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Capítulo 12:

ARLETTE:

Mientras el ascensor escala cada uno de los pisos de Cavalli Enterprises CO, mi mente viaja a la última vez que estuve en este ascensor. Luc llevaba el cuerpo de mi padre sobre su hombro, lo que fue aún peor que verlo muerto, puesto que fue la confirmación de que no sería capaz de moverse por sus propios medios nunca más. Fósil llevaba a Beatrice en brazos, concentrado en que las cámaras no pudieran captar su estómago plano. Mi hermana estaba escondida en una bolsa de basura para tener el comodín de que todos ignoraran su existencia, pero eso falló cuando recordé que las cámaras pudieron haber grabado su exótico parto. Gracias a que Beatrice se encontraba escondida tras el sofá, no debió ser mucho. Lo suficiente, sin embargo, para que se determinara que la pequeña Beatrice está viva. No podía arriesgarme, así que por eso la escondí en un orfanato y acepté la sentencia que pusieron sobre mis hombros en el restaurante.

De acuerdo con la lógica de La Organización, si había asesinado a mi padre y a mi madrastra, asesinar a un recién nacido no era nada de otro mundo. Quedaron atrapados en su propia mentira. Intentaron usar mi diagnóstico de esquizofrenia a su favor, que ese fuera el motivo por el que maté a mi padre y a su esposa, así que no tenían de otra que aceptar lo que les decía con respecto a mi hermana. No podía estar tan loca como para cometer algunos crímenes, pero para otros no. Como ya la había sacado del tablero, hice que Luc usara nuestra mayor debilidad como ventaja. Le contó a Luciano sobre pequeña Beatrice. El casetto revisó las cintas de seguridad y comprobó que decía la verdad. Ya que delatar la existencia de otro de los hijos de Carlo era lo suficientemente cruel, además de su propuesta de servirme en bandeja de plata a los hombres de La Organización, ya que no se arriesgaría a desatar la ira de Marcelo comprándome para sí cuando este había dejado en claro que estábamos bajo su protección, confió casi ciegamente en él.

No fuimos directamente a Luciano porque, después de la amenaza pública del jefe de jefes, solo eran rumores los que lo señalaban como el secuestrador de Flavio. Ni siquiera Francesco, que había empezado a trabajar para él apenas se enteró que sería quién se haría cargo de los negocios de los Cavalli, lo había comprobado aún. Necesitábamos tener la certeza de que Luciano lo tenía. Para ese entonces aún no había hablado con Marcelo, él no contaba como uno de mis peones, así que tuve que hacer que mi reina hiciera su primer movimiento. La envié al centro de los recuadros.

Les hice creer que me tenían en sus manos.

Una vez tuve la certeza de que Flavio estaba con Luciano, llevé las palabras de Marcelo a la realidad. Mi padre tenía tanto amigos que genuinamente estaban afligidos por su muerte y se conformarían con la pena impuesta, como enemigos que querrían un pedazo de mí por pertenecer a su sangre así hubiera sido yo quién lo asesinó o no. El factor común entre los dos tipos era, es, el miedo a qué cantidad de información sobre ellos poseo. Los primeros se conformaron con que fuera enviada al psiquiátrico. Los segundos estarían satisfechos con el hecho de que Marcelo, quién en realidad era mi aliado, hubiera entrado en razón y me hubiera vendido como mercancía a Luciano, quién les prometió un trozo de mí a penas las puertas de su prostíbulo estuvieran abiertas.

Es así como mantienes a una manada de lobos hambrientos tan felices, en éxtasis mientras olisquean la res que devorarán, que no son capaces de notar la sombra entre los árboles que los persigue. Que esto no es otro cuento de hadas, puesto que caperucita ha tomado la vieja escopeta de su abuela y les ha tendido una trampa para cazarlos de uno en uno. Mi único riesgo fue pedirle ayuda a Marcelo, pero de no haberla obtenido de él siempre pude haber manipulado a Vicenzo un poco más, mi segundo plan, puesto que no quería involucrarlo después de comprobar que su padre y él querían aprovecharse de la situación para apoderarse de la fortuna Cavalli, en lo absoluto conmovidos por la muerte de un amigo.

