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Capítulo 4

La noche era fría, Aiden sabía que no sería tan fácil como él creía. El profesor estaba diciendo la verdad, todo era complicado. Había cuatro manadas reunidas y eran las de los Alphas bendecidos. Por lo que él sabía faltaba uno eran cinco Alphas bendecidos, aquellos que la diosa luna eligió para ayudar a los hermanos cazadores en la guerra. Quienes de generación en generación heredaron el poder de los primeros. También el dios sol eligió un grupo de sus hijos, dándoles el poder y la fuerza para luchar en la guerra. El primer hechicero también le dio su poder a un pequeño grupo de humanos, después de todo ellos también merecían el poder para proteger a los suyos. Era increíble qué el primer brujo e híbrido estuviera de regreso.

—Este lugar es inmenso —dijo su hermana—. Sólo espero que el tío esté bien.

Una sonrisa surco los labios de Aiden. Nadia era muy compasiva, incluso ella nunca le decía a su madre las bromas que él le hacía. Una vez le dijo que había tirado su muñeca al patio de los vecinos, ella muy inocente le creyó y fue a buscarla. Mala idea, los vecinos tenían un pastor alemán, muy grande para una niña de cinco años. El perro la había mordido pensando que era una amenaza, fue una suerte que los señores estuvieran en casa y salieran rápidamente a detener al perro. ¡Dios su madre casi sufre un ataque cardíaco! Todos habían estado interrogando a su hermana para saber por qué había entrado al lugar. Ella les dijo que su muñeca estaba ahí, su madre sospechaba de quién fue él qué le dijo eso a su hermana, sin embargo ella no preguntó más. Estaban muy preocupados porque la mordida en la pierna de su hermana no sanaba. Ahora ella tiene una pequeña cicatriz en su pierna izquierda.

—Lo estará. Por ahora tenemos que conocer muy bien el terreno, si queremos sacarle sin contratiempos.

—Vamos, espero que todo salga bien.

Ella suspiro. Él asintió caminando por el bosque.

Ambos habían comprado un par de trajes de negros de cuero que cubrían sus cuerpos y rostros. Habían conseguido armas, dagas, arcos y flechas, un par de espadas. Estaban vagando en los inmensos bosques de la manada del Alpha Anker. Una variedad de lobos estaban patrullando en el mismo y estaban siendo lo más silenciosos posible. Sus olores estaba perfectamente camuflados con las esencias del bosque. Nadie podía escucharles si ellos no querían. Eran sombras en la oscuridad.

—Hay algo por aquí —Su hermana susurró—, puedo sentirlo.

Él asintió indicándole con un dedo que guardara silencio.

Crujido.

Pasos.

Crujido.

Sí, definitivamente algo andaba mal. Sentían una presencia con una impresionante aura oscura. Nada bueno, se congelaron entendiendo que era. Un aullido los hizo detenerse, la criatura tenía a un lobo. El honor les impedía dejarlo solo, salieron de su escondite apuntándole con flechas benditas. La criatura era insalvable ya no tenía rastro de vida en él. Alguna vez fue un vampiro, ahora sería solo un cuerpo más. Aiden y su hermana descubrieron que podían revertir la maldición que el brujo híbrido usaba en las criaturas. Habían salvado a un adolescente, era un lobo muy joven y estaba con sus abuelos. El chico no sabía quién era hasta el momento;
Pero no podían salvar a una criatura con la mirada totalmente negra y su rostro cubierto por venas totalmente oscuras. Eso indicaba que la criatura había muerto con la maldición. Si tenían los ojos rojos o de otro color, si podían salvarlos.

—Suelta al lobo —su hermana apuntó a la criatura, ella era muy letal con un arco y flechas. No fallaba un tiro—. Vas a morir por segunda vez, si no lo haces.

La criatura corrió a una velocidad impresionante arrastrando al lobo. Sabían que no podían perder tiempo, el lobo pronto iba a volver a su forma humana. Aiden lo alcanzó antes que su hermana.

—¡Suéltalo! —gritó.

La criatura negó sujetando el cuello del chico. Estaba inconsciente, por lo tanto perdió su transformación.

—¡Abajo, Aiden! —ella le dio en la cabeza, segundos antes de que la criatura, desgarrara la garganta del chico.

