Su misión aquella noche era eliminar a un líder de un grupo terrorista armado, que hasta hace poco había adquirido una nueva arma biológica, arma que había causado estragos y eliminado a sus objetivos en sus practicas iniciales.

Se deslizó sigiloso por las dunas de arena hasta llegar al edificio que había estado vigilando todo el día. Revisó con cuidado si casi todos dormían: no había nada peor que en plena emboscada fueras descubierto, a la vez que se restregaba con una mano los ojos color esmeralda.

Nada parecía extraño, era momento de empezar. Pasar a través de los primeros guardias fue un juego de niños, a leguas se notaba que no eran ni lo suficientemente listos, ni los mejores luchadores, pero era necesario que nadie supiera que él estaba ahí, así que sutil como un gato pasó por encima de ellos usando una soga atada entre dos edificios.

El lugar –que en realidad muchas eran carpas unidad entre si– sólo tenia dos pisos. A excepción de las torres en cada esquina del campamento, estas hacían función de vigía, en los cuales los dos hombres de cada posta estaban en los brazos de Morfeo.
El campamento estaba delineado por una fina cerca de metal las cuales defendían el lugar de que pequeños animales como: comadrejas, zorras, y tejones fueran a robar la comida de las personas

Era urgente revisar cada perímetro ya que no queremos ninguna sorpresa desagradable, ¿o si?