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Capítulo 39:

ARLETTE:

La mañana siguiente al anuncio de mi compromiso con Vicenzo o a que este confirmara oficialmente su odio hacia Marcelo, el cual es mutuo, me ocupo personalmente de llevar a Flavio a la escuela. Penélope no nos acompaña debido a que no reanudará su educación hasta la próxima semana. Mi hermano arruga la frente cuando ocupo su lugar en el asiento copiloto del Cadillac. Fósil conduce y Luc lo acompaña en la parte de atrás. Flavio rápidamente se da cuenta de que no nos dirigimos a San Antonio, sino al centro de Chicago. No me ha hablado desde que salió con los chicos a recuperar a Pen, su ego herido no se lo permite, pero eso está por cambiar. Le daré lo que más quiere.

Una misión.

─Bájate ─le ordeno cuando nos estacionamos fuera del Hospital de la Universidad de Illinois, uno de los mejores del estado. Flavio no me obedece hasta que yo misma le abro la puerta para que se baje─. No me hagas repetirlo de nuevo. No tengo por qué desperdiciar mi tiempo con tu comportamiento malcriado cuando estamos en medio de una guerra. Si no haces lo que digo, no serás mejor a los hombres que dices odiar porque no me toman en serio.

Soltando un bufido, Flavio se retira los audífonos de los oídos y finalmente pisa el asfalto con sus bonitas botas de cuero en conjunto con vaqueros oscuros y una chaqueta antibalas de Venice. Cuando no parece un príncipe de la realeza italiana, luce como un motociclista. Tras leer algunos libros de crianza debido a Beatrice, he supuesto que se debe a la pubertad y a encontrar su verdadero yo.

Hago hasta lo imposible por no perder la paciencia.

─¿Qué hacemos aquí? ─pregunta cuando nos internamos en el hospital, su frente arrugada con confusión.

Fósil y Luc nos siguen guardando distancia, pero el resto se queda afuera debido a sus armas. Meto las manos en el bolsillo de mi abrigo tras presionar el botón para llamar al ascensor. Solo para hacerlo sufrir un poco más, no suelto la respuesta a su pregunta hasta que salimos de él tres pisos más arriba. Ya Luc y Fósil no nos siguen a lo largo del pasillo que recorremos, puesto que antes de salir les di las instrucciones de no hacerlo. Necesitamos privacidad.

─Penélope no será la única incorporándose a San Antonio en unos días, sobre la que también debes mantener un ojo. ─Nos detenemos frente en la unidad de neurología. Le echo un vistazo a mi reloj antes de ocupar asiento en la primera hilera frente a los consultorios. Sin preguntar y sin que le insista, Flavio se sienta junto a mí─. Jamie Davis, el asesino de Salvatore Morello, es mi único cabo suelto hasta ahora. Está en prisión. Ha prometido no delatarme, pero su familia sabe de mí. Se enteraron por un sicario de los Morello del cual tuve que ocuparme. No quiero tener que asesinarlos si son inofensivos. No cuando Jamie está cumpliendo con su palabra. ─Inclino la cabeza hacia la delicada chica castaña saliendo de uno de los consultorios. Lleva vaqueros rotos y una sencilla camiseta blanca con cuello en V. Su cabello ha crecido desde la última vez que la vi en persona, pero no mucho desde la última foto que Fósil tomó de ella. No me he acercado a conversar personalmente con Ivy, con su madre o con su hermano porque eso podría ponerlos en la mira de la gente equivocada. Solo hago que el dinero les llegue. No vuelvo a hablar hasta que pasa frente a nosotros. Fósil y Luc incluso se apartan para dejarla pasar al ascensor. No los nota debido a que se encuentra revisando su celular─. Ivy Davis recibió una beca completa en San Antonio. No la rechazó. Quiero que descubras si debo preocuparme por ella. Si eres un chico listo, sabrás si te odia al momento en el que te presentes. ─Relamo mis labios─. Pero si ella es más lista que tú, no lo demostrará.