Ya en la isla de Luciano, cerca de Flavio, a quién Francesco no podía rescatar por sí solo, puesto que uno de nosotros tenía que encargarse del tratante de blancas mientras el otro lo sacaba del calabozo en el que lo mantenían las veinticuatro horas del día atado como un perro, bajo la excusa de que saltaba sobre sus hombres, todo fue más fácil. Me dejé llevar por la corriente. Mis próximas jugadas se hicieron casi por sí solas. Luciano se puso, de nuevo, en su propia trampa. Una habitación insonorizada sin hombres custodiándolo. Él pensó que un juego de esposas era lo suficientemente fuerte para mantenerme controlada cuando mi padre era el hombre más poderoso de Chicago y a veces hasta a él, conmigo sedada, se le hizo imposible. Recordar la viscosidad de su sangre sobre mi rostro me hace sonreír. No soy estúpida. Sé que la venganza no me devolverá a mi padre, que la muerte de Luciano no borrará mi dolorosa manera de verlo antes de su muerte, pero me permite dormir un par de horas por las noches. También, a veces, me excito recordando su cadáver.

Quizás debí haber encontrado la manera de torturarlo.

Mis dedos pican de una manera que no lo habían hecho antes, con ansiedad, ante la idea de haberlo roto.

Al menos castrarlo.

Pero, recuerdo, mi verdadera venganza será destruir su imperio de mujeres esclavizadas. Cuando este no sea más que un mal recuerdo, será como si Luciano nunca hubiera existido. Llegará un momento en el que nadie recordará su nombre. Todo lo que hizo, todo por lo que sangró, quedará en el olvido mientras que mi familia solo se hará más fuerte.

Todo por haber fijado sus ojos en el blanco equivocado.

****

Trato de no pensar en mi padre sobre un charco de sangre a lo largo de la mañana, pero es difícil cuando estoy ocupando su oficina, el sitio en el que murió, la cual luce como si su homicidio no se hubiera llevado a cabo aquí. La alfombra blanca bajo su escritorio ha sido removida. La sangre ha desaparecido. Lo único que Luciano hizo como el jefe de Cavalli Enterprises fue ordenar que la remodelaran, pero la diseñadora que contrató para la tarea no iba a poder hacerlo hasta la siguiente semana. Luc, que ya no comete los mismos errores de antes, puesto que ahora es el mejor escolta que tengo, además del más leal, se acerca después de que alguien se pone en contacto con él a través del intercomunicador colgando de su oreja, lo que capto por el rabillo del ojo.

Abandono el vistazo que le estaba echando a las finanzas de mi padre, todas ellas con datos y números ocultos que marco con un resaltador, cuando se levanta del diván en la esquina y se acerca a mí. Desde que salimos de la isla de Luciano no se ha depilado, así que empieza a ser portador de una barba castaña que, a mí parecer, aumenta su atractivo.

Ya no luce tan joven y tonto.

No es el único.

De un momento para acá, todos hemos empezado a madurar.

─¿Qué sucede?

─Los CEO han llegado. Están en la sala de conferencias.

Afirmo, la única respuesta que obtiene de mí antes de que me ponga de pie y me dirija a un pasadizo secreto detrás de una de las bibliotecas de papá en el que solía esconderme cuando era una niña. El mismo posee una elegante escalera que conduce a un piso inferior en el que la sala de conferencias se encuentra. Una de sus paredes es un espejo. Muchas de las paredes del edificio son espejos. A papá le gustaba que sus arquitectos jugaran con el vidrio y el metal, por lo que nadie sospecha que pudieran ser observados del otro lado. Él lo usaba para escuchar lo que se dijera del otro lado sin que su presencia contuviera a los hombres que dejaba a cargo de sus múltiples negocios. De todas partes del mundo, en su mayoría de Sudamérica e Italia, venían a reunirse con él cada dos meses. Tenemos negocios legítimos que hacen cosas ilegitimas, pero es como una moneda. Tienen dos caras. Una es buena, otra mala. Mientras una de sus compañías puede estar donando millones de dólares para llenar los estómagos de personas hambrientas, esa misma empresa puede estar siendo usada para lavar el dinero de los hombres, políticos, que robaron recursos de esa misma población que pasa hambre o de la droga, mientras tanto generando sus propias ganancias por sí sola. Son tantas de ellas que tenía un equipo de alrededor de veinte o treinta supervisores que, en muchos casos, no solo se hacían cargo de una. Funcionaba sin fallas, así que no veo por qué no continuar trabajando con los mismos hombres. No me molesta la idea de ponerlos en su lugar.

Pero no seré quién los intimide una y otra vez.

─Ella luce... ─murmura Luc cuando entro en la sala de conferencias, mi andar seguro y seductor.

