Pasión incierta
Capítulo 6
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Había llegado enero y las cosas habían mejorado bastante en el hogar del matrimonio Hatake. Kakashi descubrió que su esposa era una persona muy empática y de alguna forma eso le dio un poco de alivio. Ahora comprendía cómo es que ella lo acompañaba en silencio cuando no tenía nada que decir. Otras mujeres como Ino o Sakura se la pasaban parloteando, pero Hinata intentaba respetar su espacio y eso lo agradecía mucho. Además, ahora ya compartían la cena sin pelear y eso para el Hokage era un gran avance. Pero las cosas no podían ser tan equilibradas siempre.
El día anterior había habido poco trabajo en la oficina, por lo que Kakashi pudo tomar una larga fiesta en el sofá de su oficina mientras esperaba los últimos reportes de misión de ese día. Debido a eso, no estuvo muy cansado esa noche y se despertó muy temprano al sentir que su compañera de habitación entraba al baño para ducharse.
Kakashi se estiró en toda la cama y sonrió pensando que ojalá todas las mañanas pudiera amanecer así de descansado. Comenzó a repasar mentalmente sus pendientes de ese día cuando la puerta del baño se abrió, revelando a su esposa vestida solo con una blanca toalla. Ella creía que él seguía dormido como siempre, y sumado a eso, olvidó antes de ducharse llevar su ropa con ella.
El Hokage pudo admirar sus largas piernas blancas, mientras la pequeña bata se adhería como una segunda piel sobre las curvas de la chica. Sus rebozantes senos se movían al ritmo suave con el que se manejaba la chica. La consecuencia de observar aquello no se hizo esperar, y una cotidiana erección matutina se transformó en un enorme problema para Kakashi. Avergonzado se giró boca abajo, mientras mantenía su faceta de hombre dormido cuando de pronto le entraron unas ganas enormes de tener sexo.
Definitivamente quería seguir viendo como su joven esposa se vestía sentada del otro lado de la cama, pero eso solo iba a empeorar su situación. Además, pedirle a ella un poco de sexo no era una alternativa, pues si supiera que él la había visto seguro se desmayaría de la vergüenza y el pequeño equilibrio que habían conseguido, se esfumaría. Suspiró mentalmente, una larga ducha fría era su mejor opción y en el peor de los casos, él mismo tendría que terminar con su sufrimiento o no estaría en paz el resto del día.
Pronto escuchó que la chica salía de la habitación y entonces pudo sentarse en la cama y al notar la casa de campaña que había en su pantalón, se sintió un poco molesto, no era un adolescente para dejar que sus hormonas se alteraran de ese modo.
Se levantó y entró a la ducha. Salió más tranquilo y su problema había disminuido considerablemente de tamaño, pero sabía por experiencia que todo el día se iba a sentir incómodo.
Bajó a desayunar al notar un agradable olor a panqués.
— Buen día, Hinata-chan — Saludó mientras ingresaba a la cocina.
— Buenos días. — Ella lo miró sorprendida, era raro que él se levantara antes de las 10 de la mañana y apenas eran las 7. — ¿No pudo dormir bien?
— Al contrario, descansé bastante — Dijo mientras tomaba un panqué, definitivamente sabían mejor recién hechos que cuando los comía tres horas después.
— Me alegro — Y continuó cocinando. — Las chicas van a llevar la ropa a la lavandería el día de mañana, ¿Podría dejar su ropa en el cesto grande del baño?
— Si, gracias por avisarme
El silencio cayó sobre ellos, pero ya no era tan incómodo como al inicio, no necesitaban llenarlo de comentarios superficiales... no la mayor parte del tiempo.
— Supongo que hoy me iré temprano — Kakashi tomó un par de panqués más para ir comiendo de camino a la torre.
— ¿Vendrá a cenar?
— Si, aunque si surge algún imprevisto, te enviaré un mensaje.
— Si, se lo agradezco.
— Nos vemos.
— Hasta luego.
Kakashi salió de la casa y llegó al monumento de los ninjas caídos en batalla.
— Esto está muy rico a pesar de que casi no me gusta lo dulce, pero creo que te encantarían Obito, amabas los dulces... — Y comenzó a charlar y a quedarse en ese lugar hasta el mediodía, cuando decidió que era una buena hora para comenzar con su trabajo del día.
