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Capítulo 15

—¿Estás listo? —Anker se acercó a Aiden—. Si no estás listo aún, está bien puedes acompañarme otro día.

Aiden negó mientras mantenía la mirada en las escaleras que le llevarían con su hermana. Aún no habían hablado de lo que descubrió en el hospital porque ella no estaba preparada para eso. Le contaría la verdad en la noche cuando él regresará de la reunión a la que los había invitado su padre. " padre", se sentía extraño pronunciando esa palabra ahora. Cuando eran pequeños era algo normal decir, ¿Dónde está Papi o cuándo veremos a papi? Ahora no sentía esa hermosa sensación de cuando su madre les hablaba de él.

—Estoy bien. He hecho esto muchas veces con el abuelo.

—Ella estará segura aquí —Anker dijo poniendo una mano en el hombro de Aiden dándole apoyo—. He dejado a los mejores guardias custodiando la mansión. Además esta casa tiene un campo de protección hecho por uno de los mejores brujos.

La mirada de él se encontró con los ojos idénticos a los suyos. Era impresionante que hubieran heredado los ojos de su padre, aunque Aiden también tenía el cabello de él. Era una copia más joven de Anker, en cambio su hermana era muy parecida a su madre. Ellas tenían el cabello negro y su piel era más pálida que la suya.

«¡Concéntrate Aiden!» se reprendió mentalmente por perder el hilo de sus pensamientos.

—¿Un brujo real? Nunca he visto uno. 
La curiosidad que bailaba en su ojos fue percibida por Anker.

—Después te lo puedo presentar.

Aiden asintió.

Una hora más tarde estaban entrando a una mansión muy antigua. Aiden seguía detrás de Anker y los otros tres lobos. Los cinco entraron a un pasillo que los llevaría al fondo de una habitación con dos puertas, estas fueron abiertas cuando se acercaron. Al menos quince lobos rodeaban una mesa rectangular, algunos viejos y otros no tanto. Todos parecían no muy felices de ver la insignia que su abuelo les había dado para que los clanes supieran que eran cazadores y no tuvieran problemas en sus misiones por eso.

—¿Qué es esto Anker?

Uno de los hombres se acercó peligrosamente a Aiden, Anker puso una mano en su pecho negando.

—Paul deberías regresar y sentarte —la voz de Anker fue firme.

—¡Son enemigos! No pueden ni siquiera entrar a este lugar sagrado para nosotros

—Dije siéntate y espera como los demás. Tenemos problemas serios y no pienso perder el tiempo con todo esta mierda. No hemos estado en guerra con ellos en cientos de años, así que deja las estupideces y tu odio a un lado.

De mala gana el hombre obedeció.

—Primero que todo Anker tiene un anuncio que darles —Edwin empujó a Aiden con Anker al frente de todos los lobos.

—Quiero presentar a los líderes de las manadas a Aiden —Anker puso una mano en el hombro de Aiden dándole un leve apretón en señal de apoyo—. Mi primogénito y espero que algún día el líder de todos. También tengo una hija de su misma edad.

—Tú no tienes hijos.

—Además un cazador nunca será nuestro líder.

—¡Señores, cálmense! —Cedric ordenó.

—¡Silencio! —la exclamación de Anker paralizó a todos—. Él es mi hijo.

 —Anker tiene razón. Recientemente nos enteramos de que es padre.

—Estoy informando que tengo dos hijos, y los únicos que tendré. Mi hija se ha quedado en casa por razones que he venido a aclarar como líder del consejo de nuestra raza. Ellos son mis primogénitos y también de mi esposa Alaia.

—¿Cómo sabes qué no es un juego de los cazadores para atacar cuándo estemos confiados?

Para sorpresa de los presentes Aiden rió mostrando esa característica sonrisa burlesca y carente de cualquier gracia que Anker usaba para intimidar a las personas.

—Mi abuelo no juega sucio señores, a diferencia de ustedes nosotros si hacemos nuestro trabajo. Cuidamos y encerramos a quién viole las leyes de nuestro mundo, no nos sentamos a imaginar un estúpido complot que nunca sucederá.

