Capítulo 12
Cinco días después de que Thor se hubiera ido, él y los cazadores todavía no mostraban ninguna señal de regresar. Me estaba poniendo inquieto, revisaba el horizonte tan a menudo como podía. El resto de la tribu no parecían tan ansiosos, debía ser que las largas cacerías eran normales. Yo esperaba que no. Pensé que, cuanto más tiempo Thor se mantuviera lejos, peor serían mis posibilidades con el resto de la tribu. En la parte más profunda de mi corazón sabía que lo extrañaba. Su persistente brusquedad había abierto camino en mis sentimientos. En mi corazón.
Me entristecí al darme cuenta de esto, porque haría que marcharme fuera mucho más difícil. Pero tenía que irme cuando llegara el verano. Tenía que encontrar a mi tribu y tenía que dejar la suya. No podía vivir mi vida con miedo, o como un débil, yo era tan fuerte cazador como cualquiera de ellos.
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Era temprano y recogíamos leña en el bosque. Ullr apareció ante mí, lo saludé con una sonrisa. Desde que le había salvado la vida y desde que anunciaron su embarazo, Sif había sido más indulgente a mis conversaciones con su hijo. Ullr había aprovechado esto y se mantenía a mi alrededor cuando recolectábamos. Incluso se había aparecido junto a mí cuando atrapaba peces un par de veces. Su pequeña lanza no podía matar, pero estaba decidido a intentarlo. En otro año más o quizá menos, Thor le enseñaría adecuadamente. Si él fuera mi hijo yo le estaría enseñando desde ahora, estaba claramente listo, pero en la tribu de Thor los niños se quedaban con sus madres por más tiempo que en la mía.
Ullr estaba de buen humor. Seguía tratando de enseñarme palabras. 'Árbol, trorres' 'flor, petrad' 'hoja, spinat' y otras.
Él me sonrió. "Da hwew bu ta teor ghen." dijo.
Fruncí el ceño. Vio mi mirada y suspiró con cansancio exagerado, es un niño descarado.
"Da," dijo de manera exagerada, señalando a sí mismo. "Hwew." Se detuvo. No podía pensar en una manera de explicarlo. Me reí de él y él se desconcentró. Bueno, no lo hubiera hecho si hubiera podido evitar reír conmigo.
"¿Teor?" pregunté. Era la única palabra que no entendí.
Ullr asintió con la cabeza. "Theor... hmm..."
Se arrodilló en el suelo y arañó la tierra.
"Madra," dijo, dibujando a una persona. "Dadra" dibujó otra. Luego agregó la virilidad de "dadra" y señaló a la mujer, antes de dibujar a una persona más pequeña en la tierra. "Kindri." Entonces dibujó a una segunda persona pequeña. "Theor." Y señaló entre ellos.
"¡Hermano!" exclamé. "Serás hermano de nuevo."
Me miró sin comprender, esperando que dijera algo que él entendiera.
"¿Ghen?" Pregunté.
Ullr asintió tristemente. "Magni. Magni ded." Dijo.
Thor y Sif habían tenido otro hijo antes o después de Ullr, y lo habían perdido. Tragué con dificultad. Es algo triste, pero no inesperado. La vida es arrebatada de las personas demasiado a menudo en este mundo peligroso. A veces los dioses deben hacer sus propios sacrificios.
Trabajamos juntos para recoger los palos de madera. Ullr tenía manos rápidas y las levantaba con facilidad. Dejó su colección en mis brazos para que la llevara. Tenía casi una carga completa cuando llegó a nosotros un grito lejano. Los ojos de Ullr se ensancharon ante el sonido.
"¡Enanos!" gritó alarmado.
Comenzó a correr de regreso a la cueva, haciendo gestos frenéticos hacia mí. Empecé a correr, reacio a liberar mi carga. Ullr me gritó y vi el miedo en sus ojos. Dejé caer todo y corrí tras él.
Recogíamos madera de los árboles al mismo tiempo que el resto de la tribu, todos corrían tan rápido como podían. Los cazadores que se quedaron les estaban gritando para que fueran más rápido. Me uní a ellos y me arrastré sobre la arena.