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En la noche Kakashi recibió un reporte de parte de Gaara, que le informaba de que sus ninjas habían confirmado la existencia de un grupo de ninjas renegados fanáticos y seguidores de Kaguya. Ellos habían estado causando estragos en Sunagakure, y Gaara había conseguido arrestar a algunos de ellos, pero no estaba seguro de si eran miembros de ese culto, pues entre la gente detenida había niños.
Ante la posible gravedad del asunto, Kakashi le envió un pergamino a Hinata diciéndole que se quedaría tarde, pues recibiría a unos ninjas de Suna y les entregaría la respuesta para Gaara.
Sin embargo, no supo en que momento esos ninjas le pidieron un tour nocturno por Konoha, y de pronto se encontró bebiendo Sake en un bar de la aldea.
— Es una bella aldea Konoha, aunque su vida nocturna es menos apabullante que la de Suna. — Decía uno de los ninjas visitantes.
— Tenemos una idea un poco más conservadora sobre eso. — Kakashi recordó una vez que escuchó decir a Jiraiya que en Konoha solo le servían las aguas termales para encontrar inspiración para sus libros, pero que, en otras aldeas, era más fácil encontrar a mujeres dispuestas a enseñarle trucos. Agitó su cabeza, después del problema que había tenido en la mañana, lo que menos necesitaba era pensar en eso.
— Si, se nota. — Respondió otro ninja de Suna.
Kakashi miró su reloj listo esperando que le dieran las 10 para marcharse argumentando que mañana debía comenzar a trabajar temprano, cuando uno de los ninjas que Konoha que lo acompañaba, llegó a su mesa con tres hermosas mujeres.
— Hokage-sama, es un placer verlo por aquí. — Saludó una ellas mientras se sentaba a su lado y rozando su brazo.
— Hola, linda noche, ¿no?
— Bastante — Y se acomodó el cabello para dejar al descubierto su cuello. Aquella mujer vestía una Yukata gris con una abertura muy amplia en el pecho, dejando poco a la imaginación. Su largo cabello rojo era hermoso.
— En momentos como estos debe lamentar estar casado, ¿No? — Le preguntó un ninja de Suna.
— En realidad no, aunque creo que tengo que irme — Dejó la copa de sake en la mesa. — Mañana debo comenzar temprano con el trabajo, sigan divirtiéndose por favor.
Y se puso de pie, listo para abandonar ese lugar.
No estaba tan desesperado para arruinar todo con una mujer de aquel sitio, que luego de acostarse iría a pregonarlo por todos lados. No era inteligente de su parte salir de aquel lugar con una mujer que no fuera su esposa, lo que menos quería era a los Hyuuga tachándolo de infiel. Lo malo de ser Hokage es que todos te reconocían y no había muchas formas de ocultarse.
Iba caminando cuando decidió ir a la torre por un cambio de ropa, apestaba a Sake y a humo de cigarrillo, olores comunes en los sitios así, pero Kakashi pensaba que no era justo para su joven esposa que llegara oliendo así.
Pronto llegó a su oficina y entró a los vestidores ANBU, donde encontró en su viejo casillero una playera y un pantalón negro. Procedió a cambiarse mientras pensaba en lo sucedido en la mañana. Ya sabía que Hinata era una chica muy hermosa, pero descubrir otra faceta de ella como mujer, lo había desconcertado un poco.
Apenas estaban acostumbrándose el uno al otro, habían conseguido establecer una rutina y una convivencia más tranquila. Además, si le sumaba su naturaleza tan tímida, era imposible siquiera pensar en un acercamiento más íntimo.
No, no la amaba. Llevaban poco más de dos meses casados y en ese tiempo había descubierto a una chica insegura pero generosa. Que compartiera su regalo de cumpleaños con Sasuke le dejó una profunda impresión, de alguna forma había logrado que el Uchiha la escuchara y accediera a su deseo de comer juntos. A partir de entonces la observó más detalladamente y descubrió que ella tenía un extraño efecto en la gente, que sus gennin la idolatraban y que ninjas como Yamato se sentían inclinados a protegerla. Eso le causó un escalofrío. ¿Qué clase de hombre era él para no verse afectado por ese magnetismo con el que ella sacaba lo mejor de los otros? ¿Era un idiota como Naruto, quien nunca se dio cuenta de los sentimientos de ella? Si le preguntaban a Kakashi diría que ella no había ejercido ninguna influencia en él, continuaba disfrutando su tiempo libre en el monumento de los ninjas caídos, sus ratos de lectura y el dormir al aire libre. Pero ahora las cosas no eran tan fáciles al tener todos los ojos de la aldea sobre él.
