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Unas horas de sueño, solo unas horas nomás, después de esa cena y limpiar un poco, después de un coqueteo por la chica vampiro hacia Raphael, la cena cerro, Nathan no ha dejado de preguntar y preguntar sobre todo, aún está desconfiado y lo vi cuando se fue, pero pudimos hablar de Ragnor y los buenos momentos vividos para bajar aquella tensión.
Ambos le extrañamos, fue un buen amigo, nadie niega eso, y el licántropo sabe que hago esto por mi amigo, por su último sueño de que todo volviera a ser como antes, después de unas despedidas y rogando para que Simón no viniera echando humos cuando su pareja fue abrazado por la adolescente, nos quedamos solo, y en toda la noche pasada solo he dormido dos o tres horas, casi nada, como un flash que ha pasado rápido. No me acuerdo haber soñado, no me acuerdo si lo he hecho con Alexander o no, solo que mis ojos pesan y arden por no dormir lo suficiente bien, la casa está en silencio, busco en las habitaciones viendo a Jace y Isabelle descansando abrazados en la cama de esa habitación y en la otra habitación Raphael con Simón charlando, sobre planes después de este nuevo comienzo.
Me gustaría estar como ellos y planear que haré después, a qué país irme de vacaciones, cuánto tiempo decidiré quedarme, que ropa llevar, pero nunca me he manejado por planes, nunca he sido organizado y a la vez es muy temprano para cantar victoria en un mundo donde puede darse vuelta todo con tal rapidez. No quiero dar mala suerte pero estamos hablando de Valentine Morgenstern, el hombre más traicionero, ambicioso y ahora lleno de odio, más de lo que tenía, por alguna razón aún sigue vivo, por alguna razón a llegado a ese lugar, se ha salido con la suya siempre, solo es hora de que acabe ya, aunque es difícil corta ese hilo que él ha fortalecido desde que sus planes salieron bien.
Dejo escapar un suspiro mientras hago aparecer un café, de Brooklyn, necesito recordar el sabor y sentirme en un lugar por el cual he permanecido mas ya de un siglo, lo sigo recordando como ayer cuando fui elegido como el gran brujo de Brooklyn, fue un honor muy grande cuando comencé a subir de puestos, no es que me interesará pero era lindo ser reconocido, proteger a los demás subterráneos, ver cómo la ayuda viene a mí, por eso hago esto, no solo para acabar de una vez por toda vengando la muerte de mi familia, sino por todos los subterráneos, por todos los que han muerto, por lo que están asustados escondido en sus casas, por lo que quieren tener una libertad.
Lo hago por ellos que merecen ver salir el sol una vez más, listo de aguantar la represión, que vuelvan las fiestas, los bailes, las salidas, caminando camuflados entre los mundanos, tener veladas tranquilas, quiero abrir una vez más Pandemónium.
— A levantarse, es hora de desayunar— informo a los cuatro niños.
Mientras voy tomando un sorbo del café caminando a la cocina, veo como una carta aparece cayendo del techo, lo agarro para ver el nombre de Alexander, sonrío aún con el vaso entre mis labios, debería haber descansado un poco más, para sanarse y no estar poniéndose en juego en esto. Abro la carta con la mano desocupada, necesitando un poco de ayuda para abrir la carta, me sobresalto al ver sus letras casi desparramadas.
"Magnus.
Te han traicionado, un licántropo te ha traicionado, ha venido a las afueras de Alacante, es un hombre grande, le ha contado todo, todo de lo que tenemos planeado, Magnus saca a todos de ahí, saben tu localización. Debes irte, saben que yo he traicionado, Valentine no tardará en venir a mí. Necesito apoyo, necesito ayuda, no podré ir lejos, esto se ha descontrolado. Alec."
— ¡Estamos en ataque!— grito.
Viendo como todos vienen corriendo, hasta Isabelle que parece no poder mucho, pero está portando una espada, llamo a Presidente Miau, que desde que vamos en casa en casa se oculta para no verse más y llega junto a todos. Hago un portal, los volveré a Brooklyn a mi hogar, a la única casa que no han tocado todavía.
Le indico a Raphael y Simón que cuiden de Isabelle, que estaré en contactos con ello, la casa donde están tiene una barrera de protección hecha por los mismos hermanos silenciosos que me cuidaron cuando era niño, así que nadie entrara o saldrá de ahí, piden explicaciones, pero le digo que después, solo deben irse. Debo ir con Jace a buscar a su Parabatai ante de que lo atrapen y después ir por Nathan, de seguro ha sido él, ha traicionado y esperaba más de la niña por las ambiciones que tienen a esa edad.
Veo como el niño rubio se despide de su hermana y después un beso en su vientre para verlos como los tres, después de decirle mil veces a Raphael y Simón que no quiero que se quedaran para hacer desaparecer el portal, agarro de la chaqueta del niño rubio para salir de ahí adentrándonos una vez más en la semana a esos bosques, explicándole en voz baja todo lo que me habían informado, aún es de día, pero el dicho es real, las paredes, esta vez los árboles, pueden tener oídos.
— ¿Pero no es un subterráneo de aquí?— pregunta— ¿Por qué traicionar por un bien justo que queremos lograr?
— Las ambiciones falsas que da Morgenstern a veces puede ser más fuerte que todo lo demás, por ejemplo por esta causa, no solo los Nephilim traicionan, los subterráneos también lo hacen, hacen todo para obtener lo que quieren aunque sacrifiquen la paz de millones de subterráneos, egoísmo puro— le respondo— pero no te preocupes, nadie traiciona a Magnus Bane, antes tiene su consecuencia.
Nos muevo a través de un portal hasta las puertas de Alacante, una vez más, y entonces lo veo, Alexander saliendo mientras flechas pasan por su lado, muevo uno de mis dedos para que la magia lo atrapé y traerlo, casi como tirando hacia nosotros, puedo verles heridas y como todos sus ritmo, tanto cardiaco como respiratorio están acelerado, nos muevo de nuevo hacia otro lugar del bosque, un lugar más cerca de donde ahora debemos ir, le indico a Jace que coloque runas a Alexander, no los dejo hablar, hay algo de lo que debemos encargarnos antes de ponernos al día.
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