Flavio afirma. Aunque sus ojos azules brillan con decepción, probablemente esperaba otra cosa, no presenta ninguna objeción al respecto. Me levanto y él me imita. Quería que la viera por sí mismo y no a través de una foto antes de que se la encontrara en los pasillos de mi vieja escuela. Que fuera consciente de su aura inocente y buena, pero advertirle de lo voraz que puede ser para tratarse de un paciente oncológico en recesión. Hace tres años Ivy tenía un tumor en el cerebro. Hace tres años su hermano pagó el precio para que ella viviera, perdiendo su libertad. Pude haberme deshecho de él todo este tiempo, pero Jamie nunca habló. Nunca me delató. A pesar de que los hombres de Morello se vengaron de él dentro, se mantuvo en silencio. Aunque les pagué a los guardias para protegerlo, no fue suficiente. Lo acorralaron en las duchas.

Nunca lo he ido a visitar.

Me he ocupado de su familia, pero irlo a ver no tiene ningún sentido. No cuando nuestra conversación podría inculparme de diversas maneras. Prefiero limitarme a cumplir con mi parte y a trabajar en disminuir su condena.

─¿Puedo hacerte una pregunta? ─suelta Flavio cuando nos encontramos a medio camino hacia Luc y Fósil.

─Sí.

─¿Qué te hace sospechar que quiere hacer algo contra ti?

Porque Ivy es como yo.

Un espíritu hambriento en un cuerpo débil.

─Porque le arruiné la vida a su hermano ─respondo─. Y Jamie era tan especial para ella como tú lo eres para mí.

*****

Mientras Francesco y Vicenzo pasan su día cambiando de puesto, informando y reorganizando a sus hombres, me dirijo a los barrios bajos de Chicago tras dejar a Flavio en San Antonio. A diferencia de los italianos, los rusos no se quedan en silencio cuando me ven llegar. Me lanzan insultos. No por ser mujer, aunque eso también tiene que ver, sino por ser italiana. Mestiza, en realidad. Mientras la Cosa Nostra me odia por ser mujer, aquí lo hacen por llevar la sangre de Carlo. Aunque mi padre e Iván tenían negocios, algunos no le han perdonado a mi familia la cantidad de hombres que tuvieron que morir para que mis padres estuvieran juntos. Ya que Mark se negó hasta mi nacimiento a establecer una tregua, papá los atacó.

Saludo con un asentimiento a Alik, el soldado principal de Iván, antes pasar por debajo del umbral de la puerta que ahora siempre abre con una sonrisa apenas me ve.

─Iván ─susurro mientras me siento frente a él, tanto Fósil como Luc esperándome fuera─. ¿Me llamaste?

El afirma repetidas vece mientras se inclina para encender un cigarrillo. Estos tres años han hecho que adquiera unas cuentas arrugas, pero continúa viéndose capaz. A pesar de todos los conflictos de la Bratva, del deseo de esta de sacar provecho de la división de la mafia italiana para volver a reinar sobre la ciudad, lo sabe manejar bien. Le continúa siendo leal al tratado que mi abuelo firmó con mi padre. Al dinero y a sus negocios con los Cavalli. Puede ser el distribuidor de Marcelo, pero aun así yo manejo su dinero.

─Me dijeron que tuviste un pequeño viaje al sur ─empieza─. Un viaje al sur que coincidió con la muerte instantánea de uno de los proveedores de Marcelo.

Apenas puedo contener una sonrisa.

Porfirio es rápido.

─¿De Marcelo o de mi padre? ─le pregunto mientras me entrecruzo de piernas─. Porque hasta dónde sé, Marcelo está dónde está porque mi padre quiso que estuviera ahí.

Iván me señala como si hubiera hecho un punto.

─Exactamente por eso no puedo entender que quieras sabotearlo. En especial tomando en cuenta lo mucho que te ha ayudado. Carlo querría que no lo hicieras. ─Presiona sus labios juntos─. A menos que Marcelo tenga razón y estés teniendo una rabieta porque trajo a su esposa, una que involucra romper cada una de las reglas que te puso.