Kakashi había iniciado su vida sexual hace bastante tiempo y no había sido algo que lo obsesionara, cuando tenía ganas simplemente visitaba el distrito rojo que había en una aldea cercana a Konoha y ya. Pero en esos momentos, ver a Hinata con el cabello mojado y la toalla encima había sido lo más erótico que había visto en su vida, se encontraba demasiado estimulado y sabía que no podía salir de la aldea por el protocolo que debe seguir un Hokage. Nunca debe salir sin escolta y definitivamente no quería que nadie lo acompañara a aquel sitio.
Su esposa tampoco era una opción, no quería que se sintiera obligada a tener que intimar por el hecho de estar casados. Si tenían sexo sería consensuado. ¿Ella sería virgen? ¿O habría tenido alguna aventura antes de casarse con él? La sola idea de eso lo hizo reír, no, Hinata iba por la vida con un halo de luz que él no podría aspirar jamás, porque mientras la vida de ella apenas comenzaba, él ya se sentía viejo y un poco cansado. Suspiró. Bien, quizás si entrenaba un poco podría sacarse las ganas de tener sexo, pero de pronto un ruido en la puerta lo sobresaltó.
— Siento haberlo asustado, Hokage-sama — Una voz femenina se dejó escuchar.
Era Yugao.
— No te preocupes, no es tan tarde de todos modos. — Kakashi se puso de pie, se sentía un poco mareado, quizá fuera el sake que bebió.
— Hai, vengo llegando de una misión — Su cabello húmedo le decía que acababa de salir de la ducha.
— ¿Qué tal marchó todo?
— Bien, mi reporte está listo en su escritorio.
— De acuerdo — Murmuró mientras se ponía de pie. De pronto se quedaron envueltos en un tenso silencio. Tal vez podría...
— ¿Sucede algo, Hokage-sama? — Preguntó ella acercándose un poco al peliplateado. Tal vez se había sentido mal.
— No... yo... debo ir a casa — Debía ir a casa. O por lo menos eso le decía su lado racional, sin embargo, en esos momentos su otra cabeza comenzó a pensar por él.
— Hai — Ella se hizo a un lado para dejar pasar al hombre, pero entonces justo cuando él iba pasando a su lado, la tomó de la muñeca deteniendo sus pasos — ¿Hokage-sama?
— ¿Sabes guardar secretos? — Su voz ronca desconcertó a Yugao, quien de pronto comprendió la situación. El Hokage la miraba con deseo.
Ella no era ingenua, después de que falleció su prometido hace algunos años decidió mantenerse soltera, pero eso no le impidió disfrutar de la compañía de otros hombres. Siendo ANBU tuvo que seducir a objetivos, y en noches eternas llegó a darse calor con su compañero de misión. Pero esta era una situación distinta, pues se trataba de nada más ni nada menos que del Hokage, su superior. Pero generalmente Kakashi era un hombre tranquilo y amable, aquello la convenció de que él la trataría bien.
— Hai. — No podía evitar sentirse alagada de que un hombre como Kakashi Hatake le propusiera un poco de placer.
Kakashi sintió alivio al ver que ella lo aceptaba y no perdió el tiempo. Rompió la distancia besándola con arrojo. Yugao no se quedó atrás y metió las manos dentro de la playera negra del peliplateado, quien con un pie cerró la puerta de los vestidores y con gran habilidad colocó el seguro mientras con la otra mano acariciaba sobre la ropa los senos de la chica. No eran tan grandes como los que había visto esa mañana, pero bastaba para saciar su ímpetu.
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A la mañana siguiente Hinata notó que Kakashi llegaba en la madrugada a la casa, algo fuera de su rutina, pero no le puso bastante atención ya que él le había avisado con anticipación su retraso. Continuó acostada, pero Kakashi, luego de ducharse, salió de la habitación.
A las 7 de la mañana, ella bajó lista para preparar el desayuno, cuando se encontró que su esposo ya lo había preparado y no estaba solo, se encontraba rodeado de su ninken.
— Hola ama...
— Quiero tocino.
— ¡Hembra a la vista!
— Buenos días...
— La ama llegó.
Todos los perros empezaron a hacer alboroto cuando Hinata llegó a la cocina. A ella se le hizo acogedora la escena de Kakashi cocinando con ocho perros moviendo la cola a su lado.
— Buen día — Respondió a todos los perros y observó a Kakashi — Escuché cuando llegaste, pero no te sentí en la cama — Respondió un poco avergonzada.
— Si, bebí un poco con los chicos y no tuve sueño — Kakashi continuaba de espaldas cocinando.