Sonrió con la mano presionada contra el cristal, maravillada.

─Como yo ─digo, terminando por él.

Marianne y yo nos arreglamos juntas esta mañana. Gavin nos preparó a ambas al mismo tiempo, consiguiendo de la boutique dos vestidos rojos sangre, mi nuevo color favorito, a juego, los cuales están hechos de encaje y una tela que se acopla a cada centímetro de nuestra figura hasta las rodillas, pero con volantes en el área del cuello y de las mangas de las manos. Ya que el espejo del otro lado refleja el cielo nubloso de Chicago, estoy segura de que su aspecto, en conjunto con su actitud y el ambiente que los rodea, los intimida.

─Soy Arlette Cavalli ─dice con el mentón en alto, las cejas levemente fruncidas con desagrado, mientras se sienta en la silla central, de cuero blanco, y se inclina hacia atrás colocando los pies sobre la mesa de cristal, lo cual es un poco sobreactuado, pero dejaré pasar debido a que sus pies lucen hermosos con la misma pedicura y los mismos tacones rojos, quince centímetros extra que nos hacen lucir como si acabáramos de abandonar una pasarela durante la semana de la moda de Milán, de una sola tira que yo llevo─. Y, desde este maldito momento, estoy a cargo de los negocios de mi familia.

Y así, mientras ella dice exactamente lo que yo diría, lo que memorizó durante la noche, luego de descansar un par de días de su actuación en el psiquiátrico, de rehabilitarse, sacar las drogas y el maltrato que sufrió en mi nombre de su sistema, puedo hacer lo mismo que papá hacía y no perderme ni un detalle de las reacciones de los presentes mientras habla.

Mientras hablo.

Para cuando termina de dejar en claro que una chica de dieciocho años, sin experiencia, asumirá el control del legado de su familia y que no hay nada que puedan hacer al respecto, dando por finalizada la reunión, le entrego un papel a Luc con los nombres de los hombres que no la tomaron en serio.

Para cuando termine con ellos, sí lo harán.

*****

Seguimos viviendo en un lujoso hotel en el centro de Chicago, pero eso cambiará dentro de un par de días. Mi casa ha sido destruida por vándalos que seguramente oyeron la noticia de la muerte de mi padre, o estaban asociados a sus asesinos, e irrumpieron en ella, arrinconando al personal y deshaciéndose de los pocos guardias que estaban vigilándola, puesto que todos los integrantes de la familia nos encontrábamos fuera. Aunque ya está a mi nombre y al de Flavio, necesita unas cuantas remodelaciones antes de que regresemos. Sigo considerando la mansión mi hogar, pero encontraré un lugar sin tantos testigos dónde quedarnos mientras tanto. Encontrar uno que cumpla con los requisitos de seguridad es lo complicado. No llevaré a mi familia a una zona de tiro.

─¿Emi y Kai han regresado con su padre?

Francesco asiente.

─Sí. No son guardaespaldas.

Estoy de acuerdo con ello. Después de lo que hicieron por nosotros, demostraron ser mucho más valiosos que unos simples soldados. Tampoco les pagué como si lo fueran. Francesco, sentado en el balcón de la habitación mientras fuma un cigarrillo, se pone de pie cuando se da cuenta de que no me acercaré a él. No hemos hablado mucho desde que salimos de la isla, solo para ponernos de acuerdo sobre quién tomaría el control y quién sería la imagen de nuestra familia, en lo que terminé asumiendo ambas posiciones, puesto que no confío en él para estar a cargo, no después de saber lo que sé, y él tampoco confía en sí mismo. Debería ser un apoyo, pero solo es un chico risueño que es incapaz de derrotar a sus enemigos. Cuando se posiciona frente a mí, su mirada gacha, alzo mi brazo y estampo la palma de mi mano contra su rostro con toda la fuerza que soy capaz de reunir. Lo que más me molesta de toda esta situación es que no haya sido él quién me haya contado, sino que lo supe por mis propios medios.

Esto es por haberme golpeado ─suelto antes de golpearlo de la misma manera en la otra mejilla─. Esto es por haber perdido Sicilia. Ahora, gracias a tu debilidad, tendremos que pasar por dos guerras para recuperar lo que nos pertenece.

