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Capítulo 18

—¡Ustedes lo sabían y no me dijeron nada! —Nadia exclamó caminando en círculos y jalando su cabello.

—Se suponía que te lo contaría después de la reunión —su hermano intentó explicarle.

—Yo pretendía decirles cuando estuvieran juntos —James se metió en la discusión.

—¿Desde cuándo lo sabes Aiden? —ella inquirió con dolor.

—Una semana —respondió dando un paso cerca de ella—. Quería esperar a que estuvieras mejor para contarte.

—¡Una semana y no me enteré gracias a ninguno de ustedes! ¡Odio a los mentirosos! —ella les gritó sin poder contener el dolor en su voz.

—Nadia —Aiden intentó tomar su mano, ella se alejó de golpe—. Te iba a decir...

—No quiero verte traidor, si no te importo decirme cuando estabas pasando tiempo con papi —hizo comillas con los dedos cuando pronunció lo último—. No vengas ahora con la mierda de "te iba a decir", pensé que eras más confiable. Ahora me queda claro lo egoísta que eres lobo.

—¡Nadia! No le digas esas cosas a tu hermano, él no lo hizo por egoísmo o malas intenciones —su tío intervino reprendiéndola.

—Tú eres igual. Toda nuestra niñez tomando un rol que no te correspondía —lo señaló—. Teníamos derecho de saber la verdad, y nunca dijeron nada manipulando las cosas en su beneficio.

Ella les dio la espalda empezando a caminar al bosque. En ese momento estaba demasiado enojada para entender razones, y no quería ver a ninguno de ellos. Se. Sentía traicionada no solo en el sentido de que se estuvieran burlándose de ella, en su cara. Sino también porque su hermano ya había empezado a "fortalecer los lazos con el progenitor de ambos" y en ningún momento tuvo la consideración de incluirla. Apenas tenía una semana de saberlo, pero para ella ya era demasiado tiempo para guardar un secreto que ambos deberían saber. Caminó sin rumbo por el bosque dejando salir su dolor. Podía sentir a alguien siguiéndola y sabía que era Jackson, le agradecía que mantuviera cierta distancia. Porque si no él también saldría lleno de bendiciones.

—Aiden, déjala —James lo detuvo cuando empezó a caminar con intención de seguir a su hermana—. No puedes quitarle el dolor de sentirse traicionada. Yo nunca les dije nada porque no era mi secreto y tu madre estuvo buscando a Anker por años, pero su manada desapareció. Cuando tenían catorce perdió la esperanza de encontrarlo y por eso no dijo nada, para no hacerlos sufrir con la verdad y no poder ver a su padre.

—Ella piensa que no le dije nada porque quería dejarla de lado —Aiden limpió las lágrimas que caían por sus mejillas con la manga del suéter—. Eso no es cierto, yo le iba a decir cuando arreglarámos lo del ataque del hombre al campamento la semana pasada. Ella es demasiado terca para permanecer en la seguridad de la casa y por eso tenía que esperar para que sus heridas sanarán.

La compasión invadió a James al ver a su sobrino sollozando sin apartar la mirada del bosque por donde Nadia se había ido.

—Lo sé, campeón —dijo en tono conciliador—. Ella se siente mal y por el momento es mejor darle su espacio para que recapacite. Tampoco debes sentirte mal por lo que dijo, ella no hablaba en serio. Ahora vamos tenemos que ver a tu madre.

—¿Qué pasará si ella no puede recordarnos?

James empezó a caminar hacia el hospital de la manada de Anker. Después de que Alaia tuviera una crisis y empezará a gritarle cosas horribles a sus hijos tuvieron que llamar al doctor Trevor para que la durmiera. Anker y él estaban en un difícil dilema, ¿los chicos o Alaia? Lo mejor que podían hacer era llevarla a un hospital hasta hacerla entender que sus "bebés" ya no eran lo que ella parecía recordar. Y ni Anker o él iban a permitirle acercarse a los mellizo hasta que diera señales de lucidez. Después de atacar a Nadia ella representaba el peor peligro para sus sobrinos. Ellos no se habían defendido de sus ataques, simplemente Aiden protegió a su hermana y ella lo protegió a él. De lo contrario Alaia pudo haber cometido la peor estupidez.

Anker estaba sentado en silencio mientras el doctor Trevor caminaba de un lado al otro. El viejo hombre estaba creando alguna especie de mezcla para hidratar a su mujer y añadiendo algunas vitaminas. El sedante era muy potente y por primera vez esperaba que durará unos días para que pudiera descansar, y ver algún tipo de mejoría en sus memorias.

—Lamento decirte esto, pero tienes que preparar una de las celdas. Ella no puede estar libre hasta que no podamos saber qué clase de daño recibió en cautiverio —dijo poniendo una vía intravenosa en el brazo de su cazadora—. Físicamente sus problemas son que le faltan algunos kilos de peso y está deshidratada. Su piel tenía un ligero tono marrón por exponerse al sol.

Anker rechino los dientes, pero no protestó. El viejo hombre tenía razón. En la mansión tenía un cuarto sin ventanas y con una puerta lo suficientemente resistente para mantenerla segura y no pudiera escapar por ningún lado. Era un momento muy importante para su familia y ninguno podía disfrutar de el, por diferentes razones. No pudo hablar con ninguno de sus hijos porque tenía que traer a Alaia al hospital para que la sedaran, y alejarla de intentar dañar a los mellizos. Los tres eran lo más importante para él y no podía tomar una decisión sin afectar a los otros. Nadia estaba muy afectada, él podía sentir su dolor y angustia cuando los dejó con el estúpido cazador.

—¿Cómo está mi madre? —Aiden inquirió entrando a la habitación seguido por su tío.

Anker guardo silencio mirando a su hijo tomar asiento junto a la cama de su madre. Tenía los ojos un poco rojos y la culpa lo estaba carcomiendo por dentro. Nadia había discutido con su hermano y Anker era el culpable.

—El chico no deberías estar aquí —el médico reprendió a James con la mirada—. No puede estar cerca de ella hasta nuevo aviso, ninguno de ellos puede.

—¡Es mi madre no pienso permanecer lejos de ella! —Aiden enfrentó la mirada reprobatoria del hombre.

Jackson aceleró su andar. Ella sabía que estaba junto a ella pero no dijo nada.

—Yo lo sabía —dijo parándose junto a ella.

—No te correspondía a ti decírmelo, Jack. No eres ni mi tío ni mi hermano o mi "padre". Ellos son quienes tendrían que habérmelo dicho.

—Pero yo también pude hacerlo y no lo hice.

Ella se detuvo elevando la mirada para encontrarse con la de él.

—Si tú me hubieras dicho la verdad, eso sólo empeoraría las cosas. Como te dije, no te correspondía a ti decírmelo. Ellos tendrían que haber hablado antes.

—Vamos —él tomó una de sus manos empezando a guiarla por el bosque.

—¿Adónde? —inquirió mirando detrás de ella sin dejar de caminar.

—A nuestra casa.

—Dirás tu casa —corrigió.

—¿Quiénes son? —Nadia preguntó viendo la fotografía de una pareja abrazados.

Jackson se paro a su lado con las manos en los bolsillos viendo la fotografía.

—Eran mis padres.

La mirada de ella brillaba la curiosidad.

—¿Dónde están?

Ella se sintió mal en el momento de que la pregunta salió de sus labios, cuando vio la expresión de dolor en el rostro de Jackson.

—Ya no están —respondió con la mirada de llena de dolor.

—Lo siento —dijo dándole un ligero abrazo y unas palmaditas en la espalda.

Jackson no la dejó separarse cuando ella bajó los brazos. Se aferró a ella como si fuera su ancla personal.

—¿Qué hacemos aquí? —ella interrogó aún en los brazos de Jackson.

—No los van a dejar acercarse a tu madre, hasta que estén seguros de que ninguno corre peligro cerca de ella.

Nadia se apartó de golpe con el entrecejo fruncido.

—¿Qué quieres decir? No pueden hacer eso.

Empezó a caminar a la salida, Jackson la detuvo poniendo un brazo en su cintura y girándola para mirarla a los ojos.

—¿Sabes que tu madre es peligrosa para ustedes?

—Ella no quería hacernos ningún daño, solamente está confundida.

—Entonces con más razón no pueden acercarse a ella.

—Ella nos necesita, todos la escucharon nombrarnos. Simplemente está confundida y pronto regresara a ser la de siempre.

—Con más razón no pueden estar cerca de ella. Tienen que considerar que ella recuerda a unos niños de algunos meses, no a unos adolescentes. Deben considerar que eso no le ayudará a recuperase. También tienen que considerar que solo Anker y tu tío pueden ayudarla porque ellos saben que puntos de sus recuerdos tocar para no provocarle un colapso, arruinarán el progreso que pueda tener si ustedes están presentes.

Ella pensó en sus palabras cayendo en cuenta de que tenía razón. Su madre estaba en una especie de mundo paralelo donde su hermano y ella eran unos bebés. Por las palabras de su madre cuando los atacó, ella estaba recordando cuando ellos tenían unos pocos meses de vida.

—De acuerdo, pero mañana iré a verla.

Eso fue suficiente para tranquilizar a Jackson.

—Eso está bien para mí. Ven vamos a cenar para ir a dormir.

Después de un tazón de cereal un par de sandwiches. El hombre obviamente tenía días de no abastecer su cocina y refrigerador. Ella no se quejaba con eso fue suficiente para apaciguar su hambre.

—Estoy un poco cansada —dijo sintiendo sus párpados pesados.

—Vamos te enseñaré donde vas a dormir.

Ella lo siguió hasta la habitación donde estuvo semanas atrás. Nada había cambiado excepto el color de las sábanas.

—¿Dónde vas a dormir tú?

Jackson tuvo el descaro de sonreír mientras señalaba la cama.

—La cama es grande y esta noche hace frío. Necesito un lindo cuerpecito caliente junto al mío.

—Entonces consigue un perro.

—Soy alérgico, y el doctor me recomendó pasar más tiempo con mi compañera.

—Bueno entonces puedes dormir en el sillón como todo un caballero.

Jackson rió descaradamente.

—Hoy no seré un caballero. Pero tranquila no voy a andar de mano larga —él se estremeció repentinamente—. No quiero que mis bebés reciban algún golpe y no podamos tener lindos Jackson en un futuro.

—¿Qué es exactamente eso de compañeros? —preguntó acomodándose en la cama. Estaba cansada, eran casi las dos y media de la mañana. Jackson hizo lo mismo en la otra mitad. 

—Mi padre solía decirme que era la sensación más adictiva que podías sentir cuando la mirabas por primera vez. ¿Puedes sentir mi aroma?

Ella giró y empezó a olfatear el cuello de Jackson. Asintió alejándose un poco. Jackson la atajó hacia él poniendo su brazo derecho debajo de su cabeza.

—Es un aroma único para mí —dijo ella suavemente—. Es increíblemente adictivo.

—Es lo mismo que pensé cuando te vi en el restaurante la primera vez. Una vez que tu pareja te acepta y la reclamas no volverá a ver a otra persona que no sea ella.

—¿Entonces mi madre es...?

No terminó la pregunta, pero Jackson entendió lo que quería decir.

—Sí. Tu madre es la pareja de Anker, imagino que ella nunca les presentó a nadie como alguna especie de novio o pareja ¿verdad?

—No lo hizo. Siempre estaba cuidando que no nos metiéramos en problemas o que algún cazador descubriera lo que somos. El abuelo no nos presentó con los clanes hasta que cumplimos doce años. Todo ese tiempo estuvo entrenándonos para que no hubiera accidentes o ataques de enojo. Eso era bastante complicado cuando nuestra mirada se tornaba de un intenso color rojo.

—Eso pasa cuando tu parte salvaje quiere mostrar su dominio y su poder. En una manada es normal, por eso tu gente aprende a respetar a su líder. Aunque imagino que siendo sólo ustedes dos, siempre mostraban su dominio para cuidar del otro. Es la ley de la vida para nuestra raza, cuidar los unos de los otros.

Nadia no respondió el sueño le había ganado. Se acurrucó cerca de Jackson buscando su calor. Él sabía que en unos días ella entraría en celo y por eso no había protestado tanto. Inconscientemente su cuerpo le pedía mantenerse lo más cerca posible de él. Acarició su espalda y dejó un casto beso en su frente. Él también tenía sueño y pretendía hacer lo mismo.

En medio de una nebulosa escuchó el ruido de una puerta abriéndose. Sus ojos se abrieron de golpe y salió de la cama sin hacer ruido para despertar a Nadia. Sin sus zapatos bajo las escaleras como un depredador para encarar a la dueña de ese olor. Ella estaba parada abajo de las escaleras mirándolo mientras mordía su labio inferior.

-Te dije qué no te quiero cerca —masculló tomándola del brazo para sacarla al patio de la casa.

Estaba tan cabreado que el calor de su cuerpo derretía los copos de nieve. Apenas había conseguido que su pareja estuviera en su casa y no pretendía arruinarlo.

—¡No puedes estar con otra mujer! ¡Tú eres mío Jack!

—Deja esa mierda. ¿Crees qué puedes venir y entrar en mi casa cuando te plazca?

Tabatha cayó al suelo chillando y reclamando cosas sin sentido.

—Tienes que sacarla de la casa donde nuestros hijos crecerán.

Jackson la miró cruzando los brazos sobre su pecho desnudo. En algún momento de sus pocas horas de sueño se había quedado sin camisa, solo traía puestos sus vaqueros porque no quería incomodar a su pareja. Ambos hermanos tenían un olor dulce porque eran puros en todos los sentidos. Sin temor a equivocarse juraría que su pareja no había visto a ningún hombre en ropa interior. 

Dejando a un lado sus perversos pensamientos de las cosas que podrían estar haciendo con su preciosa compañera. Encaró a la loca que tenía enfrente.

—Deja el drama Tabatha, yo tengo una mujer y jamás pienso dejarla. Ahorrate toda esa humillación porque nunca te prometí nada.

Tabatha siguió chillando en el suelo. Con ella tenía sus ratos calientes, pero nunca tuvo la suficiente confianza para no tener un condón a la mano. Ella le decía que se cuidaba pero tampoco era tan estúpido como para creerle. Ya había visto casos donde las mujeres de su raza se obsesionaban con lobos poderosos. Ellos eran como un imán para atraer mujer porque en su raza el más fuerte era el mas respetado y venerado. Muchas lobas se embarazaban para ser reclamadas como esposas de esos lobos, al final cuando la verdadera compañera aparecía ellas salían sobrando. Claro la mayoría de esos casos eran de lobas vanidosas y con el fuerte deseo de mandar a diestra y siniestra.

—Voy a tomar medidas drásticas —ella lo amenazó—. Puedes quedarte conmigo por las buenas o por las malas. Tú decides amor.

—Veamos que tan malas —se burló entrando a la casa y cerrando la puerta con el seguro tradicional.

—¡Mañana me conocerás? —gritó golpeando la puerta.

Jackson la ignoró y se fue a la cama para seguir durmiendo. No pensaba desaprovechar ningún momento con su pareja. Sin importar cuántas mujeres tuviese en frente sus ojos sólo le pertenecían a ella ahora. Mañana Tabatha Asthon le conocería a él.

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