15- El Bajo Mundo
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[Nota de Autora]
Holaaa chic@s! Sí, sé que me demoré muchísimo tiempo en actualizar, y lamento haberlos hecho esperar demasiado. Mil disculpas. Pero vean el lado positivo; ¡FUGITIVOS ESTÁ DE VUELTA! ¡YUGUII! Y justo a tiempo para quedarse.
Oh, y os advierto que el contenido de esta segunda parte tendrá temas bastante fuertes, chic@s, por favor leer bajo su propia responsabilidad.
Vale, sin más percances, disfruten del 1Er Capítulo del 2Do Libro.
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Ah, y atentos a cada palabra de Kim, podría ser una pista o clave muy importante para descifrar lo que realmente ocurre en el bajo mundo...
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[ NARRA; KIM ]
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Un denso olor a humedad, suciedad, mezclado con humo de cigarrillos baratos y algo de hierba, se hacen cada vez más intensos a medida que avanzamos por este relente y feo corredor. Las penumbras sumergen la mayor parte de este espantoso lugar en una asquerosa atmosfera.
Mis pasos acelerados resuenan humedos y chasqueantes con la cantidad de agua esparcida en el suelo. Tal parece que esta ratonera tiene algún conducto de agua dañado, pero a los habitantes de este sucio agujero les importa un bledo. Suspiro con frustración, movilizandome más rápido a modo de terminar con esto cuanto antes, los dos hombres de Breiss Clinton, de gran estatura y complexión como los de un gorila, caminan a centimetros tras de mí, con sus armas en manos dispuestos a disparar a quien sea que se interponga en nuestro camino.
Detengo mis pasos finalmente ante el umbral esconchado y destartalado de lo que antes pudo llamarse puerta, los dos gorilas situados uno a cada lado mío, justo como escoltas. De entre la oscuridad ante nosotros surgen dos delgadas figuras, y al conjunto con las mismas dos boquillas de fusil que nos apuntaban directamente a la cara. El par de bufones están repletos de tatuajes, caras cortadas, decenas de piercings en los labios, ceja y lengua, poseen, a demás, peinados encrestados y coloridos estilo Punks. A demás de actuar como si recientemente acabasen de drogarse.
Uno de ellos es el primero en romper el peligroso silencio:
-¿Quién carajos son y por qué se atreven a entrar aquí?
No retrocedo ni un paso, sino que me dispongo a encararlos, con mi nueva expresión cabreada y de piedra.
-Buscamos a Barry -sostengo con dureza.
-¿Y quién se interesa en saber? -escupe el Punk de la izquierda con desagrado.
Alzo una ceja con sorna.
-Breiss Clinton.
Tan solo decir ese nombre, los Punks nos observan con cierto mohín de horror. Se miran un segundo entre sí, acto seguido, se apartan cediendonos sin chistar, el paso, pero apuntándonos aún.
En estas pocas semanas me dí cuenta que muchos en este bajo mundo de actos sucios e ilícitos, respetan, ya sea por temor a morir o por el poder y riquezas que el maldito tiene, a Breiss Clinton, que mejor conozco como:
Mente Retorcida.
El hombre de baja estatura que se encontraba al final de este oscuro espacio, y lider de esta banda de patéticos Punks, sentado ante una mesa de madera manchada de negro hollín, se pone rapidamente de pie a penas nos ve. Sus ojos saltones y gesto alarmado nos dice que sabe perfectamente a que hemos venido.
-¿P-Puedo ayudarlos en algo, Srs... S-Srta?
-Dejate de formalidades. Sabes perfectamente a que vinimos -enmarco, con el entrecejo hundido.
El hombrecito deja escapar una risita nerviosa, y con cierto tremulismo en sus movimientos, saca un pequeño sobre de debajo de la mesa de madera y me lo extiende rígidamente.
Lo tomo e inmediatamente hurgo en el contenido, percatándome de que este fajo de billetes, no es ni la mitad de lo que Mente Retorcida está pidiendo por retribución a que este cretino siga bandalizando esta zona.
-Está incompleto -señalo enseguida.