Mis manos se hacen puños.

No puedo creer que Marcelo le haya dicho eso a Iván.

─Ningún capo en esta ciudad tiene esas reglas.

Iván asiente.

─Sí, tienes razón, pero no eres un simple capo. Tampoco un cassetto. Eres la mujer más rica de Chicago. Eres la mujer más rica de la mafia siciliana en los Estados Unidos. Si existiera una revista Forbes para los criminales, estarías en la maldita portada. Si quisieras, podrías pasar sobre mí y joder a la Bratva. Estás a punto de casarte con la muerte. Ni siquiera hay un título para ti. Si Marcelo sintió que lo jodiste, probablemente también jodiste a los sicilianos en Sicilia. En este momento tienes más enemigos que el maldito presidente. Eres la más peligrosa, pero también la más débil ─sisea─. Y, más importante, eres nuestra socia y no me apetece ver como nuestra sociedad se va a la mierda por un berrinche. Estoy seguro de que sea lo que sea que haya pasado entre ustedes, puede resolverse sin afectar la manera en la que hemos trabajado por tres años.

Escojo mis siguientes palabras con cuidado.

─Nunca te traicionaría, Iván. Te hice una promesa y me gusta mantener mis promesas. Sé lo mucho que has tenido que trabajar a los tuyos para que no vayan contra los nuestros y te aprecio mucho por eso. ─Me levanto. Tras meter una mano en mi bolsillo, dejo un sobre blanco sobre su mesa─. No te estreses. La mercancía seguirá llegando. En lugar de preocuparte, mejor ve escogiendo un traje.

Tras abrir el sobre y echarle un vistazo a mi invitación de bodas, las cuales mandé a hacer anoche y estuvieron listas esta madrugada, bufa y niega repetidas veces mientras presiona la punta de su cigarro contra un cenicero. Además de hiperactivo, se ve como si no hubiera dormido en días.

─No te creo ─suelta mientras la arroja a la superficie de la mesa, viéndose paranoico─. Simplemente no te creo, pero no es como si pudiera detenerte de hacer lo que planeas hacer. Lo único que te puedo decir es que estoy de tu lado si te joden por ser mujer y por ser italiana, en respeto a la memoria de tu abuelo y porque me has hecho malditamente rico, pero no será lo mismo, conmigo y con ningún otro de tus aliados, si empiezas a tomar decisiones que pongan en riesgo todo por lo que hemos trabajado y luchado juntos.

Afirmo, de acuerdo con él.

─No tienes nada de qué preocuparte ─le digo por encima de mi hombro cuando me doy la vuelta para marcharme─. Nunca tomaría una decisión que mi padre desaprobaría.

Incluso si eso involucra quedar en medio de dos capos.

*****

Siguiendo las indicaciones que mis hombres le dieron a Luc, nos dirigimos al gimnasio en territorio Ambrosetti en el que todavía entreno periódicamente con Manuel. Vicenzo y Francesco reunieron a todos los tipos que solían trabajar para Constantino ahí con el objeto de limar asperezas. Evitar que lo humillen por haberse ido tras la muerte de su padre. Camino a los vestidores y cambio mi abrigo y traje por un conjunto deportivo negro y zapatillas de deporte. Ato mi cabello en una coleta en la cima de mi cabeza. Afuera empiezo a correr encima de una cinta en una esquina mientras escucho su discurso, algo impresionada con la manera en la que el lugar está abarrotado de hombres que se dedican a mirarlo fijamente. Pensé que la mayoría le daría la espalda. Que ni siquiera lo escucharían hablar.

Y no solo se trata de hombres asociados a la mafia italiana, sino de su peor parte. Mientras a las demás pandillas o grupos los mueve el poder y el dinero, a los leales a los Ambrosetti siempre les ha movido la sangre y el dolor. Su lealtad no se compra. Se gana con violencia y agresividad.