— No sabía que cocinaras.
— Desde chico tuve que aprender a valerme por mí mismo.
Por la presencia del ninken no se sumergieron en su silencio cotidiano.
Hinata jugó con los perros mientras Kakashi terminaba de preparar el tocino con huevo, pero en cuanto acabó de servir, se marchó directo a su oficina. Aquello fue raro, ya eran dos días seguidos en que Kakashi se iba temprano a la oficina. Le restó importancia y cuando terminó de desayunar, el ninken se des invocó y ella marchó hacía la florería de Ino, pues iba a comprar unos girasoles para ir a visitar a su madre y su primo.
Llegó al cementerio y se dedicó a limpiar las tumbas, colocó las flores y rezó un rato. Cuando hubo terminado sonrió. Las aguas se habían calmado a comparación de cuando recién se casó, casi no se veía con Kakashi pero al menos las discusiones habían cesado. Tal vez con el tiempo podrían llevarse mejor. Le pidió a su madre que la ayudara a sobrellevar esa situación y le prometió a Neji que se esforzaría.
Ese día dejó descansar a sus alumnos luego de la última misión que habían llevado a cabo. Les habían asignado construir un granero para un viejo agricultor, pero al final del día Nobu se lastimó y Meiko fue picada por hormigas, así que les dio un par de día para descansar.
Después de aquello se dirigió en dirección al distrito Aburame, pues quería mostrarle a Shino las flores que había prensado con ayuda del libro que le regaló en su cumpleaños. Pero al llegar le informaron que Shino se encontraba en la academia, pues el día anterior lo acaban de seleccionar como profesor y que ese día estaba tomando su capacitación.
Entonces decidió ir a ver a Kiba, pero recordó que había salido en una misión y que regresaría hasta dentro de unos días. No podía visitar a su hermana, pues se encontraba en un entrenamiento intensivo y secreto dentro de su clan, así que hasta que no le avisaran, no podía llegar de imprevisto.
Dio una vuelta en el centro y luego de conversar con los niños que siempre jugaban ahí, marchó hacía el departamento de Kurenai-sensei, donde la casera le informó que había salido para llevar a Mirai a visitar a la familia de su difunto padre en el clan Sarutobi.
— Bueno, supongo que hoy trabajaré un rato en mi huerto — Se dijo mientras observaba las flores prensadas que llevaba consigo. Además, podría repasar su plan de trabajo con su equipo gennin, no quería que volvieran a lastimarse en una misión. Les pediría mañana a las hermanas Hyuuga que le recomendarán algún ungüento especial para picaduras de hormiga.
Lo que Hinata no supo, fue que ese día no solo comenzó a cultivas sus plantas, sino que se instaló en su corazón un brote de tristeza, un sentimiento de no ser necesaria en ningún sitio.
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Un par de semanas habían pasado desde la primera vez en que comenzó su infidelidad con Yugao y a pesar de que se sentía culpable, no lo había detenido. Después de la primera vez, aquella mañana mientras cocinaba Kakashi se prometió no volverlo a hacer, pero aquella noche contaba las horas para ir a los vestidores ANBU donde encontró a Yugao regresando de su turno de vigilancia.
Y así pasaron los días, agradeciendo que aquella chica fuera discreta y que no le pidiera nada a cambio, eso hacía un poco más fáciles las cosas para él.
Kakashi jadeaba mientras embestía una y otra vez a la mujer de cabello morado, que se aferraba a su espalda mientras lo arañaba en busca de más placer para ambos. Ella se había acostumbrado de los arrebatos tan salvajes del Hokage. Generalmente el comportamiento en la cama era similar al temperamento del hombre, así que creyó que Kakashi sería más calmado y gentil, pero resultó ser brusco y exigente. Tal vez de esa manera manifestaba su molestia con ambos por engañar a su esposa, pensó la ANBU.
Cuando hubieron terminado, se quedaron acostados en las colchas de entrenamiento de la bodega de equipo ANBU en el que estaban. No había abrazos ni besos innecesarios, simplemente recuperaban el aliento y se vestían.
— Esto no está bien — Dijo Kakashi mientras se levantaba.
Yugao lo observó desde el suelo y solo atinó a ponerse su camisa negra.
— Nadie sospecha nada. — Ella se levantó para buscar su pantalón.
— Yamato me sigue, pareciera que sospecha algo.
— Puedes asignarle una misión o algo. — Titubeó un segundo — O podríamos terminar con esto.
— Eso sería lo más sensato.
