Sacudida de conciencia
Capítulo 9
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La primavera de abril llegó a Konoha con un bello regalo. Los primeros retoños de las flores de Sakura empezaban a asomarse en las calles. Aquello ponía de muy buen humor a la pelirrosa que se dirigía a hablar con el Hokage.
— Buenas tardes, Kakashi-sama — Saludó la chica de buen humor. — Capitán Yamato — El aludido estaba escribiendo en un pergamino en una de las esquinas de la oficina.
— Buen día — Respondió Yamato y continuó con lo suyo.
— Sakura, no seas tan formal. — Kakashi le sonrió a la chica.
— Hai, hai — Asintió — ¿Qué tal le ha ido? ¿Ya tiene la lista de los lugares donde quiere que pongamos centros de atención médica durante el examen chunnin?
— Si, por algún lado debe estar — Comenzó a buscar entre las montañas de papeles que inundaban su escritorio.
Mientras él buscaba, las hojas, la chica se dedicó a observar la oficina y entonces fijó su atención en una pequeña planta seca dentro de un recipiente con agua.
— Creo que su planta murió, debería sacarla de ahí, llenarla de agua no la revivirá — Comentó la chica con la mejor de las intenciones.
— Oh, tenía la esperanza de que pudiera sobrevivir, Hinata-chan me matará cuando sepa que se secó — Exhaló cansado.
— No lo creo, es una persona muy considerada — Sonrió, pero de pronto se acordó de algo — Es cierto, ¿Cómo le va con su nueva dieta? ¿Ya se acostumbró?
Kakashi encontró las hojas que buscaba en un montón de papeles que estaban bajo el sofá cuando escuchó aquello.
— ¿Dieta? — Ahora que lo pensaba, cada noche la veía más delgada... ¿Estaba haciendo dieta? ¿Para qué? Era una joven hermosa...
— Si, hace un par de días fue al hospital y Matsuda-san me pidió una dieta especial para tratar la anemia de Hinata-chan — Explicó la pelirrosada, pero notó que había algo raro en la expresión de su sensei.
Kakashi le extendió las hojas y se sentó en el sofá sobre el montón de papeles.
— ¿Ella tiene anemia? — Recordó que le había dicho que fuera al hospital, pero de eso hacía más de dos semanas.
— Bueno, yo no la revisé, eso me dijo Matsuda-san cuando me solicitó la dieta basada en su historial médico, pero le creí cuando la vi ayer cuando salí a atender a una persona del clan Hyuuga. Su piel está pálida y su cabello opaco, también tenía ojeras y se veía cansada, esos son signos de la falta de hierro — Explicó — Kakashi-sensei, ¿Hinata-chan no se lo dijo? — Preguntó preocupada.
— ¿Tú conoces bien a Hinata? — Preguntó al percatarse del detallado escrutinio que su ex alumna había hecho de la peliazul.
— Bueno, no somos amigas muy personales, pero estuve dándole algunas lecciones de ninjutsu médico hace cosa de un año — Colocó un dedo en su barbilla mientras rememoraba. — Pasamos mucho tiempo juntas, debo decir que ella parecía disfrutarlo. En ese tiempo no nos dábamos mucho abasto en el hospital, por lo que ella nos ayudaba abriendo algunos puntos de chakra para que pudiéramos mantener operaciones largas. Pero realmente me ayudó cuando se hizo cargo de la zona de pediatría, los niños la adoraban y era muy buena cuidando a los más pequeños. Pero un día llegó diciéndome que ya no podría continuar y se marchó del hospital.
— ¿Ella era buena?
— Si, su control de chakra es excelente. Pero no lo digo solo por eso, cuando se casaron, en esos días ella fue a verme y me pidió que aceptara a dos chicas de su clan dentro del programa de formación de nuevos médicos, que las chicas no contaban con el apoyo de sus padres pero que ella pagaría la matrícula y los materiales que utilizarían. Por eso no creo que se enoje con usted por la planta, es una chica buena y amable. Aunque quizás deban hablar, sé que es muy reservada pero debió haberle dicho lo de la anemia, si no se la trata, podría poner en riesgo su salud.
La mente de Kakashi empezó a trabajar, ¿Esas chicas que encontraba muy seguido en su casa estaban estudiando con el respaldo de Hinata? ¿Por qué nadie se lo dijo? No solo eso, ¿Hinata estaba enferma y no se lo había dicho? Todas las noches que cenaban, ella comía bien, no tenía un apetito como el Naruto pero siempre se tomaba su tiempo.
— Ya veo — Murmuró el peliplateado.
— Hai, es muy amable y servicial, espero que puedan hablar sobre su salud, sensei. Debería dejar de pasar tanto tiempo encerrado aquí y enterarse de lo que ocurre afuera — Puso sus manos en la cintura — Debe ser un mejor esposo para Hinata-chan.
— Eso intentaré, quizás se le olvidó comentarme de su ida al hospital porque está muy ocupada y yo suelo descuidarla un poco por el trabajo — Se rascó la nuca y la chica asintió no muy convencida del todo.