Francesco pudo controlarlos, pero no es lo mismo controlarlos a tenerlos envueltos en su dedo. Eso solo lo puede hacer un monstruo que no se avergüence de serlo. Alguien que viva para lastimar físicamente a sus oponentes.

A menos que alguno de ustedes quiera enfrentarme ahora, no hay nadie al que le debe una maldita explicación ─dice Vicenzo con las manos apoyadas en las cuerdas del cuadrilátero, su mirada oscura amenazante. Ahora que su cabello regresó a ser rubio ceniza, vuelve a verse como el hijo de su padre. Como un miembro de la Cosa Nostra, no como un extra en una película de terror de bajo presupuesto. Al igual que yo, está usando ropa deportiva. Shorts cortos, zapatillas y una camiseta gris que se ciñe a sus músculos─. He vuelto y estoy a cargo. No Francesco, con quien siempre estaré en deuda por su ayuda durante estos tres años. ─Palmea la espalda de mi primo, quién está usando una camisa y pantalones de lino. Acelero la velocidad cuando el rubio entrecierra sus ojos hacia mí─. Y, en definitiva, no Marcelo. Todos en esta habitación vuelven a responderle a un Ambrosetti a partir de ahora. Si alguien aquí adentro no está de acuerdo con eso, puede enfrentarme. Si alguien de afuera no está de acuerdo, encontraremos la manera de hacernos cargo de él.

El mensaje es claro.

O lo aceptas, haciendo la vista gorda a sus faltas, o mueres.

Pongo en pausa la cinta cuando nadie sube al ring, en su lugar dándole la bienvenida con la cabeza gacha al reclamo de Vicenzo. A pesar de que muchos continúan viéndolo como si no estuvieran convencidos de su papel, como si no pudieran perdonar su ausencia, no lo contradicen, pero tampoco lo apoyan o se enorgullecen de llamarlo jefe.

Y no lo pondrían por encima de Marcelo.

Las cabezas de todos se giran en mi dirección a medida que me abro paso al cuadrilátero. Nuestro capo di tutti capi es perfecto en casi todos los sentidos, menos en uno. Un pequeño defecto que se arrastra bajo la piel del resto de la Cosa Nostra, involucrando a estos hombres.

No es machista.

Creo que me gustaría divertirme un poco ─digo lo suficientemente alto para que todo el gimnasio escuche, lo cual trae una sonrisa al rostro de Luc, ahora junto a Francesco en las gradas a un costado─. ¿Qué opinas?

Un tenso silencio reina en la habitación. Las personas que para entonces no le habían prestado atención a Vicenzo lo hacen, pero no por él, sino por la esperanza de ver cómo me hace daño. Cómo me lastima como ellos quieren hacerlo. Estoy segura de que la noticia de que volvemos a estar comprometidos ya se ha esparcido como un puñado de pólvora arrojada al viento, por lo que el hecho de que vaya a ser su esposa, que lo que está a punto de hacerme podría suceder en privado todos los días, los emociona.

Apreciarán a Vicenzo por lastimarme.

Este arruga la frente, su mirada brillando con disgusto e ira, cuando finalmente entiende que lo estoy invitando a pelear. No es la primera vez que lo hacemos, pero las cosas han cambiado. Ya no soy tan débil. Él tampoco. Está a punto de correr sangre sobre el cuadrilátero y todos están emocionados de descubrir si la mía es o no azul, puesto que probablemente no volverán a tener la oportunidad de verlo. No en esta vida. No en las siguientes. Es ahora o nunca y me complace la manera en la que lo saben.

Porque son demasiado estúpidos como para darse cuenta de que estoy a punto de utilizar su desprecio a mi favor.

Arlette ─gruñe en voz baja, enojada y ronca, su mano envolviendo mi muñeca en un movimiento que ya considero familiar. Es su forma de decirme que considera que estoy yendo demasiado lejos, de obligarme a verlo a los ojos para entender mis acciones─. ¿Qué mierda haces?

Presiono mi pecho contra el suyo al acercarme, su aroma a rosas y jabón llenando mi nariz.

Te hago un favor.

Antes de que pueda hablar nuevamente, echo hacia atrás mi cabeza y golpeo mi frente contra su nariz, escuchando casi al instante el sonido del cartílago moviéndose. Vicenzo suelta un sonido que nace desde lo más profundo de su garganta antes de reincorporarse e ir por mí. Intenta taclearme, pero lo esquivo arrodillándome y pateando sus pies para hacerlo caer. Las risas forzadas llenan el gimnasio. Les alegra verme golpearlo, pero no tanto como les alegraría verlo golpearme. Cuando se incorpora y arremete contra mí, esta vez dejo que me alcance.

Rodea mi cuello con sus manos, manteniéndome presionada contra las cuerdas, y alza su puño para golpearme, animando a nuestra audiencia, pero no lo hace.

No puede.

No asesiné a tu padre ─susurro de manera ahogada, mis manos arañando sus brazos debido a la falta de aire. Ahogarme no es suficiente. Quieren sangre─. No porque no quisiera hacerlo yo misma, sino porque sabía que no habría nada que te lastimara más que ver a Francesco hacerlo. ─Lo hago sangrar con mis uñas─. Porque todo lo que pasó podría haber sido evitado y te odiaba, aún te odio, por eso.

Mis palabras por fin avivan el fuego en su interior, haciendo que su mandíbula se tense tanto que escucho la protesta de sus huesos y sus ojos se vuelvan tan negros que verlos es comparable a caer en un abismo. En lugar de golpearme, Vicenzo me arroja al suelo con fuerza. La parte posterior de mi cabeza golpea el piso, desorientándome, pero no es hasta que siento el dolor en mi espalda que verdaderamente me retuerzo. Luc y Francesco me miran, acercándose, pero niego mientras Vicenzo toma mis tobillos y me arrastra, quemando mi piel, hasta que termino debajo de él. A los segundos está sobre mí, dándome la vuelta y levantando mi camiseta para exponer mi espalda.

Su erección me intimida más que el exhibicionismo y que la violencia. Alguien le arroja algo y no tengo que darme la vuelta para saber qué es. No importa el anillo en mi dedo. No importa que nuestros apellidos estén a punto de unirse. No hay nada más significativo que la sangre. Mis manos están inmovilizadas sobre mi cabeza antes de que me dé cuenta de lo que pretende. También termina de depositar su peso sobre el mío. Jadeo y gruño, pero no me muevo más de la cuenta cuando presiona la hoja sobre mi hombro.

Al igual que yo una vez hice con él, solo hace dos cortes diagonales que se unen en un punto, en su caso invertidos, antes de dejarme ir. La sangre se desliza por mi brazo cuando me pongo de pie. Roja, no azul, para la decepción del público que ahora le juraría lealtad sobre el propio Dios.

Mis hombres se acercan para ayudarme a bajar del cuadrilátero, pero Vicenzo los mantiene lejos. Ya que todo mi cuerpo duele, además de mi orgullo, no protesto cuando me toma en sus brazos y se dirige conmigo a la salida. Carga conmigo como si sostuviera una hoja de papel.

Esto se suma a la lista de cosas que nunca te perdonaré ─sisea cuando nos encontramos relativamente a solas, todo su cuerpo temblando con ira, su mirada llena de desprecio y culpa mientras aún carga conmigo.

Me quejo cuando me deja caer sobre el asiento del Cadillac. Probablemente necesitaré más de una botella de champagne para adormecer el dolor. Quizás dos y media.

Ya somos dos.

Nunca me lo perdonaré a mí misma, pero tampoco a él.

Aun así, nunca se ha tratado de nosotros.

Y hasta yo sé que a veces la reina debe ser sacrificada como un peón.


Hola 

Cuánta intensidad

Espero que el capítulo les haya gustado

No puedo creer que queden 6 capítulos 

6

¿Qué es lo que más quieren ver antes de que termine la novela?

Capítulo dedicado a: MaraFernandaSalazarL

Siguiente a la que + comente 

Love u


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