— Bien — Para Yugao eso solo era un momento de placer más... desde la muerte de Hayato sentía que había perdido su capacidad para amar. Ella terminó de vestirse y se dirigió a la puerta, pero Kakashi la detuvo.
— No puedo, últimamente este es lo único que me ayuda a no volverme loco en las mañanas.
— Tu esposa no merece esto.
— Lo sé...
Y volvió a arrancarle la ropa a la mujer. No. Hinata no merecía aquello, pero maldecía aquel día que la vio casi desnuda, no podía sacarla de su mente. Además, el largo cabello de Yugao en la oscuridad parecía teñirse de negro azulado, su piel morena se tornaba blanca en la oscuridad y entonces sentía que podía gozar de la joven que lo esperaba castamente cada noche en su cama.
Definitivamente la vida lo odiaba, no solo le quitaba a sus seres amados, sino que se encargaba de ponerle tan cerca y tan lejos a una joven tan hermosa pero que no podía tocar.
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— Bien, hoy vamos a practicar el tiro a ciegas — Hinata indicó a sus alumnos.
— Pero nuestra puntería es buena. — Replicó Meiko mientras los otros dos chicos asentían.
— Lo sé, pero ahora deberán atinarles a blancos en movimiento y con ojos cerrados.
Los tres gennin se sorprendieron y asintieron entusiasmados.
Se llevaron toda la tarde y no fue sino hasta el anochecer en que Hinata pudo llegar a su casa. Todas las luces estaban prendidas, entonces pensó que era más probable que Yuki y Yuko estuvieran dentro, generalmente Kakashi solo encendía la luz de habitación en la que estaba.
— Bienvenida, Hinata-sama. — Las dos chicas la recibieron cuando abrió la puerta.
— Gracias, estoy en casa — Procedió a ponerse sus sandalias cuando notó que las chicas intercambiaban miradas nerviosas. — ¿Sucede algo?
— ¿No preferiría primero cenar? Hoy preparamos pescado asado cuando notamos que llegaría tarde — Yuko tomó el abrigo de la chica.
— ¿Hoy no tuvieron clases en el hospital?
— No, nos dieron el día porque Sakura-chan tuvo que salir de emergencia — Yuki respondió, pero Hinata notó su nerviosismo.
— Esperaré a que llegue Kakashi-san para cenar.
— ¿Por qué mientras no toma un baño, Hinata-sama?
La Hatake las observó, estaban muy raras ese día, pero se sentía un poco cansada. Les volvería a preguntar qué sucedía cuando saliera de la ducha.
Subió las escaleras y las chicas aún junto a la puerta, se miraron tristes. Realmente querían a Hinata, ellas no tenían mucho futuro en su clan, además eran menores de edad y no contaban con el apoyo de sus padres para estudiar medicina, pero gracias a Hinata-sama estaban realizando su sueño. Pero no podían mentirle, no se lo merecía...pero ninguna de las dos quería hacerlo. Habían descubierto algo sobre el esposo de su protectora.
— Hazlo tú...
— No, tú...
— Tú...
— Tú...
— Se supone que eres la mayor, debes poner el ejemplo. — Yuki señaló a Yuko.
— Y tú eres quien se dio cuenta, díselo tú a Hinata-sama
— ¿Decir qué?
La piel de las chicas se erizó por completo. No habían escuchado el momento en que Kakashi había abierto la puerta.
Ambas chicas hicieron una gran reverencia.
— Hokage-sama, disculpe nuestra pelea.
— Somos un poco escandalosas.
Kakashi alzó una ceja.
Era realmente raro encontrar a un Hyuuga mostrando sus emociones, creía que Hinata era la única en el clan que era tan transparente. Aunque a decir verdad a esas chicas solo les había tomado un segundo reponerse del susto y retomar la compostura.
— Casi no las veo por aquí, ¿En qué ayudan a Hinata-chan?
Las chicas se miraron. No sabían qué decir, no sabían qué sabía el Hokage. Ambas eran conscientes de la poca comunicación que había en el matrimonio, por lo que no sabían si él las acusaría con sus padres o si en cambio guardaría silencio.
— Nos encargamos de desempolvar la casa, es muy grande — Dijo Yuko y Yuki asintió.
— También cocinamos cuando Hinata-sama va a llegar tarde.
— Alimentamos a los peces del estanque.
— Nos encargamos de podar los árboles, Hinata-sama solo se ocupa de las plantas.
— También llevamos la ropa a la lavanderia.