— Bueno, ya tengo lo que necesitaba, regresaré al hospital — Cuando llegó a la puerta se detuvo y miró a Kakashi — Si no se siente mejor con la dieta que le diseñé, dígale que vaya a verme y veré que más le puedo recetar. — Y se marchó.
Kakashi tomó su cabeza entre sus manos con un poco de frustración.
— ¿Qué sucede, sempai?
— No sabía que Hinata trabajó en el hospital, ni que nuestras aparentes amas de llaves estudian ninjutsu médico ni que tuviera problemas de salud.
Yamato detuvo lo que estaba haciendo y miró al peliplateado.
— Bueno, apenas llevan unos meses casados, quizás debas trabajar un poco con su comunicación.
— Ya casi se va a cumplir medio año, no es posible que no sepa algo tan básico como ello — Pasó su mano por todo su rostro tratando de despejarse.
No esperaba ser el mejor esposo del mundo, pero se dio cuenta de que tal vez estuvo tan preocupado pensando en sí mismo que no miró con cuidado a Hinata. Sí se había percatado de su pérdida de peso, porque compartían la cama y cada vez sentía más pequeña su presencia, pero fuera de eso diría que se veía igual que el día que se casaron. Pero hasta Sakura pudo notar que algo no andaba bien con solo verla un momento pasar. ¿Hinata no confiaba en él? ¿O no le interesaba decirle nada? ¿Qué significaba él para ella? ¿Lo seguía viendo como cadenas que la ataban? ¿Podía culparla por querer mantener su privacidad con el mismo ahínco que él?
— No sirve de mucho que te cuestiones lo que está mal, Kakashi-sempai deberías ir a hablar con ella, sería más eficaz. — Sugirió Yamato. — Yo le diré a Shikamaru cuando regrese que tuviste que salir por un problema personal.
— Te lo agradezco Tenzo. — Se puso de pie y desapareció en una nube de humo.
Debían ser las seis de la tarde cuando llegó a su casa, buscó en el huerto y en los jardines y no encontró a nadie. Fue a la cocina y en la mesa encontró un sobre con dinero y una nota.
La despensa está llena gracias a ustedes, no es necesario que compren algo para la cena. Les dejo esto para la semana. Que les vaya muy bien en el hospital. Hinata.
Kakashi observó la nota y entonces sintió un par de presencias tras suyo.
— Hokage-sama — Saludaron las dos chicas al mismo tiempo.
— ¿Qué significa esto? — Preguntó secamente.
Yuki y Yuko se miraron sorprendidas.
— Hinata-sama paga por nuestros servicios...
— Eso es mentira, ¿Podrían decir la verdad? No me voy a enojar ni le diré a nadie. — Trató de ser más comprensivo con las dos jóvenes.
Yuki le asintió con la cabeza a Yuko, quien se armó de valor para hablar.
— Hinata-sama pidió permiso a nuestros padres para que fuéramos sus acompañantes fuera del clan Hyuuga, les dijo que la ayudaríamos con los quehaceres de su casa porque solo de esa manera nosotras podrías entrar y salir del clan para asistir a clases de ninjutsu médico.
— ¿Por qué lo hacen a espaldas de sus padres?
— Porque las personas de la rama secundaria no podemos estudiar una profesión muy especializada como la medicina y descuidar la protección de los miembros de la rama principal, solo las personas de Souke tienen permitido aprender medicina — Yuki completó la idea.
— Le pedimos ayuda a Hinata-sama y ella nos tomó bajo su protección. Y a su vez le ayudamos con las tareas del hogar. — Yuko terminó de hablar e hizo una reverencia.
Los tres se quedaron en silencio. Aquello era un gesto demasiado noble por parte de su esposa, se estaba jugando un buen regaño del consejo de su clan si llegaban a enterarse de que Hinata estaba ayudándolas a quebrantar la voluntad de sus padres.
— No se preocupen, yo no diré nada. — Ambas chicas lo miraron sorprendidas.
— Se lo agradecemos Hokage-sama — Dijeron al unísono e hicieron una reverencia.
— Ahora... ¿Dónde está Hinata?
Yuki miró el reloj.
— Pasan de las seis, debe estar en la mansión tomando el té con Hiashi-sama.
— Ella debería llegar a casa a las siete para preparar la cena. — Señaló Yuko.
— Bien, entonces la esperaré. Ustedes sigan con sus pendientes.
— Gracias Hokage-sama, le agradecemos que nos ayude, con su permiso.
Y las chicas tomaron el dinero con la nota, al leerla comprendieron las preguntas del Hokage, sin embargo sintieron un poco de nervios de que les preguntara sí Hinata-sama sabía algo de su infidelidad... con una breve mirada las hermanas supieron que debían huir de inmediato. Justo cuando iban hacía la salida, la voz del Hokage las detuvo.
— Esperen, quisiera saber algo más.
