"Recibí mi bono trimestral de tres mil pesos y lo ahorré, pensaba en el día en que iba a dejar todo, quería irme a la chingada, no tenía novia, no tenía amigos locos que quisieran hacer otra cosa los fines de semana que emborracharse, no estaba con poetas hablando del mal rato que nos hace pasar la ausencia de la musa, moría de aburrimiento, por más que buscaba me topaba con figuras humanas sin ánimo, desganadas, como si el crimen en la ciudad nublara cada vez más los ideales de la rebeldía.

Yo me quería ir, estaba harto de todo, de la escuela, del trabajo, de Gonzalo, de Flor, del recuerdo de Nancy, de los mismos bares.
Necesitaba caos, desesperación, angustia, sobrevivir, incertidumbre, inspiración, calles bohemias, guitarra en las cantinas, caminar sin temor a recitar poesía, un amor que me dure lo que me dura la caguama. También necesitaba la lejanía, otra casa, un cuarto con menos espacio, una ruta distinta al trabajo, un clima más fresco, un grito, una canción, escribir cuando menos algo digno de ser leído, un poema que dijera en una línea lo que habita en un siglo de poesía, un viaje que le incitara a otros a deshacerse por un rato de su rutina y cambiar el horizonte de metas por el de posibilidades."