Ullr se había detenido y miraba detrás de mí con alarma. Me volví y vi a los enanos por primera vez.
Eran otra tribu, bajitos y anchos, con grueso cabello rojo y grandes hachas de piedra. Estaban avanzando con deseo de batalla en sus ojos.
Pude ver a Frigga y al Azotador tratar de escapar. El Azotador estaba cojeando, pero él era lo suficientemente rápido como para escapar de un oso, lo había visto por mí mismo. Frigga, sin embargo, estaba luchando, ella no era capaz de moverse rápido, y ya estaba rezagada. Él no la dejaría. Su brazo estaba envuelto alrededor de su cintura y la ayudaba lo mejor que podía.
Ellos iban a morir. Los cazadores ya los habían pasado y estaban tomando una postura defensiva más arriba en la arena. Los enanos se acercaban rápidamente detrás de ellos.
Me volví hacia atrás. Sí, era tonto y estúpido. Regresé.
Los alcancé justo al mismo tiempo que el primer enano. El Azotador se balanceó y cortó el cuello del hombre con la punta de su poderosa lanza. Me agaché, cargué a Frigga por encima de mi hombro y corrí hacia los cazadores. El Azotador se mantuvo a mi lado mientras subíamos la pendiente y atravesábamos la pared protectora que eran los cazadores.
Puse a Frigga en el suelo. El Azotador se arrodilló y la tomó en sus brazos mientras luchaba para recuperar el aliento.
La tribu no iba a entrar a la cueva. Con los Enanos tan cerca no querían revelar la entrada. En cambio, se empujaron hacia el sendero acantilado. Era inútil, el océano era alto y el camino no conducía a ninguna parte. Si no podíamos pelear contra los enanos, entonces todos seríamos sacrificados.
Esto debe ser lo que mi tribu sintió cuando la gente de Thor fue tras ellos.
Era demasiado tarde para pensar en esas cosas. La tribu de Thor necesitaba sobrevivir, por ello mataron a la mía. Los enanos necesitaban sobrevivir, así que estaban atacando a la tribu de Thor. Así es como son las cosas.
Escudriñé el suelo y encontré una piedra. Sólo una, pero la arena en la que estábamos tenía pocas cosas que pudieran convertirse en un arma rápida.
Cuando los enanos llegaron a la línea de los cazadores, tiré mi brazo hacia atrás y lancé.
Mi piedra golpeó a un enano en la cabeza, aturdiéndolo el tiempo suficiente para que Hogun le cortara el vientre con la punta de su lanza.
Busqué de nuevo el suelo mientras los cazadores comenzaban a pelear. Había muchos más enanos que cazadores. Yo necesitaba un arma.
Algo suave y duro fue puesto en mi mano. El Azotador me entregó su lanza, la lanza que había matado a mi padre.
Lo miré sorprendido mientras él me miraba desafiante. En su ojo pude ver muchas cosas. Confianza en que yo no los traicionaría. Confianza en que yo sabría cómo usarlo. Y una promesa, que más valía que se la regresara cuando todo terminara.
Era una mirada bastante complicada.
Me volví y corrí a pelear contra los enanos.
Uno de ellos había pasado a través de los cazadores, me encontré con él a apenas quince pies de la tribu. Él era grande y fuerte y manejaba una lanza propia, pero yo sabía mejor que la mayoría que una lanza tenía que ser manejada apropiadamente o no era más que un palo afilado. Tenía la fuerza, pero yo tenía la habilidad.
Le di un puñetazo en el brazo mientras él lo levantaba, arruinando su equilibrio. Lo seguí, asestando un golpe en su pecho antes de darle una patada sobre la espalda. Cuando se levantó, puse la lanza en el suelo y giré, usándola como eje, atrapándolo con mis pies y volviéndolo a golpear con fuerza. Saqué la lanza del suelo y la enterré en su pecho. Se estremeció y cayó quieto.
