Capítulo 19
Con ayuda del médico Anker tenía una habitación lista y sin nada que Alaia usara como arma.
Ella estaba profundamente dormida, su expresión era tranquila y no parecía que horas antes casi asesinó a su hijos. Acarició su rostro con suavidad como si ella fuera a desaparecer en cualquier momento. Su belleza y salvajismo fue lo primero que lo había atraído, la primera vez que la vio en el bosque, dejando a un lado el hecho de que ella era su pareja destinada. Ella era su mundo cuando la conoció y todavía lo era, pero no podía evitar la culpa de su última conversación hace diecisiete años y medio. "Si sales por esa puerta, me habrás perdido para siempre" Él nunca le mintió cuando le dijo que Tania era una prima para él. Nunca hizo algo para engañar a su mujer, ni con el Hechizo de amor que Tania había usado con él. Usar la magia para manipular los sentimientos de un lobo emparejado era una de las peores condenas en su mundo. Tania fue quien destrozó su matrimonio y obligó a su mujer a abandonarlo. Obviamente ella no imaginó que los lobos tan poderosos como el resto de los Alphas bendecidos, empezarían a oler la magia en él. Ellos empezaron a detectar ciertas características de la magia oscura, como la qué la bruja a la que Tania había contratado uso en él. Ambas pagaron caro por su ambición. Tania fue desterrada y obligada a cargar con la cicatriz que Alaia le dejó en el rostro. A pesar de la capacidad de sanación de los lobos ella no pudo curarse en tu totalidad por eso. Mientras tanto la bruja perdió su derecho a usar cualquier tipo de magia, por rebajarse a hacer algo tan vil. Los dos hijos de Tania vivían en la manada con el resto de sus lobos, Tabatha y Bruce Ashton. Bruce era muy tranquilo y noble, mientras Tabatha no estaba lejos de seguir el mismo camino de su madre.
*
Cálidos besos despertaron a Jackson. Sus ojos permanecieron cerrados dejando que ella siguiera jugando un poco. Aunque por la manera en que se estaba comportando podría asegurar que quería marcarlo. Unas pequeñas manos estaban manoseando su torso, mientras seguía besando su cuello. Ella estaba comportándose de una manera posesiva, podía sentir sus colmillos con el fuerte deseo de marcarlo.
—¿Te sientes bien? —inquirió.
Ella se sentó a horcajadas en su torso, sosteniendo sus brazos arriba de su cabeza con sus pequeñas manos. Intentando mantenerlo en una posición sumisa. Sin una respuesta o algo que le indicase a Jackson lo que iba a hacer, ella lo marcó en la unión de su hombro y el cuello. Durante un eterno minuto ella permaneció sin moverse.
—¿Qué pasó? —ella le preguntó un poco aturdida.
Jackson hizo lo mismo con ella. La giró y la apariciono debajo de él.
—Acabas de aceptar nuestra unión, ahora ya no hay vuelta atrás.
Ella abrió los ojos desmesuradamente viendo toda la habitación como si fuera una especie de broma.
—¡Yo no hice nada!
Jackson movió el cuello mostrando la sangre fresca en esa zona.
—Tú ya me has reclamado. Oficialmente estamos casados según las leyes de los licántropos.
—¿Qué quieres decir con casados? —lo miró con atención.
—Según nuestra ley más sagrada para las parejas destinadas, si ambos son licántropos deben marcarse mutuamente por voluntad propia, para completar la unión. Y si solo una de las partes es licántropo esté tiene que marcar a su pareja y si ella lo acepta completarán la unión mediante el pacto de sangre. Eso sería igual a una boda humana con invitados y testigos del suceso.
—Ustedes son realmente extraños —ella habló sin apartar la mirada de los ojos azules de Jackson.
—Somos, lindura... —él susurró acercando sus labios para besarla—. Somos...
Aiden se paseaba como animal enjaulado por la casa de Anker. Su hermana no había regresado ni dado señales de vida desde la noche anterior. Ella podía enojarse todo lo que quiera con él, pero dormir fuera de casa, ¡No señor, eso no!
—Sabes qué si vas y la traes por la fuerza eso solo empeorará las cosas ¿No? Deberías calmarte un poco —James intentó hacerlo entrar en razón.
Aiden negó.
—¡¿Y dormir afuera es mejor?! Ella es menor de edad, y ese tipo puede aprovecharse de ella.
—Tu hermana, No es una niña indefensa. Ella puede cuidarse sola, además el tipo no parece ser de esa clase de hombre. Y es mejor que ustedes vayan acostumbrándose a verla con él muy seguido. Es parte de su naturaleza licántropa y, ni tú ni Anker pueden evitar que ella se aleje de él.
—Qué te hace pensar que simplemente voy a dejarlo acercarse a mi hermana.
—Eso mismo dije yo hace diecinueve años, y miranos... Ahora estoy hablando con el hijo de la mujer que siendo una cazadora ahora tiene dos hijos mestizos con un hombre lobo. El cuál todavía es su esposo por cierto —James se sirvió un vaso con agua—. En cuánto las dos marcas se completen no hay poder en el mundo sobrenatural que pueda revertir la unión de una pareja destinada. Ahora compórtate como un hombre porque tú también actuaras como Jackson cuando tengas a tu pareja.
—Oficialmente te declaró un mal ejemplo.
—Digo la verdad. Tal vez tu hermana te pida que le tomes una foto mientras se besuquea con su novio —James dijo en tono juguetón. Lo que dijo era la verdad.
Alaia era una prueba de eso, por más que el quiso luchar para alejarla de Anker no era suficiente para evitar la unión de ellos. Con el tiempo descubrió que nunca hubiera podido hacer que Alaia lo escuchase. Era cosa de lobos, vampiros y brujos. Todos tenían una pareja destinada y una vez que la unión se completaba en ambas partes no había vuelta atrás. Eran lo único que podían complementar al otro. Incluso Aiden en algún momento encontraría a la suya y no podría reprocharle a su hermana por su comportamiento. Él sí confiaba en su sobrina, apostaba su honor de cazador que ella no lo decepcionaría. Ella era joven, pero con una inteligencia superior a la de cualquier joven adolescent.
—Eso no es gracioso tío —Aiden le lanzó una mirada envenenada.
—Entonces deja tranquila a tu hermana o ella te estrangulara.
—No, como su hermano mayor tengo el derecho de elegir a sus pretendientes —Aiden sonrió con malicia mientras su tío giraba los ojos—. He decechado a todos los posibles infelices.
—Eres mayor por tres minutos eso ni siquiera cuenta en el mundo de los cazadores. Mejor hablemos del mundo licántropo...
—¿Por qué? —Aiden inquirió sentándose y poniendo atención a cada gesto de su tío.
—Porque ustedes también lo son...
James buscó una manera de hacer entender a su sobrino de que se trataban las parejas destinadas en el mundosobrenatural. Cada cierto tiempo las cejas de Aiden se fruncian en confusión.
Dos días después Alaia abrió los ojos desorientada. Su cuerpo dolía y la habitación en la que se encontraba parecía estar vacía, no tenía ventanas u otra salida que no fuese la puerta. Tosió sintiendo su garganta seca.
Sus ojos ardían y los sentía un poco hinchados.
La puerta se abrió dejando entrar a una gran figura masculina. Su pulso se disparó en el segundo de que lo reconoció. Sus ojos de un verde tan intenso que parecía irreal, su cabello castaño estaba un poco más largo desde la última vez que lo había visto. ¿Semanas? ¿Meses? Tal vez un año y medio.
—¿Cómo te sientes? —inquirió pasándole un vaso con agua fresca.
—No lo sé —respondió con sinceridad.
Su cabeza era un acertijo y cada pieza tenía dos pequeñas figuras en un cunero. Su corazón se hizo un nudo cuando las imágenes de sus pequeños hijos de unos pocos meses de vida llegaron a su cabeza. Su pequeño Aiden era un pequeño niño realmente hermoso y con las características del hombre que la miraba con mucha atención midiendo cada uno de sus movimientos. Su dulce Nadia era la pequeña cosita más bella y guerrera de corazón. Apresar de ser más pequeña y frágil que su hermano luchaba cada día por seguir con ellos. Ambos eran prematuros y por ser mellizos su desarrollo fue compartido.
—El doctor te revisará otra vez para saber si estás mejorando.
Ella negó intentando ponerse en pie. Tenía que huir de su esposo, no iba a permitir que él le quitase a sus pequeños milagros. Tampoco pretendía decirle algo de ellos, sus hijos tendrían una vida tranquila y segura con el clan.
—No gracias, no tengo pensado permanecer un minuto más en tu casa lobo.
Era un golpe duro decirle eso a su esposo, sin embargo eso no le importaba en ese momento. Tenía semana lejos de sus niños y tenía que averiguar si ellos estaban bien.
—Ni modo amor —Anker parecía estar burlándose de ella descaradamente—. Tampoco es cómo si tuvieras opción. No tienes permitido salir de nuestra casa hasta que un médico lo autorice.
La mirada de Alaia se oscureció.
—No puedes hacerme esto —dijo con tranquilidad, más de la que podía sentir en ese momento—. Te dejé hace un año, no hay vuelta atrás. No pienso quedarme contigo.
—Eres mi esposa todavía amor —Anker le enseñó la alianza de matrimonio que tenía en su mano izquierda—. Estamos casados mediante tus leyes y las mías. Ahora estarás castigada y no te permitiré quejas. ¿Por qué nunca me dijiste que el cazador era tu primo paterno?
Alaia se levantó de golpe de la cama manteniendo distancia.
—No sé de qué estás hablando.
—Sí lo sabes. Cuando nos encontramos por primera vez en el bosque ustedes buscaban una joya llamada el diamante negro —la tranquilidad en la voz de Anker lo sorprendió incluso a él. El médico prohibió cualquier tipo de conversación que no estuviera en la línea de tiempo que Alaia tenía. Un año eh, eso era un problema serio—. Fuiste tan ciega que nunca te diste cuenta que ese fue el regalo que te otorgue el día de nuestra boda. Fue un acto de amor y confianza, considerando lo poderosa que esa cosita es.
—¡QUÉ! —ella exclamó buscando la inexistente joya colgando de su cuello—. ¿Dónde está? Tienes que ayudarme a encontrarla, la necesito Anker por favor —rogó.
Anker negó jalando una silla y sentándose en la entrada.
—No. Mejor hablemos de por qué intentaste asesinar a dos jóvenes inocentes. Casi le cortas la garganta a esa joven, no podría perdonarte si lastimas a esos jóvenes.
La mirada de Alaia se oscureció, caminaba por la habitación como fiera enjaulada.
—¿Quién es esa niña con la que me has estado engañando?
Era claro que estaba ahogándose de celos. Anker no respondió, cruzó los brazos en su pecho y sonrió con socarronería.
—¿Celosa amor? Tranquila en mi vida solo hay cabida para dos mujeres —hizo una pequeña pausa deleitándose con la mirada asesina de su cazadora—. Mi esposa y obviamente nuestra hermosa hija. Estoy seguro de que Aiden no pondría alguna objeción con eso.
Eso fue suficiente para dejarla atónita. Su expresión cambió del enojo al temor en un segundo. Intentó disimular su temor poniendo una cara de indiferencia.
—No sé de qué estás hablando.
—Puedes fingir, ya he visto a nuestros hijos. Ellos serán grandes personas —dijo omitiendo la parte donde ya eran unos jóvenes con principios y humildad.
Alguien los interrumpió antes de que Alaia pudiera seguir negando la realidad. Un par de toques más sonaron en la gruesa madera de la puerta. Anker ya sabía quién era.
—Hola —James se hizo presente.
Alaia frunció el entrecejo. Apresar de tener sangre de cazadores y envejecer tan lento como algunas criaturas sobrenaturales. James no tenía su clásico aspecto de joven adulto, parecía un poco mayor y su rostro había adquirido cierta madures. Claro no aparentaba más de unos treinta años, esa era la edad dónde la mayoría de los cazadores quedaban estancados por muchos años, a veces hasta siglos enteros. Eraas probable que alguien pudiera matarlos antes de ver algunos ancianos.