— Díganos, Hokage-sama
— ¿Ustedes pasan mucho tiempo con Hinata-chan?
Las hermanas intercambiaron una mirada, no sabían a qué se debía esa pregunta.
— Últimamente no, Hokage-sama. — Respondieron las dos al unísono.
— ¿Come aquí o en otro lado?
— Pasa las tardes en la mansión, quizás comerá ahí. — Respondió Yuki.
Kakashi suspiró, esa no era mucha información.
— De acuerdo, sigan con lo suyo.
— Hai. — Dijeron las dos.
Y se marcharon casi corriendo.
Kakashi salió al jardín y se dejó caer en el césped junto al pequeño estanque, debería prestarle más atención a su esposa. Quizás la anemia era la forma en que ella pedía más atención, pero si ese fuera el caso, ¿Entonces por qué no le había dicho nada?. Kakashi intentó adivinar lo que sucedía, pero por el cansancio, terminó quedándose dormido en el instante.
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Un pequeño grito de sobresalto lo despertó.
Hinata había llegado a las siete a la casa, y al no saber si Kakashi llegaría a cenar (no había vuelto a poner un pie en la torre si no era para recibir misiones), preparó la cena, comió un par de bocados y dejó el resto en el horno para que se mantuviera caliente. Entonces decidió ver cómo iba su pequeño huerto, cuando al llegar al jardín pisó algo suave y nada cotidiano.
Gritó mientras retrocedía y activaba su byakugan.
— ¡Kakashi-san! — Exclamó con sorpresa. — Lo la-lamento tanto... no lo vi... n-no creí siquiera que hubiera a-alguien aquí... — Comenzó a balbucear aun un poco asustada.
— Gomen, estaba muy fresca la tarde y me quedé dormido — Respondió rascándose su nuca un poco avergonzado de haberla asustado.
— Pero aun así no comprendo qué hace aquí. — Se reprendió mentalmente por no haberse cerciorado de que no hubiera nadie en la casa, pero es que se había a acostumbrado a estar siempre sola al llegar.
— Bueno, vivo en esta casa — Dijo con una pequeña sonrisa, mientras ella se sonrojaba. — Voy a prender la luz — Pues la noche ya había caído sobre Konoha. Hinata terminaba de tranquilizar su corazón, extrañamente el susto le había ocasionado un poco de arritmia cardíaca.
Con la luz prendida, pudo ver el jardín lleno de hermosas flores y en el huerto algunas verduras.
— Debo plantar algún retoño de flores de cerezo, pronto van a estallar en miles de pétalos — Murmuró la chica mientras observaba junto al Hokage la belleza de su jardín.
— Has creado un sitio hermoso — Murmuró Kakashi haciendo sonrojar a la chica.
— Gracias por sus palabras...
Entonces Kakashi recordó por qué estaba ahí.
— Hinata, ¿Hay algo que yo deba saber? — Preguntó en tono serio.
Ella abrió los ojos un poco sorprendida, ya había sido bastante inusual que se encontraran en el jardín de la casa, cuando ahora le hacía esa pregunta.
Sí, había muchas cosas que quería decirle, como él hecho de que estaba orgullosa de lo que estaba logrando con su hermana, o que las hermanas Hyuuga ya habían conseguido dar primeros auxilios a un pescado, o que Mirai-chan ya había hecho a sus primeros amigos en el parque. Que se sentía decepcionada de su desempeño como maestra, porque Shiro no lograba trabajar con Nobu ahora que éste último le había declarado su amor a Meiko, que no quería levantarse en las mañanas, sentía que tenía demasiado sueño todo el tiempo...que sabía que tenía una aventura...
Pero seguramente él solo preguntaba por cortesía. Porque él estaba ocupado saliendo con otras mujeres y manteniendo a flote la aldea. Su relación era un mero cascaron vacío...
— No, no hay ninguna novedad — Murmuró mientras le daba la espalda para tomar sus herramientas y dirigirse a los arbustos, para quitarles hierba mala y ponerles un poco de abono.
Kakashi suspiró con tristeza. Tal vez él no era nadie para ella, quizás por eso esa magia que la rodeaba y que sacaba lo mejor de los otros cuando la miraban no funcionaba en él.
Y se quedó en el jardín, en silencio, observándola trabajar.
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A la mañana siguiente Kakashi no sintió cuando ella se levantó, pero si escuchó el ruido que provenía de la cocina. Eran las seis de la mañana y tenía sueño, pero quizás si se mostraba interesado ella se animaría a hablar de lo que le sucedía.
Bajó las escaleras y se recargó en el marco de la entrada a la cocina. Ella vestía una blusa de rejas negra y pantalón corto negro, y a un lado de ella reposaba su sudadera color lavanda.
Kakashi se deleitó contemplando sus glúteos moverse de un lado a otro. ¡Cómo había extrañado verla moverse con un ritmo que al parecer solo ella conocía! Pero mientras la contemplaba notó que tenía muchos moretones a lo largo de toda su piel. Algunos más verdes y amarillos, pero muchos eran negros y morados, tanto en sus piernas y espalda, como en los brazos.
