Capítulo 6
—Amor, ¿vienes a verme? —Tabatha se mordió el labio inferior viendo a Jackson bajar de su motocicleta—. Sabía que no puedes vivir sin mí.
Jackson no le prestó ni un segundo de su tiempo, pasó de largo sin mirar en su dirección. Era de noche y no podía contactar a Anker, tenía asuntos que resolver. Encontró a Bryce sentado en uno de los taburetes de la cocina. El nombrado abrió la boca sin poder decir una palabra.
—¿Dónde está Anker? —preguntó con seriedad.
—No lo sé. Hace un rato hemos terminado de limpiar la carnicería que esos niños dejaron —el hombre habló con sinceridad—. Él nos dejó y se fue.
—¿De qué estás hablando? —Jackson interrogó tomando una silla y sentándose en la mesa.
—Atacaron la manada —Bryce Arqueo una ceja mirándolo fijamente—. Hubiera sido un caos sí esos chicos no hubieran intervenido.
—¿Quiénes?
—Los chicos nuevos del instituto, resultaron ser cazadores y bastante peligrosos —Bryce contestó tomando un trago de su café.
El corazón de Jackson se paralizó con la mención de los Cazadores, él sabía que algo andaba mal.
—¿Qué pasó?
Bryce suspiró tomando otro trago de café, Jackson estaba perdiendo la paciencia.
—Un grupo bastante grande de criaturas de Caín estaban cerca del pueblo y se encontraron con unos de los nuestros entre ellos el hijo de Max. Hasta donde sé, estaba muy mal. Pobre es muy joven aún y puede morir. En fin, cuando llegamos con Max e Ethan los chicos estaban... —Bryce guardó silencio recordando las órdenes de Ethan—, heridos de gravedad, los dejamos en el hospital de la manada al cuidado de Trevor. Ahora voy a callarme porque estoy hablando sin parar como un chismoso sin correa.
Eso solo empeoró la preocupación de Jackson.
—¿La chica? También... ¿Está herida?
—Ambos lo estaban, pero ella estaba peor. No creo que sobreviva, por la gran cantidad de sangre que perdió y las profundas heridas que tenía.
Jackson salió rápidamente sin mirar hacia atrás. Tenía que llegar lo más rápido posible al hospital. Bryce era una fuente de información andante. Sí él decía algo, es porque era la verdad, ni siquiera le importaba Caín en ese momento. Ahora todo tenía sentido, el sueño, la pesadilla, el miedo y la impotencia que estaba sintiendo. El viaje era de veinte minutos y el lo hizo en diez, no le importaba nada más que saber sí ella estaría bien. Después tendría tiempo para desquitarse su rabia con algún idiota.
En el hospital no habían muchas personas. Llegar con Trevor no fue difícil. Su sentido del olfato no le mentía, captó la esencia de Anker, Ethan, Trevor y dos esencias dulces muy parecidas. Pero el podía distinguir la una de la otra. Ella tenía el olor más delicioso, con solo sentir su esencia le tranquilizaba. Ella no estaba en la misma habitación que su hermano, Anker y Trevor estaban con el chico en otra habitación y sentía un ligero olor de la sangre de Anker. Seguramente no era nada grave. Él abrió la puerta encontrando a Ethan junto a la cama, se trago un gruñido, al ver la cara de preocupación del hombre.
—¡Carajo hombre, pensaba que no ibas a venir!
Jackson lo miró sin entender qué le estaba diciendo.
—No sé de qué me estás hablando —Jackson habló con duda.
Él se acercó a la cama ella estaba pálida y con un respirador artificial. La inspeccionó minuciosamente bajo la atenta mirada de Ethan. El hedor de la magia negra estaba impregnado en el aire junto a cuerpo, estaba cubierta por una delgada bata de hospital, y él tenía la necesidad de matar algo. Acarició suavemente su hermoso rostro, su olor dulce le decía que ella era pura en todos los sentidos, y también que no debería tener más de diecisiete años o tal vez menos.