Los grandulones tras de mí emiten un bajo gruñido amenazante contra el Punks, a la vez en que lo apuntan con las armas. Este, por reacción, pega un bote y retrocede, contestando de forma atropellada:
-N-No los tengo completos a aún, p-pero los tendré para este fin de...
-Me temo que tendrás que acompañarnos -sentencio, sin tiempo a negociar.
-¿Q-Qué? No... Por favor.
Ambos gorilas pasaron a ambos lados de mí, a acorralar al lider Punks, mientras tanto estuve escrutando de reojo a los dos bufones que se mantenían al margen, y que aunque también tuviesen armas o estuviéramos a puntos de secuestrar a su jefe o ejecutarlo en sus narices, no se atrevían a sublevar las ordenes u decisiones de Mente Retorcida. En su lugar solo se mantenían a distancia, nada más que divisando la escena.
El lider Punks al verse acorralado por los enormes hombres de color, efectua un estúpido movimiento al sacar un arma de debajo de la mesa e intentar apuntarlos en modo de defensa. Consigo movilizarme con mucha más destreza y con movimiento vertiginoso, y me impulso hasta sentarme sobre la mesa, deslizando mis piernas al otro lado, y con agilidad de lucha, me posiciono e impulso de modo que le propino una fuerte patada en el pecho. A raíz del impacto el Punks suelta el arma y su espalda y cabeza se impactan fuertemente contra la pared tras de él, para luego terminar tumbado e inconsciente sobre el suelo.
Los gorilas de Mente Retorcida me divisan, sorprendidos por mi agilidad, y con la cabeza hago señas para que lo levanten.
-Vamos. Nos lo llevaremos.
Vuelvo a tomar el sobre que a propósito deje caer pese a mi acrobacia, y me dispongo a salir de este mugriento lugar. Puedo escuchar a los dos gorilas levantar y ahora arrastrar al Punks inconsciente y seguirme.
El par de bufones hacía mucho que huyeron al ver a su jefe inconsciente. Quiza y estén escondidos en algún agujero en la pared cuan ratones muertos de miedo.
Con cada trabajo hecho a la perfección, sin haberlo premeditado, estoy cada vez más cerca de convertirme en la mano derecha de Mente Retorcida.
Irónico ¿no? Servir al Psicópata que una vez me secuestro, hirió, torturó, jugó con nuestras mentes; la mía y la de mí compañero de Cautiverio...
Fragmentos de esos abrumadores momentos en Cautiverio, de vez en cuando asaltan mi mente, mayormente todo referente a... a Jay, a mi antigua vida, mi antiguo equipo, aunque tan solo me demoro unos segundos recordar que todo ello quedó atrás, quedó en el pasado al igual que mi nombre, personalidad e identidad.
Mi nombre actual es Samantha Campbell, una criminal que sirve a un narcotraficante poderoso incluído en la lista de los 20 más buscados del país entero.
Estoy totalmente conciente de que a demás de ser una criminal, también me he convertido en una traidora hacia mi patria, mí Unidad, a mis conocidos y familiares...
No obstante, no hay vuelta atrás.
Me convertí en la Fugitiva y amenaza número 1 de la Policia de Chicago, y no hay forma de enmendarlo.
Y aunque me cueste la vida, este sacrificio vale la puta pena.
Porque estoy cada vez más cerca de lograrlo...
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El olor a canutos impregna las enormes y gélidas instalaciones de Mente Retorcida; la organización más imponente y poderosa de esta parte del País, impenetrable con gran cantidad de seguridad tanto por parte de hombres armados como de tecnología avanzada e ilegal. Un sitio difícil de detectar incluso para organizaciones de investigación o espionaje como lo son el FBI, SIA o incluso DEA, distanciado de la civilización, oculto en medio de un claro rodeado de lo más tupido y denso de un relieve junglar. La única forma de penetrar aquí o salir, es mediante los helicópteros que mantienen en la parte trasera de esta forjada prisión de acero.
En este lugar, sobreabunda el gris metalico en cada columna que son de tamaño colosal, con paredes de acero puro y ventanales de cristal blindados del material más endurecido que un maldito chaleco antibalas.
Joder.
Una maldita fortaleza impenetrable e indestructible como aquellas que solo se verían en películas.