— ¿Qué te sucedió? — Llegó hasta ella a grandes zancadas y la sujetó firmemente del brazo.
Aparte del sobresalto inicial por el grito que emitió su esposo, se alarmó al sentir que la sujetaba con un poco de brusquedad. Apenas rozaban al dormir, Kakashi nunca la tocaba y aquello la descolocó.
— Suélteme — Trató de alejarse, pero él la sostenía firmemente.
— ¿Quién te lastimó? Esto no sucedió en un entrenamiento normal.
— Si me suelta, podría decírselo. — Exclamó mientras continuaba jalándose.
Kakashi la soltó y ella se sobó la zona, pues le había dolido un poco debido al tacto brusco. Pero se dio prisa y se colocó la sudadera para cubrirse, lamentó su decisión de no vestirse completamente antes de bajar a desayunar.
— ¿Y bien?
— Fui a entrenar con Hanabi-chan su nuevo taijutsu — Respondió y se sintió como si la estuvieran regañando.
— Podría ser si todos los golpes fueran recientes y del mismo color. Pero no es así.
— Es porque he ido varios días. — Le dio la espalda y quitó el agua de la estufa. Pero sin querer derramó el agua caliente que quiso servir en la tetera quemándose de paso.
El agua se derramó y ella se alejó al sentir el calor en sus manos.
Kakashi se acercó para ver el estado de sus quemaduras, pero ella se alejó.
— Estoy bien, soy muy torpe — Murmuró mientras juntaba sus manos sobre su pecho.
— Iremos al hospital a que te revisen. — Kakashi se acercó a ella de nuevo.
— No, estoy bien, solo necesito un poco de ungüento...
— No está a discusión.
— No quiero ir — Kakashi descubrió que ella podía ser muy terca si se lo proponía.
— No me importa lo que quieras sino lo que necesitas para tus manos. — Levantó la voz y ella se encogió. Nunca en todos esos meses Kakashi le había levantado la voz. — Vamos.
Ella se negó.
— Bien, tú lo pediste — Entonces se acercó y la cargó sobre su hombro. Y desapareció en una nube de humo para aparecer en la sala del hospital.
— Hokage-sama — Exclamó Ino al verlos aparecer, él venía en pijama y traía cargando a la peliazul, quien a su vez pataleaba para zafarse del agarre. — ¿Qué sucede? — Eso definitivamente era muy raro.
— Le cayó agua hirviendo en las manos — Dijo el peliplateado mientras la bajaba.
Ino se acercó de prisa y tomó las manos de la chica.
— Menos mal que no se demoraron, voy a aplicar un medicamento para evitar que salgan ampollas, tienes una quemadura de segundo grado en cada mano. Tendrás que estar vendada todo el día de hoy.
— No puedo, tengo entrenamiento con los chicos y con Hanabi — Replicó la joven y cuando Kakashi estaba a punto de decirle que se tomara un descanso, Ino habló.
— Puedo pedir que te den un tratamiento de chakra verde, pero te va a doler un poco, pues debemos reanimar tus células quemadas.
— Está bien — Asintió y fue llevada por la rubia a una sala para atenderla, Kakashi las siguió.
Cuando terminaron las curaciones, Hinata debía esperar cuando menos unos minutos para retomar el movimiento de sus manos. Kakashi se quedó junto a ella cada momento y eso la incomodó un poco.
— ¿Por qué no quisiste los vendajes? Iba a ser menos doloroso. — Kakashi observó el sol salir a la lejanía.
— No puedo dejar a los chicos hoy, tenemos un entrenamiento que cumplir. — Respondió. — Además prometí trenzar el cabello de Hanabi-chan hoy, con las vendas no podría hacerlo.
Kakashi se alejó de la ventana y llegó junto a ella.
— ¿Quieres que crea que aguantaste ese tratamiento solo para trenzarle el cabello a tu hermana? — Acercó su rostro al de ella y murmuró esas palabras.
— Puede creerme o no, no me importa — Desvió la mirada.
— Bueno, te creeré — Dijo con una voz más amigable. Ella lo miró sorprendida. — Dicen que la confianza se gana, espero un día puedas decirme lo que te ocurre, así que empezaré creyéndote lo que acabas de decir.
Hinata bajó el rostro. Él le hablaba de confianza cuando se acostaba con otras mujeres en la torre...
— Pues no miento, de cualquier forma. Si Hanabi me ve herida no querrá que entrenemos hoy y menos me dejará ayudarla a prepararse para su cena de ésta noche. — Dijo en voz baja pero el shinobi la escuchó claramente. Sonrió. Ella parecía ser honesta al decir eso.
— Tu hermana es muy importante para ti, ¿No es así? — Preguntó el Hatake.
— Hai... ella, mi padre y mis equipos... son lo más valioso que tengo en la vida... Neji-kun y madre también...
