Capítulo 16
—Hola, amor —Anker estaba distraído viendo una pequeña caja, cuando Alaia lo sorprendió sacándole una sonrisa.
—¿Te había dicho lo hermosa que te ves?
Ella fingió pensarlo antes de negar. Anker iba a salir de viaje por una semana para reunirse con los Alphas bendecidos y ella estaría sola en esos días.
—No, pero hoy quiero tenerte toda la mañana para mí.
—¿Sabes qué te haría ver aún más hermosa? —ella negó, él la atrajó y la sentó en el escritorio de su despacho—. Que lleves a nuestro primogénito en tu vientre.
Enterró la cara en el cuello de ella haciéndola estremecer.
—Sabes qué todavía no estamos preparados para dar ese paso, ¿verdad? No cuando pasamos más como perros y gatos que como un matrimonio estable. Traer un niño en esas circunstancias es la peor decisión de una pareja, los niños no son objetos para que un matrimonio funcione, Anker. Ellos deben llegar porque son un regalo del amor que sus padres puedan sentir. ¿Cómo puedes pedirme eso cuándo hace una semana he peleado con Tania y tú le diste la razón a ella?
—Sabes qué si tenemos un hijo ustedes siempre serán lo más importante para mí, ¿verdad?
Para sorpresa del lobo ella negó con una triste expresión.
—No pienso utilizar a una criatura inocente para que mi marido saque a su amante de nuestra casa —ella hizo comillas con los dedos cuando pronunció lo último—. No soy una mujer perfecta ni la más hermosa Anker, pero sé que valgo más del valor que tú me has dado.
Ella bajo del escritorio arreglando su ropa y viendo hacia la puerta que era abierta sin permiso de ninguno. Hizo sus manos pequeños puños y se dispuso a salir antes de iniciar otra pelea con su marido. Anker cerró la mano en su muñeca negando.
—Aún no hemos terminado.
—¡Anker tengo excelentes noticias! —la perra exclamó feliz dirigiéndose sólo a Anker y dejándola de lado—. Necesito que hablemos en privado.
Ella levantó la mirada con el entrecejo fruncido, cuando los ojos verdes de Anker parpadearon a azul por una milésima de segundo. Ella lo atribuyo a la falta de sueño y al estrés. Tania entró sintiéndose la reina del lugar y simplemente se sentó.
—Te veré más tarde —Anker lo dijo como un robot sin mirarla—. Puedes ir de compras si te apetece.
—Un día de estos ya no tendrás esposa mi amor —pronunció tan bajo sólo para que él escuchara.
Salió a buscar a su primo Thomas Anker no sabía que ellos en realidad eran parientes. Tenía un pequeño problema y tenía que averiguar si era positivo o negativo.
—Tienes unos minutos.
—¿Ahora qué te hizo, Alaia?
—¿Podemos ir con Trevor? Necesito pedirle un favor y sé que puedo confiar en él.
Observando lo afectada que su prima estaba Thomas no dijo nada y tomó una chaqueta con las llaves de su auto. Todo el trayecto fue un sepulcral silencio, ninguno hizo algo o se atrevió a pronunciar una palabra.
—¿Señorita? —el doctor Trevor acomodó sus lentes como si no creyera lo que estaba viendo.
—Vengo por un pequeño favor —sonrió apenada—. El cual deseo mantener en secreto.
El médico le señaló una silla y esperó a que ella se sentará.
—Tiene mi palabra señora. Antes que un lobo soy médico y estoy obligado a mantener en secreto las consultas con mis pacientes.
—Como sabrá mi matrimonio es inestable en estos momentos.
El médico arrugó el entrecejo sin entender a dónde iba la conversación.
—No soy terapeuta para parejas —aclaró—. Me disculpo.
—No venía por eso, el punto es... —resoplo mirando sus manos entrelazadas encima del escritorio—. Creo que... Estoy embarazada...
Trevor acomodó sus gafas.
—Eso es bueno, ¿no? Es una bendición para ustedes dos siendo tan diferentes, es casi imposible una concepción. Ahora tenemos que confirmarlo.