Doblamos en el último recodo, y en el momento justo en el que el Punks que los gorilas arrastraban, acababa de despertar. Entramos entonces al despacho de Mente Retorcida. Este nos espera sentado sobre la mesa, en una mano sostiene un canuto encendido, y en la otra un vaso del mejor Whiskey añejo de la Ciudad. Eleva una ceja con recelo, a penas su mirada entra en contacto con el asustadizo Punks.
Me adelanto y antes de que esto se ponga feo, le extiendo el sobre con el fajo de billetes, y retrocedo, volviendo a mi posición actual.
-Jumm. Para que Sam te haya traído aquí -comenta Mente Retorcida, con la mirada que emana peligro sobre el Punk-, es porque no pagaste del todo tu deuda, ¿no es así, viejo Barry?
-Ah... L-Le dije que es todo lo que tenía, p-pero por favor, si me dan una semana más, y-yo prometo que...
-¿Una semana más? -repite Mente Retorcida de forma aludida, dejando la copa sobre la mesa, a acercarse de forma amenazadora al Punks-. Con quién carajos crees que estás tratando, ¿eh? Pendejo de mierda ¿A caso crees que soy un maldito prestamista a quien le puedes pagar de la forma que te da la maldita gana? -saca su arma de la parte trasera del pantalón y le apunta en la frente, el Punks por reacción cierra los ojos con viaje piadoso-, ¡¿Eh?! ¡Respondeme!
La situación se vuelve cada vez más tensa, pero por más que internamente me afecte, muerdo mi mejilla interior con fuerza, saboreando el sabor ferroso de mi propia sangre, recobrando la compostura. El dolor me ayuda a centrarme en que parte de la línea estoy parada, y es del bando contrario, el bando de los malos, de los perversos. Y eso jamás debo olvidarlo. Aquí no existe arrepentimiento, remordimiento o contemplación. En este bajo mundo solo es valido una acción y una aberrante reacción.
Trago saliva, esforzándome por endurecer aún más mis facciones.
El Punks no tiene alternativas que arrodillarse e implorar desesperadamente por su vida.
-¡P-Por piedad, Sr. Clinton! ¡Le pido solo una oportunidad!
-Mmm. Me temo que no doy segundas oportunidades.
-¿Qu...? No, ¡por fav...!
Mente Retorcida le dispara a quema ropa, sin una suplica más, sin siquiera cederle una oportunidad.
Al instante en que la bala atraviesa su frente, cierro mis ojos con fuerza, sintiendo como diminutas salpicaduras de sangre impactan contra mi cara y se esparcen sobre mi chaqueta de cuero, aún así permanezco firme en mi posición. Para cuando los abro, con el pitido leve y resonante en mis timpanos, no evito ojear de reojo, al cadáver tirado en el suelo con semejante perforación en la cabeza y gran cantidad de sangre embadurnando el suelo. Mi estomago se me revuelve por un momento, que tengo que desvíar la mirada hacia Mente Retorcida, quien retoma sus tragos, imperturbable e imposible al vil acto que acaba de cometer.
Refunfuña:
-Agh ¿Y ustedes que esperan, ahí todo paradotes? -refiriéndose a sus dos hombres de color-. Limpien el desastre y deshaganse de ese cadáver, ¡Ya! ¡Pero ya!
Los mismos obedecen sin chistar. Uno va inmediatamente por productos para limpiar la sangre manchada en el suelo, mientras el otro se dispone a arrastrar al cadáver por los pies hasta sacarlo del despacho para sepultarlo en quien sabe donde, o picar parte por parte sus restos hasta desvanecerlo...
Dejo esos pensamientos antes de que las ganas de vomitar arremetan contra mí nuevamente.
Estoy sola ante Mente Retorcida, mirándole directamente con neutralidad.
-Vamos, Sam -emite, despreocupado y sereno, sirviendo Whiskey en una copa adicional-. No me mires así, ok. Lo viste, el maldito Punks merecía morir. Sabía perfectamente que eso pasaría -me extiende el vaso de cristal, y opto por cogerlo mientras él se desplaza por el despacho, agregando-: No puedo darme el lujo de segundas oportunidades, Sam, lo sabes, o todo mundo apelara por lo mismo. Entonces perderé poder y respeto, y eso desde luego, Samantha, no puedo permitirlo. Se que me entiendes, verdad?