Él se lanzó, sujetando al chico cuando la criatura cayó sin vida, por segunda vez.

—Buen tiro.

Ella asintió, permaneciendo alerta.

—Tienes que curarle, antes de que la maldición empiece.

—Lo sé.

Él se hizo un corte en la palma con una daga de plata. Después puso la daga en la herida del cuello purificando, dejando caer su sangre en la herida. Cuando un grupo de lobos apareció atacándolos sin siquiera preguntar antes. Bueno... la escena no era la mejor, esto era un caos. Nadia estaba encargándose de ellos para que él terminará el trabajo.

—¡Sí no paran, el chico morirá —dijo apuntando del uno al otro a los cuatro lobos con su arco.

Uno de ellos regreso a su forma humana. Ella no apartó la mirada de sus ojos, el hombre estaba desnudo.

—¡Mátenlos! Él qué me traiga sus cabezas tendrá una recompensa.

Mala idea, Nadia le lanzó una flecha en una pierna, dejándolo caer al suelo jadeando de dolor.

—Con eso vas a dormir como un ebrio.

—Vamos —dijo Aiden lamiendo la herida de su mano—. Sí quieren que sobreviva deben hacerle una transfusión de sangre, está libre de la maldición de Caí...

Otro grupo de criaturas los atacó, uno de ellos derribó a Aiden. Nadia le dio en el pecho acabando con él de inmediato.

—¡Buen tiro! —gritó él sacando una espada ligera como un sable.

Ella sonrió guiñando un ojo y apuntó a otro en la cabeza. Normalmente una flecha no tendría la suficiente fuerza, para atravesar el cráneo de una criatura sobrenatural. Con la fuerza que Nadia usaba él no dudaría en que pudiera atravesar una pared.

Pasaron unos diez minutos luchando, sin embargo esas cosas parecían no dejar de aparecer. Nadia daba en el blanco con sus flechas, ella era la que tenía la puntería y talento con un arco o ballesta.

Uno tras otro, las criaturas caían sin vida.

—¡Son demasiados! —Ella sujetó a uno de los lobos que intentaba quitarse a una criatura, quitándole del camino y acabando con la criatura—. ¡Váyanse con los heridos, nosotros nos encargaremos de las criaturas!

El pequeño grupo se llevó a los heridos. Eran un estorbo, eran lobos jóvenes. No podían sobrevivir con estas criaturas.

—Tenemos qué irnos —Aiden tomó la mano de su hermana, para salir del bosque. Fue inútil, las criaturas los alcanzaron con rapidez—. Esto se pone mejor.

Nadia asintió sacando un par de dagas con forma de dragón, curvado en lo que parecía una luna creciente. Las alas del dragón eran la parte afilada y el cuerpo era el mango. Su hermano sacó su espada.

—Esto nos pasa por tontos —dijo ella cortando y apuñalando criaturas.

—Hay que salir del bosque.

Ella asintió. Ambos corrieron cortando cabezas y clavando sus armas donde Pudieran. Finalmente lograron salir a un pequeño claro lejos del primer ataque. Abrieron mucho los ojos viendo lo qué tenían enfrente.

—Esto es muy malo.

—Lo sé. Tendré que usar la artillería pasada —Aiden sonrió como un niño, viendo a las cincuenta criaturas frente a ellos. Todos con los ojos totalmente negros.

—No te emociones, pronto no estarás tan alegre.

—¡Nadia déjame jugar!

Nadia rodó los ojos.

—Haz lo que quieras, pero no pienses que yo voy a recoger tus cosas.

Aiden sentía su cuerpo vibrar de la emoción de una buena caza, había luna casi llena. Su cuerpo le pedía dejar salir su naturaleza. Arrojo sus armas al suelo, quitándose el traje de cazador y después la camisa. Miró a la luna riendo como un loco. Sintió sus huesos rompiéndose con un crudo y estremecedor sonido. Dejando su piel humana un enorme lobo negro surgió, sus ojos de un rojo sangre eran terroríficos. Sin la más mínima duda el atacó sin remordimiento alguno. Desgarrando gargantas y cortando cabezas nada escapaba a sus fauces.

—¡Son demasiados, necesitarás mi ayuda!

El lobo giró su cabeza mirando a su hermana.

