Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4:

VICENZO:

Observo a Arlette dormida en el sofá de la oficina de mi padre por lo que parecen horas. He pasado los últimos dos días y noches buscándola a ella y a Flavio por todo Chicago cuando ni siquiera tuve que haber tenido que moverme. La respuesta de en dónde se encontraban vino al restaurante. Primero, Luciano convocó una reunión de emergencia con los miembros de La Organización que estuvieran en la ciudad, quiénes no le negarán nada de lo que pida, puesto que está haciéndose, en su mayoría, cargo de los negocios de Carlo, para informar que él se encargaría de Flavio, a quién secuestró el día que su padre murió, evento en el que Arlette terminó apareciendo y siendo traicionada por su guardaespaldas. En resumen, Luciano los tiene a todos agarrados por las bolas y no es en lo absoluto sutil al respecto. Incluyendo a Marcelo, quién luce como si estuviera empezando a arrepentirse de su decisión de colocarlo ahí. No solo se trata de intereses ecónomos, sino del montón de personas y sus destinos que ahora tiene en sus manos. El único mínimamente conforme es mi padre, quién se ha convertido en su aliado porque no tiene de otra. Aunque entiendo su decisión, Constantino perdió mi respeto hace tiempo.

Solo sé que si veo a Luciano cerca de Penélope, lo mataré.

Eres todo un desastre ─murmuro mientras me extiendo para colocar un mechón de su cabello castaño, casi rubio, tras su pequeña oreja.

Ni siquiera sé cómo sentirme con respecto a su aparición. Llegó viéndose hermosa, como un ángel caído que ascendió del infierno para vengar a su padre, pero los hombres al otro lado de la puerta consiguieron derrumbarla. Por más que quiera, no hay mucho que pueda hacer por ella después de que aceptara públicamente que asesinó a su padre, a su madrastra, a su hermanita recién nacida y a unos veinte hombres más.

Niego, una sonrisa tirando de mis labios. Es casi un chiste, pero no porque no crea que Arlette no pueda hacer algo así, sino porque sé que no fue ella. Loca o no, amaba a su padre más que a nada. Ama a sus hermanos. A su familia. Lo que ser un Cavalli significa. Es la persona menos culpable, pero la única que no tiene cómo defenderse. También está el asunto de que ha dejado sus pastillas, lo que no sé qué mierda significa, y de que no la han matado aún. ¿La exculparán de sus crímenes por su enfermedad? Tengo la sospecha de que, al igual que a Flavio, la necesitan viva para algo. Probablemente también al bebé, la cual se encuentra muerta en el fondo del mar según Arlette.

Esta vez no puedo evitar reír.

Aunque ellos la hicieron polvo, ella, una chica de dieciocho, consiguió la manera de hacer quedar a todos esos hombres de poder como estúpidos. Vi en sus ojos cómo genuinamente le creían. Acepto que yo también lo habría hecho de no conocerla tan bien como lo hago, Arlette es la reina de la manipulación, pero me resulta malditamente ridículo. No sabía si se trataba de su verdadera personalidad hablando o de un episodio de locura, por otro lado, así que la sedé antes de que pudiera enterrarse más profundo o alguno de esos imbéciles tomara mi lugar. Debido a que su sangre está acostumbrada a dosis más fuertes, estoy atento a que en cualquier momento se despierte. Para ello he tomado la prevención de atar sus manos tras su espalda y sus tobillos juntos. No quiero que se levante y salga y también admita haber causado la primera y la segunda guerra mundial. Si lo hacen, probablemente le creerán.

Ya que no tiene nada que ver con su familia, yo también.

─¿Vicenzo? ─murmura tras media hora de espera en la que papá entra un par de veces para ver si Arlette ya ha despertado, luchando contra sus ataduras a penas se incorpora y se da cuenta de que está inmovilizada.

Creo que los papeles se han invertido ─digo mientras me reclino hacia atrás en mi silla─. Ahora todos piensan que eres el jodido anticristo, menos yo. ─Le sonrío─. En este contexto, claro.