-Lo sé -es lo unico que pronuncio en tono seco, bebiendo tendidamente del Whiskey hasta que mi garganta protesta pese al ardor, pero sin dejar una gota.
-Y tú -apunta, señalándome con la mano que sostiene el canuto y una sonrisa ladeada de alago-, has hecho un excelente trabajo el día de hoy, eh? Bueno, la verdad has cumplido con cada uno de los trabajos y pruebas que te he puesto. Muy bien, Sam, dentro de poco podrías incluso ser mi confidente número 1. Y puede que algún día sustituyas a Gerard -dice lo último en un susurro complice del que no soy siquiera participe.
Paso de sus vitores y desvio la conversación.
-Cambiando de tema, ¿puedo ir al ala oeste el día de hoy?
-¿Ala oeste? -piensa por un segundo, con mirada suspicaz-. ¿Por qué tanto interes con esa división últimamente? Has visitado ahí al menos tres veces el último mes.
-Sabes perfectamente porque -sostengo, esperando a acceda sin más interrogaciones.
Hace más de varias semanas que no visito esa area... Y me urge hacerlo.
-Mmmm, bueno -se encoje de hombros-, podría acceder -tras una inquietante pausa-, pero antes, debes realizar con un último trabajo por el día de hoy. Solo si resulta un rotundo éxito, podría reconsiderar tu petición.
Claro, olvidaba que todo es un negocio de intercambio con Mente Retorcida. Pero heme aquí, con la gran ventaja de estar en su mismo tablero de juegos, a su total y perverso merced.
-¿En que consiste?
-Sencillo -efectua una gran calada a su canuto, a esparcir el humo por sobre su cabeza, excrutandome con demasiada atención-; deberás estar al mando del grupo de hombres que entregarán cierta mercancía, y tú trabajo principal es asegurarte de que el envío sea correctamente entregado a su proveedor sin ningún tipo de percances.
-¿Cuándo?
-Ésta misma noche. Así que por ahora, descansa, come lo que se te antoje. Lo mereces -guiñandome un ojo-. Y dentro de tres horas te daré todos los datos, hombres, coordenadas y todo lo demás. Ah, y otra cosa, Gerard será tu compañero y segundo al mando, después de ti, claro. Espero puedan trabajar en equipo.
Extiende una vil sonrisa.
Por más que deteste la idea de liderar junto a ese imbecil, que no ha hecho más que hacerme la vida imposible desde que llegué aquí, no tengo opción alguna por la cual quejarme.
Si existe alguien en este Bajo Mundo esperando el más minimo error por mi parte para entregar mi cabeza ante Mente Retorcida, es ese idiota de Gerard Russo, y no pienso darle el gusto.
-De acuerdo -accedo sin más, deseando terminar el trabajo para así centrarme en el ala oeste-. Y gracias por la bebida -agradezco, colocando la copa vacía sobre la mesa.
Me doy la vuelta, apunto de salir hasta que la voz del Retorcido me detiene ante el umbral, generando que lo mire de reojo por encima del hombro.
-Ah, por cierto, querida Sam.
-¿Sí?
-Mis informantes en las calles aseguran que la zona es visitada constantemente por agentes de Policia de Chicago, por ende... puede que te encuentres con alguno de tu antigua Unidad durante el trabajo.
-Correré el riesgo -suelto con firmeza y rigidez.
Saber que podría encontrarme de frente con alguno de mis antiguos compañeros o con el mismo Jay... me... oprime el pecho. Pero no hay nada que evite que pueda pasar.
Sabía que algun día me toparía con él, que incluso nos enfrentaríamos, sin embargo, no imaginaba que sería esta misma noche.
-¿Estás segura que podrás con ello? -insiste, atento a cualquier cambio en mi comportamiento al momento de nombrarlos-. ¿Así debas enfrentarte a Hank, Hayley, Ruzek o... el mismo Halstead?
-En efecto. Ellos ya no significan nada para mí -finalizo con certera seguridad-. Ahora sí, ¿puedo retirarme?