Saqué la lanza y corrí a la línea, girando alrededor de otro enano y golpeando sus dientes con mi lanza.
Hubo un grito que atrajo mi atención. Los enanos habían dividido a los cazadores con su ataque, y ahora había tres de ellos corriendo hacia la tribu.
Corrí tras ellos y apuñalé el primero por la espalda. El segundo se volvió hacia mí y peleamos, hacha contra lanza hasta que abrí su vientre y lo apuñalé en el corazón.
Levanté la vista cuando el último de ellos llegaba a la tribu. Los niños gritaban de miedo. El Azotador intentaba proteger a Frigga.
Entre él y su objetivo, estaba Sif.
Ella había tomado la lanza de un enano caído y la sostenía con calma en sus manos, con sus pies firmes en la tierra. No había ningún miedo en sus ojos, y mientras el viento movía su cabello salvaje, vi a la diosa dentro de ella. Gaia llegó. Ella ayudaba a las madres, de forma que incluso la persona más dócil se convertía en un gran oponente, llenando de terror el viento. Ella estaba aquí. Sif había llamado a Gaia. En ese momento supe por qué Thor se había sentido atraído hacia ella.
Era magnífica.
El enano no veía lo que yo, si lo hubiera hecho se habría dado la vuelta y corrido. En vez de eso, se inclinó, con la clara intención de derribarla con un golpe en la cabeza.
Ella lo bloqueó con la cabeza de su lanza y lo hizo a un lado. Siguió adelante, moviendo su lanza hacia arriba y aplastándola contra su mandíbula, rompiendo el hueso. Dejó escapar un chillido de dolor mientras ella golpeaba con fuerza, rompiendo la lanza directamente sobre su barbilla rota. Él se derrumbó delante de ella y ella dio un paso adelante, balanceando la lanza hasta que la punta le señaló la garganta. Una puñalada rápida y él estaba muerto. Sólo le tomó unos minutos.
Volví a la batalla. Hogun había logrado escabullirse detrás de los enanos mientras luchaban y trataba de matarlos por detrás. Le ayudé haciendo un fuerte alboroto delante de ellos, para evitar que notaran sus movimientos.
Para cuando se dieron cuenta de que debían retirarse, estábamos frente a ellos en orden. Los cazadores encontraron una oleada de fuerza y empujaron contra ellos, liberando el pánico, y ellos se pusieron a correr por sus vidas.
Los seguimos a través del bosque y los matamos. Hasta el último. Se habían acercado demasiado a nuestra cueva y no podíamos permitirnos que compartieran esa información con el resto de su tribu. Se enfrentarían a un duro invierno con la mayoría de sus cazadores desaparecidos.
En un instante, mis pensamientos divagaron hacia mis parientes, y si sobrevivirían. Empujé los pensamientos lejos. No podía permitírmelos hasta el verano.
Estaba oscureciendo cuando el último cazador regresó y Hogun declaró que era seguro volver a la cueva. Le devolví la lanza al Azotador. Ante la tribu, me arrodillé y la sostuve delante de mí para devolvérsela.
"Gracias." le dije. "Dunka yu."
Yo era el único que parecía preocupado por los cuerpos. Agarré uno de ellos por sus pies y empecé a arrastrarlo hasta el borde del acantilado. El océano podía quedárselo. Podía tenerlos a todos. Tal vez de esa manera no vendría por mí, como yo temía, tal vez no vendría por Ullr o por el nuevo hijo de Thor.
Los dioses necesitan sacrificios después de todo.
Para mi sorpresa, los cazadores vinieron y me ayudaron. Muchos se quejaban, pero Hogun los puso en su lugar con una mirada. Juntos los despojamos de las cosas de valor y balanceamos lo que quedaba de ellos sobre el borde al océano. Oré por un buen por venir mientras lo hacía.
El océano me escuchó. Al día siguiente, cuando el sol alcanzó su punto más alto, Thor y el resto de los cazadores volvieron a casa.
*
n/t: ¿Será que surgirán las SifLovers después de este capitulo?
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