Aún con sus ataduras, Arlette consigue ponerse de pie y acercarse a mí dando pequeños saltos que hacen rebotar sus tetas. No se queja sobre su encierro en lo absoluto. Ambos sabemos que podría estar peor si no fuera yo quién estuviese custodiándola. Posiblemente estuviese siendo violada y pasada entre los hombres de Luciano mientras deciden qué hacer con ella. En este momento soy su salvador, pero no me regodeo.

Se lo debo. Gracias a ella mi rostro luce como un rostro. Lo menos que puedo hacer, sino consigo sacarla de aquí, es ofrecerle una muerte digna. Hasta que no se dicte una sentencia con respecto a ella, es intocable. Me quedaré a su lado para garantizarlo. En un principio, antes de ver a Francesco, pensé que se trataba de compromiso hacia mi mejor amigo. Ahora, tras cruzarme con él, sé que es gratitud hacia Arlette.

Cuando todos me dieron la espalda, estuvo ahí para mí.

─Ayúdame a salir de aquí ─murmura contra mis labios cuando coloca sus manos a ambos lados de mi cabeza, ensartándola en el aro que ha creado con las cuerdas, y se arrodilla sobre mis piernas de tal manera que soy capaz de sentir el frío helado que emana su cuerpo─. Si encuentras la manera de asesinar a Luciano y obtener a Flavio para mí, te sabré recompensar. ─Suelto un gruñido cuando se aprieta contra mí, su cabello creando una cortina a nuestro alrededor─. Por favor.

Sus tetas están en mi cara, así que no puedo pensar bien.

Lo pensaré.

Arlette gruñe.

─¿Qué necesitas para decir que sí?

Pongo mis manos en sus caderas.

Cásate conmigo ─murmuro contra sus labios rojos─. Sé mi esposa, como se supone que debió haber sido, y encuentra la manera de cederme el control de los bienes de tu padre, entonces tus enemigos serán los míos y me encargaré de ellos mientras duermen. Le daré un buen puesto a Flavio cuando crezca. No tienes de qué preocuparte. ─Me sorprenden las genuinas ganas que tengo de que acepte─. Solo di que sí.

La idea no es mía, sino de mi padre. Es el trato que él pondrá sobre la mesa para ella. Yo solo lo estoy endulzando al no hacer énfasis en el hecho de que los Cavalli se quedarán sin nada. No quiero su dinero, pero esta es la única forma de ponerla a salvo que tengo para ofrecer. La única que los hombres allá afuera respetarán. Cuando se echa hacia atrás, mirándome directamente, puedo ver la lucha en sus ojos azules como el fondo del océano. Parte de ella quiere someterse, dejarme la responsabilidad de cuidar de ella, pero es malditamente complicado.

No puedo.

Mis manos se convierten en puños.

Hace unas horas estabas dispuesta a dejarlo todo a cambio de que te entregaran a Flavio, ¿por qué no puedes aceptar esto? ─siseo─. ¿Qué ha hecho que cambiaras tu manera de pensar? ¿Tuviste una premonición en la que por arte de magia todos tus enemigos mueren, tu padre revive y todo vuelve a ser tan fácil para ti, rosa, como antes?

Arlette alza la barbilla ante mi tono de burla.

Nada. Nunca estuve dispuesta a darles absolutamente nada. ─No puedo evitar que mis hombros se hundan con decepción. Si fuera Penélope la que estuviera en manos de un psicópata como Luciano, lo entregaría todo por ella. Si Arlette aceptara mi trato, ni siquiera serían pobres. Cuidaría de ella y de sus hermanos. El legado permanecería en la familia. Ella también contaría con su herencia materna─. Solo quería descubrir quién tiene a Flavio, no hacer ricos a los asesinos de mi padre.

Entonces lo entiendo.

¿También aceptaste la culpabilidad para saber quiénes son?

Parece que nuestra ruptura te ha hecho más inteligente.