Tras dejarlo luciendo desolado en medio de la habitación, su pálido torso desnudo debido a que solo está usando una bata de baño, me doy la vuelta y paso al pasillo que conduce a mi suite. Hay hombres en cada puerta, puesto que alquilé el piso entero. Flavio está en una de las habitaciones con Fósil, Petrushkha y Miriam. Está tan enojado con Francesco como yo por haber dejado perder nuestro castillo en Italia, así que se mudó con ellos. Sé que estoy siendo dura al respecto, que después de la pérdida de mi padre debería conformarme con que todos estemos bien y a salvo, pero es que no estaremos bien y a salvo hasta que nuestro apellido vuelva a ser tan poderoso como antes, inclusive más, debido a la fortaleza y a la amplitud de todos nuestros enemigos.

Pero ahora mismo solo puedo estar concentrada en Chicago.

Sicilia tendrá que esperar.

*****

Marcelo no trabajó gratuitamente. Gracias a que Salvatore, quién suministró las armas para el asesinato de mi padre, comprándoselas a Iván unos meses antes de su muerte, falleció y logré convencer a su viuda ofreciéndole el mismo trato que le ofrecí a Hether de cederme los bienes de su difunto esposo, ahora él es dueño del noventa y ocho por ciento de la distribución de drogas en la ciudad. Sigo siendo quién posee cada centavo que le pertenecía a Morello, pero él es quién trabaja a su gente. Fue un trato justo, a mi parecer, puesto que de igual manera el dinero pasa a través de mí.

Sigo estando al control.

También sigo sin comprender por qué el ego de los hombres del bajo mundo de Chicago es tan grande que no someten a sus esposas a acuerdos prenupciales. Todos piensan que sobrevivirán a ellas. Que sus hijos se harán cargo. No que podría venir alguien más y fácilmente cambiar las reglas del juego. No intento menospreciar a mi género, pero lidiar con amas de casa o chicas desorientadas es mucho más fácil que con un capo. Aunque la habría matado de no aceptar, Hether no se lo pensó dos veces. La viuda de Salvatore tampoco, especialmente ante la mención de Isabella, su hija muerta, el recordatorio de lo que su esposo permitió que sucediera para proteger su negocio y lo que podría sucederle a sus hijos si se negaba. Le di el suficiente dinero para que toda la familia estuviera bien por generaciones, puesto que el papel de su monarca en el asesinato de mi padre fue el único que estaba mínimamente justificado, pero aun así resultó impersonal.

Carlo Cavalli fue quién le presentó a Mariano Borgetti.

Papá lo animó a comprometerlo con Isabella.

Estoy segura de que mi padre sabía con qué tipo de hombre la estaba involucrando, pero no le importó. Ahora que era su casetto, no Luciano, quería una alianza entre él y los hombres que trabajaban distribuyendo la droga de Marcelo, quiénes también pasarían a distribuir la droga de Morello una vez Mariano Borgetti e Isabella Morello se casaran. Papá, a costa de su hija, quería paz. Quería que fueran civilizados.

Pero gracias a Mariano, Isabella murió.

Salvatore no lo impidió.

Era un cobarde que se llenó de resentimiento hacia mi padre tras la muerte de su hija. Sin embargo, estoy segura de que lo único que hizo fue suministrar las armas y presenciar el homicidio de Carlo Cavalli. Aunque este fue asesinado por la espalda, Salvatore no habría sido capaz. Aún recuerdo su expresión cuando nos hice sangran a Vicenzo y a mí en el recibidor de su casa. Era aún más cobarde que asesinar por la espalda. Quién apretó el gatillo se encuentra entre mis otras dos opciones. Dejo escapar un suspiro mientras me acomodo sobre mi cama. Aunque uso una pijama de una de las telas más suaves que han sido creadas por el hombre, no puedo dormir y estoy segura de que no lo haré hasta que pasen unos días y me desmaye, como sucedió la noche que acabé con Luciano, paz que solo durará un par de horas hasta que me vea forzada a despertar de una pesadilla de sangre alrededor del rostro de mi padre. Un minuto lo estaría abrazando, sentada sobre sus piernas como solía, sintiendo la calidez de su cuerpo desplazándose al mío, y al otro estaría entre los brazos de su cadáver, oliendo la putrefacción salir de cada poro de su piel, sintiendo náuseas llenar mi estómago.

Al despertar de mi pesadilla, querría llorar.

Pero no podría hacerlo.

No lo haré hasta que me gane ese derecho vengando su muerte. 


Holaaa 

Espero que el capítulo les haya gustado

¿A quién quieren leer más?

¿Cuál es la intriga que más les come la cabeza?

Dedicado a paocorreia_


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Love u

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