-Mmm, excelente contesta. Y sí, adelante, puedes retirarte.
Tan pronto como abandono el despacho de Mente Retorcida, me dispongo a acelerar mis pasos a través de los infinitos y funestos corredores de las instalaciones, en busca del baño más cercano en ésta área.
Me urge deshacerme de esta sangre...
Durante el proceso de llegar, decenas de pensamientos llegan a mi mente, sofocandome, recordándome como modo de Flash Black las atrocidades que he cometido, las vidas que se han perdido a manos de Mente Retorcida en mi presencia, y una enorme ola de opresión se apodera de mi pecho, una opresión que está apunto de estallar dentro de mí. Primero siento sudor correr por mis sienes, a mi corazón acelerarse más de lo normal, al igual que mi respiración, dando cabida a ciertos y molestos mareos...
Contengo la respiración de súbito, esforzándome para que mi cara no muestre el estado de ansiedad e histeria que experimenta mi cuerpo, pese al grupo de hombres armados que pasaban a mi lado. Para cuando los pierdo de vista, he llegado ya al baño, entro apresurada, soltando el aire que difícilmente había contenido y había hecho que me doliesen las costillas. Me aseguro de revisar cada cubículo, antes de cerrar la puerta con seguro al estar completamente a solas.
Es en este punto cuando me acerco a los lavados y mis iris detallan cada centímetro de mi rostro; pálido, con las manchas resaltadores de la sangre de ese Punks, con bolsas oscuras bajo los ojos, labios templorosos y la expresión tétrica de una Kim irreconocible.
Ya no sé quién es esa mujer ante el espejo.
Un jadeo profundo se me escapa, cuando con todo el dolor acumulado en mi pecho, con toda esa carga que decidí tomar sobre mis hombros por voluntad propia, me hace odiar con desdén a esa persona en el espejo. Una expresión de colera, de intenso enojo toma ese lugar, un odio hacia mi misma, hacia todos en este maldito lugar.
Me saco la chaqueta oscura con brusquedad, arrojandola al suelo a quedar solo en una sudadera blanca, la respiración de nuevo hecha un lío, casi a punto de desmayarme. Abro el grifo y con tosquedad comienzo a lavar mis manos, frotando rudamente las palmas, como si aquel acto solventara las atrocidades que he permitido que Mente Retorcida siga llevando a cabo.
Pero de nuevo me repito que no hay vuelta atrás.
Soy parte oficial del Bajo Mundo.
Paso a sacarme la sudadera, quedando ahora en brasier, a humedecer la prenda con suficiente agua y estrujar esas manchas en mi cara con fuerza, de modo que la misma me quite todo rastro de esa sangre seca, tiñendose de tono carmesí.
Estaba tan centrada en mi estado de histeria, que no fui siquiera capaz de percatarme la presencia de alguien tras de mí, pero a cierta distancia. Sus ojos señalantes ante el enorme espejo fueron los primeros en ser detectados por mi visión. Tan pronto como me doy cuenta de ello, me giro abruptamente, tomo mi arma de la parte trasera de mi pantalón y le apunto.
A Gerard.
Él ni siquiera se inmuta, limitándose a extender una sonrisa ladeada que lucía de sorna.
-Debo admitir que tienes buenos reflejos, vaquera -se atreve a bromear, despreocupado a pesar de tener un arma apuntándole directamente.
¿De todas las personas en este lugar, justo tenía que ser el más imbécil de los imbéciles quién me viera en este deplorable y débil estado?
-¿Qué mierdas haces aquí? -interrogo de inmediato, volviendo a mi expresión de piedra.
-Mmmm, pues simple, verás -empieza con cierto regodeo-, el calentador del área sur está en proceso de mantenimiento, y el de aquí en buen funcionamiento, ¿tú que demonios crees que hago aquí? -repone con evidente sarcasmo, señalándose a sí mismo con el dedo índice de arriba a bajo.
