14: Epílogo
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[JAY]
Consecutivo es el sonido en el monitor que evalúa mis signos vitales. Abro los ojos de párpados molestamente pesados y respiro profundo sintiendo la punzada de dolor, ahora leve, en el costado izquierdo.
Escaneo mi alrededor, algo nebuloso que comienza a tomar claridad, entonces advierto de una figura dentro de esta sala a un lado de la camilla en la que me encuentro tendido. Y cuando mi visión y capacidad de reconocer rostros se torna nítida, una sensación de familiaridad me embarga.
—Veo que has despertado ya, dormilón. En hora buena.
—W-Will... —me cuesta articular palabra.
—Shhhh. No te esfuerces demasiado. Es natural que tu voz no surja fluidamente, pese a los sedantes, pero pasarán en cuestión de minutos —me sonríe cálidamente mientras termina de pasar un tratamiento por mi vía EV para sentarse a un lado de la camilla—. ¿Cómo te sientes?
Trago grueso y trato de removerme un poco para calentar mis músculos...
—Como si me hubiesen disparado —bromeo, dolorido—. A penas y puedo mover mis piernas y... Will, debo hablar con el Sargento Hank cuanto antes.
Por un instante me parece que las facciones de mi hermano reflejan preocupación.
—¿Q-Qué pasa? ¿Will...? ¿Qué no me estás diciendo?
Respira con pesar, la mirada baja.
—Me temo que por ahora no podrás acudir a tu Unidad, Jay.
—No me estarás hablando enserio. Si es por la herida en mi abdomen, no será problema.
Sus iris azulados se encuentran con los míos.
—Esa es una de las razones con mayor peso; tu recuperación no será para nada sencilla.
—Detalles exactos, Will. Necesito detalles.
—Debes cumplir con reposo absoluto al pie de la letra, hermano, porque de sufrir una decaída, perderás completa movilidad en tus piernas.
Hundo el entrecejo, extrañado.
—¿De que demonios me estás hablando? El disparo ocurrió en mi torso del lado izquierdo —E incluso Burgess supo donde dispararme para no dañar alguna arteria, ¿eh?
—Así es, no toco arteria que pudo costarte la vida, pero la herida y tu cuerpo entero fueron expuestos a bajos grados de temperatura por horas. Estuviste a punto de morir de hipotermia, a demás de que sufriste dos ataques al corazón y se detuvo... —su voz se quebró y mi pecho se oprimió—. No volveré a pesar por semejante situación de riesgo, Jay, el de perder a mi único hermano otra vez.
Las palabras quedan atoradas en mi tráquea. Un nudo yace formado en mi garganta y evito hablar.
—Así que, por favor —añade—, no intentes nada imprudente u arriesgado que atente contra tu salud hasta que logres recuperarte del todo, ¿de acuerdo?
Muerdo mi mejilla interior. Sé que mi salud es primordial para Will y para mí, pero luego está Burgess y... y no resisto a la tortuosa idea de que ellos la tengan en su poder. Estoy completamente seguro de que la extorsionan, y yo, debo descubrirlo. Debo ayudarla...
—Jay, ¿me das tu palabra? —Will me vuelve a la realidad.
—Te doy mi palabra.
—Bien. Estoy más relajado ahora.
Termino tumbado completamente, con la mirada sobre el ventanal a observar el panorama fuera de estas instalaciones de hospital que apestan a fármacos y a alcohol. El sol es opacado por nubes densas y oscuras. La nieve cae por cantidades y a la distancia reparo en capas gruesas sobre las terrazas de los edificios siguientes. Ladeo el rostro, desconcertado.
—Will.
—¿Sí?
—¿Qué fecha es hoy?
Él se vuelve, dejado la bandeja sobre la mesita. Lo noto reprimido en contestarme una simple pregunta.
—Hoy...
—La verdad, Will.
—21 de Diciembre —suelta sin opciones.
En este punto siento mi rostro palidecer.
—¿2-21 de Diciembre? ¿C-Cómo? ¿Cuánto tiempo estuve en cama?
—Ok. Solo no te alteres. En algún punto te darías cuanta...
—¡Habla ya!
—Tres semanas, aproximadamente. Estuviste en coma por tres semanas.
—¿Q-Qué?
—Lo lamento, Jay.
—Yo lo lamento más, Will. Lamento no haber estado presente en todo este tiempo. Ahora solo me martirizo pensando en que pudo haber pasado en todo este tiempo en mi ausencia; mi equipo, Burgess... —me remuevo los cabellos frustrado y preso de la incertidumbre.
Unos toques a la puerta cortan este silencio tenso que se formó entre Willy y yo. Al cabo de un instante alguien abre y asoma su maduro rostro en el umbral.
—Lamento ser inoportuno ¿Se puede?
—Porsupuesto, Sargento —asiente Will, cobrando la compostura—. El paciente testarudo está fuera de peligro, por tanto, puede recibir 10 minutos de visita —recoge la bandeja con los frascos de medicamentos ya administrados y se retira.
Junto a Hank aparecen Hailey y Adam. Los mismos me rodean. Hailey no lo resiste y me abraza conmovida, le respondo de la misma forma. Adam me estrecha la mano y el Sargento, silencio y examinante como es habitual en él, se posiciona al final de la camilla, posando sus manos en las barandas de la camilla cercana a mis pies. Su visita me brinda apoyo.
—Es bueno verte, muchacho. De vuelta y fuera de peligro.
—¿C-Cómo dieron con mi ubicación? —inquiero de pronto, esperando respuestas de cualquiera de los tres.
Hailey me estrecha la mano, mantiene una sonrisa de boca cerrada, condescendiente, y contesta:
—Hacía días los buscábamos en un radio de 400 kilómetros alrededor de ese lugar en el que los mantenían cautivos, debido a un vídeo que fue filtrado desde ese punto de ubicación en el Monte Katahdin, Maine.
—¿Maine?
—¿Sí?
—Entonces, ¿el video que fue filtrado...? —observando a Hailey y Adam con más indignación hacia mi mismo, más que vergüenza alguna.
—Así es, Jay —matiza Hailey, soltando mi mano e incorporándose de pie—. Todo mundo lo sabe.
Parpadeo con la respiración entrecortada. Detengo la mirada en Ruzek, cruzado de brazos y la cara inescrutable. ¿Qué podrá estar pasando por su mente?
—Ruzek...
—No hace falta explicar nada. Estamos al tanto de que fueron persuadidos y obligados a cometer... tal acto.
Trago saliva. Imagino lo difícil que ha de ser para él... Nunca ha dejado de amarla, a pesar de sus altas y bajas.
—Ya veo —desviando la mirada. Unos segundos después busco respuestas en el Sargento—. ¿Hank...?
—Sigue con vida, Jay. Kim sigue con vida —Sostengo silencio para que él continúe. Él forma un gesto con los labios como es habitual, y prosigue—: Fue detectada en cámaras de seguridad hacía dos días, en Stickney. Exportaban cierta mercancía en complicidad con los hombres de Breiss Clinton.
—Hank, no creerás que Kim de verdad...
—No sería capaz de creerlo. De ninguno de ustedes, jamás —me alivia esa respuesta—, pero todo esto tendrá su pago de consecuencias, Jay. Kim ha infringido más ley que cualquiera de nosotros hayamos hecho alguna vez. Debe ser procesada bajo el Estado en Juicio. Con suerte lograré reducir su sentencia, siempre y cuando la encontremos primero.
—¿Es buscada en todo el Estado?
—En el Estado y País entero, Jay. Lamento infarmarte que Kimberly Burgess se ha convertido en una fugitiva y en el enemigo número 1 de la Unidad de Policía de Chicago, debido a toda la información que sabe en cuanto a nosotros.
—¡Ella jamás delataría a su equipo, así le costara la vida! —replico enseguida, generando miradas de asombro y analizantes por parte de Adam y Hailey.
—Mmm. Ya veo —Hank comienza a pasear por la sala, escrutando la situación—. ¿Te engañó, te disparó a quema ropa, y aun así la excusas?
—Estuve con ella en todo ese tortuoso proceso en Cautiverio, por poco enloquecimos. Salvó mi vida en varias circunstancias, trabajamos en equipo. ¿Como podría dudar...? Pienso que algo más turbio, peligroso, hay detrás de su drástica decisión. Decisión que incluso nos haya habernos salvado la vida a todos.
—Justo lo que pensé que dirías —rodea la camilla, sacando su móvil a la vista—. Quiero que veas esto, y necesito saber si después de ello seguirás pensando igual.
Busco alguna ayuda por parte de Ruzek, pero este solo se rasca la nuca como frustrado, respira ruidosamente y se aparta al ventanal. Hailey tuerce una mueca y se encoje de hombros como dada por vencida.
Hank pone en reproducción un vídeo, en el aparece una persona en un estacionamiento de gasolina; una mujer. Nada más y nada menos que Burgess. Va acompañada de dos escoltas vestidos de negro, los mismos que se ven robando una camioneta y metiendo el dueño dentro, como un rehen. El osado trabajador de la tienda en la estación de gasolina los apunta con un rifle para impedir el secuestro. Kim reacciona veloz y le dispara en la pierna. Aprovecha la oportunidad en que este cae al suelo gritando de dolor y le arrebata el rifle, a continuación, todos suben al auto, y antes de hacerlo ella, dispara directo a la cámara de seguridad, cortando la señal.
El Sargento guarda su móvil. Comienzo a sudar frío, sin palabra alguna, por lo que Hank agrega:
—Esta es la única copia de video. Logré deshacerme del original antes de caer en manos del Estado, pero si Kim sigue cometiendo delitos graves, no habrá oportunidad de salvarla de una sentencia perpetua en la cárcel.
La expresión en mi rostro sigue perpleja. Como quisiera que todo fuera diferente. En mi condición solo me siento atado de manos y pies.
—La encontraré —anuncio en tono firme.
—No. Tú no harás nada, viejo —refuta Adam con firmeza—. Tu prioridad es recuperarte. Nosotros nos encargaremos, y no descansaré hasta encontrarla así sea hasta debajo de las piedras.
Vuelvo a guardar silencio, ante el énfasis de Ruzek. Por ahora, solo por ahora, dejaré que ellos se encarguen, no veo más opción. Confío plenamente en mi Unidad, pero en cuanto pueda poner un pie fuera de estas instalaciones, seré quien estará frente a frente con mi ex-compañera de Cautiverio, Kim.
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Y Bueno, así de intrigante finaliza el libro CAUTIVOS, dando paso al siguiente llamado: FUGITIVOS. El cual está en proceso de creación. 🥰💕
El mismo continuara en este mismo libro, así que no lo borren de sus bibliotecas, plis.
🖤🌹 Después de este cap te encontrarás con el prefacio🌹🖤
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