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6- Reacciones Inesperadas_ 2da Part

|| NARRA; KIM ||




–Reto número 3 –leo con cautela hasta que noto–. Jay, tiene tu nombre.

–Déjame ver –la toma en sus manos–. "Ya supimos lo fácil que puede exitarte tu compañera, Detective Halstead... –me observa, con gesto de enfado. Presentí que explotaría e insultaría. Pero se lo pensó mejor y siguió–:... Tu reto esta será... pasear sensualmente y meter tu lengua... sobre el cuello y dentro de la boca de tu compañera en un ardiente beso... –baja la nota, la mirada inyectara en ira.

Oh, olvida la parte donde específica: "...beso francés, con duración de 10 minutos" Detective –repone Mente Retorcida.

Entonces me congelo. Desvío la mirada. Esto se torna cada vez más... depravado. ¿Qué demonios podría pedirnos al final? ¡Tener sexo explicito delante de todas sus cámaras!. A éstas alturas no me extrañaría semejante orden.

–¿Cuándo terminará todo esto? –la voz se me vuelve un hilo, el oxígeno se atora en mis pulmones.

–Hey, Burgess –me recuerda Jay, sujetando mi hombro–. No le demos el gusto de vernos derrotados, que nos maneje a su antojo. Si pensamos claramente...

–¡NO!. Nunca ha habido una solución, alternativa. ¡Asumelo de una vez!, somos marionetas en sus depravado y estúpidos juego. Y si no hacemos esto, lo que quiere, nos dará otra descarga, Jay, otra consecuencia. No quiero ver como resultas herido nuevamente. No... No lo resistiría.

Jay no dice nada más. Me da el beneficio del silencio. Sabe perfectamente que tengo razón. Esto... Esto se nos escapó de las manos hacía mucho tiempo, cuando decidimos asistir a ese trabajo en cubierto, desde el día en que estúpidamente creímos que podríamos desmantelar los actos de Mente Retorcida. Ahora pienso que siempre estuvo a un paso delante de nosotros. Todo había estado tan organizado y calculado desde mucho antes.

Que conmovedora escena, pero no es eso lo que necesito, Detectives, sino un cuadro más... íntimo, ardiente, más pasionario.

–¡¿Por qué no nos dejas en paz por un día?!

Sabes que no puedo permitir eso, Detective Jay. Necesito acción, y acción de verdad. Saben a que me refiero, ¿no? ¿Detective Kim?.

Me separo de mi compañero viéndolo con indignación, los ojos ya cristalizados.

Mente Retorcida rompe el silencio con una asquerosa risita.

Deberían ver sus caras –vuelve a reír–. Que graciosos me resultan. Relajense, no les obligaré a tener sexo. Si es lo que entendieron en mis referencias.

Respiramos aliviados de alguna forma.

Al menos no por ahora. ¡Vamos! ¡Debemos ir poco a poco! ¡Disfrutar de cada pequeño y... ardiente momento. Es solo cuestión de tiempo, a que ustedes mismos den ese paso... con un poco de ayuda... Claro.

–No me digas que ahora te las darás de cupido –el castaño permanece hastiado–. Tú, eres la despreciable basura de este mundo. ¡Basura!.

Bien, Detective gruñón –habla en tono severo–. ¿Prefiere comenzar la mañana con una gran electrocución el doble de potente y duradera que las demás veces?

Jay tensa la mandíbula, noto sus venas sobresalir en su cuello.

–No lo hagas –intercedo rápidamente–. C-Cumpliremos el reto.

Mi compañero vuelve a sentarse en el sillón, aprieta los ojos. Luego pasa a escondiendolos contra su mano empuñada.

¡Perfecto. Y como aun no han quebrantado mi buen humor –añade–. alargarán el beso a 12 minutos. Pueden comenzar cuando gusten, o si desean pasar a un nivel más erótico...

–¡Hemos entendido! –exclama Jay–. ¡Ya largate!

Bayyyyy –y corta con la señal.

Sirvo doble Vodka. No soy de beber demasiado, pero al menos arderá en nuestra incomodidad, en el peso de mis palabras. Le acerco otra copa a Jay.

–¿Pensé que no beberías demasiado? –cuestiona, sin mirarme a la cara. Cosa que agradezco.

–No lo hago. La situación me obliga –no reacciona a mi sarcasmo, por ello agrego: –Sólo bebela.

