Prologo
DANTE.
Tropezar con las personas es algo que pasa normalmente, sobre todo cuando estás en una universidad y es la hora pico. Lo que no es normal es lo que acabo de hacer...
—Tenías que ser tú —suelta la chica delante de mí mirando hacia mis botas.
Debajo de ellas unas gafas están hechas mierdas en el suelo.
—Lo siento —murmuro levantando mi bota para ver como quedaron.
La chica se agacha para tomarlas, pero soy más rápido que ella y las tomo tras suspirar algo avergonzado por haberlas pisado. Tropezamos hace un momento y sus gafas cayeron al suelo, el resto ya lo saben...
—En serio es perfecto —suelta con sarcasmo negando con su cabeza— ¿Qué no ves por dónde vas? Obviamente no, te sientes dueño del suelo por donde caminas y claro no ves más allá de tu propia nariz, porque obvio eres un Wolf —continúa despotricando mientras uno de mis hermanos se acerca a nosotros.
—¿Todo en orden? —pregunta Eros mirándome con curiosidad mientras me arrebata el balón de básquet de la otra mano.
El que me aventó hace unos minutos y por el cual tropecé con la chica y jodí sus gafas.
—Estaba todo en orden hasta que ustedes aparecieron —responde la chica llamando la atención de mi hermano.
—¿Nat? —pregunta este haciendo que la chica ponga sus ojos en blanco.
Ella intenta tomar sus gafas de mis manos, pero la aparto antes que pueda hacerlo.
—¿Qué? —suelta finalmente mirándome y es justo en ese instante que me doy cuenta de dos cosas.
La primera nunca la había visto en mi vida, la segunda es una chica realmente hermosa.
—Me las devuelves o ¿no?
—Siempre tan arisca —comenta Eros riendo haciendo que esta lo fulmine con la mirada.
—Oye, lo siento, no te vi —intento una vez más, pero es inútil, porque la chica arrebata las gafas de mi mano y se gira murmurando algo sobre que somos idiotas.
—Mierda hermano, ¿tenías que tropezar con ella? —se burla nuevamente Eros y lo miro sin comprender.
—¿Qué pasa? —él vuelve a reír y niega con la cabeza.
—Nada, venga, vamos por Eryx, Mike y los demás nos esperan en las canchas.
Mi hermano me abraza por los hombros y tira de mí hacia la dirección contraria donde la chica se fue, sin poder evitarlo miro sobre mi hombro y soy capaz de ver su cabello castaño moverse de un lado al otro mientras camina.
Sonrió porque, aunque ha sido bastante grosera, debo reconocer lo obvio... es muy hermosa y ahora tengo la excusa perfecta para hablarle, porque hice mierda sus gafas y mi padre nos enseñó a que pesar de todo, si la cagamos debemos correr con la responsabilidad de nuestros actos.
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