El impacto de haberlo encontrado observándome en mi momento más vulnerable, del que estoy segura él infeliz pudo disfrutar, tampoco me había permitido percatarme de revisar los balñearios en la siguiente sección al final de los cubículos, y que este venía semi desnudo con solo una toalla enroscada en la cintura, como si acabara de salir de la ducha de su propia casa. Su piel de ejercitado cuerpo y te tez bronceada, aún destilaba agua. Su rostro enmarcado con una delgada y pulida barba al final de su mentón, más sus ojos sagaces podría impresionar u intimidar a cualquier mujer de solo verle en ese momento, pero eso no aplicaba en mí.
Gerard Russo es mi rival número 1 dentro de esta organización, y si no tengo más cuidado de él, podría ser mi piedra de tropiezo...
Da un par de pasos adelante, los mismo que me disuelven mis pensamientos y me devuelven al tiempo presente. Le apunto con aún más firmeza en dirección a la cabeza.
-Ni se te ocurra dar un paso más.
Él persiste con expresión burlesca.
-Qué demonios te causa tanta gracia.
-Tú cara -ladea el rostro, sin apartar sus iris color claros, en extraño contraste considerando que su tez es morena-. Por qué tan nerviosa, vaquerita?
-Deja de llamarme así.
-Jumm. Es curioso, sabes? Verte de pronto en un estado de alteración, a la despedida, osada, calculadora y temeraria Samantha Campbell, o mejor conocida con su antiguo nombre; Kimberly Burgess, con episodios de emociones inestables.
Respondo con una risita que resuena peligrosa e irónica a su vez.
-Veo que te tomaste el tiempo de investigar mi antigua vida.
-Creeme, conozco la vida de todos en esta organización, vaquerita, y tú no eres la excepción, pero vaya que tu historial resalta entre los demás.
Ahora me dedica una mirada examinante y socarrona, mientras da unos pasos más en mi dirección. Es justo cuando noto que ve con descaro mis pechos y abdomen que seguían al descubierto. Por inercia me cubro con el brazo libre de manera inútil, puesto a que no me daría tiempo siquiera de recoger la chaqueta y cubrirme con ella, porque el idiota se había movido con tal rapidez y agilidad en el breve instante en que bajé estúpidamente la guardia, que me arrebató el arma y con vertiginoso control pega el cañón del arma contra mi sien. Ahora me observaba desde lo alto, tan cerca, con esa expresión detestable y pedante. No me queda de otra que permanecer inmóvil, desarmada, a abrazarme a mi misma por el frío que doblegó esta sección.
-Muy lenta, vaquerita -sonríe con suficiencia.
No contesto a sus bromas, sino que me dedico a fulminarlo con la mirada.
-Sabes, Kimberly, te he estado observando en todo este tiempo, estudiando tu buena actuación de chica mala, has cumplido al pie de la letra tus trabajos asignados y cumplidos con éxito. Pero sabes una cosa -se inclina un poco a susurrarme al oído, y me contengo para no propinarle un puñetazo en la cara-, todavía no confío en ti, y estaré muy cerquita tuyo, justo como ahora, a la espera de que cometas el más mínimo error -separa su rostro, para de nuevo mirarme y recalcar con las palabras más cargadas de desdén-: y así poder tener la satisfacción de asesinarte con mis propias manos. Recuérdalo siempre.
Un leve estremecimiento recorre mi cuerpo entero ante esa amenaza de muerte, aún así me muestro firme e imperturbable con mi cara neutra, así titire de temor por dentro.
En cuestión de segundos el más alto se aparta de mí, al momento en que baja el arma y la extiende hacia mí. La tomo sin desviar la mirada de él. Este por último, recoge la chaqueta y me la entrega en las manos, con expresión seria y hostil, antes de pasar a mi lado, quitar el seguro a la puerta y salir, dejándome todavía más conmocionada de como estaba al principio.
Saber que Gerard será mi sobre durante este trabajo, no me brinda en lo absoluto tranquilidad.
Lo presiento, dentro en mi pecho lo sé, que está noche algo malo va a pasar...
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Preguntas:
✨Qué crees que pueda pasar esa noche?
✨ Qué creen que haya en el ala Oeste al que Kim insistente desea ir?
✨ Qué creen que pasará cuando Kim y Jay se encuentren después de todo lo que ha pasado?
Deseo leer sus opiniones chic@s.
___ ___ Muak 😘: Nos leemos en el siguiente cap___
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