Kakashi le sonrió y le revolvió el cabello. Entendía el sentimiento de ir perdiendo a los seres queridos.
Bueno, por lo menos algo bueno había surgido de aquello. Ahora sabía de boca de ella quienes eran sus seres amados.
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Mayo se instaló en Konoha y trajo consigo el tibio calor de la primavera.
Después del incidente en que Hinata se quemó, ella no sabía cómo sentirse, Kakashi se vuelto extrañamente más atento con ella y eso le ponía muy nerviosa, no solo seguía llenándola de regalos sino que ahora insistía en que pasaran más tiempo juntos después de la cena, ya fuera en el jardín o lavando los trastes juntos. No sabía qué pensar sobre eso.
En cambio, Kakashi se sentía satisfecho con los resultados que había obtenido el dedicarle un poco tiempo más a Hinata, pues a pesar de que seguía mostrándose reacia a hablar de lo que le sucedía, la tensión de los días anteriores se había disipado. Excepto el trabajo, ese nunca se acababa.
— El día de hoy tiene que enviar a Kirigakure la respuesta a la solicitud de pasaporte de los aldeanos que quieren venir a ver la final de los exámenes chunnin — Shizune le leía su agenda del día al Hokage — Chouza-san vino a preguntar si ya tenían listo el presupuesto para el nuevo edificio que se construirá en su clan.
— Shikamaru trabajó el asunto del clan Akimichi, dile que se haga cargo mientras reviso las solicitudes. — Sin despegar la mirada del pergamino que leía, respondió con tono cansado el Hokage.
— También Hiashi-sama solicitó encontrarse con usted. — Alzó la vista y alzó una ceja. — No dijo para qué, solo que era importante.
— Dile que lo recibiré hoy en la tarde.
— Bien, con su permiso...
Kakashi observó el cielo a través de la ventana. ¿Qué querría el padre de Hinata? Tuvo un pequeño deja vú, todo comenzó con una visita así. Y un mal presentimiento estuvo anidado en su pecho toda la tarde.
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Llegó el atardecer y un par de golpes suaves se escucharon en su puerta.
— Adelante.
Hiashi entró a la oficina.
— Hace un tiempo que no nos vemos, Kakashi Hatake — Saludó tomando asiento.
Sí, recuerdo que la última vez no dejaba de sonreír victorioso, pensó el peligris.
— ¿En qué puedo ayudarlo?
— El día de hoy vengo en calidad de suegro y a disculparme contigo. — Hizo un leve movimiento de cabeza que desconcertó un poco al Hokage. — Me temo que Hanabi y yo hemos estado ocupando el tiempo de Hinata, esperamos no haber interferido en su tiempo de pareja.
Kakashi no supo qué responder, así que dijo lo primero que se le vino a la mente.
— No ha sido ningún problema.
— No sabes de qué hablo, ¿vedad? — Hiashi se mantuvo imperturbable, pero Kakashi lo notó cansado. — Puedo ver tu perplejidad. Esa máscara no es ningún impedimento para un byakugan viejo y experimentado.
— Hinata me contó que había estado ayudando estos días a entrenar a Hanabi, no lo considero algo por lo que usted deba disculparse.
Hiashi frunció el ceño, llevaban dos meses entrenando Hinata y Hanabi, la respuesta del peliplateado solo reflejaba la poca comunicación que había entre los dos.
— ¿Cómo va su matrimonio, Kakash-san?
— No quiero ser grosero, pero creo que eso es algo que solo nos cierne a su hija y a mi... — Pero Hiashi lo interrumpió.
— Hinata dice que has sido considerado y atento. Estoy agradecido por eso.
El peligris comenzó a irritarse un poco, ¿A qué venía toda esa charla? ¿Qué deseaba saber realmente?
— Es mi esposa, le he tomado cariño a Hinata. — Respondió cortantemente.
— Eso lo veo, pero a veces el cariño no es suficiente para sostener dos corazones perdidos. — Kakashi iba a pedirle que fuera al punto, pero Hiashi leyó su lenguaje no verbal y se adelantó. — No quería revelar esto tan pronto, pero me temo que tú serás un importante pilar para Hinata y que por ello debes saberlo.
— Lo escucho.
— Aproximadamente hace un año fui al hospital tras sufrir de constantes jaquecas y sangrados. Ahí me atendió con Tsunade-sama, donde descubrió que tengo una enfermedad degenerativa que a lo mucho me permitiría vivir un par de años más. — Apretó fuertemente su bastón. — Por supuesto le pedí que no dijera nada y con ayuda de mi padre, pensamos en cómo podía dejar protegidas a mis hijas ante mi pronta muerte.
— Por eso presionó a Hinata para que cediera su lugar de nacimiento a Hanabi. — De pronto muchas cosas se volvieron claras para el peliplateado.
— Así es, de ese modo Hanabi quedaría protegida y a su vez protegería al clan. No me arrepiento de eso, pues ella ha demostrado ante cada prueba que es una digna líder para el clan. — Asintió orgulloso.
