quise hacer una historia diferente de Resident Evil Village. He leído uno que otro Fanfic, pero en su mayoría describen a la protagonista siendo un experimento de Umbrella o del gobierno, una sirvienta de Alcina o de otro gerarcas, casi nunca avarcan un tema clásico del cine y literatura.
Su vestimenta diaria:
Sus armas principales:
Espadas y pistolas:
Sus armas secundarias:
Su Rosario:
Su caballo:
La montura:
La raza de sus lobos:
Bueno, eso es en cuanto a descripción importante.
¿Qué les ha parecido el comienzo de esta nueva historia?.
¿Qué creen que pudo haber pasado para que ella asesinara a todo el linaje Van Helsing?.
¿Qué le esperara cuando llegue al pueblo?.
¿Quiere una vida tranquila o solo un escape del mundo que la persigue?.
¿Cuáles son sus teorías para futuros capitulos?
Eso sería todo por ahora. Y espero que les guste está nueva historia.
Nos vemos en un próximo episodio.
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