Finalmente su misión estaba casi cumplida. Había llegado a la última habitación, esta estaba altamente custodiada y poseía la ultima tecnología en cámaras de vigilancia, tenía sensores infrarrojos y de movimiento. El chico supuso con acierto que allí se encontraba el líder de la organización.

Observó con detenimiento el sistema de protección, habían guardias en cada flanco estratégico, no habían puntos ciegos, sin contar los detectores y demás aparatos.
Estuvo analizando la forma de entrar sin gastar su energía peleando con esos gorilas vestidos de uniforme, su maestra siempre le enseñó a no tener enfrentamientos innecesarios.

Hasta que tras mucho moverse encontró la solución. Sus ojos verdes encontraron una rejilla de ventilación bastante amplia. Decidió entrar por ahí a falta de otro mejor lugar. Daba directo a la habitación de su víctima sin tener que pasar por la flota armada.

No hubo problemas a la hora de acercarse a su objetivo a quien reconoció por todas las fotos. Este se encontraba junto a tres guardias y disfrutando de tiempo con su familia. Junto a el se encontraban dos niños pequeños de aproximadamente 7 y 9 años y una mujer de casi su edad (que debía de ser su esposa)

El chico se mantuvo mirando esa escena. Lágrimas de rabia bajaron de sus ojos cristalizando sus pupilas color esmeralda. Todos parecían felices y en calma, él jamás supo lo que era ese sentimiento de amor familiar. Desde joven lo entrenaron para ser lo que era, un asesino a sueldo; aunque tampoco es que le doliera demasiado, ¿cómo extrañar algo que jamás se conoció?

Pronto el asesino vio una oportunidad justo cuando el objetivo se ubicó casi debajo del conducto donde se escondía, no dudó, no podía, de ello dependía su vida.
Con un ágil movimiento sacó su cuerpo a mitad del agujero y apunto al líder del grupo terrorista.

Con solo un disparo liberó el alma de aquel cuerpo, la bala atravesó el cráneo provocando una muerte instantánea y dejando un fino hilo de sangre que mojó a su familia.
Cargó otra bala y apuntó a la mujer. Miró a esos ojos tristes y estuvo a punto de disparar.

Dicen que los ojos son las ventanas del alma, pues lo que vio en esas pupilas no sólo fue miedo a la muerte sino también miedo al destino de aquellos niños.
No pudo, siquiera continuar, guardo el arma y salio corriendo
El objetivo había sido eliminado con éxito.