—Necesita beber la sangre de una criatura muy poderosa para revertir el hechizo de magia negra —Habló Ethan con algo de duda, Jackson lo ignoró—. Anker está con el chico. No puede curar a los dos, él está débil sin su compañera. Tampoco tenemos a un vampiro pura sangre por aquí, por...
Jackson gruñó con ferocidad. Nadie iba a darle su sucia sangre a su compañera. Él buscó una manera de quitarle el respirador, sin causar el más mínimo daño a ella, Ethan intentó detenerlo inútilmente.
—Jackson... ¡Jackson, detente! ¡No puedes desconectar el respirador!
Jackson siguió ignorando los gritos del hombre. Anker lo quitó y alejó de la camilla sujetando sus brazos desde su espalda, él estaba perdiendo el control de su cuerpo quería ir con ella y Anker solo lo estaba sacando de su habitación. El médico estaba arreglando su respirador.
—¡Basta, Jackson! No puedes matar niños.
Ellos no entendían lo qué él en realidad iba a hacer. Él no le dañaría, iba a salvarla.
—¡Carajo, Anker! No se te ocurrió decirnos qué él venía para aquí.
Anker miró a un Ethan muy preocupado, reclamar algo qué ni siquiera él sabía.
—Yo no le he dicho nada, ni siquiera pude contactarlo.
Ambos hombres le miraron con duda y, él lo único que quería hacer era romper huesos.
Jackson se liberó de agarré de Anker perdiendo la poca cordura que le quedaba.
—¡No me toques! —habló con una voz que carecía de humanidad.
—Aléjate de la chica Jackson, te prohíbo acercarte a ella —Anker lo confrontó sin una pizca de miedo.
Eso detonó la bomba y el desastre llegó. Jackson empujó a Ethan para regresar a la habitación, Anker lo interceptó y lo empujó. Definitivamente una pelea de dos Alphas tan fuertes iba a destrozar el hospital. El médico le gritó a Ethan que algo iba mal y eso les hizo detenerse. Jackson entró nuevamente en la habitación viendo al viejo médico empezando a abrir cajones y sacar cosas. El electrocardiograma se había puesto loco, le tomó unos veinte segundos comprender lo que pasaba y otros diez para salir de su estado de shock temporal.
—Retira el tubo de su garganta —le dijo con tranquilidad al viejo médico—, Tengo que salvarla.
El hombre tardó uno s segundos para comprender la actitud de Jackson. Dos décadas y media, de lobos celosos le ayudaron a comprender a Jackson. El retiro el tubo y se alejó.
—¿Qué estás haciendo? —interrogó Anker.
—¿Por qué le permites acercarse? —lo confrontó Ethan.
El médico simplemente se encogió de hombros saliendo de la habitación. Ellos le siguieron viendo a Jackson morder su propia muñeca.
—Él hombre simplemente estaba salvando a su compañera, ¿cómo no lo notaron? todos nosotros tenemos una y simplemente ignoramos su actitud salvaje y sobreprotectora.
—No puede ser... —Ethan susurró arrastrando su espalda en la pared hasta caer sentado—. Un día de estos va a arder troya.
Sabía de que el médico comprendía de que estaba hablando. Era cuestión de tiempo para que Anker sé diera cuenta de que era el padre de los jóvenes. El hombre era despistado, pero no estúpido e ignorante para no atar los cabos sueltos.
—Nadie puede cambiar lo que nuestra Diosa ha decidido —el médico habló con resignación.
Jackson mordió su muñeca con fuerza ignorando el piquete de dolor, extrajo su sangre dejándola fluir en su boca. Se acercó a ella tomando su cabeza posó su boca sobre la de ella. Con la ayuda de los dedos en su mentón pudo abrir su boca un poco. Ayudándole a pasar la sangre por la garganta, logrando hacerla tragar el líquido carmesí. Él se alejó, después su parte animal reclamó lo qué era suyo. Sus afilados colmillos se enterraron en la suave piel de su garganta. Ella jadeó suavemente en la inconsciencia. Él llamó a Bryce para decirle que llevara su camioneta al hospital. Bryce era uno de los lobos de su antigua manada. Él hubiera sido el Beta de Jackson sí su manada no hubiera sido casi destruida por completo.
