He leído varias novelas, he escuchado canciones, he tocado instrumentos y hasta me permito cantar en la ducha.

La soledad también es arte. Te envuelve, te acurruca, te hace dormir entre sus brazos.
Las personas creen que soy un tipo raro, pero no les he contado que soy la edición limitada de una excentricidad única. Que no es que esté triste, es que estoy feliz por dentro; que no es que respete sus vidas, es que no creo que valgan más que la mía como para dedicarles tiempo, y paso de largo.

No soy el príncipe heroico, soy el dragón en su castillo. No uno que lanza fuego pero sí al menos uno que tiene alas. Y me doy la libertad de marcharme cuando quiera, de volver si es que no he arruinado suficiente las cosas. Ya no quiero ser el héroe de una chica, de eso me he cansado. Quiero ser mi propio ídolo. He visto que vivir de esa forma es mejor hoy en día. Dejar de sostener a otros para escalar yo mismo, aunque decepcione a gente por el camino. Ese es el favor que me ha hecho el mundo, y quiero devolvérselo.