Capítulo 35:
VICENZO:
No es la primera vez que salgo de Estados Unidos. He ido a varios países e islas europeas, pero nunca había estado en ningún sitio del Caribe o con esencia latina. Mi padre nunca lo necesitó. Todo lo que se vende en Chicago proviene de Italia, lo cual no entendí debido a que gran parte de la droga es cultivada en países latinoamericanos hasta que supe que los Cavalli tenían poder en Sicilia. En lugar de pasarlo directamente a Chicago, se detiene en nuestra amada patria primero con el fin, seguramente, de aumentar los ingresos de alguna forma. Tampoco he estado en Rusia, a diferencia de Arlette, pero ya que los gobiernos de ambos países, Rusia y Cuba, comparten ciertos principios políticos, imagino que debe ser como estar aquí. Sales y puedes transitar por las calles como un hombre libre, pero hay un montón de mierda invisible que no estás viendo y sí sientes. En mi ciudad natal hay de eso. Mierda, las personas saben desde el momento en el que nacen que son peones en el juego de alguien más, pero es como si aquí no solo lo supieran. En un estilo de vida.
Es la maldita aceptación de que haga lo que hagas, estés donde estés, hay una mano envuelta alrededor de tu nunca. Inclinándome sobre la barandilla, le doy una calada a mi porro antes de arrojarlo al suelo y aplastarlo con la suela de mi zapato de cuero. A parte de eso, es un sitio bonito. La Habana parece haber sido congelada en el tiempo en los años sesenta, incluso diría que antes de eso, por lo que lo que he conocido de ella está constituida por edificios antiguos, pero todavía bien cuidados y atractivos a la vista. La mayoría de los autos que transitan por las calles son modelos viejos, haciendo el contraste entre ellos y los vehículos de las personas con dinero fuertemente evidente. Tras recuperar la calma, me doy la vuelta y regreso a la habitación al escuchar un gemido proveniente del otro lado de esta. Arremango mi camisa antes de arrodillarme en el suelo y mirar al camello que Emi y Francesco consiguieron en una discoteca anoche. Gracias a Kai, quién modificó la localización de mi teléfono, Porfirio sigue pensando que seguimos en Chicago a pesar de que pactamos vernos en un par de días para hacer el intercambio por Penélope.
─¿La has visto? ─pregunto nuevamente en español, seguramente sonando como un gringo de mierda a pesar de que la sintaxis gramatical entre el italiano y el español es malditamente igual.
Estoy enseñándole una foto de Pen. El hombre niega, sangre corriendo por su nariz y las heridas que los golpes de Emi han ocasionado en sus pómulos, antes de inclinarse hacia atrás y escupir en mi maldito rostro mientras dice algo en español que nadie en la habitación entiende, ni siquiera Flavio el superdotado, por lo que al instante escuchamos la voz robótica y femenina de Google salir desde la laptop de Kai. Él está sentado en la cama, en pijama, comiendo una hamburguesa de servicio a la habitación.
─Nunca vas a encontrar a la pequeña perra.
Francesco suelta un gruñido. Es lo mismo que el tipo ha estado repitiendo con diferentes palabras desde que lo trajeron anoche. Haciéndole una seña a Emi, salen de la habitación, probablemente camino a buscar a alguien más que interrogar. Me pongo de pie y piso sus manos, haciéndolo gritar bajo la mordaza que llevo a su boca antes, debido a la manera en la que los clavos de la madera bajo de ella se incrustan en su piel hasta que la atraviesan. Sus ojos parecen a punto de estarse saliendo de sus cuencas ante el dolor, sus gritos ahogados, pero malditamente no me interesa. Aún si no tiene ni idea de dónde está mi hermana, sabe dónde está Porfirio y no es un maldito santo. Vender drogas no es como vender cachorros. En algún momento podrías estar del otro lado de la tortura y eso es algo que sabes apenas entras en ello.
─¿Sabes dónde puedo encontrar a tu jefe?
Temblando, niega mientras todo su cuerpo se sacude, rabia e ira a sus ojos. Ya no solo piso sus manos. Me paro sobre ellas y me inclino hacia abajo, tirando de su cabello grasoso hacia atrás.
─Entonces ya no me sirves para nada.
No hablo en español, sino en inglés porque ya no me interesa que me entienda. Tomando su cabeza entre mis manos, quiebro su maldito cuello. Han pasado dos días desde que llegamos y no hemos podido obtener ningún tipo de información. Arlette dijo que nos enfocáramos en encontrar a Penélope sobre negociar con Porfirio, pero estoy perdiendo la paciencia. Tampoco es como si pudiera hablar con ella para preguntarle qué hacer ahora. No nos ha atendido el teléfono desde que llegamos. Cuando Francesco llamó a Fósil para preguntarle dónde mierda estaba, este le dijo que no estaba autorizado para dar esa información. Lo mismo sucedió con cada uno de sus hombres. Arlette asesinó a un hombre de la Cosa Nostra frente a Marcelo y desapareció.