Aprieto la mandíbula, conteniendo las ganas de ahorcarla, pero también de decirle que una parte de mí extrañaba sus insultos. La manera en la que mi sangre hierve cuando abre la boca para menospreciarme. La erección que eso trae a mis pantalones que es casi tan fuerte como la que me produce matar. Como ahora. Arlette alza una ceja al sentirlo, pero no hace más que ejercer dolorosa presión hacia abajo para molestarme. Algunos viejos hábitos nunca cambian. Continúa siendo una experta en lo que arruinarme y traerme problemas se refiere. No entiendo por qué malditamente no se escondió en una caja de cartón en un callejón hasta que pudiera encontrarla. Habríamos ido por Flavio juntos. Establecido un plan. Con su inteligencia y mi talento con la sangre, habríamos sido invencibles. Aunque Constantino siga vivo, ambos de alguna manera nos hemos desecho del asfixiante control que nuestros padres ejercían sobre nosotros. A mí ya no me importa lo que él piense y Carlo ha muerto.

Pero ahora, gracias a que hizo un movimiento estúpido al venir aquí con un único hombre, quién la traicionó, solo puedo ofrecerle un anillo, de nuevo. Mi barbilla se tensa al pensar en el imbécil. Luc. Lo he visto alrededor por un tiempo, así que llevaba años trabajando para los Cavalli. Intenté dar con él, dejando a Arlette bajo llave, pero ya se había ido con una pandilla de Luciano. Al parecer ahora trabajará para él.

Miro a Arlette.

Luc no vale la pena el riesgo de dejarla sola.

¿Quiénes supones que asesinaron a Carlo, Arlette?

Ella abre la boca como si realmente fuera a decírmelo, pero luego la cierra abruptamente. Dejo caer mis manos.

Créeme, no quieres saberlo.

Hago ademán de incorporarme para insistir, pero la puerta de la oficina de mi padre se abre y este entra. Antes de que pueda tener un vistazo claro de nosotros, tomo el escote de Arlette y rompo su vestido a la mitad, sumergiendo mi rostro en su piel expuesta con un gruñido. Es la primera vez que me siento culpable por comportarme como un animal con una mujer. Arlette lo ha perdido todo. No necesita más mierda, pero si no actúo como una mi padre sospechará acerca de mis intenciones.

No puedo permitírmelo. No si hay otra forma de salir de esta.

¡Vicenzo, compórtate! ─grita mientras quita a Arlette de mi regazo, quién luce tanto aliviada como confundida con mi comportamiento.

Constantino coloca una chaqueta sobre su pecho para cubrir su piel desnuda, mirándome como solía hacerlo hace un par de meses cuando se encontraba decepcionado de mí. Le sonrío mientras me incorporo.

Constantino, ¿quieres ver cómo me hace una mamada? Como ya no vamos a casarnos y Carlo está muerto, es prácticamente como cualquier otra puta que hayamos tenido trabajando bajo nosotros.

Constantino me golpea en la mandíbula, su sitio favorito para golpear, dolor que absorbo como si fuera una esponja. No me inmuto. Rápidamente recupero la compostura. Le recuerdo que las cosas han cambiado entre nosotros devolviéndole el golpe. Arlette suelta un sonido de sorpresa cuando ve cómo mi padre se tambalea hacia atrás con sangre escapando de su nariz. Ya no es tan rápido como antes, así que a pesar de que sigamos siendo del mismo tamaño, no es rival para mí.

Empiezo a entender por qué nunca lograste que se enamorara de ti ─gruñe─. Carlo tenía razón. Eres como un primate. No piensas en nada.

¿En qué se supone que debo pensar? Arlette no le pertenece a nadie. Está a punto de ser ejecutada por ser un peligro para todos. ¿Por qué no puedo hacerla pagar por todo lo que tuve que soportar mientras estábamos comprometidos? Es un maldito cadáver andante.