Anker fue a ver al chico una última vez.
Jackson no permitió a ninguno acercarse a la joven. Anker todo lo que deseaba en ese momento era darle la paliza de su vida, por alguna razón qué él desconocía, su instinto de protección estaba saliendo por ambos jóvenes. Tal vez era porque la chica se parecía mucho a su Alaia, con un largo cabello negro, su piel ligeramente bronceada, pero sus ojos eran tan verdes como los suyos. Era un poco más pequeña que su Alaia, un metro sesenta ¿tal vez? El chico tenía el cabello de un castaño como el suyo y sus ojos también eran parecidos a los de él. Tenía que averiguar la procedencia de estos jóvenes. Algo le decía qué la loca idea que tenía no era tan loca después de todo.
«Solo es cuestión de tiempo y te tendré en mis brazos mi loca mujer» —pensó con tristeza.
Ethan entró mirándolo con el entrecejo fruncido.
—No puedo quedarme —aclaró pasando una mano por su cabello—. Mi mujer me necesita, dijo que iba a castrarme sí duermo fuera de casa, mientras ella esta como un globo hinchada con nuestro hijo.
—Entonces, ¿quién lo hará?
—Ahora tengo que ir directo a casa, mi esposa es aterradora cuando está embarazada.
¿Cómo sería su Alaia embarazada? Sonrió imaginando cómo se vería.
—¿Qué hay de Trevor?
—Su nieto acaba de probar que no nació para volar —Anker arqueó una ceja mirándolo sin entender—, se tiró de la escalera del segundo piso y, no pueden hacer que deje su miedo a los hospitales. Ahora Trevor va para allá a revisarlo.
—¿Quién se quedará con el chico?
Ethan le miró como a un bicho raro. Él entendió lo que su amigo le estaba diciendo. «Tú eres el único disponible esta noche»
—Tú —Ethan habló poniendo los ojos en blanco—, mira el lado bueno...
Anker lo observó atentamente ponerse de pie y caminar a la puerta con una sonrisa burlona.
—¿Cuál?
—Te servirá de práctica para ser un padre... Algún día...
Ethan salió dejándolo con una extraña sensación.
—¿Qué me quieres decir? —Anker interrogó mirando el lugar donde Ethan había estado—. ¡Ethan, ven aquí!
Era inútil el hombre había huido de él con rapidez.
Jackson tomó la sábana envolviendo el cuerpo de ella cuidadosamente, Bryce le estaba esperando abajo. La tomó en brazos con toda la delicadeza que creía no poseer. Había notado que ella y su hermano tenían un par de pulseras de mano. Ethan le había dicho que no se la quitará porque eran un regalo de la madre de ellos. Él respetaría a su futura suegra después de todo si ellos eran cazadores, su madre podría clavarle una flecha en algún lugar muy doloroso.
Cuando salió encontró a Anker mirándolo con el entrecejo fruncido.
—¿Qué estás haciendo? —inquirió.
Anker lo detuvo parándose en su camino.
—Nada que te importe —respondió.
—¿Disculpa? Por sí no lo has notado, todo lo que pasé aquí es mi problema.
Jackson ignoró a Anker e intento pasar de largo.
—Es mí compañera voy a cuidarla, no puedes intervenir.
Anker observó a la joven inconsciente dio un paso atrás de golpe viendo una pequeña marca en su cuello.
—¡Cómo pudiste marcarle sin su consentimiento!
Jackson rodó los ojos, Anker era el menos indicado para reclamar por eso. Hasta donde Jackson sabía, el hombre había marcado a su mujer una semana después de tenerla en su mansión, "encerrada" sin su consentimiento.