— Y usted quiso recompensar a Hinata casándola con el chico del que estaba enamorada. Por eso insistió tanto en que Naruto la aceptara... Usted la manipuló.
— Así es, no es diferente a lo que han hecho sus predecesores Hokages con otras situaciones. Sin embargo, hubo una cosa en mi plan que no planee, pero de lo que estoy tranquilo. Ante la negativa del chico pensé en mandar a Hinata a Suna, pues el Kazekage había mostrado en anteriores visitas un notorio interés por Hinata, pero usted apareció en la ecuación. No podría haber encontrado una mejor persona sobre la que depositar el cuidado de Hinata. Es uno de los ninjas más reconocidos del mundo shinobi, soltero y leal. — Hiashi se puso de pie y caminó hasta la ventana. — Nada me complacería más que saber que Hinata es feliz, pero me temo que prefiero su seguridad ante cualquier otra cosa, por eso la obligué a casarse con usted, a quien no le dejé muchas alternativas cuando comprendí que haría lo que fuera por proteger al hijo del cuarto Hokage, su sensei.
Aquella era demasiada información. ¿Hiashi desahuciado? ¿Manipuló a los dos para que se casaran?
— No entiendo por qué me dijo esto.
— Porque he visto el poco éxito de su matrimonio, aunque ella diga que Hokage-sama es considerado, su piel está palideciendo tal como su madre cuando cayó enferma. No deseo que la luz en Hinata se apague y pensé en pedirle un último favor antes de que todo acabe para mí. — Hiashi terminó parado a un lado del lugar de Kakashi, quien lo miraba hacia arriba. — Cuídela como nunca logré hacerlo. Por favor, Hokage-sama — E hizo una profunda reverencia.
— No es necesario esto, por favor... — Kakashi se sintió incómodo.
— ¿Lo hará?
Kakashi se rascó su nuca.
— Ya estamos casados, no tiene que pedirme eso.
Hiashi asintió.
— Lo dejo en sus manos, Hatake-san.
Y caminó hacía la salida.
— Espere.
— ¿Si?
— Tal vez debería decírselo a sus hijas para que se vayan preparando — Aconsejó Kakashi, uno nunca estaba listo para dejar morir a sus seres amados, pero si se preparaban con tiempo, podrían lograr una mayor resignación cuando llegara el momento.
— No tengo intenciones de hacerlo, dígaselo usted a ellas si lo considera correcto. Con permiso. — Hiashi se marchó con la cabeza en alto y la elegancia que caracterizaba a los Hyuuga. Y dejó a un perplejo Kakashi, que pronto pasó a sentirse un idiota.
Hiashi quería que él fuera un pilar que sostuviera a Hinata, pero él no podía serlo, es decir, estaba engañando a su hija con otra mujer, eso solo podía convertirlo en un ser despreciable. Se dejó caer en el respaldo de su silla, Hiashi solo había estado imponiéndole responsabilidades que de otra manera no hubiera aceptado asumir.
¿Ahora qué hacer? Si no podía conseguir que ella fuera honesta sobre su propia salud, ¿Cómo la ayudaría a enfrentar la próxima muerte de su padre? Ni siquiera él mismo pudo afrontar de manera adecuada la muerte de su propio padre... ¿Qué hacer?
De pronto unos golpes se escucharon en la puerta y Tsunade entró por ella.
— Tienes una cara terrible. — Se sentó en el sofá y se cruzó de brazos. — Necesito que me prestes a Shizune, quiero salir de viaje y ella será una excelente acompañante para mi.
— No puedo prescindir de ella, los exámenes están a la vuelta de la esquina. — Dijo sin mucho entusiasmo.
— Hagamos algo. — Tsunade sonrió. — Te solucionaré un problema a cambio de Shizune.
Kakashi la miró.
— ¿Qué le hace pensar que hay algo con lo que necesito ayuda con tanta desesperación como para dejar ir a una de mis asistentes justo cuando están a punto de iniciar los exámenes?
— Tu cara y el hecho de que me haya encontrado a Hiashi-dono en las escaleras. — Una gran sonrisa surcó el rostro de la mujer. — Y puedo adivinar que te ha dicho de su próximo viaje sin retorno.
— Hiashi espera que haga lo que él no pudo hacer. — Suspiró.
— Bueno, siempre tuvo mano dura sobre sus hijas, supongo que desea compensar eso. Estar en las puertas de la muerte suele darnos perspectiva. — Tsunade miró fijamente al peliplateado — Pero hay algo más que te molesta. — De pronto abrió los ojos sorprendida. — ¡Estás engañando a Hinata-chan!— Exclamó en voz baja. Kakashi cerró los ojos y guardó silencio. — Así que no lo niegas canalla, debería mandarte castrar...
— ¿Qué le hace pensar eso, Tsunade-sama?— Kakashi seguía con los ojos cerrados.