—No en estos momentos, doctor Trevor. Anker y yo estamos en un punto donde estoy empezando a cuestionar si tome la decisión correcta al elegirlo.
—Sólo puedo decirle mi luna que de una u otra forma su hijo será una bendición si puede terminar con la gestación. Si es que está embarazada.
—¿Cómo lo hará?
—Podría hacerle una ecografía, pero considero que necesitará un poco de tiempo para procesar la noticia.
—Eso sería excelente doc —una pálida Alaia dijo parándose.
Una pequeña muestra de sangre fue todo lo que el médico necesitaba para darle la noticia del millón. Un mes de gestación fue lo que la ecografía mostró tres días después. Cuando todo se fue a la mierda pensando que iba a darle la mejor noticia del mundo a Anker. Incluso había comprado los estúpidos zapatos, para decirle con cena especial y toda esa basura. Anker le había estado engañando con Tania. Sospecharlo era una cosa verlo, con sus propios ojos era algo destructivo y doloroso. Tal vez tenía suerte por una vez en su vida, y el anillo de castidad que le había mandado a hacer a Anker le llegará y no pudiera tocar a otra mujer que no fuera ella, en su vida.
—¿Crees qué me asesine cuándo le diga lo estúpida que fui?
Thomas James tomó su mano entre las suyas. Alaia estaba aterrorizada.
—No, el no es un hombre tan cruel para lastimar a su futuro nieto.
Estaban sentados en el avión y Alaia era un mar de lágrimas. Dustin estaría furioso y decepcionado de su propia hija por dejarse engañar de esa manera para ser capaz de abandonar a su familia.
—¡¿Qué voy a hacer para criar a un bebé yo sola?! Soy un desastre y una completa estúpida para no ver las señales.
Thomas acuno su rostro entre sus manos y la hizo mirarlo a los ojos.
—Eres mi prima, sangre de mi sangre, no vas a criar a ese niño —antes de que ella pudiera decir algo aclaró—. Lo vamos a criar... Sé que apenas y puedo alimentarme a mí mismo y todo eso, pero vamos a aprender. Eres más mi hermana que una prima, ahora mantén la calma.
Eso le hizo reír aun llorando, sin poder parar.
Después fueron con otro médico...
—¡Felicidades son dos pequeños! —el corazón de Alaia se paralizó por un instante.
—¡Qué! —James exclamó sentado mientras tomaba la mano de su prima.
—Son dos pequeños corazones, ¿escuchan eso? —el doctor apretó un botón y el fuerte sonido de un corazón inundó todo el lugar. Sin embargo cuando el médico movió un aparato encima del abultado vientre de Alaia, otro sonido más lento y pareciendo ser opacado por el primero también pudo distinguirse—. Ese es el otro feto oculto por el cuerpo de su hermano, es bastante pequeño y por eso fue casi imposible detectarlo.
—¿Qué es el otro bebé? —James se atrevió a preguntar porque Alaia parecía estar en un fuerte shock emocional en ese momento.
El médico movió el aparato y sonrió antes de mirar a ambos.
—Es una niña...
Con seis meses de embarazo Alaia estaba destrozada emocionalmente por no poder compartir con Anker ese momento único y especial. Las lágrimas cubrieron sus ojos recordando los nombres que escogieron con Anker un año antes, por si en un futuro tenían hijos. Nadia Anne como la madre de Anker y Alec Aiden. Alec por el padre de anker, Aiden por su difunto abuelo y padre de Dustin. Alec era un guerrero fuerte y respetado. No pensaba quitarle el derecho de honrar la memoria de esas tres personas al elegir otro nombre para sus hijos. Así esos eran sus nombres desde ese momento.
—¡Eso es magnífico! —exclamó con alegría y lágrimas en sus ojos.
El hombre le dio una mirada de compasión que no podía traer nada bueno.
—No hay una manera sencilla de decir esto —el hombre suspiró—. Así que... Simplemente lo diré. La niña es muy pequeña y no hay garantía de que sobreviva. Su hermano es el doble de grande y él tiene más oportunidades, aunque tengo una opción para darle una oportunidad de recuperarse.
—Entonces dígalo —James exigió viendo a su prima sollozar sin control.
—No podrás caminar ni moverte en exceso por el resto del embarazo y tendrás que seguir una dieta estricta que te daré para ayudarlos a seguir ganando masa muscular.
Dustin Blackwood tenía un dilema en su cabeza mientras su única hija era atendida en el hospital del pueblo, de emergencia. Esas cosas iban a nacer y serían unas horribles aberraciones de la naturaleza. Nunca iba a comprender por qué su única hija le había fallado de una manera tan vil.
—Han nacido puedes comprobar por ti mismo viejo amigo.
Ignoró el tono alegre del médico mientras miraba el pasillo por donde su hija había desaparecido.
—¿Dónde está Alaia?
—Descansando, tu sobrino está con ella en estos momentos. Sígueme...
Más que una petición era una order. El hombre lo guió a un lugar inundado de llantos molestos y desagradables.
—Este pequeño de aquí es Aiden Alec y está pequeña guerrera es Nadia Anne. Tu hija tiene una obsesión extraña por los nombres con la letra "A" en fin son unos guerreros y muy pronto si el destino quiere los tendrás llorando en tu casa.
Con evidente desagrado levantó la mirada hacia los dos cuneros donde dos bultos muy pequeños estaban envueltos en una manta de color rosa y otra azul. Para su sorpresa no había una abominación o algo horrible. Eran dos pequeñas cositas de color rosado y piel muy arrugada. La niña tenía los rasgos de su familia, era casi calva, pero podía distinguir una pequeña matita de pelo negro. Mientras que su hermano estaba igual de calvo, pero su cabello era castaño claro. Algo en su corazón se estrujo sintiendo la culpa por desear que algo malo les sucediera y no nacieran. Cómo podía haberlos culpado si eran inocentes y ajenos a su herencia.
—Aún no sabemos si sobrevivirán, su pronóstico es delicado.
Algo en el corazón del cazador se rompió sintiendo aún más culpa por ser tan cruel con su hija. Ella había dado todo de si para que ellos estuvieran en ese lugar y momento.
—Haz todo lo que puedas para que vivan.
—Eso no está en mis manos Dustin. Pero tengo dos nombres que pueden ser de ayuda para decirte cómo salvarlos.
—Dámelos... —dijo mirando a los dos pequeños en las incubadoras.
— Velkan e Ileana Dănești.
Dustin recibió la información antes de salir.
—Lo lamento Alaia —el médico que atendió su parto la miraba con pena—. Hubo un desgarre y las probabilidades de poder volver a tener hijos es casi imposible.
—¡No me importa sino puedo tener más hijos! ¡Carajo, lo único qué quiero saber es cómo están mis niños!
Ella había despertado seis horas después de quedar inconsciente cuando su pequeña nació. Nadie le decía dónde estaban sus pequeños milagros y cómo estaban. Durante la pelea con su padre el estrés y la fuerte presión arterial le habían obligado a adelantar el parto o ninguno sobreviviría. James y su novia eran unos ángeles por cuidar de ella en cada momento de su embarazo. Su madre había mantenido a su padre a raya para no causar una pelea donde ella saldría lastimada emocionalmente.
—Tranquilízate mujer —James le ordenó—. Están bien, están en cuidados intensivos.
Ella empezó a desesperarse e intentar abandonar la habitación. James la sostuvo inmovilizada en la cama mientras el médico le aplicaba un sedante.
Quería ver a sus niños. Ella no quería tener más hijos, ya tenía dos y los amaba con toda su alma y corazón. El médico le advirtió de un posible desgarre por fuerza de los pequeños en su interior. A ella no le importaba nada más que sus hijos nacieran y crecieran siendo amados y educados con valores. Prometió nunca casarse con otro hombre y dedicarse a ellos si vivían.
Nadia salió corriendo escaleras abajo y salió afuera abriendo la puerta de golpe. La puerta del auto se abrió dejando de lado al grupo de lobos rodeándolo y luciendo su evidente desagrado por el hombre. Él abrió los brazos recibiendo el fuerte abrazo de su sobrina.
—Hola, enana.
—¡Tío! ¿Dónde estabas? Vinimos por ti y después desapareciste. El abuelo dijo que regresaste, pero sé que no lo hubieras hecho sin nosotros. Tú nunca nos abandonarías a nuestra suerte, ¿verdad?
—No, enana tenía que advertirle al viejo algo importante. ¿Dónde está tu hermano?
—Con el tipo llamado Anker.
James se rasco el cuello con nerviosismo, desvió la mirada viendo a un hombre joven saliendo de la casa. No conocía al tipo y tampoco le agradó la manera de mirar a su sobrina. Infló su pecho poniendo a Nadia detrás de él para retar al joven.
—¿Quién eres tú?
Jackson extendió su mano por cortesía antes de responder. James le dio un manotazo apartándola.
—Tío... —Nadia le llamó.
—Soy Jackson Bogdánov.
—Extraña combinación.
—Sí, un poco de sangre rusa y americana puede crear excelentes combinaciones.
James entendió la indirecta.
Era un golpe duro, vio a su sobrina con una tensa sonrisa. Anker era ruso y Alaia americana.
—Eso sólo puede suceder una vez, dos veces puedo garantizar que no lo hará.
James regresó el golpe.
—No tires promesas al vacío cazador. Ambos sabemos que eso sucederá.
—¿De qué están hablando tío?
—De nada importante enana. ¿Por qué no vas y revisas el auto? Tengo algo para ustedes.
Nadia asintió y fue a buscar lo que su tío le pidió.
—¡No me interesa quién carajo seas lobo, mantén la distancia con mi sobrina! —James mascullo entre dientes.
—Eso no sucederá, es parte de la naturaleza y en algún momento voy a reclamarla completamente.
James dio un paso más cerca y antes de poder hablar Nadia se acercó con una caja en las manos.
—¿Qué es esto?
—Encontré eso para ustedes cuando ordenaba la casa del lago.
Nadia mordió su labio interior desviando la mirada a la mansión.
—Supongo que deberías abrirlo cuando tu hermano llegue.
—Está bien, ¿Quieres pasar? Supongo que el hombre no tendrá problema si entras a su casa.
Ella le miró sosteniendo la caja entre sus manos. James guardó silencio dándole una sonrisa tensa. Había ido a la cabaña de los chicos y la encontró totalmente destruida Ethan lo había mandado a ese lugar alegando que Anker había convencido a sus sobrinos de quedarse un tiempo con él.
—Está bien —aceptó con resignación—. Tenemos que hablar cuando tu hermano regrese enana.
—¿Cuándo regresamos a casa? —Nadia entró con la caja en las manos seguida por ambos hasta la sala. Dejó la caja sentándose en el sillón y James se sentó frente a ella—. Viniste por nosotros, ¿verdad? Quiero ver a los chicos ¿Cómo están?
James ignoro a Jackson y se acercó para arrodillarse tomando las manos de su sobrina entre las suyas. Sus hijos y sus sobrinos eran más hermanos que primos, los cinco convivían mucho y habían crecido como una numerosa familia. Con ellos aprendió mucho cuando sus gemelos nacieron, él había sido algo parecido a la figura paterna que todo niño debe tener.
—Todos los extrañan. Los chicos querían colarse conmigo, pero ellos no son tan escurridizos con los escapes como ustedes dos —le toco la nariz con el dedo, gesto que siempre hacía desde que era una niña—. Tampoco son tan buenos como ustedes en otras cosas, en este momento es mejor dejarlos seguros con el clan.
Asintió sin poder ocultar la tristeza en su mirada.
—Estoy de acuerdo, todo será un caos en poco tiempo.
—Pronto los verás enana.
—Vienes por nosotros, ¿verdad?—volvió a preguntarle—. El abuelo desapareció aprovechando mandarnos a un estúpido campamento.
Era evidente que Dustin tendría problemas con su nieta por dejarlos sin decirles por qué. Los chicos odiaban sentirse traicionados por las personas en quienes confiaban.
Nadia y Aiden.
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