Seco mi copa de un solo trago, carraspeando con levedad a medida que el líquido ardiente choca contra las paredes de mi garganta, mi esófago. Jay permanece inexcusable (incluso podría no hablarme por horas, por días...). Ahora me detalla atentamente. Me imita y bebe todo el Vodka de la suya, la botella más allá de la mitad.

–¿Ya ves? –rompo el perturbador silencio–. Una más podría ayudar...

Jay detiene mi hablar. Presiona sus labios sorpresivamente contra los míos. Su mano derecha captura mi cabeza desde atrás, a evitar que me aleje. Parpadeo en sorpresa, alzando las manos estáticas al aire. No lo asimilo. No me lo creo...

Su beso se vuelve demandante, y él... Permanece con los ojos cerrados, esforzándose por no  perder la concentración. Tomo valor de... no sé dónde, y dejo caer mis párpados. Si él puede con esto, yo debo seguir también, así sea el triple de ajeno a mi o vergonzoso.

Mis manos finalmente terminan en sus hombros, donde, sin querer clavo mis dedos. Jay me besa con mayor desenfreno, su boca, con cierto dulzor por el Vodka, me da la impresión de que quisiera devorar la mía. Y allí entra su lengua. Es... Es el punto en el que nos separamos centímetros para recuperar aire. No abro los ojos por nada de éste mundo, tampoco se si él lo ha hecho.

Su rostro llega a mi cuello. El tacto de sus labios me propina escalofríos. Los mismos bajan húmedos, recorriendo cada centímetro. Debe parar... O... O no sé que podría pasar. Por reflejo inclino mi cabeza hacia atrás –la respiración de ambos ya es exasperada, el ritmo cardíaco está más que elevado– pero mi compañero lo evita; pone en función ambas manos y las entremete en mis cabellos, detiene mi movimiento y hace más efectivo su contacto.

Corro la cabeza a un lado, advirtiendo en el reloj de pared. ¡Por un demonios!. Solo han pasado 5 minutos. ¡Los más largos de toda mi vida!. Restan... 7. Vuelvo a mi posición original por cierto incomodidad en la servical, obligando a Jay a retroceder, pero sin apartarlo de mi boca. Sostengo su rostro ahora entre mis manos heladas, y está vez abro los ojos, encontrando su mirada azulada ya sobre la mía, inquietandome. Volteo hacia el reloj una vez más.

–Siguen... restando 3.

Él no contesta, sólo... vuelve a besarme en los labios. Esta vez su boca entra con más ansias en la mía y su lengua inquieta vuelve a participar. Permito que recorra cada centímetro de mi cavidad bocal hasta rosar la mía. Yo.... Por reflejo llevo mis manos a rodearle el cuello. Él me abraza por la espalda.

Se me ha ido el aliento, los pensamientos y prioridades... En ello escuchamos un cántico de felicidad:

¡HUUUUUU! Reto cumplidoooo. A menos que deseen seguir...

Nos separamos en definitiva. Llevo mis manos a la comisura de mis labios, serenando los latidos desembocados de mi corazón.

Vaya que ese beso estuvo ¡UFFF! Me siento completamente editado... –carraspea–. Buen trabajo Detectives. Os dejo. Espero que no cometan errores mientras no me encuentro, perdiendo el tiempo en teorías estúpidas de como salir, ¿de acuerdo?.

"¿Teorías stúpidas?" –repite Jay en tono atlipado–. El que creamos que trabajas en conjunto no es una teoría estúpida. Es certera. Mira a tu alrededor, Mente Retorcida, esto no es algo que una sola persona podría construir. Mucho menos remodelar, el no dejar rastro y toda esa basura.

El manipulador contesta con una risita:

No paran de sorprenderme, Detectives. Por ello, pienso que no debo retrasar la escena más importante. Pronto sabrán de mí, ¡Bayyyyy!.

En cuanto la señal el cortada, ya resopla:

–Creo que necesito otro trago–sirve más licor hasta casi rebosar su copa. No me devuelve la mirada.

–Iré a la habitación –comunico, perdiéndome en el umbral.

–Sí –es lo único que contesta.

Me tumbo sobre la cama, escondiendo la cara entre las suaves almohadas, absorta en mis pensamientos. Evidentemente Jay seguirá hasta acabar secando la botella. No me extraña, necesitaría más que eso para olvidar lo ocurrido...

Quiero salir. No soporto este encierro. Me asfixia. Pero lo que más me abruma y aterra es que los retos vallan subiendo de tono. Por el lado que lo vea está mal, si nos negamos a realizar sus perversidades, sus consecuencias podrían ser mucho peores que una descarga eléctrica o atravesar la mano de un compañero con un cuchillo. Y sinceramente no quisiera permanecer más tiempo para saberlo.

