(31)
La otra puerta de la cocina queda oculta para la sala donde Clary está, así que camino en pasos lentos, discretos por si acaso ella escucha algo, lo he escuchado por los subterráneos antes, tiene algo en su sangre, sangre de demonio y no sé en qué ayuda eso a ella, que le beneficia, que poderes tiene así que debo prevenir todo lo que pueda de que nos descubra aquí. Veo como el brujo está sostenido de la mesada con la mirada abajo, se escucha a través de su mano, que tapa su boca, se pueden escuchar arqueadas. Creí que con lo que habíamos hecho hace una hora ya se había mejorado, pero está ahí, casi a descomponer y no sé qué hacer.
— ¿Estás bien?
Me acerco un poco por el simple hecho de que no me mira por mi pregunta, capaz si le toco pueda saber que estoy ahí, y yo pueda observar si está moribundo, no quiero pensar que mi energía es la causante del daño que está causando, si no he mentido, soy virgen aún, si llega a ser mi culpa entonces no sabré como sentirme, si el brujo muere entonces habré logrado lo que yo quería antes pero no de la manera que yo quería, aunque ahora no debería desear matarlo porque estamos en tregua, creo que solo me estoy haciendo mucho la cabeza y capaz yo no sea el de la culpa. Veo como el brujo levanta la vista y unos ojos verdes dorados con ranuras de un felino me miran, me sobresalto y hago un paso hacia atrás.
— La chica se está tratando de producir el vómito, todo normal— responde casi en un susurro.
¿Qué debo responderle? Es incómodo, no tengo palabras, ni tampoco he venido aquí para hablar, aunque busque cualquier oración para que salga de mis labios no sale nada, es un subterráneo va a mejorar, tienen poderes y solo ha sido que ha observado algo desagradable, no se está muriendo, mi energía le hizo bien, ya tendría que volver a la sala con Izzy con lo que ella se le ha antojado.
— Isabelle tiene antojo de chocolate ¿Tienes algo brujo?
Lo veo asentir mientras busca un pañuelo en su camisa y se lo lleva a la nariz mientras camina a la heladera y lo toca con uno de sus dedos viendo como un humo azul lo rodea por segundo, para después abrirlo y ver cómo saca una torta al parecer de chocolate la cual me la da justo en mis manos, desde que hemos llegado el brujo ha hecho aparecer comida y comida, y no sé si es robada, no quiero participar en robos a mundanos, es ilegal, cielos ya estoy metido en tantas cosas ilegales que no sé como sacare esto de mi conciencia.
— ¿Es robado?
Veo cómo saca su pañuelo de su nariz y sonríe, una sonrisa gatuna que es acompañada por sus ojos que aún no se han camuflado en su glamour mundano, me intimida un poco, porque ahora que lo veo el brujo me saca por altura y me hace ver débil, más pequeño.
— Solo digamos que lo pido prestado.
Asiento un poco incómodo para irme de ahí y volver con mis hermanos, robar y pedir prestado es lo mismo así que no se si ha hecho un juego de palabras o se ha confundido realmente, quiero pensar que solo ha querido jugar una broma para aliviar el ambiente, aunque no ha salido como le ha debido, conmigo no ha salido, así que haremos como si no ha pasado nada en ese lugar y seguiremos con nuestro día antes de que sea más raro. Llego a la sala viendo como Jace acaricia el vientre de Isabelle mientras habla con ella, se separa cuando ven que vengo con el antojo para que lo disfrute, sus ojos muestran el hambre por devorar esa delicia, y no es la única, Jace también está mirando con cariño la torta.
— Alec no hay nada para que cortemos la torta— dice Jace.
Escucho como alguien aclara la voz detrás de nosotros y veo dos cucharas pasar frente a mis ojos, me he quedado quieto, casi sin respirar y tenso, no lo he escuchado, no pude estar alerta de sus pasos, me ha seguido y no me he dado cuenta ¿Qué rayos ha pasado? Veo a mis dos hermanos atacar aquella delicia, pero sigo ahí hasta que el brujo se le da por correrse y sentarse en el sillón más cercano, me da una pequeña ojeada antes de dejar ver una diminuta sonrisa, me hice como que no he visto nada y me siento mientras veo como comen, solo está jugando conmigo.
— Entonces— dice— ¿Puedes explicarme porque Merliot te ha traído aquí? Solo me ha dado pequeños detalles y creo que pueden ser importante.
Isabelle con la boca llena y sin dejar de comer comienza a explicar lo que nos dijo a nosotros antes, estaban teniendo un día normal, se quedaba en casa por el simple hecho de que Jonathan Morgenstern, esa persona que ninguno aun lo puede conoce, se está encamando con la Reina Seelie y estaba pidiendo encontrarla, Merliot esa Seelie negaba de su presencia, y su reina le creía, o solo quería hacerlo para no darle a ese chico, pero hace unas horas antes de que llegara a esta casa una nueva orden de la Reina fue proclamada, buscar a la Nephilim en todo el reino y traerla viva, Merliot pidió ayuda al primero que se le vino a la cabeza, a Magnus porque según por palabra de mi hermana es el único que podría cuidarla y protegerla, entonces ahora está acá, y por una coincidencia con nosotros, unidos de nuevo.
— Oh Reina Seelie, siempre dejándote engatusar por la belleza— susurra— si se coloca del lado de ellos entonces perderé una alianza.
— Merliot me dijo de hablar con ella— comento la chica— dice que ese Jonathan quería ayuda para buscar a alguien.
— ¿Y no crees que va a exponer nuestra localización?— pregunto.
Miro al brujo, veo como este también mira un poco preocupado, ambos lo sabemos, puede exponer nuestra localización pidiendo solo el bienestar de su familia, de Izzy, sé que no confía en palabras de Seelie como yo lo hago y me sorprende porque están en una alianza para matarnos.
— Maldición, y yo que quería quedarme aquí por un tiempo— comenta— Tengo una casa cerca de aquí, creo que lograra confundirlos.
De nuevo lo vemos desaparecer para hacer dormir a Clary, de nuevo vamos todos a la sala y de nuevo nos transporta a un nuevo lugar todos juntos, esta vez observamos como el brujo usa su magia para colocarla en las paredes mientras susurra palabras desconocidas y otra vez nosotros nos debemos ocultar en otra habitación, no creí que tuvieran que pasar por tantos cambios, aunque me sorprende la cantidad de casas que tiene.
— Esperemos no mudarnos más, creo que tengo nauseas— me susurra Isabelle.
Antes de dejar un lindo regalo en mis borcegos, mi ropa y el suelo, teniendo que mirar arriba para no sentir asco. La maldición de un embarazo.
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