—No.

—¿No?

—Estoy bien, sigue con lo tuyo.

Ella asintió. Ellos por ser mellizos podían comunicarse estando uno en su forma lobuna. Ella siguió peleando. Una criatura la golpeó en el estómago tirándola contra un árbol.

—¡Ah! —ella jadeo.

—¡¿Estás bien?! ¡Nadia!

—Sí. No te preocupes.

Ella se levantó dejando salir una parte de su naturaleza animal. Curando sus heridas al instante. Sus ojos rojos demostrando su superioridad en ese momento, ella y su hermano eran dos Alphas nacidos de una cazadora y un lobo del rango de un Alpha Bendecido. Eran muy fuertes usando las fortalezas de ambas especies, ni siquiera la plata los dañaba o los afectaba.

—Presumida, sabes que usando tu media transformación, eres tan rápida como yo ahora.

—En realidad no todo el tiempo la ocasión se presenta. ¿Verdad? Sí tú puedes tener diversión, ¿Por qué yo no?

—Ten cuidado. No te fíes de nada.

Ella corrió dejando a dos criaturas decapitadas a su paso. Uno atacó su costado derecho clavando sus garras en el, ella giró tomando la mano con garras y sacándola de su costado. Después clavó la daga en el corazón de la criatura, otras dos la atacaron uno la atrapó por la espalda sujetando sus brazos y otra enfrente. Ella dejó que la criatura que la sujetaba por la espalda recibiera su peso, cuando saltó, golpeando la quijada del que estaba enfrente. Liberó sus brazos sin esfuerzo, giró a su derecha clavando la daga en la garganta casi cortando la cabeza. Vio a su hermano desgarrar gargantas, cortar cabezas y casi partir cuerpos por la mitad, era una carnicería completa. Su cuerpo estaba lleno de sangre de las criaturas y suya también. Siguió aprovechando su fuerza y velocidad, para atacar sin miramientos.

Parecía que mientras acaban con un grupo otro llegaba. Ya habían terminado con los primeros cincuenta que encontraron cuando escapaban. Eso no parecía tan bueno como cualquiera imaginaría, ellos también se cansaban y ella estaba sobrepasando su propio límite. Tres criaturas se lanzaron contra Aiden desgarrando su piel, él aulló de dolor. Ella usó su arco y dio en el blanco. Uno por uno cayeron con una flecha clavada en el cráneo. Otros tres la atacaron desgarrando parte de su brazo izquierdo la sangre salió a borbollones, otro le clavó sus garras en una pierna haciendo un gran corte.

—¡Ah, Maldición!

Aiden llegó antes de que él tercero le atacará arrancándole la cabeza de tajo, y después hizo lo mismo con él segundo, él primero y la última víctima de la carnicería lo tuvo peor. Aiden le arrancó un brazo, después una pierna, dejándolo arrastrarse, finalmente le cortó la cabeza. Había sobrepasado su límite, ahora su hermano era una bestia sin sentido común.

—Aiden tranquilo... Ya se acabó —ella se arrastró hasta él, viendo pequeños puntos negros, estaba muy débil y seguir perdiendo sangre no ayudaba-, tienes que calmarte, ¿de acuerdo? ¡Tenemos que irnos!

Ella se levantó apoyando una mano en el lomo lobuno de su hermano, quien no dejaba de gruñir y mostrarse muy salvaje.

—¡Oh... Por dios! ¿Qué pasó aquí? —El profesor Ethan llegó con otros dos hombres—. Esto es horrible. ¿Están bien?

Él intento acercarse. 

Aiden mataría a cualquiera que considerará una amenaza.

—¡Aiden, no!

—¿Qué le pasa? —interrogó el profesor.

—¡No se acerquen, o los matará! —Nadia advirtió.

El hombre no entendió claramente de lo qué le estaba advirtiendo. Aiden se lanzó por ellos, Nadia abrazo su cuello lobuno con toda la fuerza que le quedaba. Su hermano entendería lo que estaba haciendo, ya lo había hecho una vez.

—Tranquilo, ya pasó todo —susurró ejerciendo más fuerza. El lobo se fue y Aiden regresó a su forma humana. También estaba gravemente herido—. Ya pasó hermano...