Siento pasos acercándose a la recamara. No me mosleto en voltear, se que es él. Quizás tome una almohada, la manta y duerma en la estadía. Me aliviaría en gran manera. Cierro los ojos, en un intento por dormir. Mañana habrá mucho que pensar, que idear con la nueva palabra clave, otra estrategia de salida. Jay ha tenido la razón en todo este tiempo. No daré mi brazo a torcer. Se rotundamente que él tampoco se rendirá.

Abro los ojos, extrañada, tras escuchar un objeto moviendose, seguido de una leve música, solo la banda sonora de casi los años 80, tal vez. Me giro, contemplando a Jay toqueteando el toca discos. Lo coloca sobre la cómoda. Luego se acerca, tumbandose a mi lado con la mirada sobre el techo.

–Pensé que no funcionaba –comento, observándolo detenidamente.

–También lo pensé –suspira, se nota igual o incluso más afligido que yo.

–¿Qué no dormirás en el sillón?

–Nop. Hoy cambio de lugar –vuelve el rostro hacia mí, medio sonreído.

Me paralizo. Tengo todo tipo de sensaciones revueltas en este momento, puesto a que no he conseguido olvidar el contacto de nuestros labios... Se me oprime el pecho, más no estoy segura de si desahogarme. Yo... ya no sé que estoy pensando.

A continuación, mi compañero hace un movimiento que me deja completamente pasmada y sin palabras, más que el momento en que me beso. Sin siquiera avisarme se coloca sobre mí, cubriendonos a ambos con el cobertor, cuidadoso de no lastimar su mano izquierda.

–¿Jay, que...?

Su mano detiene mis palabras instantáneamente. Está con su peso completamente sobre mí, a excepción de su rostro, sus codos incados a cada lado mío.

–Calla y escúchame, Burgess –musita–. No consigo otra oportunidad.

Asiento con toda rigidez, a lo que él con suavidad aparta su mano.

"Aislado, frigorífico, profundo". Esta clarisimo sobre la clase de lugar en el que estamos.

–U-Un Bunker –intuyo, en tono tan inestable que no pareció pertenecerme. Jay está demasiado cerca a mi rostro de nuevo, no me permite pensar.

–Exacto. Y las cámaras no están ocultas en ningún rincón, o gabinetes ni en nada que se le parezca. Estuve pensando, y nos vigilan en cada rincón de este Bunker por medio de un objeto el cual predomina multiplicado en cada sitio.

Despego los labios sin apartar la mirada de la suya, que se ha vuelto de un azul oscuro, debido a la penumbrosidad de estar ocultos bajo el cobertor. Así que tiene sentido. Es eso...

–Los espejos –confirmo.

–Exacto.

Las resolución de las piezas encajadas en cuanto a este lugar no son suficientes para desviar mi inquietud. Empiezo a estremecerme. ¡Rayos!. El pecho de mi compañero contra el mío, cada que alguno de los dos respiramos su contacto es más cercano.

Ten calma Kim, respira con normalidad...

–Por ende, ya no es seguro hablar en cualquier momento, ellos podrían escucharnos.

–Ya entiendo el porque de la fea música –digo, deliberando más aire del necesario–. Desvias el sonido de nuestra conversación.

–Eres bastante suspicaz, Burgess. En ocasiones me atrevería a decir que te adelantas satisfactoria-mente a los hechos. ¿Cómo no habíamos sido equipo antes? –me elogia, y de alguna manera genera un ardor en mis polulos.

Le muestro una inevitable sonrisa de boca cerrada.

–Necesito además, que continúes forzando el brazalete, recomendaría hacerlo en un lugar libre de espejos, en algún ángulo que no apunte.

–¿Qué tienes en mente, Jay?

–Cuando eso ocurra, Kim. Tendremos que estar preparados para el escape. Claro que requerirá de enfrentamientos, ¿comprendes?.

–Sí.

–Correcto, hasta no tener más información suficiente, no hablaremos de esto. Solo lo que él cree que sabemos.

–¿De acuerdo?

Y se quita de encima mío –por breves instantes deseé que no lo hiciera...– a tumbarse a mi lado. A penas y pude respirar una vez que lo hizo. Espero y esto funcione, es la oportunidad que tenemos, confío en la estrategia de Jay. Pronto, pronto estaremos fuera, cada uno volviendo a su vida original.

Todo de vuelta a la normalidad, ¿cierto?.

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