— Una mujer que ha vivido tanto como yo puede ver esas cosas con facilidad, me sorprende que Hiashi o Hinata no lo hayan descubierto antes con su byakugan. — Él se encogió de hombros. — Supongo que ambos quieren creer en ti. O tal vez lo saben y no te lo han dicho.
— Eso no me hace sentir mejor. — Miró a Tsunade con el ceño fruncido.
— Entonces... ¿Me dirás por qué buscas fuera lo que bien podrías tener en casa?
— Hinata-chan aún es muy joven y tímida, creo que no estaría bien de mi parte presionarla con ese asunto. — Kakashi se puso de pie y caminó hasta la ventana. El cielo azul de Konoha brillaba en todo su esplendor.
— Pues no tienes que presionarla. Sé cariñoso con ella, pasa menos tiempo en esta oficina y más con ella y entonces podrá aceptarte para eso, Kakashi.
— No quiero darle falsas esperanzas, no se si un día la pueda amar. No...
— Oh vamos, Kakashi, hablas como un adolescente. Están casados, así que lo mejor que les puede pasar es que alguno se enamore y puedan llevar en paz su vida conyugal. Deja de encerrarte en ti mismo y empieza a sentir un poco más, verás que de ese modo su matrimonio será fuerte y podrán apoyarse cuando vengan tiempos difíciles tanto para ella como para ti. — Tsunade descruzó sus brazos — Hinata es una gran chica, deja de pensar en tus miedos y solo deja que ella entre en tu vida, el resto vendrá fácilmente. Así que termina con tu dichosa aventura y vete a casa.
Kakashi pensó en las palabras de la rubia. Ese era el problema, no quería dejar entrar a su esposa en su vida. Yugao no pedía nada, pero Hinata esperaría más cosas, más expectativas que no sabía si podría cubrir. Nunca se imaginó estar casado, menos sabía qué hacer ahora que lo estaba. Suspiró muy cansado.
— Supongo que tiene razón. — Respondió luego de un largo silencio. — En todos estos meses no he visto nada sospechoso de parte de ella o su familia, creí que intentarían conseguir poder político casando a Hinata con el Hokage.
Tsunade se alzó de hombros.
— Tal vez si estén interesados, pero parece que Hiashi lo único que quiere de ti es que quieras a su hija, creo que cuando eso pase no podrás ignorar si su familia necesita algo — Tsunade se rió. — Eso no es necesariamente malo, siempre y cuando no descuides tus otros clanes, Konoha debe seguir siendo una gran familia.
Kakashi asintió.
— Creo que entiendo lo que dice — El Hokage respiró un poco más tranquilo, quizás si se esforzaba un poco, podría conseguir que Hinata lo aceptara como alguien cercano, luego en su cama y quizás con el tiempo podrían crear lazos más fuertes.
— Perfecto... ¿Entonces me puedo llevar a Shizune?
Kakashi se rascó su nuca.
— Supongo, quizás le pida a Hinata-chan que me ayude un poco...
— Justo de eso hablo, chico listo...
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Aquella noche llegó el Hokage a su casa. Cuando entró, vio a Hinata terminar de servir la cena en el gran comedor.
— Buenas noches.
— Buenas noches, Kakashi-san.
— Esto se ve delicioso — Comentó al ver los alimentos.
— G-gracias — Murmuró ella mientras se sentaba frente a él para comenzar a cenar.
Comieron en silencio mientras Kakashi la observaba.
— Shizune se marchará de viaje mañana con Tsunade-sama — Inició la conversación, Hinata lo miró.
— Suena divertido.
— Para ellas. La torre seguirá con mucho trabajo, los exámenes chunnin comenzarán en una semana y mañana empezarán a llegar los Kages. — Desapareció la comida de su plato como lo hacía cada noche. — Pero me preguntaba. ¿Querrías ayudar un poco? Sé que estas ocupada, pero de verdad, Shikamaru y yo nos volveremos locos si nos quedamos sin otro par de manos que ayuden.
Hinata lo miró sorprendida y asintió un poco sorprendida. Después de que él le había dejado claro que no confiaba en ella para ayudarle en los asuntos de la aldea, que le dijera aquello la alegraba mucho.
En cambio, Kakashi descubrió que aquellos sonrojos eran lindos y que tal vez no le molestaría provocarlos más seguido... Y entonces recordó las palabras de Hiashi. No. Él no tenía el corazón para decirle aquello a Hinata. Por lo menos no esa noche en la que ella parecía comer con más ánimos que antes.
Cuando terminaron de cenar, Kakashi comenzó a lavar los trastes y Hinata los secaba y acomodaba en su lugar cuando de pronto un fuerte movimiento telúrico los sacudió. Kakashi miró preocupado a Hinata, quien asintió y activó su byakugan.
— Konoha no está sobre alguna zona sísmica. — Reflexionó Kakashi, cuando por fin terminó el movimiento.
— Ésta parte de la aldea se ve bien, pero creo que debería revisar el resto de la aldea. — Sugirió la chica.