—¡Cómo te atreves a hablarle así a nuestro venerable consejo! Podrás engañar a Anker, pero nunca lo harás con nosotros niño.

La exclamaciones no se hicieron esperar, algunas de protestas por los cazadores y otras dándole apoyo por su osadía.

—Yo no soy un mentiroso anciano. Mi abuelo me ha criado con más valores de los que tú nunca podrás conocer. A diferencia de ustedes nosotros no imaginamos ideas estúpidas de traición hacia nuestra raza.

Anker se sentía orgulloso de él, había dejado al hombre como un loco frente a todos diciendo la verdad.

—¿Si en verdad eres hijo de uno de nosotros? Pruebalo, porque aquí nadie se fía de ese falso cuento de qué Anker tiene hijos.

—Él no tiene nada que probar —Anker dejó a Aiden detrás de él enfrentándose al consejo. Era el líder y ellos lo cuestionaban—. Soy su padre y quienes cuestionen eso estarían ofendiendo a mi mujer. Todos sabemos que si alguien hace esa acusación en voz alta le romperé el cuello y después le arrancaré la piel para usarla de alfombra.

—Vamos Alpha todos sabemos que un nacimiento de ese tipo es imposible, eres un lobo y bueno... ella era quien era...

—Ofendes a mi madre con tus estúpidas acusaciones, y eso es lo peor que puedes hacer.

Aiden no tenía armas o algo que pudiera usar como una en su poder en ese momento. Si su hermana estuviera ahí más de alguno hubiera salido volando por la ventana o atravesado la pared. Ella era la impulsiva y agresiva, él era más calmado y analista de su entorno.

Vio un viejo candelabro de plata en una mesa y lo tomó entre sus manos.

—Ves Anker, el chico no es uno de nosotros. Tu mujer te engaño con otro y ese debe ser el padre de los jóvenes.

—Vaya que son estúpidos por intentar buscar pretextos por aquello que desconocen. ¿Creen qué por qué la plata no me causa daño soy diferente a ustedes?

—No. —dijo con firmeza Anker—. Tampoco te traje para probarles nada. 
Aun así Aiden hizo una bola deforme y pesada del candelabro. Lo arrojó en dirección de los hombres frente a él, haciendo que pasara a escasos centímetros de un par de cabezas  atravesando la sólida pared. Un enorme agujero y su evidente enojo hicieron palidecer a los hombres.

—Yo le creo —un hombre se apresuró a decir seguido del resto de ellos.

—Ahora aclaremos por qué es esta importante reunión —Cedric dio un paso al frente con las manos entrelazadas en la espalda—. Jackson...

Jackson dio un paso al frente mostrando su típica cara de altanería que siempre le mostraba al consejo.

—Hace unos días un hombre atacó el campamento que hacemos cada año con el propósito de que nuestros jóvenes tengan conversaciones entre los de las manadas cercanas. En un principio atacó al hijo de Anker lo cual es un poco estúpido considerando que es bastante fuerte, después atacó a su hija, aclaro que ella es mi compañera también —Jackson contuvo la sonrisa que amenazaba con salir cuando escucho los gruñidos de Anker y Aiden, este último intento acercarse pero Anker puso una mano en su pecho negando y diciendo que después le explicaría—. El punto es que ellos son bastante poderosos y ese tipo lo era aún más. No me avergüenza decir que incluso yo caí con bastante rapidez en combate.

—¿A qué quieres llega con esto? —el más anciano de los presentes interrogó.

—Queremos decir que el hombre era más fuerte que un lobo bendecido —Anker intervino—. Es un sirviente de Caín...

Las exclamaciones inundaron todo el lugar.

Jackson aprovechó el momento para irse su trabajo en ese lugar había terminado. Tenía asuntos pendientes en otra parte y no iba a desperdiciar la oportunidad de que ella estaba sola en la casa de Anker.

Cedric lo vio salir, pero no diría nada, se limitaba a ser un observador y a intervenir cuando las cosas se calentaban.

