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CAVENDISH
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Narradora Pov
"Concéntrate, Diana. Tienes que enfocarte." «Esa voz...» ¿Por qué empezaba a recordar en ese preciso momento? Una patada mandó su cuerpo hacia una de las casas de madera. El golpe y el impacto la lastimaron mucho.
—¡Todos están mirándote!
«Levántate, levántate, levántate». Su cuerpo no respondía. Su sangre empezó a brotar de su cabeza, brazo y pierna. Él era fuerte y Diana lo aseguró después de que sólo le pudiera hacer un rasguño. «Moriré...», pensó con cansancio, y con dificultad empezó a levantarse para lanzarse nuevamente.
"¡Diana!", exclamó. "¿Qué te he dicho de jugar con los papeles?" Su madre Elaine estaba preocupada de los pequeños cortes que tenía en el rostro. Con cuidado y cariño empezó a limpiar la sangre. "Ven. Te llevaré a darte un baño." Diana se había recostado en su hombro con la mirada fija en el desorden que creó.
«Cálido...» Ella recordaba la calidez que le era trasmitida por su segunda progenitora.
—Eres patética.
Otro golpe con el tobillo hizo que su cuerpo se enterrara en el suelo. Diana colocó sus dos manos a los costados e intentó nuevamente ponerse pies. «No puedo verlo...» Los movimientos de él eran demasiado rápidos para sus reflejos. «Al menos... estoy creando tiempo», se dijo en consolación.
Le dolía las costillas y los brazos. Él se había encargado de que no pudiera utilizarlos correctamente. Diana pensaba: en la posibilidad de ganarle sin pelear. Ella no estaba peleando de manera correcta y sólo intentaba evitarlo y crear el mayor tiempo posible. Sin embargo, no duraría mucho si no se defendía adecuadamente; no obstante, le costaba hacerlo.
"¿Qué deseas?" La cachorra señaló el jarrón que se encontraba en una esquina. Bernadette suspiró y la miró a ver de nuevo. "No puedes jugar con eso. Es peligroso." "Tú me cuidarás." Diana ladeó su cabeza observándola con inocencia. "¿Verdad?", preguntó infantilmente. La líder sonrió y le acarició la cabeza. "Sí. Yo te protegeré."
De su boca expulsó una gran cantidad de sangre que espantó a los espectadores. «¿Qué estás haciendo?», pensó Daria. «Pelea».
—No se está defiendo bien —murmuró asustada Akko.
Amanda: No podemos interferir.
Mary: Si lo hacemos muchos morirán —recordó y acotó.
Las defensas Kagari admiraban también con terror como el líder atacaba sin piedad a la Cavendish. Ellos sabían que, si estuvieran en el lugar de esa persona, estarían muertos enseguida. La resistencia de Diana les parecía increíble a simple vista.
—Tu madre debe encontrarse muy arrepentida de haberte rescatado.
A Diana le costaba respirar; su nariz le estaba sangrando. Alrededor de ella sólo había una casa de madera estable; las otras les había creado un agujero con su cuerpo. «No sabe lo que dice». Sus palabras le creaban molestia, pero intentaba no dejarse llevar por sus emociones. No quería descontrolarse y acabar muerta antes de lo planeado.
"¿Quieres jugar?", le preguntó Elaine con una mirada llena de cariño. Diana giró a verla con una expresión insegura. "Tu madre está entrenando." Bernadette se encontraba realizando varios movimientos que le ayudaban a esquivar con facilidad y serenidad los ataques de uno de las mejores defensas Cavendish. Diana volteó a verla maravillándose de la movilidad.
Dentro de su cabeza un destello claro apareció. «Eso es...» Ella había entrenado anteriormente el modo de lucha de los Kagari y se había olvidado por completo de las cosas que le enseñó su madre antes de fallecer. Akko no la había visto pelear nunca y esto debido a que no deseaba espantarla con su fuerza.