— Y limpiamos cuando los perros hacen algún destrozo.
— Ya veo, en ese caso debo agradecerles por su ayuda — Kakashi les hizo una pequeña reverencia. — Esta casa es demasiado para solo dos personas.
Las hermanas respiraron, bueno, no habían mentido del todo, realmente hacían eso de vez en cuando para corresponder el apoyo de Hinata-sama.
— Hinata-sama está tomando un baño, nosotras nos retiramos. — Dijeron las hermanas al mismo tiempo que hacían una reverencia. — Buenas noches, Hokage-sama
Y corrieron de aquel lugar. Otro día hablarían con Hinata-sama.
Kakashi las observó salir de prisa y se encogió de brazos, los Hyuuga eran muy raros. Fue a la cocina para ver lo que las jóvenes habían cocinado. No olía nada mal, pero al probarlo notó que le faltaba sabor. Sacó del mueble algunas hierbas que encontró y de dispuso a echarlas al pescado junto a un poco de sal.
Hinata llegó a la cocina y se sorprendió de ver a Kakashi cocinando la cena.
— No solo sé preparar tocino. — Dijo al sentir la presencia de la chica.
Ella se sonrojó avergonzada.
— N-no pensaba eso...
— Les faltó cocerlo un poco más — Apagó el fuego y volteó a ver a la chica. — Puedo suponer que quien cocina casi siempre eres tú, tienen una sazón distinta.
Ella se alegró ante tal comentario, al parecer Kakashi empezaba a reconocer su cocina.
— Hoy llegaste muy temprano. — Empezó a poner la mesa para que pudieran cenar.
— Solo vine a cenar y por un cambio de ropa, me temo que debo regresar al trabajo.
— E-entiendo — Murmuró un poco desanimada, no le gustaba pasar tanto tiempo sola en esa enorme casa.
— Pero tengo algo para ti. — Kakashi le sonrió mientras sacaba un pergamino de su chaleco. Ella lo tomó con un poco de sorpresa. — Espero esto te anime — Era un pergamino con instrucciones para preparar medicinas naturales. — Supe que Meiko-chan tuvo una reacción a las picaduras de hormiga.
— Es maravilloso...
— También le pedí a Gaara que me enviara unas semillas de una planta muy especial que solo crece a la mitad de desierto, creo que será un buen reto para ti ver si se puede adaptar al clima de Konoha.
El rostro de la chica se iluminó.
— ¿Habla enserio? — Kakashi se sintió muy contento al ver su reacción.
— Claro, llegarán en unos días, así que podrías ir consiguiendo arena y armando un pequeño vivero. — Ella asintió bastante entusiasmada. — ¡Ah! Y olvidaba algo, mañana tu equipo tiene una misión, Shikamaru se las dará, pues hoy en la noche conjuraremos el jutsu especial para revisar mañana los jutsus que protegen las vallas de la aldea, y eso nos llevará todo el día.
— Hai, iremos temprano — Respondió Hinata muy radiante y Kakashi sonrió mientras comenzaba a servir el pescado. — Han sido muchas buenas noticias ésta noche.
— Me alegra ser el mensajero de esas noticias.
Y comieron en un silencio ameno. Eso era nuevo en la casa del matrimonio Hatake. Al terminar, Kakashi se despidió de su esposa y prometió regresar para cenar al día siguiente y desapareció en una nube de humo.
Apareció de nuevo en la torre, específicamente en el cuartel ANBU. Antes de ir al salón donde él y un grupo de jonnin conjurarían el sello detector, haría una rápida visita a los vestidores ANBU.
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Un capítulo corto con fuertes emociones.
Las cosas van mejorando pero por la culpabilidad de Kakashi. En lo personal he visto que algunos hombres se vuelven más complacientes cuando son infieles: ceden, buscan no pelear y usan la vieja confiable de dar regalos jaja (la culpa es directamente proporcional al tamaño del regalo). Así que Kakashi está haciendo lo mismo, pero el detalle es que si por él fuera, tendría sexo con su hermosa esposa, pero la conoce y no quiere arruinar con su libido lo que empiezan a tener (además de que prometió no hacerle cosas raras jaja) pero ojo, eso no es justificación para ser infiel, por lo que esto le va a pasar factura tarde o temprano.
Parece que las hermanas Hyuuga lo saben... ¿Cuánto le va a durar el secreto al Hokage? ¿Qué hará Hinata? ¿Yamato sospecha? ¿Qué pasará?
¡Sus comentarios retroalimentan mi trabajo! Gracias por leer.
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