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— ¿Qué rayos sucede aquí?

Miro la pantalla que se ha apagado, se ha interrumpido la conexión y no puedo creer ni lo que he visto y escuchado, deben ser una alucinación, una mentira implantada por esos subterráneos para hacerme dudar de todo a mi alrededor, pero no entiendo que lograrían con ello, es Clarissa Morgenstern-Fairchild la hija de mi jefe, aquel hombre que está loco por encontrarla sana y salva, una chica torpe, que ama con su vida a Jace y quiere tanto a Isabelle que una vez casi se hacen Parabatai si no fuera que las detuvimos para que pensaran la decisión. Esa niña de rizos rojizos, pecas en su cara y postura infantil, con una voz chillona que nadie puede soportar ¿Ella decir todas esas barbaridades? No le creo, aunque no la quiera, no le creo, ella ha vivido con nosotros todo este tiempo.

Aunque algo dentro de mi siente que lo que vi y lo que escuché es verdad, porque vi la misma chispa de venganza en los ojos de su madre cuando vino a enfrentarme a mi habitación por mi renuncia, las mismas palabras al tratarme de un soldado, un seguidor de Valentine sin una vida que valga, y lo escuché en Valentine cuando me hizo decidir entre dos vidas y una de ellas la más importante para mí, la duda domina mi cabeza y hace sentir que todo lo que me ha estado rodeando a sido solo una capa para ocultar el mal.

— No, no puede ser verdad— me convenzo— Alexander, no creas en palabras mugrosas de subterráneos.

Busco una carta y una lapicera para escribir rápido, sé que no es verdad pero la duda es mayor y si es verdad es lo que he visto entonces ese brujo sabrá que está pasando en verdad, me va a tener que responder quien es el otro Morgenstern que no conozco y porque Clarissa tanto como Joselyn parecen tener una careta que cuando hablan, se muestran o están en una situación parecida al de ahora parece dos fieras con sed en busca de atacar. No sé qué hacer, no tengo a Jace para que me ayude con esto o a Isabelle que es inteligente y sabe más que yo que nos están mintiendo, soy nada sin ellos, sin mi familia.

"Brujo ¿A qué nos estamos enfrentando?

Alexander Lightwood."

Hago que la carta desaparezca después de hacer una marca en el centro con mi estela, viendo como se carboniza antes de que entre una de las Nephilim del instituto y me informe que me están esperando en la sala Valentine como los demás, algo importante me van a informar, y aunque quiera negarme tengo ordenado ir, no puedo ser un niño encaprichado en una habitación, tengo que ver que requiere Valentine, capaz sus aguas se han calmado y me dejara ser yo el que guíe a los demás, pediremos refuerzo o algo parecido. Le digo a la Nephilim que puede retirarse mientras dejo todo ordenado para bajar a la sala, cuando llego a ella veo a todos reunidos y Valentine tanto a su pareja en un lugar más llamativo como siempre, me acerco a ellos con la mirada en bajo, hoy ha sido un día frustrante para todos y creo que la manera que nos hemos tratado no ha sido de las buenas, me paro un poco alejado de ellos mirando a los pocos Nephilim que quedan vivos.

— Ahora que estamos aquí— dice Valentine— y que una Nephilim muy importante está perdida y no podemos encontrarla, deberemos tomar medidas urgentes, hacer cambios.

Miro a cada Nephilim, seguidor de este hombre que tengo al lado, que miran todos asustados por qué será de su vida, quedamos pocos, los subterráneos se han unido y tienen más fuerza para matarnos, este instituto ya no tiene la fuerza de antes que se mostraba con solo palabras, y ellos nos temían, ahora somos nada, necesitamos más personas ¿Pero eso estará en lo correcto? Si trae más personas, más moriremos, somos soldados y damos la vida por nuestros trabajos, morimos jóvenes por eso la mayoría procrear rápido, pero la tasa de mortalidad que había años atrás ahora es mucho menor que antes.

— Alexander Lightwood será removido de su puesto, en su lugar estará mi esposa Joselyn Morgenstern, ella ahora los guiará querido soldados y Lightwood por recomendación mía, por pertenecer como mi mano derecha por tantos años, irá a Alicante a servir a nuestro cónsul que está por ansioso por tenerlo— continua— felicidades Alexander por tu ascenso.

Se está deshaciendo de mi como si todos mis años de trabajo, toda mi vida entregada a él, no han servido en nada, como si no tuviera compasión de que mi poca familia está perdida en algún lugar de esta ciudad, Isabelle ni su localización está en nuestras máquinas y Jace está en manos de subterráneos, irme de aquí es como renacer de nuevo pero con la vergüenza, la humillación de no hacer nada, de quedarme callado, es hora de hacer algo por mí bien y por mi familia.

— Gracias— digo de mala manera.

Un portal se abre en unas de las partes del instituto y Valentine me señala que es la hora de irme, lo tenía planeado y yo siempre caigo como un estúpido, pero no se va a deshacer rápido de mí, nadie lo hará.

— Estamos todos aquí para despedirte Alec, pasa por el portal.

— Iré a empacar rápido.

— Puedes irte sin nada, tienes todo armado allá en tu casa, de tu difunta familia— dice Joselyn.

— Mis armas, la que me han acompañado desde pequeño están en mi habitación, por lo menos dejen que me los lleve.

Camino a la habitación a pasos rápidos, soy seguido por dos Nephilim, entro a mi habitación y ellos no se me separan de al lado, han sido ordenado por Valentine supervisar de que no escape, pero lo que no sabe él es que yo entrene a estos Nephilim jóvenes, que sí escapo lo haré con los ojos cerrados, soy Parabatai de uno de los mejores Nephilim y que sabe luchar, aprendí a su lado todos sus trucos, busco mi estela para colocarlo en su lugar y coloco en mi espalda mi arco con la bolsa de flecha que está en el escritorio, veo una carta de Magnus Bane que voy guardando dentro de mi chaqueta, abro las caja que tiene el escritorio sacando dos espada serafín y una daga la cual guardo dentro de mi manga, una espada colocándola dentro de mi borcegos y el otro en la parte trasera de mi pantalón. Me doy vuelta y camino hacia los dos Nephilim, entonces sale el primero, y agarro al segundo con rapidez para sacar la daga y cortarle la garganta, ya he matado a tantos que no siento nada.

— Marian, ayúdame Nathan se ha desvanecido— digo.

Guardo la daga y veo como el otro Nephilim entra para mirar a su compañero y agacharse al ver la sangre, aprovecho para colocar una runa en su cuello en la cual cae arriba de su compañero, sonrío y corro hacia la ventana sin antes darme una dosis de runas, agarrando la tableta dada por los subterráneos para romperlo en el suelo y así abrir la ventana para comenzar a bajar para huir de ahí, de esta ciudad nadie me va a sacar hasta que encuentre a mi familia, y descubrir que está pasando, porque todo ha dado este vuelco tan drástico y parece como si un glamour comienza a desaparecer.

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