En cualquier otro momento me alegraría por ello, pero ahora puedo entender su lógica al negarse a ayudarme y al acatar sus reglas. No necesitamos más problemas justo ahora. Suficiente tengo con preocuparme por Penélope y por mi madre. No necesito que la idea de que él la haya atrapado y esté castigándola por lo que hizo me agobie, pero malditamente lo hace. Ahora no solo tengo que tratar con obtener de regreso a Pen, sino también con una operación rescate apenas regrese a Chicago. Lo único bueno es que debido a ello por fin tendré una excusa ante sus ojos para acabar con el capo. Será como matar a dos pájaro de un tiro. Mientras no sepa dónde está mi hermana y dónde está Arlette, matar a nuestro jefe de jefes es la única opción. Debido a que la desaparición de su prima podría estar relacionada con él, quizás podría obtener la ayuda de los Cavalli y hacer esto más sencillo.
Todo finalmente se reduce a su muerte.
Todo el mundo conoce mis sentimientos con respecto a él, no es ninguna sorpresa, por lo que no puedo decir que me siento completamente mal ante la idea. Si el bienestar de mi hermana no estuviera en medio, quién podría estar siendo torturada o maltratada mientras la encontramos, incluso estaría feliz.
─No puedo creer que lleves cinco de ellos y no hayas obtenido nada ─suelta la maldita serpiente venenosa de Flavio Cavalli mientras entra en la habitación cuádruple con una toalla envuelta alrededor de su cintura, el vapor saliendo detrás de él. Es el más joven y ni siquiera debería estar aquí, por lo que duerme en el sofá. También es el único que se ducha tres malditas veces al día─. La próxima vez déjamelo a mí. Te enseñaré cómo hacerlo.
Mi mandíbula se aprieta.
Si pudiera tocarlo sabiendo que no perderé el control y no terminará herido de gravedad, lo golpearía, pero no puedo.
─¿No tienes alguna tarea del prescolar que hacer?
Él me ignora y entra al vestidor. Kai permanece en silencio mientras continúa comiendo, haciendo un registro de las señales de localizadores alrededor de la isla, buscando uno que permanezca estático para no confundirlo con los GPS de los autos, y viendo sus malditas caricaturas al mismo tiempo. Ya que Francesco y Emi salieron, tomo a la mierda que acabo de asesinar y la dejo caer en la bañera. Por suerte para todos nosotros, está separada de la ducha y el Trip, el antiguo Hilton de la isla, aceptó nuestra estricta política de no recibir servicio a la habitación. Tras regresar por mi mochila, dejo caer una mezcla de lejía y ácido sulfúrico sobre el agua caliente que rodea el cuerpo. No es el único camello cuyos restos están ahí. Cuando nos vayamos solo serán huesos y algunos dientes, si acaso. Inhalo con fuerza. A pesar de todo lo que mi padre aspiraba de mí, esto es lo que verdaderamente me hace sentir como un Ambrosetti. No puedo evitar sonreír cuando las burbujas hacen acto de aparición.
A la mierda todo.
Estoy malditamente de regreso.
*****
Francesco y Emi vuelve tres horas después arrastrando a un tipo de más o menos nuestra edad con ellos. Luce golpeado, pero ha sido drogado por ellos antes de venir aquí, por lo que no lucha mientras es arrastrado a la posición en la que antes estuvo su predecesor. Arrodillado en el suelo. Atado con las muñecas y los tobillos juntos, forzado a mantener sus manos sobre la superficie de madera con clavos frente a él. Antes de que lo despierte con sales aromáticas para empezar, Flavio bloque mi camino. Lleva una sudadera negra con capucha y vaqueros oscuros, por lo que sí tiene ropa común después de todo. Al menos de pijama.
─Deja que me encargue ─gruñe con los puños apretados─. Estás torturándolos de una manera que los hace saber que digan lo que digan morirán. Sus jefes, gente o no peor que tú, probablemente tienen amenazas sobre sus familias y seres queridos. ─Tomo aire, odiando a Arlette por dejar que este maldito niño nos acompañara─. Morirán antes de darte cualquier respuesta.
Ya que nadie en la habitación habla, su silencio respaldándolo, aprieto la mandíbula y lo empujo al presionar las sales aromáticas contra su pecho. Flavio las toma mientras retrocede debido a mi fuerza. Harto de él, me siento en la esquina de una de las cuatro camas individuales mientras lo observo ir a su armario y regresar con una maleta negra. También cómo desnuda al tipo, cortando su ropa y exponiendo toda su mierda frente a nosotros sin que su rostro revele ninguna emoción. Francesco se sienta junto a mí, un cigarrillo encendido entre sus dedos, y Emi se dirige al balcón. Kai nos hace una seña para hacernos saber que encendió el traductor, en quién me concentro una vez Flavio empieza a hablar con el tipo tras despertarlo. No sabe español, pero claramente conoce algunas frases. Kai, por lo tanto, traduce lo que ambos dicen.
─¿Conoces a Porfirio? ─pregunta, a lo que el tipo niega repetidamente mientras el pánico inunda su mirada. Flavio asiente, como si estuviera esperando esa respuesta e incluso la quisiera, y extiende su mano para acariciar su cabello como si fuera un maldito perro─. Está bien. No llores. Entiendo tu posición. No nos puedes contar una mierda porque te matarán, en el caso de que nosotros no lo hagamos, y a tu familia, ¿no? Pero tampoco quieres sufrir lo que sea que tengamos preparado para ti. ─Para recordárselo, presiona sutilmente sus manos hacia abajo, lo que hace que el tipo solo tiemble más y se orine encima. Francesco, a mi lado, sonríe mientras niega cuando la computadora traduce para nosotros. No puedo evitar darle créditos al chico. En lugar de cualquier mierda mafiosa parece un psicópata─. Si me dices algo de lo que quiero saber, sin embargo, aunque solo sea una pequeña pista... te daré esto y te ayudaré a que salgas de la isla con tu familia. ─Abre el maletín. Alzo las cejas ante el efectivo y pequeños diamantes que contiene─. Al final de esta conversación, si me complaces, serás tan libre como no lo has sido en años. Eso sí es algo que te puedo prometer. ─Ejerciendo aún más presión hacia abajo, todavía sin hacer sangrar su piel, vuelve a hablar─. ¿Conoces o no dónde podríamos encontrar a tu jefe? Eres un simple camello, un objeto sin valor, no te vamos a culpar si no sabes dónde vive, pero debes haber oído hablar de un lugar donde se reúnen. Dinos y esto habrá acabado antes de que empiece.
Niego en silencio, sin creer que Flavio realmente esté esperando una respuesta positiva a ello, pensando que volveré a escuchar a otro hombre con acento cubano mandándonos a la mierda, pero me sorprendo cuando el tipo habla y la voz de Google lo traduce.
─Está el bar... el bar encima de la heladería Coppelia. Cerca de aquí. Nunca he estado dentro, no dejan pasar a todos, pero el Mustang verde de Porfirio está allí cada jueves. ─Traga─. Con sus hombres. Algunos identificables, pero la mayoría en cubierto.
Flavio nuevamente acaricia su cabello, asintiendo.
─Gracias.
Él retira sus manos de las puntas de hierro, para alivio del camello, pero rápidamente las suplanta con su rostro. Antes de que alguno de nosotros pueda intuirlo, lo presiona hacia abajo con fuerza y lo mantiene ahí hasta que el hombre deja de moverse y de soltar gritos ahogados dentro de la mordaza que Flavio pone en su boca. No tengo que medir su pulso para saber que está muerto. Desde el balcón, escuchamos las arcadas de Emi y el sonido del vomito al chocar contra el suelo, lo que ha estado haciendo cada vez que interrogamos a alguien a pesar de que es él quién los trae.
Marica.
Cuando la serpiente venenosa Cavalli se levanta, lo imito y lo presiono contra la pared con fuerza. No se queja a pesar del dolor que probablemente el golpe le produjo. Mantiene mi mirada. Me recuerda tanto a Arlette que solo lo mataría por ello, pero hay algo jodidamente más en él. Contención y a la vez una oscuridad tan profunda que entrar en su mente podría sentirse como caer al vacío. Arlette ama el desastre, pero quizás Flavio ame la crueldad. La manera en la que jugó con las ilusiones del tipo, con sus esperanzas y sueños, antes de asesinarlo de esa manera... mierda. Incluso yo tengo mis límites. Mientras las personas saben quiénes somos Arlette y yo apenas nos ven, él tiene dos caras.
Eso es lo alarmante.
─¿Por qué no le preguntaste sobre Penélope?
─Porque hacerlo habría sido una pérdida de tiempo. ¿Crees que Porfirio le habría dicho dónde la tiene a un hombre que ni siquiera conoce? ─responde Francesco a mis espaldas, apartándome de Flavio, quién se escabulle al balcón con Emi. Genial. Ahora también tendré que limpiar su mierda─. Ahora podemos ir al bar y conseguir a uno de sus hombres cercanos en su lugar. Mañana. ─Afirmo. El intercambio es el viernes a las doce del mediodía en un restaurante concurrido frente a la playa, así que a pesar de que estamos apretados de tiempo, ahora al menos tenemos algo─. Iré al bar a comprobar la información, ¿me acompañas?
─Sí. ─Miro a Kai─. ¿Puedes encargarte de esto?
A pesar de que ya había empezado un nuevo episodio de sus caricaturas, afirma y se pone de pie para desatar al cadáver y llevarlo a la bañera en pijama. En esto no es tan marica como su hermano. Me aseguro de no tener manchas de sangre encima antes de salir, siguiendo a mi mejor amigo a la recepción, dónde le pregunta a la bonita chica que la atiende por la heladería, y después por la calle. Es de noche, pero no somos los únicos a las afueras del hotel. Hay una multitud aglomerada frente a la heladería que se encuentra a tan solo media cuadra de nosotros. Las personas hacen fila frente a una puerta que conduce a un pasillo con escaleras. Francesco se acerca al guardia en la puerta. Una vez lo ha sobornado con dinero, este descuelga la cadena en la entrada para que ambos pasemos a su interior.
Mi teléfono, sin embargo, empieza a sonar cuando me acerco a ellos, por lo que le hago una seña tanto a él como a Francesco para que me esperen y me alejo. Si subo el sonido de la música interferirá con la llamada y en este momento una llamada puede significarlo todo para mí. Mi número de Texas, el que Penélope conoce, continúa funcionando gracias a Kai, por lo que puede tratarse de Porfirio, de mi madre o de Arlette.
─Vicenzo ─susurra una suave voz al otro lado, sollozando.
Penélope.
Casi caigo de rodillas al oírla.
─Pen, te amo ─susurro de vuelta, sin aliento─. ¿Cómo estás?
Ni siquiera pasa por mi mente preguntarle dónde está. Podrían estar escuchándola. Podrían estar castigándola por hablar de más. Aunque me gustaría sacar algo de información de esto, el miedo de que le hagan algo me paraliza. Ella no lo soportaría.
─Bien. Me están tratando bien. No debes preocuparte por eso. ─Aprieto mis puños. Si es así, ¿por qué mierda llora?─. Te extraño, Vicenzo. Me permitieron llamarte para que te diga que estoy bien, que no me han lastimado, y que confíes. ─Su voz se vuelve firme a pesar de las lágrimas que probablemente corren por su mejillas─. Confía. Volveremos a estar juntos. Solo eso.
Cuelga.
Me doy la vuelta, un nudo en mi maldita garganta, y me acerco a Francesco para subir las escaleras. En el momento en el que la llamada empezó, Kai la rastreó. Confirmaremos la información que nos dio el camello de Porfirio y nos iremos de aquí tan rápido como podamos. Francesco, leyendo mi expresión, no me pregunta qué sucedió con la llamada, pero por su expresión sé que lo imagina.
Confía, dijo Penélope.
¿Pero cómo mierda confiar cuando ni siquiera confío en mí mismo y la única persona en la que lo hago no responde el teléfono? Es una perra loca, pero es una perra loca con todas las respuestas correctas. Cuando la vi en la pista, me doy cuenta, no me sentí aliviado porque nos ayudaría, sino porque pensé que vendría con nosotros. De hacerlo estoy seguro de que ya tendríamos a Pen. No solo porque sea inteligente, sino porque somos indestructibles juntos. Cuando trabajamos juntos en la fiesta de diamantes Cavalli, de alguna manera pudimos sacar del caos que ocasiona el desastre que somos. Aunque estoy con todos mis amigos justo ahora, ninguno de ellos es la pieza que necesito a mi lado.
Ahora que no lo tengo, malditamente lo veo.
Y así como me gustaría que estuviera aquí, también me gustaría estar allá, obligándola a deshacerse de las prohibiciones del capo, y una parte mínima de mí desea que no encontremos a Pen para regresar a Chicago y tener una excusa para matar a Marcelo aunque tenga que morir en el proceso. Si él no hubiera puesto sus manos en lo que me pertenecía, nada de esto hubiera pasado.
No habría enloquecido.
No habría arruinado sus sueños y esperanzas.
Por eso lo odio.
Y por eso, capo o no, pagará.
APRIETEN SUS CINTURONES QUE A PARTIR DE AQUÍ TODO SE VA A DESCONTROLAR. Si pensaste que ya estaba descontrolado, pues te equivocaste
Capítulo 1/2 de hoy ♡
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Dedicación a: Itzel02ventura
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Love u
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