Porque será la mujer con la que te casarás y formarás una familia. ─Mira a su ahijada─. Si Arlette acepta casarse contigo y  darnos poder sobre la fortuna de Carlo, me postularé como el tutor de Flavio. Esa es una de tus opciones. Las otras son terminar abandonada en un psiquiátrico o en una cárcel de máxima seguridad. ─A diferencia de cuando yo se lo propuse minutos atrás, Arlette difícilmente puede esconder el asco que sus opciones le producen─. Hay un montón de pruebas contra ti. Contando todas las veces que has matado, tienes treinta cadáveres encima, bella mía. Si La Organización no logra inculparte por la muerte de tu padre, lo cual solo es una excusa que Luciano inventó y que tras el testimonio de Luc al parecer terminó siendo cierta, ambos sabemos que tienes otros crímenes encima. Antes de abrir esa venenosa boca tuya, piensa bien cuál será tu respuesta.

¿Treinta cadáveres? ─pregunta.

Presto atención. Yo tampoco entendí esa parte.

Constantino sonríe.

¿Recuerdas la mierda que Vicenzo y yo limpiamos para ti? ¿Relacionada con tu amiga Verónica? ─Busco desesperadamente el rostro de Arlette. Por alguna razón necesito que me vea y se dé cuenta de que no tengo nada que ver con esto con su don para leer a las personas, pero ella solo tiene ojos para mi padre─. Aún tengo los cadáveres. Puedo incriminarte a ti y a tu pequeña amiga si no colaboras. ─Se inclina sobre ella─. ¿Vas a decidir ahora o necesitas un momento?

Nada en el mundo podría haberme preparado para lo que pasa.

Arlette hace un sonido con la garganta y escupe el rostro de mi padre.

Jódete. ─Me mira─. Jódanse todos ustedes.

Mi padre, quién me inculcó, gracias a la influencia de mi madre y de mi hermana, que nunca se debe abusar de una mujer inocente o de la familia, alza su mano y golpea la mejilla de Arlette de la misma manera en la que me golpeó a mí. Con la misma fuerza. Mi cuerpo empieza a temblar con ira, mis venas colisionando contra mi piel debido a la hinchazón que produce mi sangre hirviente al correr por ellas. Me repito a mí mismo que no puedo hacer nada salvo ver si lo que quiero es sacarla de esto para no ceder al impulso de arrojarlo sobre el escritorio y clavar un bolígrafo en su garganta.

Quiero matar a mi propio padre por esto.

Me equivoqué. Rómpela. Haz lo que tengas que hacer para hacerla entrar en razón. Es una orden. ─Me aprieta el hombro al salir. Su contacto casi me hace vomitar─. Ahora puedo ver por qué nunca te enamoraste de ella. Lo siento por todo lo que tuviste que pasar, pero tus sacrificios siempre han sido por la familia, hijo. Sé que en el fondo de tu mente lo sabes. Cualquier cosa que le hagas para convencerla la harás para protegerla de sí misma, así que no te sientas mal al respecto.

Apretando mis dientes con fuerza, afirmo.

Apenas nos deja a solas, me arrodillo junto a ella y la levanto para dejarla nuevamente sobre el sofá. No es hasta que voy por un botiquín de primeros auxilios y la obligo a alzar la cabeza que nuestras miradas nuevamente se cruzan. Ni siquiera hay lágrimas en sus cuencas.

Solo vacío.

─Vicenzo, ¿qué está haciendo Francesco para Luciano? ─pregunta cuando termino de aplicar una pomada contra la hinchazón que cubre la mitad de su bonito rostro golpeado─. ¿En qué está trabajando?

Marcelo. Mariano. Morello. Luciano. Ahora Constantino.

Arlette hará que me enemiste con todo el Inframundo de Chicago.