El enemigo la agarró por la parte de atrás del cuello de la camisa y la levantó con facilidad. Diana mantuvo la cabeza baja y sus ojos cerrados para concentrar mejor en su mente aquel recuerdo. «Rápido y calmado...»
—¡Esto sucede cuando intentan salvar sus vidas! —gritó, sonrió ampliamente y levantó su brazo derecho dispuesto a acabar.
"Enfócate." «Ahora». Diana reaccionó tomando su muñeca y, rápidamente con una fuerza bruta traspasó su mano libre en el centro del pecho del enemigo. El estruendo fue tan fuerte que la mayoría se sobresaltó. La sangre de él empezó a gotear y derramarse. El demonio quedó inmóvil y Diana aprovechó para sacar su mano de un tirón y correr hacia la maleta que tenían las medicinas.
Velozmente combinó la sangre que goteaba en su mano y agitó la bolsa pequeña hecha de cuero, para después agarrar aire y empezar a correr alrededor de las personas que se encontraban a los costados y frente del hogar de los Kagari. La sangre y las plantas medicinales combinadas, hicieron una línea protectora. Los enemigos que observaban a su líder sacudieron su cabeza en disgusto al aroma.
Cuando Diana terminó fue atrapada de frente por él nuevamente chocando su cuerpo de nuevo en la tierra.
—¡¿Cómo te atreves?!
La Cavendish frunció el ceño conteniendo el dolor que le causaba la mano en su cuello y la pierna del demonio en el abdomen.
—¡Ah! —gritó al sentir uno de los huesos de su costilla tronar.
—¡¿Tratas de salvarlos?!
Él la levantó por el cuello e imitó el daño que le causó, sin embargo, sólo le enterró sus garras y sacó de inmediato con motivos que se desangrara. Seguidamente envió el cuerpo contra otra casa. Las personas se espantaron y retrocedieron ligeramente.
El demonio bufó y observó el agujero en su pecho. Gruñó y luego miró lo que estaba en el suelo. Él se extrañó, pero no le dio importancia e intento cruzarlo con intenciones de agarrar a una de las presas que lo miraban, no obstante, el olor le era insoportable y sacudió su cabeza un par de veces intentando quitarse la molestia.
—Funciona... —dijo Akko.
Carmen se posicionó a su lado y colocó una de sus manos en el hombro, captando su atención. Ella había contemplado el resultado de lo hecho por la Cavendish.
Carmen: Es nuestro turno.
Daria: Está muerta —dijo captando las miradas de todas.
Akko se sobresaltó con esas palabras. Diana no podía estar muerta, ¿cierto? La castaña esperaba que se recuperara y atacara nuevamente, pero al pasar los minutos sin haber un rastro de ella, su corazón palpitó con más prisa y sus ojos se empezaron a humedecerse. «No puedes estar muerta», pensó con miedo.
—¡Arriba, Cavendish! —gritó con confusión esperando verla otra vez de pies a pesar de sus heridas, sin embargo, no hubo respuesta.
Dentro de un hogar de madera bajo algunos escombros se encontraba el cuerpo de la mencionada inconsciente.
"¿Qué te parece? ¿Qué te parece?", le preguntó una niña con emoción a la hija de la líder. "Me gusta." "¡Lo he hecho yo misma!", exclamó la Angels. "Cuando sea grande... quiero unirme al equipo de construcción." Ella le sonrió. "Estarás a mi lado, ¿cierto?" La cachorra asintió en respuesta.
—¡Levántate!
Amanda: Akko —llamó con sutileza y preocupación atrayéndola hacia su cuerpo.
«No, no, no, no, no, no, no...» Ella había dicho que no dejaría morir a nadie. «¿Por qué tú? ¿Por qué volviste? Dijiste que no podías morir. Dijiste que debías cuidar a los nuevos Cavendish... A nuestros hijos». Akko bajó la cabeza y unas pocas lágrimas de rabia cayeron al suelo de madera. Su mandíbula se aprisionó con fuerza y sus puños se cerraron.