— Buena idea, ver por un par de Hyuugas para que te ayuden, nos encontraremos en la torre cuando terminen.
Ella asintió y ambos desaparecieron de la casa.
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— Shikamaru, tu reporte. — Kakashi estaba sentado tras su escritorio coordinando las acciones de emergencia ante el fuerte temblor de esa noche.
— El epicentro fue la zona sur, en el bosque que separa la aldea de la hoja con la capital del país del fuego. — Indicó Shikamaru al recibir el reporte de Ino.
— ¿El escuadrón ANBU encontró algo en el epicentro?
— No, ninguna persona vio algo fuera de lo normal — Un ANBU con mascara de perro dio el reporte de su escuadrón. — Concluimos que hay un noventa por cierto de probabilidad de que fuera un fenómeno natural.
Kakashi frunció el ceño, ese diez por cierto era lo que le preocupaba.
— ¿Ibiki? — El Hokage miró el imponente hombre de gabardina negra.
— El edificio de inteligencia de Konoha continua cien por ciento operativa, los calabozos se mantienen sin riesgo de fugas.
— ¿Hinata?
— No ha habido bajas humanas, pero si algunos daños materiales. La torre donde se iban a hospedar los Kages se ha fracturado. Asimismo se han caído dos graneros y hubo un pequeño derrumbe en el monte de los Hokages.
— Bien, quiero que dos escuadrones ANBU vigilen el perímetro de la aldea, cualquier actividad sospechosa, deberá ser reportada de inmediato. Voy a activar una alarma naranja pero solo para los shinobis activos, debemos evitar que la gente se preocupe. Duplicaremos la vigilancia de los extranjeros que recibiremos y nos movilizaremos como si fuera ha haber un ataque inminente en los exámenes. No creo que este temblor haya sido una simple coincidencia. — Terminó de decir Kakashi y todos marcharon a cumplir las ordenes recibidas.
La oficina se vació y solo se quedaron Kakashi y Hinata.
— Gracias por tu ayuda, ve a descansar — Kakashi le dio una pequeña sonrisa a su esposa, él debía quedarse a trabajar pero ella podía ir a dormir un poco pues ya era media noche. Pero notó que ella titubeó.
— Estuve pensando en algo.
— Te escucho.
— ¿Donde vas a hospedar a los kages? Ellos comenzaran a llegar mañana.
— Supongo que podemos repartirlos entre los distintos clanes...
— O podríamos recibirlos en nuestra casa — Se sonrojó ligeramente ante lo dicho. — Creo que sería bien visto por los otros Kages que el Hokage abriera las puertas de su casa. Gaara-sama siempre nos recibe en su torre. Además, tenemos cuatro habitaciones extra.
— No creo que tengamos tiempo suficiente para acondicionar la casa para recibirlos.
Hinata sonrió.
— Si tu lo apruebas, yo me encargo del resto.
Kakashi encontró una mirada de decisión en el rostro de Hinata y algo se removió en su estómago.
— Bien, dije que necesitaría de tu ayuda. Así que lo dejo en tus manos.
— Hai... arigato, Kakashi-san. No lo defraudaré.
Ella dio media vuelta para marcharse cuando de pronto sintió algo cálido en su espalda.
— Toma esto. — Dijo él mientras le colocaba su capa de Hokage a Hinata en la espalda. — Saliste tan deprisa que olvidaste un abrigo y estás helada.
— Arigato... — Murmuró ella muy sonrojada, pues Kakashi no quitó el brazo de sus hombros.
— Vamos a casa, mañana será otro día.
— ¿Irás a casa? — Preguntó muy sorprendida. Por un momento le dio la impresión de que se quedaría en aquella oficina.
— Creo que podemos ir a dormir un poco, Shikamaru se quedará en espera de nuevas noticias... además también tengo sueño y si ocurre algo más quiero estar descansado y qué mejor forma que dormir contigo.
Ella se sonrojó.
— Hai —
No, ese tampoco era un buen momento para decirle a Hinata la suerte que le depararía pronto a su padre. Sonrió un poco cansado y comenzó a caminar al lado de su esposa, sin soltarla ni un segundo, en dirección a su hogar.
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Bienvenidos!
Hoy tuvimos una capítulo ligero aunque la confesión de Hiashi está fuerte :S y Kakashi ahora carga con la duda de si decírselo o no a su esposa :S
Mmm no creo que una quemadura de segundo grado duela poco, pero tomé en cuanta que Hinata es una shinobi y que de alguna forma soporta fuertes cantidades de dolor, por lo que una quemadura así no sería suficiente para detenerla. Las cosas han ido bastante mal, así que es hora de que algunas cosas mejoren.
Aww creo que me emocioné escribiendo la última parte jeje ya quiero que esos dos se enamoren y sufran más xD Este ha sido el capítulo más largo hasta el momento, creo. ¿Fue un simple temblor o algo más?
¡Gracias por leer y comentar!
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