Además él lo hizo por una buena causa, salvar la vida de su pareja era una prioridad y no iba a confiar en que con solo beber de su sangre se salvaría milagrosamente. Su marca le daría fuerza y podría regenerarse con más rapidez que cualquier humano.
—Lo hice para salvar su vida —sintió la necesidad de explicarle sus razones al hombre, sin saber por qué—. Tú hubieras hecho lo mismo si estuvieras en mi lugar.
Anker no replicó de milagro.
—No te niego que la cuides, pero no puedes hacer nada más. Ella es muy joven y confío en qué serás lo suficientemente responsable para esperar.
Jackson entendió las palabras entre líneas de Anker.
«No puedes tener relaciones sexuales con ella»
Él podría esperar, siempre y cuando con eso podía tener su compañía.
—Lo haré —aclaró sin la más mínima duda.
—Bien.
Anker regresó a la habitación del chico a regañadientes.
Jackson bajo y vio su Harley Davidson. Tendría que decirle a Bryce que él se la llevará, por esa noche no tenía opción.
El hombre estaba recostado en la puerta del copiloto de la camioneta, abrió los ojos como platos al ver a Jackson con la chica en sus brazos. Jackson no dijo nada y la acomodo como podía en el asiento del copiloto, extendió su mano en dirección a Bryce y éste le entregó las llaves de la camioneta.
—No quiero ni un rasguño de insecto en mi bebé —gruñó arrojando las llaves a Bryce, quien le miraba como si le hubieran salido dos cabezas más.
No espero una respuesta y subió a la camioneta.
Veinte minutos después estaba en su casa y procedió a sacar su preciosa carga. Le pareció extraño ver la luz de su habitación encpechos, él recordaba apagar todo cuando salió. La dejó con cuidado en el sofá para tres personas y empezó a revisar su casa. No había nada en la planta baja, subió las escaleras con el sigilo de un ladrón. La luz venía de su habitación, entró de golpe esperando un ataque sorpresa, y lo recibió, pero de Tabatha. La mujer estaba desnuda en su cama mirándolo con lujuria.
—Te dije que no te quería volver a ver en mi casa y mucho menos en mi cama —dijo con los dientes apretados.
—Vamos... Sabes que soy irresistible para cualquier hombre amor —la coquetería teñía sus palabras.
—Cualquier hombre que quiera follar te dirá eso.
Tabatha hizo un puchero levantándose para caminar hacia él.
—Ves tú también quieres —susurró en su oído, él se alejó de su voz chillona.
—Lárgate de mi casa. Ahora por tu culpa voy a tener que cambiar las sábanas.
—¡Jack! Solo he venido por ti.
Él le abrió la puerta. Su agudo oído le decía que ella se estaba removiendo en el sillón. No tenía tiempo para las locuras de Tabatha.
—Bien, ahora te vas o te echo por las malas.
Tabatha no se movió, al contrario cruzo los brazos en sus desnudos pechos. Él suspiró con cansancio y tomó la sábana de su cama, de todas formas la iba a quemar. Se la arrojó para que se cubriera y la tomó de una mano para sacarla de su casa, sin hacerle daño. Era un caballero y no lastimaría a una mujer. La llevó a la puerta principal y Tabatha vio a su pareja en el sillón. Ella trató de liberar su brazo para ir y hacer quién sabe qué a su pareja. Él jamás lo permitiría.
—¡¿Quién es la zorra qué traes ebria a tu casa?! ¡Cómo puedes engañarme de esa manera! —exclamó sin vergüenza alguna.
Abrió la puerta sacándola a fuera.
—Ella será mi mujer algún día, ten más respeto. Tampoco te quiero cerca de mí —advirtió—. Nunca hemos tenido una relación y jamás la hubiésemos tenido.
La dejó fuera gritando como una auténtica loca.
Él dejó a Nadia en su cama cubriendo su cuerpo con una sábana limpia, igual que el resto de ropa de cama.
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