Daria la veía con leve extrañes e igual Carmen y las otras hembras. ¿Por qué se estaba lamentando tanto por una Cavendish que recién acababa de parecer? Carmen quería pensar porque la había visto como su única salvación, pero estaba equivocaba y no lo notaba.
"¿Qué te impulsa cada día?" "¿Impulsar?" "Sí, Diana. Tienes nueve años y pronto cumplirás los diez. Algo debe motivarte a seguir." La cachorra lo pensó unos minutos y luego respondió. "Quiero... aprender. Quiero conocer. Saber que hay más lugares que no he visto, me emociona." Bernadette sonrió. "Los conocerás pronto. Estoy segura de eso."
"La vida se gana. No se regala", dijo la persona que se encontraba frente a sus ojos. Diana la miró sorprendida y dejó que el dedo pulgar de la señora mojado en sangre, se deslizara por su frente hasta el puente de su nariz. Era una marca. Una marca especial que entregaba buena suerte y fuerza. "Yo no nací siendo líder. Me gané el puesto con mi valor, pasión y fortalezas."
"Ella lo dijo... Ella me lo dijo..." lloriqueaba la pequeña. "Mi espíritu te cuidará." Diana recordó y recordó en el mal estado que se encontraba su cuerpo. Su mente estaba trabajando de manera inconsciente llevándola a esos recuerdos pasados. «Los Angels meditaban para ver lo que los demás no podían en pocos días... Ahora tiene sentido...» Ella tenía el don. «Esos sueños...» Su madre la había escuchado aquellas noches.
«Ahora... tiene sentido», repitió.
—Esto no servirá de nada... —murmuró con molestia observando la línea que había hecho con anterioridad la Cavendish. Él levantó la cabeza y observó el cielo oscurecerse—. Una vez que llueva... todos morirán.
Estaba seguro que pasaría y no demoraría mucho. Lentamente volteó a ver a donde había lanzado el cuerpo de Diana y empezó a acercarse con las intenciones de mostrarles a todos la nula posibilidad que tenían contra ellos. La última de la Cavendish había muerto; una de las razas más poderosas.
Fiora: Es momento de que ataquemos. Sabemos cuál es el líder y está debilitado.
Daria giró a verla con impresión y luego a Carmen.
Daria: ¿Qué piensan hacer?
Carmen: Lo que no querías cuando tu hija te habló de un símbolo.
La líder de los Kagari la tomó sutilmente por el brazo.
Daria: No puedes lanzarte contra ellos. Es peligroso.
Carmen: El símbolo funciona. La Cavendish.... Diana —corrigió—, ha hecho una medicina que combinó con la sangre del líder. Nos protegió y nos dio tiempo para prepararnos. Es nuestro momento de ponerles un final. —Ella volteó a ver a Akko—. Ahora puedo entender... —La castaña la miró de reojo—. Lo que hacías cuando desaparecías en esos días. —Carmen le sonrió con cariño—. La conoces.
Daria miró a Akko con sorpresa en busca de una explicación a las palabras de su hembra, sin embargo, la castaña no tenía ánimos de hablar y menos de ese tema.
Daria: Los otros lideres no tardaran en llegar.
Lillian: Cuando lo hagan estaremos muertos.
Deidra: Tienen razón, Daria. Es mejor actuar ahora o... morir en el intento.
Akko volvió a estar consciente ante lo escuchado y miró a las hembras con asombroso. Daria gruñó y observó al líder de los enemigos.
Daria: Ustedes encargarse de hacer el símbolo. —Ella se preparó—. Conseguiré toda la sangre...
Sus palabras fueron interrumpidas por un sonido de huesos quebrantándose. El corazón de Daria se aceleró y el de Akko dolió con enojo y tristeza. ¿El líder... se estaba comiendo a Cavendish? Era posible que se la estuviera devorando a escondidas de las vistas de los demás.