—Ahora queremos informarles de que estamos entrando a una nueva guerra —Edwin dijo mirando a los presentes—. No importa si son cazadores, hombres lobo, vampiros o brujos. Nadie estará seguro si ese sujeto libera a Caín de su prisión. El hombre que Jackson y los jóvenes enfrentaron, NO es invencible, pero necesitaríamos por lo menos a cuatro de nosotros para detenerlo.

—¿Qué sugieres Anker? Después de todo tú eres nuestro líder.

Anker pasó una mano por su cabeza despeinando su cabello.

—Dustin le ha estado siguiendo la pista a las criaturas que atacan las manadas y aquelarres. Sin embargo eso no nos llevaría a nada porque siempre atacan sin un patrón en específico, es cómo... si estuvieran buscando algo... —puso los dedos en su mentón pensando en qué podrían querer—. Si podemos rastrear el lugar de dónde vienen tal vez encontremos al hombre y podamos detenerlo antes de que sea un problema mayor.

—¿Qué estás haciendo aquí? —ella aferro la toalla a su cuerpo cuando vio a Jackson subir a su cama. Tenía unos vaqueros negros y sus clásicas botas, una camisa blanca y una chaqueta.

—Hola dulzura —él palmeo la cama mientras  pasaba la lengua por sus labios como si estuviera saboreando algo delicioso—. Tu olor está cambiando.

Nadia olfateo el aire sin poder oler algo que no fuera la esencia de Jackson esparciendose por toda la habitación. Su olor era adictivo para ella y tenía el impulso de arrojarse sobre él y morderlo. Se mordió los labios girando para ver la ventana abierta por donde se había colado.

—No tengo idea de qué estás hablando.

—Estás ovulando, o mejor dicho pronto entrarás en celo, y yo estaré ahí para complacerte.

Abrió los ojos desmesuradamente por sus palabras. Él sonrió mientras caminaba hacia ella, se aferró con firmeza a la toalla para no dejarla caer.

—¿Disculpa? No soy un animal.

—Sientes eso —Jackson puso las manos en su cintura y la arrastró a la cama—. Pero no tenemos mucho tiempo tu hermano y... bueno Anker, llegarán pronto.

—¿Y eso a mí qué? Jackson quítate ¿Qué estás haciendo? —le dio con la  rodilla en la entrepierna cuando quiso despojarla de la toalla. Él cayó al suelo jadeando en posición fetal por el dolor—. Te lo ganaste por mano larga.

Se rió tomando la ropa que le habían traído un rato antes y se encerró en el baño para cambiarse. Una vez que terminó salió encontrándose con Jackson todavía con la cara de dolor sentado en el suelo. Cruzo los brazos sobre sus pechos retando a Jackson con la mirada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó señalandolo.

—Después no te quejes porque no tengamos hijos.

—Tú eres el único que no tendrá hijos. Ahora contesta mi pregunta.

—Vine por ti.

—No te conozco Jackson, no tienes nada que hacer aquí teniendo a la mejor de las perras como novia allá afuera.

Ella señaló la puerta sin dejar su postura retadora. Tabatha le había estado restregando en la cara de su relación de dos años con Jackson porque ambos eran pareja de vida del otro. Ella sabía que un hombre lobo solo tenía una y jamás la negaría o pensaría en engañarla. Y Jackson estaba haciendo todo lo contrario.

—Ah, te refieres a Tabatha... — él paso una mano por su cabello negro despeinandolo—. Ella no es mi novia —hizo comillas con los dedos mientras daba un par de pasos hacia ella para atraerla—. Ella no es mi compañera. ¿Has oído de los compañeros?

Ella asintió manteniendo un par de pasos de distancia de él.

—Un poco, nunca hemos convivido mucho con criaturas sobrenaturales. Así nuestro conocimiento sobre ustedes es limitado.

—Ella no es mi compañera ni mi novia o algo por el estilo, corte cualquier cosa que tuviésemos cuando mi verdadera compañera apareció. Simplemente ella se niega a aceptar eso porque ella quería más de lo que podíamos tener.

—Bien, ese punto está aclarado pero todavía no me dices qué estás haciendo aquí. El lobo dueño de esta casa dijo que no dejara entrar a nadie por qué le mostraría la manada a mi hermano, cosa que todavía no entiendo por cierto. Además hay un loco suelto por ahí y ese era el tema de conversación que todos los lobos iban a tener y eso te incluye ati —tomó aire antes de seguir hablando.

—Wow..., tranquila. Nunca había oído a nadie hablar tan rápido sin asfixiarse. Bueno la parte interesante es que mi compañera está en esta casa y esa eres tú, pero por alguna razón desconocida aún no sientes la conexión a pesar de tener mi marca.

—¿Qué quieres decir? No puedo ser tu compañera, espera... dijiste marca. ¿Cuál marca?

Ella empezó a revisar sus manos al revés y derecho buscando algo fuera de lo común. Levantó su mirada encontrándose con un Jackson riéndose por algo que ella desconocía. Le dirigió una mirada envenenada por eso.

—En serio eres muy ingenua amor. Mi marca no está en tus manos, los lobos marcamos zonas específicas para que nuestras parejas sucumban ante su deseo por nosotros. Con un pequeño beso o caricias en ese lugar y estarás suplicando para que te tome salvajemente en esa cama.

La sangre subió a sus mejillas como si alguien le hubiera arrojado pintura roja en ellas. Aun avergonzada bajo la mirada a su zona íntima imaginado la marca en ese lugar.

—No seas morbosa, mi marca no está en ese lugar aunque nada me hubiera gustado más que dejarla ahí.

Era posible lucir aún más roja por la vergüenza, no ¿verdad? Oficialmente ese era el momento más vergonzoso de su vida y de su futuro. Estaba tan distraída que no vio a Jackson apartar el cabello de su cuello, quiso retroceder un par de pasos, pero el afianzó su cintura con un brazo mateniéndola en una posición incomoda y firme pegada a su cuerpo. 

—¿Quieres saber dónde te marqué? —su voz era ronca y sensual.

—¿Q-qué estás haciendo? —tartamudeó las palabras.

—Te muestro lo qué puede hacer mi marca —respondió raspando con sus colmillos la sensible piel de su garganta.

Estaban frente a frente sintiendo la calidez del cuerpo del otro. Jackson atravesó la piel con sus filosos colmillos y en lugar de sentir dolor o incomodidad su cuerpo empezó a arder en un infierno de sensaciones desconocidas. No sentía miedo de ser lastimada, tampoco del sin fin de cosas que él podría hacerle. Al contrario, quería prolongar el hormigueo que estaba creciendo en su vientre. Sus pechos empezaron a pesar debajo de la ropa.

—Ah... tienes... Hmm.. que parar —cada palabra era ahogada por un gemido.

Un cláxon empezó a sonar, fueron tres veces exactas. Ella empujó a Jackson para correr a mirar por la ventana. Sólo había una persona en el mundo que ella conocía que le gustaba hacer eso cuando iba por ellos a la casa de su madre. Un auto negro parecido al que Aiden rentó cuando llegaron, estaba estacionado fuera de la mansión y empezaba a ser rodeado por un grupo de lobos muy enojados.

—¿Qué sucede? —Jackson tenía el entrecejo arrugado.

—Es él —ella estaba feliz y eso no pasó desapercibido por el celoso lobo—. Te veré mañana para seguir con la conversación.

Él la tomó de la cintura atrayéndola hacia él para tomar sus labios en un desafiante beso. Agradecía que ella no se resistiera. No la presionó demasiado sabiendo que ella estaba aprendiendo de él y eso lo hacía llenarse de euforia y orgullo. Ella abrió la boca con timidez dejado que sus lenguas empezarán una sensual danza por el dominio del otro. La falta de aire les hizo separarse, no sin antes dejar otro beso en sus deliciosos labio, ahora rojos y un poco hinchados. Ella tenía los ojos brillantes y respiraba entrecortadamente, eso sólo consiguió encenderlo aún más.

—¿Debería preocuparme por ese sujeto?

Ella negó.

—Es mi tío...

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