Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19 Años


Diecinueve años. Supongo que tienes idea de lo que se siente, pero en mi caso, ya ha pasado casi una semana y todavía me siento en el cuerpo de un muchacho de diecisiete. Eso relativamente hablando, está claro, porque no creo que alguien de diecisiete años sufra constantes malestares, como un anciano. Lo cierto es que ha pasado todo este tiempo y yo sigo sin saber en qué momento dejé de ser un quinceañero. El pasado es un sueño si cierras los ojos y lo recuerdas. De pronto, esas heridas, aquellos días interminables, la alegría, las rupturas, hoy te parecen estar demasiado lejos. Puedes verlas aún en tu forma de ser, en tu carácter, tus ideales, pero ya no están presentes como el dolor que un día trajeron. Ya no. Supongo que esa es la parte más bonita de cumplir años, de que pase el tiempo, de que todo cambie.

Tengo diecinueve. ¿Alguien podría decirme qué se hace después de cumplirlos? No, en serio. Es que jamás pensé en llegar tan lejos.

Aún tengo alma de niño, incertidumbre de adolescente y poco a poco voy alcanzando la dureza de un adulto. Ojalá no llegue a ese punto, aunque quién sabe, porque llegar hasta aquí ya ha sido prueba irrefutable de que esto sigue avanzando y de que no hay marcha atrás.

Más de una vez he querido ralentizar el tiempo —cuando no detenerlo—, pero, aparte de que me es netamente imposible, me he dado cuenta de que es mejor dejar que la vida siga su curso, aunque no siempre llegue a entender muy bien adónde quiere llevarme. No es del todo cierto eso de que podemos ser dueños absolutos de nuestro destino. A veces hay factores externos que intervienen y contra eso uno nunca puede hacer nada. Es inmanejable. Lo que sí sé es que mis sueños poco a poco se cumplen y que dejar que las cosas hayan fluido por sí solas no resultó tan mal como creía. Lo bonito de esto de los años es que cuando pasan, uno crece, se hace fuerte, madura, cambia. He descubierto que mis actitudes de hace unos años, con tendencias a la depresión, resultan hoy una tontería, aunque en ese momento era lo más importante para mí. Lo mismo me va a parecer lo que ahora pienso dentro de unos años. A ver, hoy escribir, vivir de y para los libros es lo que sueño; escribir para ser leído y para quienes quieran encontrarse en lo que escribo; pero dentro de unos años quién sabe si seguiré en lo mismo, aunque hoy sea algo por lo que lucho y sigo batallando.

Muchos de los que me han leído juraban estar leyendo la mente de alguien que rondaba los cuarenta años. Pues no. Comparado con alguien de esa edad, soy un niño. Un completo inexperto y novicio niño. No me culpen. Soy una persona callada e introvertida, así que mi talento innato es pensar en silencio, analizar, estudiar las acciones de la gente y escribir al respecto. Mi desahogo, contrario a muchos, es de afuera para adentro. Si lloro lo hago a escondidas, si disfruto lo hago sin hacer alarde, si tomo las riendas de mi vida lo hago sin rozar con nadie (hasta ahora) y toda esa convergencia no cabía en una sola  persona. Quiero decir, mis sueños tenían que ser de alguien más, mis sentimientos alguien antes que yo también los tuvo; mis aspiraciones, mis metas alcanzadas fueron el anhelo de alguien que me vio ocupar su lugar. Todo eso, las chicas que vinieron, todas las que se fueron (las mismas, desgraciadamente), los amigos que conocí, los que aún conservo, los momentos, las caídas, los golpes, todo, ha sido algo de lo que —pienso— vale la pena escribir. Y pienso seguir escribiendo. Porque sé que alguien más puede identificarse con eso y darse cuenta de que no, no es el único que metió la pata, no es el único que se la pasa triste por tonterías, que no está solo, que aquí hay alguien con los mismos (o más) defectos que tiene él, que soy tan imperfecto y humano que, si me golpeas, lloro como cualquier otro. Escribir es uno de esos placeres que uno se da de vez en cuando: crearse su propio mundo para existir ahí y dejar a quienes quieran conocerlo, entrar en él.

Son ya diecinueve golpes, diecinueve lecciones, diecinueve experiencias, unas las obtuve sin uso de razón y el resto estando plenamente consciente. Cuando era un niño ansiaba crecer y cumplir veinte años y hoy, a un paso de aquel sueño, ya no me siento con muchas ganas que digamos. Pero sé que no hay más que disfrutar del camino, ser receptivos con lo que aprendamos, retener las cosas buenas para nosotros, alimentar nuestra personalidad para hacerla útil para el mundo, para nosotros mismos, para mejorar como seres humanos. No me arrepiento de los errores que he cometido, de las decisiones que tomé sin pensarlas dos veces; no me arrepiento de las oportunidades que perdí, porque todo eso no sólo me ha hecho ser quien soy, sino porque estoy seguro de que nunca hubiera logrado llegar hasta aquí. Hoy me conozco un poco más y tengo en claras muchísimas cosas, algo que seguramente no hubiese sucedido si no hubiese optado por caminos que siempre me advirtieron no tomar jamás. Soy consciente de me quedan unos cuantos años venideros, pero mientras tanto quiero aprovechar en disfrutar todo lo posible este que me queda. Aunque no encuentre lo que busco. Y aunque otra vez me pierda.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro