10- Nuevas Inquietudes
°°°
[NARRA; KIM]
Desperté mucho antes de que las agujas del reloj Cucú pegado a la pared señalara las 6:00am. Cosa que dentro de un Búnker subterráneo sería imposible saber si ha o no amanecido. Las paredes siempre sólidas, la atmósfera relente y la penumbrosidad reinante.
Fue una noche caótica, tanto para mi compañero como para mí; el ardor en mi espalda no me dejaba consiliar el sueño. Sentía los músculos estumecidos, no obstante, debía reconocer que Jay hizo un buen trabajo con mis heridas... Punzaban de opoco, sí, pero al menos ya no escuecen como si me atravesarán la piel con miles de dagas de puntas refulgentes.
Puesto a que se me había espantado el sueño, <<cómo acabo de mencionar>> me incorporé como pude sin la menor intención de despertar a mi compañero, y acudí al cuarto de baño; lavé mi rostro con abundante agua, cepille mis dientes, e incluso me dispuse a humedecer mi espalda en el agua tibia para despegar y cambiar las compresas sin molestar a Jay en ese acto en el que yo misma creo ser capaz de hacer.
Dibujé muecas lastimeras mientras lo hacía. Inevitablemente, y aún con ayuda del agua tibia, las compresas terminaban desprendiendo pequeños reciduos de piel.
Como duele...
Luego de retirarlas, regreso a la habitación, ubico el botiquín y con vehemente cuidado, de frente al espejo de mayor tamaño, empiezo a enroscar las estériles y húmedas compresas torpemente alrededor de mi complexión, pretendiendo envolverlas hasta más allá de mis pechos. Observo mi mirada decaída y pensativa por una fracción de segundos. Los retos y consecuencias con que nos condena Mente Retorcida se vuelven cada vez más peligrosos, bizarros. Y eso, sin dudas alguna nos aterra.
Tampoco saco de mi mente la mirada turbia y aturullada de Jay antes de volverme y exponerle la piel desnuda de mi espalda... Podría decir incluso que sintió más remordimiento y culpa que yo. Detengo mis movimientos, pese la persona que recién acaba de aparecer en el umbral, y quien por reacción baja la mirada para no ver más de la que debe por el espejo.
Suspiro pesadumbrosamente y digo:
—No quise molestarte. Ya vez que conseguí...
—Por poco sufro de un paro cardíaco tras despertar y no verte sobre el sofá.
Como ya mis senos no estaban a la vista, me le quedo mirando unos segundos por medio del espejo, y la primera sonrisa del día se me escapa.
—Resultaste ser mejor médico de circunstancias de lo que imaginé. Me siento mejor, como para cambiar las compresas por mi misma, como ya ves...
Pauso entre tanto intentaba realizar el nudo final en la parte superior a mi costado izquierdo.
—Permiteme —se ofrece él, andando hacía mí.
—Claro, tú ganas. El nudo me venció.
Alzando las manos a que él culmine con el nudo, noto que Jay tiene un semblante de cansancio. No me dirige mirada alguna mientras sigue a centímetros de mí.
—¿Jay?
Contesta quedamente tensos segundos después, a la vez en que culminaba el nudo.
—Vamos al comedor, Kim. Prepararé el desay...
—Hey, espera...
No le dejo alejarse, sino que osadamente sostengo su cara entre mis manos, obligándolo verme a los ojos. Y comprobé que no me equivocaba, en su mirada se reflejaba la culpa intacta, el tormento.
—No es tú culpa, de acuerdo —repongo en tono suave—, fue mi decisión. Además, si recuerdas aquel día en que clavaste el cuchillo en tu mano, en mi lugar, ambos decidimos que seríamos el doble de culpables. Recuerdas...?
Conquisto una leve sonrisa por su parte finalmente.
—Esa es la actitud que necesito de mi compañero, —prosigo, recobrando energías al transmitirlas a él—, el no dejarnos vencer, y seguir hasta el final.
Ni yo misma conseguía creer las palabras que salían de mi propia boca. Hacía apenas unas horas había olvidado esperanza alguna. Espero no volver a perderla...
—Bien. Tú ganas —contesta, sosteniendo delicadamente mis manos entre las suyas—. Deshecho la culpa, mejor así?
Asiento, sin irrumpir la conexión e igualdad de profundidad en nuestras miradas. Esos pocos segundos que una vez más se volvieron eternos, insitaban a mi corazón repiquetear frenéticamente contra mi pecho por su cercanía.
¿Por qué me sigue pasando? Por qué de pronto siento el ferviente deseo de abrazarlo...?
Paso saliva pesadamente, e intuitivamente retrocedo, ubicando alguna franela de talla extra y suave que no me lastimase o incomode demasiado.
Jay se me adelanta, coge una verde árbol de la gaveta <<suya de circunstancias>> y me la extiende. No titubeo en ponérmela.
Suspiro después, recigijada en su aterciopelada tela que en lugar de rigidez, acariciaba mi piel.
Regresamos a la estadía principal. El castaño pasó directo a la cocina y yo a sentarme a la mesa. No guardamos silencio, ni decaimos en los remordimientos, y en modo de desvanecer el ambiente tenso, el castaño contó otro recuerdo de su niñez, de cuando sus padres le dejaban sólo con Will, y él, testarudo por no esperar a la nana que llegaría a la media hora, intentó preparar unos panqueques con mermelada de fresa, pero resultó haciendo un desastre en la cocina. Creyó que batir la mezcla de los panqueques en la licuadira sería más fácil, pero como siempre le ocurrían los accidentes, olvidó colocar la tapa, y cuando encendió la misma, ésta derramó mezcla por todos lados, inclusive sobre la cara de ambos pequeños.
Reí tanto, recordado también la historia que relató anoche. La diferencia es que el severo malestar y dolor no me permitieron disfrutarlo como ahora.
—...Y a la final aprendí a hacer excelentes panqueques —asegura con viveza, colocando el plato bien adornado y llamativo sobre la mesa, a excepción que estos no contaban con mermeladas de fresa, sino con queso fundido—. Yo le llamo los panqueques Jay. La especialidad de la casa.
—Vaya! —le aplaudo—. Ahora veamos que tan buenos están en realidad... —me llevo el primer bocado y efectivamente estaban para chuparse los dedos—. Huummm. Está bueno.
Jay tomó asiento frente a mí como de costumbre, seguimos intercambiando risas, anécdotas y recuerdos como si estuviéramos en otra clase de lugar y no ésta aberrante realidad de secuestro.
Mente Retorcida, jum. De seguro no se resistirá mucho más y terminará hablándonos dentro de nada. Aún así, seguimos cómo si él, la cantidad de cámaras en los múltiples espejos, y quien sabe cuantos miles de micrófonos regados en cada rincón, y sobre todo los demás perversos detrás de todo esto estuvieran atentos a cada movimiento nuestro.
Terminado el desayuno nos incorporamos, (recalcando que era momento de quitar los puntos de la mejorada mano de Jay. Lo cual fue un total éxito) dispuestos a ojear "simuladamente" otras áreas del Búnker que no hayamos revisado antes, o habíamos pasado desapercibidas, conscientes en todo momento en que ésto podría acarrear consecuencia... Sin embargo, no podíamos rendirnos.
No ahora...
Los días pasados no tuve tiempo de forzar el brazalete, así me dispuse hacerlo en éste momento. Entré al cubículo, me flexioné en el pequeño espacio bajo la regadera, tomé el fragmento de bisturí de una esquina donde suelo esconderlo, y empecé a forzar el brazalete. Tanto había hecho estos movimientos que reparo en que la división está más amplia. Sonrío pícaramente. Falta poco para librar mi muñeca...
—Kim, tienes que ver esto!. ¡Rápido!
La exclamación de mi compañero me desconcentra, pero, debido a la excitación en su voz, tiene que ser algo importante lo que quiere enseñarme. Me incorporo, y dejando el bisturí oculto, acudo cuanto antes a su llamado. Lo diviso en la habitación, de cuclillas ante el ropero; cajas y unos cuantos trajes regados por doquier, más las últimas botellas de Vodka.
—Qué sucede? —pregunto, incandome a su lado.
Jay me contempla con la mirada clara e imutada, y los labios semiabiertos. Tiene en sus manos un abrigo negro, y saca algo de debajo de este.
—Esto.
—Un arma...! Y por lo que veo es un Revólver de bolsillo en negro con cromo revestido. ¿Pero cómo...? Cómo no la divisamos antes?
—Porque no urgamos lo suficiente entre las ropas —corrobora él, lógico.
—Buen punto. Y... ¿está cargada?
Él entiende al igual que yo, que tener un arma cargada es una gran ventaja sobre nuestros adversarios, una vez que consigamos deshacernos del brazalete y ejecutemos el plan de fuga.
—Sólo una bala —responde, examinandola.
—Me aterra saber el porque de una sola bala.
—A mí también, Burgess. A mí también.
En ello, salto sobre mi propio eje ante un sonido como el de una radiofrecuencia con inconvenientes en la señal. Sucumbe la estancia por completo, creo que hasta cada centímetro del imprenetrable Búnker. Poco después lo comprendimos. Su detestable voz surgió nuevamente, pero en está ocasión nos extrañó su tono más metálico, como robot computarizado.
—Hola. Hola. Volvemos a hablarnos, Detectives.
Jay alza una ceja, y supe que concluyó lo mismo que yo. Éste cambió con un distorsionador de voz. Y quizás, llegó a pensar que incluso la primera voz utilizada tampoco pertenecía a Mente Retorcida. Claro, no se dejaría pillar por su voz natural.
Muy inteligente...
—¿Me extraron? —sigue—, porque nosotros sí. Nos sentimos tan alagados, tan inmutados e incluso tan conmovidos con el comportamiento entre ambos anoche... Creo que en cierta forma deberían hasta sentirse agradecidos...
—Comó si fuera agradecerte por secuestrarnos, malipularnos, y encima a obligarnos a despiadados restos, retorcido —escupió Jay con irritación.
—Mmmm. Pensé que comenzábamos a entendernos y llevarnos mejor, pero me equivoq...
—Dime, para que dejas un arma entre los trajes con una sola bala, ¿eh? —le interrumpe el castaño, alzando el arma ante sus ojos con sorna—. ¿Pretendes obligarnos a jugar a la ruleta rusa con ella? ¿Es esa tu próxima táctica?
Tragué grueso. Mente Retorcida río maliciosamente.
—No me tientes, Detective. Quizás sí, el siguiente reto consista en jalar del gatillo a cada cabeza por turno hasta que el ganador reciba el fulminante impacto en la frente, o... O puede que sirva para otro asunto a su debido momento.
—Déjate de rodeos y dinos que pretendes ésta vez —exigo.
—Detective Kim, veo que los cuidados y cariño que le empleó el Detective Halstead fueron de vital ayuda. Le veo más aguerrida y radiante. ¿Cómo va sanando su espalda de aquellas quemaduras?
Viré los ojos sobre mis cuencas, respirando profundo. No caeré en sus sarcasmos, así opté por el silencio.
El vuelve a reír y añade:
—Los he notado muy agitados, canzados y doloridos. Así pues, como cumplieron la consecuencia exitosamente, lo siguiente acontecer es un reto.
Miro a Jay a la vez que él a mí, atónitos.
—Aclaro que no será nada fuera de sus cabales, si es lo que temen. Para nada. Éste reto es un regalo de nosotros, especialmente para ustedes...
—En que consiste? —replica Jay.
—Sencillo. Busquen en las últimas cajas al final del ropero. Una dice: para la especial dama, y la otra; para él especial caballero.
Jay no tarda en sacar todo el contenido, y obtener dichas cajas. El toma la que corresponde a él, es de un azul muy llamativo. Me pasa la que corresponde a mí, de un tono rosa con la descripción en la pequeña tarjeta mencionada anteriormente por Mente Retorcida.
Por segundos mis manos titubearon en abrir, imagino a Jay tan preso de la incertidumbre como yo.
—¿Qué esperan?, abranlos —insita Mente Retorcida.
Lo hago, cojo valor y deslizo la tapa de cartón, y... Y mis ojos quedan clisados en la preciosa tela de ceda que hay dentro, tan roja como la sangre misma. Intuitivamente la palpo con mis manos y... Por Dios! Es de completo terciopelo. Esto es... un vestido de Gala.
Concuerdo con la mirada de Jay, él había alzado el esmoquin negro, elegante. A parte de eso notamos que traía bajo los mismos, tanto zapatos de vestir, como los bellísimos zapatos altos del mismo tono que el vestido.
—¿Pero que demonios significa esto? —protesta Jay, alzando la caja en todas direcciones.
—Un presente —contesta Mente Retorcida, simple—. Como os mencioné, éste reto es diferente, especial, incluso elegante, como ven. Está noche, queridos míos, vestirán sus respectivos obsequios para asistir a una romántica y ardiente velada. Más adelante dictaré las pautas a como de desarrollará.
Desconecta la señal con una furtiva pero vil carcajada a la final.
El pecho se me oprimió. ¿A caso ha llegado el momento de que la maciza puerta será abierta? ¿Qué nos permitirán finalmente salir al exterior?. Por una parte me sucumbe una revolucionaria esperanza de vernos en la oportunidad de escapar de ellos y contactar a nuestra Unidad finalmente, por otra parte, me atemoriza saber lo que viene...
_________________________________
Dedicado con mucho cariño a:
❤ ️AgustinaDelgado962 & SuliTovar❤️
°°°
Qué os pareció éste Cap?
Cuáles podrían ser sus teorías en cuanto a lo que podría suceder, o está planeando Mente Retorcida?
Sí comentan fervientemente en este Cap, os podría regalar el siguiente capítulo más pronto de lo que imaginan... 🤫😈😈 Y quién acerte, le concedo la oportunidad de dirigir el curso de un capítulo EXTRA... Qué si el ganador desea el capítulo con nuestros personajes dentro de la trama original o otra diferente... 😘😍
🔥🔥VAMOS COMENTA!!!! 🔥🔥
Ha y les recuerdo pasarse por mi otra historia: CÍRCULO PERVERSO☣️☢️, necesita tanto amor como éste Fic.
Nos leemos prontito!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro