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Capítulo 17

La tensión en el ambiente era como una espesa niebla cayendo en los hombros de James. Casi se atragantó con su propia saliva cuando un auto se detuvo fuera de la mansión. Era su sobrino eso lo supo por el brillo en los ojos de Nadia. Ambos siempre podían decir dónde estaba el otro cuando se le escapaban a Alaia.

Nadia salió al encuentro de su mellizo arrojándose a sus brazos en cuanto lo vio.

—¿Adivina quién llegó para llevarnos a casa? —dijo apretando más a Aiden en sus brazos.

Como si el peor de los males estuviera presente Anker olfateó el aire gruñendo.

—Él no se los va a llevar.

—¿Diculpe? —ella puso los brazos en su cintura después de liberar a Aiden de su abrazo mortal—. No tenemos nada que hacer en este lugar señor lobo. Tenemos una familia esperando en casa, y le recuerdo que usted dijo que éramos libres de decidir si queríamos quedarnos.

Oh, si señores... Esa era una pequeña copia de Alaia, salvaje y retadora. Anker sonrió aun viendo como ella lo mataba con esa bonita mirada. Lo que más le gustaba era que ella mantenía el respeto por él. Era verdad eran muy educados y habían sido criados con respeto. Excepto cuando consideraban a alguien una amenaza o un enemigo.

—Ustedes pertenecen aquí —dijo mirando detrás de ella por la puerta donde James salía seguido por Jackson—. Nadie se los va a llevar.

—Eso es nuestra elección.

—Nadia... —la reprendió Aiden parándose enfrente de ella y bloqueando su visión de Anker—. Tenemos que hablar de algo muy importante —le pasó un brazo por los hombros llevándola a dentro—. No quiero que te enojes conmigo, yo me enteré hace pocas horas. También quiero que analices todo y no tomes una decisión por la rabia o la frustración.

—Lo dices como si fuera a morderte o lastimarte.

Aiden olfateo el aire y arrugó el entrecejo.

—¿Por qué hueles al tipo ese?

—No huelo a nada.

—Claro que sí. Hueles como si hubieras estado muy cerca de él.

—Imaginaciones tuyas hermano.

—Conozco tu aroma.

—Y yo el tuyo —ella olfateó el aire alrededor de su hermano—. Hueles a viejitos y al tipo ese.

—Deja de decirle así.

—¿Dónde estabas?

Caminaron y los ojos de Aiden enfocaron al hombre caminando para detenerse detrás de su hermana.

—Supongo que tienes cosas que arreglar —Aiden susurró mientras se acercó dándole un abrazo—. Sé la verdad.

—No esperaba eso, pero tampoco voy a decir algo sin tu hermana presente.

—Vamos a la sala —dijo Anker esperando que todos se dirigieran al lugar. Antes de caminar giró para mirar a Jackson con evidente enojo. El olor dulce que su hija emanaba, estaba mezclado con el de Jackson, era evidente que él había estado muy cerca de ella—. Es una conversación privada Jackson.

Un lárgate de aquí no hubiera sido más claro.

James y Aiden se adelantaron hablando en susurros que Nadia ni siquiera notó por esperar a Jackson.

—Ya lo notaste.

Jackson sonrió antes de cruzar los brazos en su pecho, retando al lobo de ojos verdes. Ninguno de los dos iba a ceder.

—No pienso irme hasta que aclaremos la situación. Ella lo sabe y es lo único que me importa Anker.

—Y a mí no me importa quién mierda seas, esta es mi casa y por primera vez vas a respetar mis reglas.

—¿Crees qué me importa lo que tú quieras?

La pacífica platica estaba apunto de convertirse en un duelo de Alphas reclamando sus dominios por primera vez. Un padre contra la pareja elegida de su hija.

—¡Él se queda!

Nadia intervino metiéndose en medio de los hombres. Ninguno de los dos iba a hacer algo estúpido arriesgándose a que ella sufriera algún daño.

—Él se va —Anker afirmó poniendo a Nadia detrás de él—. Y tú eres menor de edad para tomar decisiones.

Jackson empujó a un lado el cuerpo de Anker para jalar a Nadia a su lado.

—¿Sabes qué? Vete a la mierda Anker, ella viene conmigo.

—¡Jackson! —el gritó de Nadia hizo a su hermano y su tío aparecer.

Anker había derribado a Jackson o mejor dicho lo había takleado y ambos estaban en el suelo golpeándose sin contemplación.

—Alejate de ellos Nadia —James ordenó con firmeza.

—¿Qué tanto daño pueden causarse un par de Alphas tan poderosos? —la tranquilidad de Aiden observando la pelea con los brazos cruzados le hizo conseguir un fuerte puñetazo de su hermana en la mejilla haciéndolo caer sobre su trasero.

—¿Eso aclara tu nivel de estupidez? El tipo llamado Anker es más viejo que Jackson por lo tanto es más fuerte.

Ella los señaló en el suelo dándose golpes con salvajismo.

—No tanto Jackson tiene más energía y Anker tiene un poquito de lo que se merece.

James casi le echa porras a Jackson, pero viendo la cara furiosa de Nadia mejor fingió tocar su cabello. Anker tenía casi dieciocho años sin su compañera y eso lo había debilitado considerablemente mientras Jackson era pura energía juvenil a pesar de sus sesenta y cinco años.

—¡Jackson ya basta! —ella gritó sin conseguir su objetivo.

—Déjalos un ratito ninguno va a matar al otro —James sonrió poniendo dos dedos en su barbilla.

—¡Te dije que mantuvieras la distancia! —Anker le dio un puñetazo en el estomago a Jackson haciéndolo jadear por la pérdida de oxígeno —No vas a poner tus asquerosas manos en ella—. Golpe —¡estúpido necio, son míos!

—¡Ella es mía anciano! No tienes derecho sobre ella.

—¡Y tú tampoco pedófilo de mierda!

—Anker diciéndole pedófilo a otro —James sacó su teléfono celular para grabar la pelea—. Esto lo tengo que documentar para burlarme después.

—¡Tío deja eso! —Aiden limpió la Sangre de su labio roto con el dorso de la mano. ¿Cómo una mujer tan pequeña podía pegar tan duro? Ah, sí... su loca hermana—. Tienes dos puntos hermanita. Pasaste de las mordidas a los puñetazos, no esperaba ese golpe y dolió como el demonio.

—Mi niña está creciendo —James le dio una palmadita a su sobrino en la espalda, sin dejar de grabar—. Puedes usar esa fuerza para darle fuerte al tipo de ojos azules que está dándole una paliza al lobo más viejo.

—Tío muévete.

—Lo siento cariño, estoy en medio de algo grande. Creeme a tu abuelo esto le va a quitar unos años de encima.

—Aiden tú quita a Jackson de encima y yo detendré al hombre.

—¿Yo por qué?

—O tú serás el siguiente que recibirá una paliza.

Ella cerró los ojos cuando un fuerte chasquido se escuchó a su espalda. Ahora Jackson estaba recibiendo fuertes golpes de Anker, quien estaba a horcajadas encima de él. Viendo la estupidez de los dos hombres a su lado ella dejó salir una parte de su lado salvaje y jaló a Anker de la cintura apartándolo de Jackson antes de volver a la normalidad. Su media transformación le estaba costando bastante energía.

—Deja de atacarlo —señaló a Anker a su lado. Estaban a un par de metros de Jackson quien tenía un aspecto monstruoso en su rostro—. Y tú —señaló a Jackson—. Tranquilízate. Te recuerdo que no has aclarado muchas dudas.

Era evidente que ninguno de los dos quería ceder, pero viendo su expresión enojada a ninguno le convenía provocarla más. Jackson todavía tenía que conseguir ser aceptado como su compañero de vida, y Anker tenía una conversación pendiente. Ambos tenía que ganar su afecto y aceptación.

La mirada de Anker se desvío justo detrás de Nadia, quien caminaba  alrededor de él. Desviando su mirada de Jackson siendo contenido por Aiden. Era un pequeño punto brillante como una estrella detrás de su hija, justo en las ramas de un árbol del frondoso bosque. Era muy grande para ser una luciérnaga y muy claramente podía distinguir la luz de la luna, siendo quien se reflejaba en la punta de una filosa flecha. Observó con detenimiento a los otro y ninguno se había percatado de ello, una suave brisa atravesó el bosque. El dulce olor a rosas y lluvia llegó a sus fosas nasales llevándolo a casi dieciocho años atrás.

Agudizó su oído que repentinamente volvió a tener una agudeza increíble. Pudo escuchar una respiración suave y tranquila, pero había algo más, algo demasiado familiar para él. La cuerda de un arco siendo rozada por una flecha. Tan rápido como lo entendió tomó a Nadia con un brazo en la cintura y el otro detrás de su cuello llevándola al suelo con él. La flecha rozó su hombro antes de ser incrustada en la pared de madera de la casa. Efectivamente la flecha era para su hija y quien la disparo no pretendía fallar. Segundos después otra vez escuchó el mismo sonido.

—¡Al suelo! —advirtió antes de que Jackson empujará a Aiden haciendo lo mismo.

Por las caras de sus hijos podría jurar que ellos ya se habían percatado del aroma de su madre. James recogió la flecha que había sido lanzada a Aiden antes de cubrirse detrás de un árbol.

—¡Pero... Qué mierda! —exclamó viendo la punta filosa del letal objeto.

—¡Es ella! —Anker terminó afirmando lo que todos menos Jackson ya sabía.

En algún momento ambos jóvenes empezaron a correr en busca de la dueña de esas flechas. Nadie podía ver la desesperación en quienes habían perdido a su madre hacia un poco más de un año.

—¡Aiden y Nadia! —Anker les gritó.

—¡Niños estúpidos! —la exclamación de James dejó en claro que las flechas eran hechas para dañar a los jóvenes.

—Estas cosas están envenenadas con una cosa que afecta a los chicos. Sólo una persona además de Dustin y yo lo sabíamos y tú podrás saber quién era.

—Alaia...

La desesperación se apodero de ambos hermanos que corrían con prisa a través del frondoso bosque. El aroma de su madre estaba ahí alejándose lentamente. Claramente ninguno comprendía la situación.

En medio de un claro una silueta era iluminada por la luz de la luna. Un traje negro de cubriendo su cuerpo y una capucha ocultando su rostro. Dos dagas, una en cada mano, un arco y una aljaba en su espalda dándole un aspecto atemorizante.

—¿Mamá? —Nadia sonrió acercándose.

—¿Estás bien, mamá?

Nadia se acercó con confianza, sin dejar de mostrar su alegría igual que su hermano.

—¿Dónde estabas?

Nadia se acercó más, sin importar la posición de defensa de su madre. Ella nunca lastimaría a ninguno de ellos, siempre decía que eran el regalo más hermoso que la vida podía darle. Antes de poder acercarse más dos ataques con las filosas dagas medialuna rozaron su garganta y vientre, de no ser por sus ágiles reflejos esos ataques hubieran sido certeros. Claro que la fuente patada que la hizo caer hacia atrás fue más rápida. El shock no le permitió moverse en el suelo. ¿En realidad era la mujer qué le dio la vida quién había intentado Arrebatársela? ¿Por qué su madre estaba atacándola?

Su hermano si reaccionó muy rápido, cuando su madre sacó un puñal dorado de un estuche en la parte trasera de su traje de cazadora. Con velocidad inhumana Aiden se lo arrebató tirándolo al suelo, antes de que pudiera clavárselo a ella.

—¿Qué estás haciendo?

Para sorpresa de ambos hermanos Aiden cayó al suelo jadeando de dolor. Alaia caminó con seguridad y recogió el puñal del suelo para acercarse peligrosamente a Aiden. Está vez fue Nadia quien la derribó al suelo usando sólo un poco de su fuerza por el miedo a hacerle daño. Aunque su madre tenía otros planes.

—Siempre le gustaron las jóvenes bonitas como tú.

—¿Qué?

¿Qué podía ser peor? Escuchar la voz de su madre después de poco más de un año o qué estuviera diciendo locuras...

—¿Quieres quitarme a mi marido?

—¿De qué estás hablando?

—¡Responde, maldita niña! ¡Lo vi peleando con el otro hombre para quedarse contigo! —el dolor en la voz de su madre le partía el corazón, sin embargo tampoco podía entender de qué estaba hablando—. ¡Él es mío!

—No entiendo nada... —decidió no preguntar nada que pudiera alterarla más. La mujer que les dio la vida parecía no reconocer a ninguno y era verdad no sabía de quién le estaba hablando.

Su madre presionó el puñal en su garganta dejándola completamente fría. Ella no la dañaría, ¿verdad?

—No importa, Anker no volverá a tocar a ninguna mujer que no sea yo —¿Qué tenía que ver ese hombre con su madre? El filo del puñal rozó su garganta como una suave pluma cortando lentamente—. Además si los mato mis milagros estarán conmigo y seguros.

Aiden intento arrastrarse y levantarse, era inútil el fuego quemaba demasiado para permitírselo. Suspiró con alivio al ver a Anker y Jackson acercándose.

—¡Déjala, Alaia! —Anker no permitió que un shock le ganará a ver a su mujer después de tantos años. La peor manera de reencontrarse, ella intentando asesinar a sus hijos—. Te vas a arrepentir si le haces daño.

Jackson tenía la mirada clavada en cada movimiento de la mujer. Buscando un segundo para alejarla de su compañera. Sin importar que fuera su madre él actuaría y no le importaba si la hería en el proceso para salvar a su compañera.

—Si no la suelta... No me importa quien sea voy a defender lo que es mío.

—No, Jackson... No puedes tocarla —la suplica de su hermosa pelinegra sólo le incitó a hacerlo.

—Ellos van a morir. Cuándo te diga, por qué, tú mismo estarás de acuerdo conmigo.

—¿Qué clase de madre asesina a sus hijos? —inquirió Anker acercándose lentamente. El estúpido de James tenía una muestra de la cura para el veneno que estaba en las armas de Alaia. Echó un rápido vistazo a Aiden, se sentía inútil viendo cómo su hijo sufría a causa de veneno. James debería estar viniendo después de sacar el antídoto de su maleta—. Ellos no son tus enemigos, son todo lo contrario.

Intentó razonar mientras seguía acercándose a su cazadora.

—¡Si ellos mueren nuestros hijos vivirán! —los ojos de Anker se abrieron con total sorpresa—. Así es. Tenemos dos preciosos bebitos esperándonos. Él los salvará si le entrego a tu amante y su hermano.

Anker derribó a su mujer antes de que ella pudiera reaccionar. La inmovilizó en el suelo poniéndose a horcajadas encima de ella, mientras mantenía sus brazos en el suelo sosteniéndolos por ambas muñecas.

—Ellos son nuestros hijos...

—¡Sueltame! Tengo que matarlos.

—¡Ellos son tus hijos, Alaia! —James se acercó a Aiden para darle algo en la boca. Un pequeño fracaso el cual su sobrino bebió sin protestar.

Después le pasó otro pequeño frasco a Jackson quien ayudaba a sostener el frío cuerpo de Nadia. Sin mucho esfuerzo la hizo vaciar el contenido e instantáneamente el fuego que quemaba sus cuerpos fue apagado.

—¡Mis niños están en un hospital esperándonos!

—¡Ellos son esos niños!

—¿T-tú... eras el hombre del que ella siempre hablaba? —Nadia tembló.

—Sí. Se suponía que íbamos a hablar cuando regresáramos de la reunión.

—Thomas tienes que ayudarme...

—Deje de ser Thomas cuando abandonamos la manada de Anker.

—¿Mamá por qué nos hiciste esto?

La mirada pedida de la cazadora, quedó fija en esas dos miradas de color verde que la miraban con dolor.

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