Sin embargo, lo que no sabían era que el crujido provocado fue porque, Diana, sostenía el cráneo de él con fuerza hasta llegar a romperlos despaciosamente. Si la había mordido y lastimado en el hombro, pero en el momento que el demonio intentó arrancarle la carne reaccionó deteniéndolo.
Una patada con fuerza hizo que el cuerpo de su contrincante saliera del hogar y diera vueltas en el suelo. Todos se confundieron al verlo.
Fiora: Es imposible...
Deidra: ¿Aún sigue con vida?
Daria rio ligeramente, y Akko exhaló aliviada.
Daria: Los Cavendish... sí que son egoísta.
Diana salió de la casa de madera con su espalda curvada y brazos sueltos a los costados. Su consciencia se había ido y un nuevo motivo la impulsaba a continuar de pies. Ella había pensado y recordado... antes de llegar a ese estado.
Lentamente y con dificultad encorvó su espalda, para mirar, con el único ojo abierto, a su rival. Él se puso de pies y sacudió su cabeza. Estaba desconcertado por lo ocurrido; él estaba seguro que la había dejado sin la posibilidad de moverse.
—Ahora lo veo... —murmuró con molestia. «Ahora puedo verlo». Diana rio no importándole que le dolería al hacerlo. Algunas de sus costillas estaban rotas; sus labios, nariz y cabeza sangraban; y poseía más golpes en otras partes de su cuerpo.
Él se acomodó la mandíbula y la miró con neutralidad.
—Las cosas han agarrado sentido. No eres la última Cavendish. Tienes a dos más de tu raza escondidos en un sitio.
«¿Cómo lo sabe?», se preguntó con sorpresa, pero la respuesta se contestó en su cabeza casi al instante. «Mi sangre...» Él la había mordido y probado su sangre.
—Los mataré —dijo sin titubear.
Diana se fue acercando ignorando sus palabras. Su enemigo se confundió, pero no lo pensó mucho y se lanzó contra ella. «Puedo verlo...» Ella sonrió. Con facilidad lo esquivó y contraatacó con un fuerte golpe en el abdomen. Los pies del demonio se deslizaron hacia atrás ante el impacto a la vez que se posicionó una mano en el área afectada.
Cavendish se preparó y abrió su parpado izquierdo. Su ojo había cambiado a un color amarillo intenso impresionando a los presentes. «Te mataré», pensó con una ira naciente en su pecho.
—Te mataré... —dijo él volviendo a aproximarse—. Te mataré...
De nuevo atacó y fue golpeado con fuerza. Seguidamente, Diana, levantó su cuerpo enterrando sus garras y lo alzó a una altura poco alta, para luego impactarlo en la tierra con ayuda de su pierna derecha. La apariencia del enemigo cambió a un lobo negro con un cráneo de hueso y ojos rojos. La luna seguía de un color rojizo creando un ambiente no muy gustoso.
La rapidez de él aumento y a Diana le estaba constando un poco ver sus movimientos. En un ataque agarró su hocico e hizo presión con sus piernas para no retroceder. Sus manos se hirieron y sangraron más por los afilados dientes de su contrincante. Lo soltó enviándolo hacia un lado, para después optar por su forma animal y luchar igualados.
Los movimientos eran rápidos y los ataques contundentes. Diana recibía más heridas de las que tenía y él cada vez más se sentía cansado, sin embargo, pensaba que la resistencia de la Cavendish acabaría pronto, puesto que, había descubierto que se estaba dejando llevar por sus emociones de venganza. El demonio sabía que ella no era la loba contra la que peleo al principio.
Nuevamente los dos regresaron a su apariencia anterior y comenzaron a atacarse.
—¡Morirás! ¡Todos morirán! —exclamó con furia.