Ella se desmayo sosteniendo a su hermano inconsciente. Estaban heridos de gravedad y les costaría bastante recuperarse.

—¡Tenemos que llevarlos con el médico, rápido!

—¿Por qué? Son solo unos cazadores.

—Ellos salvaron a tu hijo Max, no tienes permitido hablar de ellos.

—¿Qué clase de cazador puede también ser un Alpha? —interrogó uno de los lobo.

—¡Les explicaré en cuanto los llevemos a un lugar seguro!

Ambos hombres asintieron. Ethan los cubrió con un par de mantas. Él llevaba a Nadia y Bryce su mano derecha llevaría a Aiden.

No podía correr el riesgo de que alguien que no fuera de confianza supiera de ellos. Los llevaron al Hospital de la manada procurando que nadie les viera, no fue difícil. Por el riesgo de ataque toda la manada tenía toque de queda.

Cuando los vio entrar el médico de unos cincuenta años frunció el entrecejo, sin embargo se puso de pie con rapidez, viendo a los dos jóvenes sangrando e inconvenientes.

—¡Déjenlos en las camillas del cuarto donde estaba tu hijo!

Ambos hombres los dejaron donde el médico indicó.

—¿Cómo está mi hijo? —la preocupación teñía la voz de Max.

—Fuera de peligro, la transfusión fue un éxito.

—Necesito que me ayudes Trevor. Necesito saber sí la maldición de Caín, puede afectar a dos mestizos —Ethan interrumpió.

—¡Demonios! Estos chicos... No creo que sobrevivan con esas heridas.

—Lo harán. Son los hijos de un Alpha bendecido y una cazadora de linaje puro —Ethan habló con seguridad.

—¡¿QUÉ?! —dijeron los tres en estado de shock.

—than asintió ayudando al médico a revisar a Aiden.

—Él ya no está sangrado, pero sus heridas no están sanando como deberían. Según lo que dijiste, ya deberían estar cerrándose.

Dijo el médico viendo las heridas en el cuerpo de Aiden.

—¡Dios, Trevor! esos niños dejaron una carnicería con las criaturas de Caín —dijo Bryce.

—No dejaron a ninguno completo, fue aterrador ver a ese chico usando su transformación... Es un Alpha, no tengo duda.

El medico giró en dirección de Ethan con el entrecejo fruncido.

—Necesito revisar a la joven, tienen que salir.

—Yo me quedaré —dijo Ethan mirando a los dos hombres—. No pueden decir nada a nadie, ni siquiera a Anker. Yo me encargaré de informar después.

Ambos asintieron y salieron de la habitación de hospital.

—Tienes que darte la vuelta —Ethan asintió tomando una silla sentándose de espaldas al médico y los dos jóvenes—. ¿Quiénes son los chicos?

Él suspiró pesadamente. ¿A cuántas personas más tendría qué decirle?

—¿Importa?

—Sí.

—¿Recuerdas a Alaia?

—Sí, la esposa de Anker. Ella estaba embarazada de cinco semanas cuando se fue.

—¿Tú lo sabías y no dijiste nada?

—Soy médico, no voy ir dando información de mis pacientes a nadie.

—¿Sabes lo peligroso, qué era para ellos nacer sin una manada, quién les enseñara su naturaleza?

—Un embarazo de dos especies tan diferentes no siempre se completa. Ella lo sabía, y Anker es un hijo de puta con suerte. Mira que pegarle no uno, sino dos de un solo tiro.

Sí, Ethan lo sabía.

—¿Estarán bien?

Escuchó al médico dejar algo en una bandeja.

—No están sanando tan rápido, pero el sangrado se ha detenido. El chico está empezando a curarse lentamente, sus heridas eran un poco más pequeñas que las de su hermana. Ella me preocupa un poco, ha perdido bastante sangre y no puedo hacerle una transfusión. He limpiado y vendado cada una de ellas. Imagino que puede ser porque ambos se sobrepasaron con sus límites, son lobos jóvenes y aunque puedan usar la transformación a una edad tan corta no tienen la experiencia y resistencia de un adulto. Sus cuerpos apenas están desarrollando sus habilidades. Ahora lo único que le puedo hacer es ponerle una vía intravenosa y esperar que estén bien.

Él giró viendo a ambos hermanos descansar, estaban muy pálidos.

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