─Está importando explosivos de Italia ─gruño─. Pero si yo fuera tú, no esperaría recibir ayuda de él. ─Me fuerzo a mí mismo a suavizar mi tono de voz. Quizás Arlette no lo ha aceptado todavía. Es más que evidente que Francesco la traicionó─. Luciano mantiene a sus mujeres en una isla aledaña a Chicago. Están haciendo volar partes de ella para construir un prostíbulo-resort de lujo para los hombres de La Organización y sus amigos de la Cosa Nostra. Todas las maneras de lamer botas que existan, él las está llevando a cabo. Incluso se ofrecería a hacerme una mamada si tuviera la mínima sospecha de que pudiera aceptarla. ─Francesco ni siquiera parpadeó cuando me lo explicó─. Hay niñas de menos de diez años involucradas. Ese es el tipo de hombre que Flavio será si no me dejas ayudarte. Aunque papá te haya golpeado, lo que en algún momento pagará, podemos volver a ser familia.

Finalmente una emoción llena sus ojos azules, volviéndolos negros.

Rabia.

Lo siento por Aria, por Penélope, incluso por ti, pero jamás volveré a ver a tu padre como tal. Él Constantino que conocía está tan muerto como mi padre para mí.

Aunque debería, no intento convencerla de lo contrario.

Conozco el sentimiento.

****

Alrededor de ls una de la mañana, cuando ya todos se han ido con la promesa de volver al día siguiente para el veredicto, el infierno empieza. Arlette gime sin parar sobre el sofá. Sus manos ahora están atadas por delante de su cuerpo en vez de detrás de él. Cuando hice el intercambio esperé que luchara, pero ella solo se dejó hacer, una prueba más de lo resignada que está a lo que La Organización decida hacer con ella.

Espero que mañana cambie malditamente de opinión. Para enfrentarme a Luciano necesitaré a los hombres de mi padre. Para obtenerlos necesito que ella entre en razón y acepte que ponga una alianza en su dedo. Eso, sin embargo, luce muy lejos de suceder. Arlette tiembla incontrolablemente. Luce como si se estuviera cocinando viva, sus mejillas rojas, pero cuando presiono una mano contra su piel la encuentro sorprendentemente fría. Sus labios están secos a pesar de que la hice beber casi un litro de agua antes de dormir, al igual que llené su estómago con comida. Si termina siendo enviada a un lugar de mierda, debe estar preparada para poder aguantar unos días. Meses. Quizás años. Lo que me tome sacarla de ahí. Al menos ahora sé que no la matarán. Tendremos tiempo. Mi alivio sobre ello se desvanece al verla encorvada sobre sí misma. Ya sé lo que le sucede.

Después de años de ser sedada, de abuso de drogas, el cuerpo de Arlette está desintoxicándose. Si lo que dijo Luc es cierto y ha dejado sus pastillas, probablemente pasó estos días con lo que quedaba en su sangre de ellas. Pero ya no hay nada.

Si una vez dejo mis pastillas, Vicenzo, corre, me dijo una vez.

¿Qué tan real era esa amenaza? Sospecho que no solo yo, sino todo Chicago, está a punto de descubrirlo. ¿Debería alertar a la ciudad o guardar silencio? La cubro con la manta que hice a Milad comprar para ella, junto con una almohada y ropa cómoda, antes de retroceder, dándole espacio. Antes, cuando les decía que algo iba mal con ella, nadie me creía. Ahora todos pueden irse a la mierda.

Estamos a punto de conocer quién es realmente Arlette.




Si no le dan amor a este capítulo, es porque aman a Luciano </3 en serio, qué otra escritora de Wattpad actualiza seis días seguidos? 

Capítulo dedicado a: alex_9689

Siguiente a la que más comente.

Mañana es Halloween, el cumple de mi mami, y tengo que cocinar todo el día, así que quizás no actualice mañana. Si son buenas, subo el viernes o el sábado. Idk. Ya superé la etapa de salir, pero quizás podría conocer al amor de mi vida mañana e ir a Dúbai y nunca más volver porque estaré demasiado ocupada viviendo la vida como Loren y Belle, así que me extrañarán y todos los días se preguntarán qué habría pasado si hubieran dejado un voto o una estrellita.

c:

Las amo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro