Capítulo 3:
ARLETTE:
Fósil no dice nada, probablemente esperando que sea yo quién inicie la conversación, cuando me ve llegar a nuestro barco a borde de una lancha que guía un viejo hombre de los muelles que contrató para la tarea. Después de un día tan pesado y de caminar casi siete kilómetros desde dónde dejé el escarabajo, por no mencionar que sigo aguantando las ganas de derrumbarme debido a la muerte de mi padre, no abro la boca hasta que se da cuenta de que no pienso decir nada y toma la iniciativa.
─Señorita Arlette ─dice─. ¿Dónde está su hermana?
─A salvo.
Ya que le ofrezco una mirada que dice que no le diré nada más al respecto, no insiste sobre el tema pese a las arrugas que se forman a los laterales de sus ojos. Que piense que podría hacerle daño me molesta, pero me molesta aún más el hecho de que quizás, si mi padre no hubiera muerto, podría haber sido así. No sería capaz de amarla si tuviera que compartir su amor con ella. No son solo palabras.
Lo sé por experiencia.
─Tengo una noticia que darle. Es sobre Flavio.
Me enderezo abruptamente.
─¿Qué pasó?
─Luc pudo confirmar que quién lo tiene se está refugiando en La Organización, no en la Cosa Nostra. Como le dije, Marcelo ha amenazado a los sicilianos. Quiere protegerla y a Flavio de los enemigos de su padre. Según él, ambos están desaparecidos. Ha garantizado la enemistad con cualquiera que se atreva a tocarlos. Les brinda su cobijo. No dudo que sea cierto. Es noble. ─Aprieto mi mandíbula tan fuerte que es un milagro que nada en mi boca se rompa. En este momento no confío en nadie. Ni siquiera en Marcelo y sus acciones de caballero de brillante armadura. Solamente me tengo a mí misma y a Fósil─. Mañana habrá una reunión entre sus miembros en Chicago. ─La furia llena sus ojos cafés, así que nada de lo que dirá a continuación será bueno─. Constantino ha ofrecido que se celebre en Fratello's.
Niego con vehemencia al intuir la dirección de sus pensamientos. Entiendo la molestia de Fósil, pero no puedo permitirme sacar conclusiones apresuradas. El hecho de que Constantino Ambrosetti haya ofrecido su restaurante para tratar el tema de Flavio y nuestra herencia puede significar muchas cosas. Puede simplemente estar velando por la seguridad del hijo de su difunto mejor amigo. Puede querer convertirse en su tutor. Puede querer arrebatárnoslo todo. Puede querer llegar a un trato sumamente injusto con nosotros, razón por la que no me he acercado a él o a Vicenzo. Éramos familia, pero eso cambió en el momento en el que nuestra alianza se rompió. Si no hay dinero, sangre o poder de por medio, no hay obligación o compromiso de lealtad. No solo se trata de libertad. Eso es lo que Vicenzo nunca entendió, el principio que debió haber destruido a su padre cuando el mío le comunicó su decisión.
Pero a pesar de todo... no puedo olvidar que es mi padrino.
Era su mejor amigo, casi un hermano.
─Iré.
Aunque Constantino sea culpable, aunque me esté dirigiendo a una trampa, esta es la oportunidad que he estado esperando para entrar en el juego de los asesinos de mi padre. No puedo desperdiciarla. Podría no tener otra. Fósil arruga la frente tras analizar lo que acabo de decir. Aunque es noble que se preocupe por mí, esa preocupación es un obstáculo. Dejé de ser una niña cuando mi padre murió.
─¿Irá? ─pregunta con un claro deje de incredulidad─. No la dejaré enfrentarse a ellos sola. Conozco muy bien de lo que cada hombre en la oscuridad es capaz.
Nunca he sido la persona más sentimental, pero Fósil también me crió. Fue mi primer entrenador de defensa personal. Ha sido mi sombra desde que mamá murió. Conoce pequeños detalles y partes de mí que ni siquiera Carlo Cavalli notó. Formó parte de mi educación tanto como Petrushka, mi propio padre y Beatrice. Ya cometí el error de pensar que la pérdida de alguien que estoy acostumbrada a ver todos los días no me afectaría. No me arriesgaré a que lo mismo suceda otra vez.
─Luc irá conmigo. ─Aunque mantengo mi mentón elevado, este tiembla. Mi voz, sin embargo, no lo hace─. No te puedo perder, Fósil. No a ti. ─Le sonrío─. Además, necesito a alguien de confianza afuera. No eres mi padre, pero siempre has sido el único con el que puedo contar al cien por ciento.
Aunque mis palabras le afectan, su semblante permanece sombrío.
─¿Entonces por qué no me dice dónde está Beatrice?
─Porque mi familia es un tema complicado. Lo sabes bien. ─Pongo mi mano sobre la manija de la puerta de mi habitación. Antes de entrar en ella, le echo un último vistazo. Aunque no dormiré, necesito descansar y trazar más líneas en mi plan para recuperar a Flavio, vengar a mi padre y obtener de regreso lo que nos pertenece─. Ni siquiera confío en mi misma para mantenerla a salvo. Si pudiera tomar el lugar de mi padre, lo haría si eso significara que todas las personas que amo estarían a salvo.
*****
Por la mañana dejo de lado cualquier basura que Fósil haya conseguido para mí y abro el armario que por fortuna mi padre hizo abastecer. Selecciono un vestido rojo, tono sangre, que deja mi espalda y piernas expuestas debido a dos aberturas a la altura de la cadera. No se ve vulgar debido a que mi piel está cubierta por otra tela, un tono más claro, transparente. Debería usar negro, pero he puesto el luto en segundo plano. Primero está la venganza. Cepillo tanto mi cabello que termina brillando como un diamante Cavalli. Pinto mis labios del mismo tono carmesí que mi ropa y consigo un par de zapatos altos que van a juego. El lado oscuro de Chicago espera verme hecha trizas luego de la muerte de mi padre, pero no les daré el gusto. Por muchos años fui todo lo que ellos querían que fuera y eso no fue suficiente.
Una buena hija.
Una buena prometida.
Una buena chica.
Una buena princesa de la mafia siciliana.
Ahora, gracias a los asesinos de mi padre, el hombre más rico de La Organización, soy nada. Porque sin él ni siquiera sé quién soy.
O de lo que soy capaz.
****
En la proa, a punto de sumergirme en un infierno lleno de demonios hambrientos, Petrushka se echa a mis brazos y llora. No tengo el corazón para alejarla, pero tampoco para devolverle el gesto. Permito que me abrace mientras contengo las ganas de sumergir mi rostro en su cuello y ceder al llanto, como cuando era niña.
Sé que eso no traerá paz a mi dolor.
─Estaré bien, nana. ─Presiono mis labios contra su frente─. Encontraré la manera de solucionar esto y traeré a Beatrice para ti. Una pequeña niña a tu cargo de nuevo.
No puedo evitar sonreír cuando su mirada se ilumina. Si fuera unos años más joven, le habría confiado a mi hermana sin dudar, pero sé que no hubiera podido defenderse si los hombres de La Organización hubieran ido por ellas. Cuando la anciana retrocede, mis ojos viajan a Miriam. Beatrice es el único motivo por el que está aquí. Necesitaba que me garantizaran que estaba bien a pesar de su horrible nacimiento. Una vez estuvo a bordo, sin embargo, no se pudo ir. No puedo correr el riesgo de dejarla libre y que nos delate. Tampoco luce como si le molestara estar aquí.
─Has dejado de tomar tus pastillas, ¿cierto?
Afirmo.
─Ya no es de tu incumbencia, pero sí. Las dejé.
En lugar de lucir molesta o preocupada, la mujer de piel morena sonríe.
─Bien ─dice─. Ellos no tienen idea de a lo que se enfrentan.
No puedo estar en desacuerdo. Pasando de ella, mis ojos se cruzan con los de Fósil. Mi guardaespaldas de toda la vida esquiva mi mirada, pero no lo hace lo suficientemente rápido para que no pueda ver su preocupación. Su impotencia.
─Te necesito aquí ─le recuerdo con el tono más suave que puedo emplear sin dejar de oírme firme─. Eres una de las piezas más importante de mi tablero de ajedrez.
Él niega, todavía sin mirarme.
─Me prometí a mí mismo que la cuidaría. Se lo prometí a su abuelo. ─Tomo una honda inhalación, puesto que Fósil nunca antes lo mencionó. Simplemente asumí que pasó a servirme cuando mi madre murió─. Fallé una vez y nunca me lo perdonaré a mí mismo. Si algo le pasa, señorita Arlette, y yo no estoy ahí... no sé cómo sobreviré. Mi vida consiste en servir a los Vólkov. No puedo ser tan bueno en mi trabajo si usted es la única que queda. Cuando me mira seguro piensa que solo soy un hombre viejo, pero yo la veo y pienso que esta es mi última oportunidad de hacerlo bien.
Conmovida, estrecho su hombro, lo que finalmente lo fuerza a mirarme.
─Incluso si algo me pasa, haz sido el mejor guardaespaldas que habría podido tener, pero incluso tú, el mejor en lo que haces, no puedes protegerme de todo. ─Acerco mis labios a su oído─. Pero si muero intentando vengar a mi padre, no soy tu última oportunidad. Te exijo que me prometas que cuidarás a Beatrice y a Flavio como cuidaste de mí. ─Presiono fuertemente mis parpados─. Mi hermana está en un orfanato de Chicago. Solo acércate a ella si consideras que es seguro llevarla con Flavio o no te queda otra opción. De lo contrario, déjala vivir y crecer con una familia normal. Eres el único que lo sabe, así que no compartas esta información con nadie.
Cuando me echo hacia atrás, sus ojos brillan con humedad.
Acabo de poner en sus manos un trozo de lo que más amo.
Le he dado lo que necesitaba para saber que después de todos estos años de servicio, confío en él como mi sombra.
─Lo juro, señorita Arlette.
Retrocedo todavía más.
─Adiós, Fósil.
Antes de que pueda responder de alguna manera, me escabullo al costado de Luc, quién me ayuda a bajar las escaleras que conducen al yate que nos llevará a tierra firme. Está usando el mismo uniforme de siempre, pero su cabello castaño está desaliñado y hay marcadas ojeras bajo sus ojos. Aunque su cansancio es evidente, fuerza una sonrisa en sus labios cuando me descubre mirándolo.
─¿Está segura de querer hacer esto?
Afirmo.
─¿Estás seguro de querer acompañarme?
Se encoje de hombros.
─No tengo nada mejor que hacer. Además, la paga será buena, ¿no?
─Más dinero del que mi padre pudo haberte dado alguna vez.
Millones a cambio de lealtad.
****
Logramos llegar a Fratello's sin ser perseguidos. En realidad hemos tenido suerte escondiéndonos durante estos días, lo cual asumo que se debe a que nunca pensaron que una adolescente huérfana y esquizofrénica podría valerse tan bien por sí misma. Cuando entramos en el restaurante, a las nueve de la noche, nadie nos reconoce hasta que subimos a la terraza. Antes de que pueda hacer una entrada por mí misma, Luc toma mi hombro y lo aprieta con fuerza. A pesar de ello, mis ojos únicamente están enfocados en los de una sola persona. Vicenzo Ambrosetti. Aunque está de espaldas a mí, sentado en la barra mientras discute algunos asuntos con su padre, se gira tan pronto pongo un pie en la misma habitación que él.
─Espero que algún día puedas perdonarme por esto ─susurra Luc.
Antes de que pueda procesar sus palabras, soy arrojada al suelo.
─¡Luc! ─grito, intentando incorporarme, pero tardando más de la cuenta debido a mis tacones. Cuando me pongo de pie, mis codos heridos, todos en la habitación me están mirando o señalando. Luc está cabizbajo, evitando mi mirada, su respiración errática y superficial. Salvaje─. ¡¿Qué mierda crees que haces?!
Tras de mí, alguien aplaude. Me giro.
Luciano.
─Él está cobrando la recompensa por ti, Arlette, ¿no es así, Luca?
Luc afirma.
─Sí, señor.
Luciano, en un traje completamente blanco, señala a Constantino.
─Viejo amigo, ¿por qué no le haces un cheque al chico? A menos que quieras todo ese dinero en efectivo. No sé cómo es ahora, pero en mis tiempos era un peligro ir con cinco millones de dólares por las calles y más aún cuando todos saben que los tienes.
Aunque mi cuerpo aún duele por la caída, aunque debería maldecir a Luc, no puedo decir que no esperaba este movimiento de su parte. Después de la muerte de mi padre, la mayor sorpresa de mi vida, ya casi nada me impresiona, pero sí me insulta un poco el hecho de que solo hayan ofrecido cinco millones por mí.
─Se suponía que debías cuidarme ─le reprocho─. El día que mi padre murió, debí haber elegido a Moses para llevarlo conmigo. No a ti. ─Lo escupo. Luc arruga la cara con expresión dolida, pero aún así acepta el cheque que le da el padre de Vicenzo, quién nos mira en silencio─. Eres un cobarde. Todos ustedes son unos cobardes. Están tan asustados de una pobre niña huérfana que tienen que ponerle precio a mi cabeza porque no fueron capaces de conseguirme. ─Miro directamente a Constantino─. Lo único que quiero es a mi hermano. Pueden quedarse con todo si me devuelven a Flavio en este preciso instante. Nos iremos de Chicago.
Aunque la mirada del hombre está llena de sentimientos contradictorios, este niega.
─No podemos hacer eso, Arlette. Se debe respetar el legado de tu padre.
Luciano se posiciona junto a un grupo de hombres de La Organización que no conozco, pero que sospecho que vinieron a Chicago a husmear. Marcelo se encuentra en el fondo, lo que me llama la atención. Él no pertenece aquí. En realidad ni siquiera sé cómo lo dejaron entrar cuando se supone que los hombres de esta entidad son paranoicos con respecto a que se les relacione con criminales como él.
─Aunque es una oferta tentadora, debemos declinar. En vista de tu inestabilidad, algo de lo que todo Chicago es consciente, un hombre de La Organización se hará cargo de Flavio. Marcelo está aquí para ser testigo de que este será tratado adecuadamente. No debes preocuparte. Tu hermano tendrá de tutor a alguien letal. Astuto. Inquebrantable. ─Su mirada violeta se vuelve maliciosa─. A mí.
Doy dos pasos en su dirección, mi sangre hirviendo.
Él tiene a Flavio.
─Tú te lo llevaste.
Luciano sonríe.
─Yo lo rescaté de los asesinos de tu padre.
Esta vez me acerco tanto a él que sus hombres me obligan a retroceder, pero el traficante de mujeres, también cassetto de la mafia siciliana, alza su mano, indicándoles que se mantengan atrás.
─Es imposible que sepas quiénes fueron. Sus rostros estaban cubiertos.
Sus labios se curvan hacia arriba.
─No, pero conocía sus intenciones. ─Luciano me da la espalda para mirar a sus compañeros. Salvatore, quién tampoco debería estar aquí, se posiciona junto a él─. Arlette Cavalli me amenazó la última vez que estuvo en mi casa. También amenazó a Salvatore Morello. A escondidas de La Organización, manejaba un club y lavaba dinero por sí misma. Aunque sea tan capaz como cualquiera de nosotros, es impulsiva. Todos sabemos eso. Está diagnosticada con esquizofrenia desde que era una niña. También sabemos que la relación que mantenía con su padre era enfermiza. ─Me mira─. Estaba tan celosa de su madrastra que la asesinó antes o después de ir por su padre. Si se preguntan cómo alguien como ella, tan solo una niña, podría generar tanto caos... Arlette cuenta con la herencia de su madre. Es independiente del dinero de su padre. Por eso le interesa tan poco que su hermano asuma el papel que le corresponde. En conjunto con Luc y Moses, quien murió debido al ataque de uno de los hombres de Carlo, Arlette asesinó a su propio padre, a su madrastra, y después pretendía hacer lo mismo con su hermano. ─Mi pecho se queda sin oxígeno cuando todos los rostros me observan con incredulidad, pero también con sospecha, a la par que sueltan gruñidos y exclamaciones de sorpresa. Mi atención viaja a Iván, el único que sabía sobre mi herencia materna, aparte de Vicenzo y su padre, pero este niega mientras señala a un tipo al fondo de la habitación. Mi corazón se detiene cuando sus ojos azul océano se cruzan con los míos. Francesco fue quién le dio tanta información personal de mí a Luciano. Mi primo está de regreso en Chicago y está jugando a pertenecer al bando equivocado─. Luca, al igual que la maestra de Flavio y sus compañeros, que pueden decir que vieron a Arlette agredir a la mujer con la sangre de su progenitor y de su esposa en la ropa, ¿puedes confirmar para los demás miembros de La Organización esta historia? ¿Arlette te manipuló para asesinar a Carlo Cavalli?
Él afirma.
─Así es.
Luciano vuelve a mirarme.
─Luca también me contó que pudieron sacar a la otra hija de Carlo del vientre de su madre antes de que esta muriera, pero que hiciste desaparecer a tu hermana. También que no has tomado tu medicación en un tiempo. ─El brillo oscuro en los ojos de Luciano se intensifica─. Arlette Cavalli, ¿qué has hecho con la recién nacida?
Al igual que solo tengo una oportunidad para entrar en este juego, para ser tomada en serio, también tengo solo una oportunidad para ver las reacciones de todos estos rostros juntos y al mismo tiempo mantener a salvo a Beatrice. Manteniendo su mirada, curvo lentamente mis labios hacia arriba mientras siento cómo soy obligada a poner mis manos atrás. Contenida de una manera familiar.
─Mi hermana ha muerto ─digo─. Lloraba demasiado, así que la dejé caer al mar para que pueda reunirse con papá.
A pesar de que todos estos hombres son la definición de maldad, mi revelación los hace sentir incómodos. Incluso Luciano se tambalea sobre sus pies.
Todos ellos me creen.
Todos ellos piensan que he matado a mi padre.
Todos menos sus verdaderos asesinos.
Ante un gesto de Luciano, la persona tras de mí fuerza una aguja en mi cuello y todo se vuelve negro. Lo último que veo antes de desmayarme, mi cuerpo en los brazos de Vicenzo, es la expresión confundida y llena de ira de Marcelo.
Mi capo favorito sabe que no fui yo.
Eso es suficiente.
Holaaaa, las amo.
Capítulo dedicado a Lovely_Odeth, siguiente a la opinión más completa de este capítulo y de lo que piensan que pasará <3
No olviden dejar comentarios y estrellitas
Hasta dentro de unos días
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