Diana no respondió y de un movimiento rápido... todo lo que comenzó, acabó. Sus garras derechas cortaron profundamente de abajo hacia arriba el abdomen hasta el pecho de su enemigo. La sangre le salpicó el rostro y el cuerpo de él cayó de espaldas. No obstante, no estaba muerto del todo; su cuerpo lentamente empezó a recomponerse.
Su respiración era agitada y su físico temblaba. Estaba cansada y adolorida. Y, cuando observó a su contrincante inmóvil, soltó un último respiro y se desmayó. La satisfacción que llegó a sentir en ese momento fue enorme.
Fiora: ¡Ahora!
Las hembras y la líder se lanzaron a la acción. Akko respondió igual acercándose al cuerpo de Diana. Con esfuerzo la apartó y dejó detrás de la línea. Sus amigas y las defensas se movieron igual protegiendo principalmente a las hembras por una orden exclamada por la líder.
Carmen empezó a dibujar el circulo con ayuda de Lillian mientras los otros luchaban con sus enemigos restantes. Fiora continuó haciendo una punta y luego la otra, pero estaba tardando mucho y el líder no demoraría en recobrar la consciencia de nuevo. Amanda, Mary, Lotte, Barbara y Hannah colaboraban en contener a las bestias.
Akko observó la tardanza que estaban tomando y con rapidez se manchó sus manos de la sangre del líder y comenzó a dibujar en el suelo de tierra. Fiora la observó haciendo contacto con los ojos rubíes de la castaña. Las dos asintieron y fueron a por más sangre.
Daria protegió a Carmen y Lillian recibiendo una herida poco profunda en su brazo. La hembra giró a verla con sorpresa y antes que se acercara, la líder, la detuvo.
—¡Continua!
La hembra asintió y siguió dibujando el enorme circulo. Algunas de las personas que se encontraban protegidas gracias a la línea, empezaron a cambiar sus apariencias y lanzarse a luchar contra los enemigos que aparecían. Todos... comenzaron a dejar sus miedos a un lado para ser de utilidad.
Una vez que el símbolo fue dibujado por completo, seguía llevar el cuerpo del líder y ponerlo en el centro con los demás cuerpos rehabilitándose. Carmen le avisó a Daria en una exclamación y ella respondió dirigiéndose a donde se encontraba el demonio primordial.
Levantó el cuerpo y observó de reojo al de Cavendish. Ella suspiró y volvió con su hembra, sin embargo, aún faltaban muchos enemigos más que encerrar. Akko lo notó y corrió hacia donde se encontraba la maleta de Diana. Seguidamente tomó las medicinas y la combinó con la sangre del líder de los enemigos.
—¡Mamá! —llamó y Carmen giró a verla.
La medicina dio resultado cuando empezaron a utilizarla. Todos los enemigos retrocedían sacudiendo su cabeza con molestia por el aroma insoportable. Demoraron unos treinta minutos en reunirlos por completo con la ayuda de las demás personas. El líder se recuperó y empezó a despertar.
Daria lo miraba con molestia, lista para atacarlo de ser necesario. Él la miró y se aproximó con prisa, pero justo en el momento de lanzarse el aroma de la medicina lo detuvo y el símbolo actuó.
—¡Retrocedan! —exclamó Daria.
El símbolo empezó a absorber con fuerza a los que se encontraban dentro y lo que salían nuevos. Daria sostuvo a Carmen y a Lillian que se hallaban cerca. Amanda, Mary, Lotte, Barbara y Hannah se sujetaron. Akko hacia la mismo, pero cuando miró como el cuerpo de Diana estaba siendo atraído, no dudo en tomarla por las caderas y hacer presión con sus piernas.
Al acabar, los enemigos desaparecieron y el cuerpo inconsciente de la Cavendish quedó encima de la castaña, sin embargo, en el intento de levantarse y mover a Diana con cuidado. El símbolo estalló, enviándolas a las dos al hogar de los Kagari.
Akko la protegió del impacto y de la caída costándole también, la consciencia.
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Fin del Cap. 15 (Cavendish)
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