—¿Por qué pareces más viejo?
—Porque lo soy. Sé que el doc dijo que no podemos hablar contigo...
—Silencio cazador —Anker intervino viendo las intenciones de James.
—¿Hace cuánto tiempo, no me ves?
James ignoró al lobo enojado y se detuvo cerca de su prima.
—Hace unos meses —Alaia respondió viendo de uno al otro.
El negó.
—No puedes decirle nada.
—¡Déjalo hablar, Anker! —exclamó.
—Fue hace más de un año.
Ella sintió su alma abandonar su cuerpo. Entonces... sus niños...
«Por favor que mis niños estén bien»
Ella no podía evitar que las lágrimas llenarán sus ojos.
—¡Oh, no, no puede ser posible! —ella sollozó dejándose caer de rodillas al suelo.
Anker decidió permanecer en silencio y un poco alejado de ellos. No estaba seguro de cómo estaba realmente ella para permitir que se acercase sin pelear con él.
—Han pasado casi dieciocho años desde la última vez que viste a Anker.
—Eso es una mentira muy cruel James.
—No miente —dijo Anker dando un paso más cerca de ella—. Ellos también están en mi manada. Los mellizos son los jóvenes que atacaste, ellos quieren verte sin embargo lo he prohibido porqué no sabemos si volverías a hacerlo. Si los vieras podrías confirmar nuestra historia.
—Ellos lo lograron —James le extendió una especie de álbum de fotografías muy grande—. Tú hiciste esto, se suponía que era un regalo para los mellizos.
—¿Qué es Anker? —inquirió.
La respiración de Alaia se cortó mientras observaba una fotografía de sus pequeños en la incubadora recién nacidos. De golpe pasó casi a la mitad del álbum. Un niño regordete de alrededor de un año observando a una niña un poco más pequeña y también regordeta. El niño claramente estaba observando cómo su hermanita estaba metiéndose la cabeza de un oso de peluche en su pequeña boquita. En la siguiente fotografía estaban metidos en la bañera, parecía que la fotografía tenía la misma línea de tiempo. Volvió a pasar algunas páginas del álbum. Ahora sus niños tendrían unos cuatro años, traían un para de mochilas colgando de sus hombros. Aiden parecía incómodo mientras su hermanita estaba colgada de su cuello abrazándolo. En la siguiente Nadia estaba poniéndole una corona de flores a un Dustin que tenía rostro de «Ayúdenme por favor» Aiden tenía una corona igual pero él parecía muy feliz, en comparación de su abuelo. Ambos parecían de unos seis años. ¿Desde cuándo su padre se había convertido en un abuelo ejemplar?
—Ese fue el cumpleaños del viejo y tú madre lo obligó a usar la corona de flores de la pequeña Nadia. Aunque siendo sinceros la cosa era bastante fea.
—¿Cuándo pasó eso? —Alaia sacó una fotografía de donde estaba toda la familia reunida. Sus padres sus mellizos ahora adolescentes, James abrazando a una mujer con una niña en sus brazos y dos adolescentes cada uno cruzando un brazo en el hombro del otro. Eran gemelos idénticos. ¡Carajo! ¿Esa no es Katie?
—Sí, ellos son los gemelos Alexander y Liam —dijo señalando a ambos adolescentes idénticos—. Ella es Natalie, mi pequeña princesa.
—¡Cómo carajos te casaste con ella! Ella dijo que te había mandado a volar por irresponsable.
James la fulminó.
—Eres una grosera —James no ocultó su indignación—. Soy un hombre responsable y padre de familia.
—Eso ni tú te lo crees.
—Voy por algo de comer —Anker salió más tranquilo que cuando entró.
Alaia estaba tranquila y no parecía con algún brote de agresión. Aiden estaba abajo en la cocina comiendo cómodamente. Apresar de que era un hombre lobo con un gran apetito en ese momento estaba bastante desganado y su tristeza no era algo que pudiera ocultar.
Dos veces he publicado el capítulo sin querer. Una disculpa si te cayó la notificación.
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