Capítulo 2: "Luchando por sobrevivir: Lazos de hermandad"
Los rayos de sol entraban hacia una pequeña cueva en donde un par de niños de rostros aun con huellas de lágrimas se encontraban dormidos abrazados haciendo que ambos ante esto despierten.
Ya amaneció, dijo la pequeña niña pelinegra rompiendo el abrazo al tiempo que el niño de cabello alborotado abría sus parparos con pesadez.
¿Ya amaneció mamita?, dijo Gokú haciendo que los ojitos de la pequeña niña se llenaran nuevamente de lágrimas al acordarse de todo lo que había sucedido el día anterior.
Nuestros padres, nuestros padres ya no están, murieron, murieron, respondió la pequeña niña pelinegra estallando en llanto.
Sí, es cierto, ellos murieron, dijo con voz entrecortada el niño de cabello alborotado.
Mientras tanto:
En la Capital Central tras la búsqueda incansable durante toda la noche de los cuerpos desaparecidos del avión proveniente de Kame house, los medios de comunicación confirmaban la muerte del piloto, copiloto aeromozas y de los pasajeros del vuelo, declarando ese día como luto nacional por la cantidad de personas fallecidas entre ellos niños que viajan con sus padres y que volvían de sus vacaciones para empezar un nuevo año escolar.
Oficina del alcalde:
Un hombre regordete de bigote hablaba con unos oficiales en su oficina.
Entonces ya no encontraron más cuerpos por la zona, decía con nostalgia el alcalde.
No señor alcalde, presumimos que las demás personas que no se hallaron sus cuerpos, no saltaron del avión sino prefirieron esperar la muerte en este y murieron calcinados, decía con nostalgia uno de los oficiales.
Que lamentable, dijo el alcalde con nostalgia.
Si, este accidente fue muy lamentable, muchas familias completas perecieron en el, dijo otro de los oficiales.
¿Y cuándo se sabrá los nombres exactos de los fallecidos?, tenemos que reportarlos para que sus familiares reclamen sus cuerpos, dijo el alcalde.
Pues en un par de días señor alcalde, todo un equipo está trabajando en la identificación de los cuerpos, respondió el jefe de los policías.
Bien, dijo el alcalde.
Paoz:
Una pequeña pelinegra miraba con temor desde la pequeña cueva donde estaba el exterior.
¿Hay algo extraño Milk?, dijo el niño de cabello alborotado mientras se acercaba a la niña pelinegra para mirar también hacia el exterior.
No, pero en la noche yo escuchaba, voces y ruidos extraños, respondió la pequeña pelinegra con voz temblorosa.
Debió ser tu imaginación Milk, aquí no haya nada, bueno, solo cenizas, dijo el pequeño niño de cabello alborotado mientras salía de la cueva.
¿Y ahora que haremos?, dijo la pequeña pelinegra.
¿Qué haremos?, respondió Gokú.
Si, este lugar me da miedo, dijo Milk.
Pues busquemos alguna salida, ¿no?, respondió Gokú.
Si, si busquémosla, dijo Milk.
Pero antes, busquemos algo que comer, dijo Gokú mientras caminaba junto a la pelinegra.
No, antes vamos a ver a nuestros papitos, dijo Milk.
Si, tienes razón, vamos con ellos, a lo mejor ya llego alguien allí que nos pueda ayudar, respondió Gokú.
Sí, pero ¿recuerdas el camino?, dijo Milk con temor.
Bueno, creo que sí, respondió Gokú al tiempo que echaba a correr.
Espérame, dijo Milk corriendo tras de él.
Minutos después:
Ya no están, dijo Milk con voz quebrada.
A lo mejor este no es el lugar, respondió Gokú mientras miraba a todos lados.
¿Entonces donde es?, dijo Milk.
Tal vez por aquí, dijo Gokú corriendo hacia otra dirección seguido de la niña pelinegra.
Tras varios minutos de carrera tampoco hallaron nada.
¿Y si alguien vino y se los llevo?, decía Milk con lágrimas en los ojos.
Bueno, si es así, ya no podemos hacer nada, dijo Gokú con nostalgia al tiempo que estomago empezó a crujir y su vista se posó en un par de abrigos que estaban en diferentes direcciones.
Ya tienes hambre, dijo Milk.
Este es el lugar Milk, dijo Gokú sin responder la pregunta de la niña.
¿Cómo lo sabes?, dijo Milk intrigada.
Los abrigos de nuestras mamis, debieron caerse de nosotros cuando nos pusimos de pie ya que solo nos cubrían mas no lo llevábamos puestos, respondió Gokú caminando hacia el lugar donde estaban los abrigos para tomarlos en sus manos.
Entonces si vino alguien por aquí y se llevó a nuestros papitos, dijo Milk.
Si, respondió Gokú mientras su barriguita sonaba más.
Creo que debemos buscar algo para comer, a mi también ya me dio hambre, dijo Milk con nostalgia.
Si, vamos a buscar algo, dijo Gokú empezando a caminar llevando los abrigos en la mano.
El par de niños caminaron hacia el inmenso bosque que habían visto el día anterior, tras varias horas de búsqueda dieron con un pequeño manantial que estaba rodeado de muchos árboles frutales.
Gokú trepo a uno de ellos y bajo algunas manzanas para que su amiguita y el las comieran.
Luego de haber satisfecho su hambre el par de niños se encontraban acostados en el pasto mirando el cielo mientras platicaban.
Seguiremos buscando la salida Milk, ya no estés triste, dijo Gokú.
No puedo evitarlo, me quede sola, yo no tenía a nadie solo a mis papitos, respondió Milk con nostalgia.
Yo tampoco tengo a nadie ahora, mis padres también era lo único que tenía, dijo Gokú con tristeza.
Entonces los dos estamos solos, dijo Milk con voz quebrada.
Si, respondió Gokú.
¿Quieres ser mi hermanito?, dijo Milk con ojos llorosos.
Si, si quiero, respondió, Gokú girando su rostro a ver a la pequeña pelinegra que sollozaba en silencio cubriendo su boquita con sus manos.
Ya no llores Milk, seré tu hermanito así los dos ya no nos sentiremos tan solos, ambos buscaremos la salida y volveremos a la ciudad, te lo prometo Milk, dijo Gokú mientras se sentaba.
¡Gracias¡ ¡gracias¡ dijo la pequeña niña sentándose también al tiempo que el niño de cabello alborotado la abrazo.
Tendremos que buscar otra cueva aquí, porque ya no me acuerdo como volver a la otra, dijo el niño de cabello alborotado con nostalgia.
Si tendremos que buscar un lugar donde quedarnos, ya está empezando hacer frio, respondió la niña pelinegra mientras se frotaba sus bracitos.
Pongámonos los abrigos, aunque nos quedaran grandotes no tendremos frio si los llevamos puestos, dijo Gokú entregándole uno de los abrigos a la niña pelinegra.
Si tienes razón, respondió Milk tomando el abrigo para ponérselo.
Una vez que se pusieron los abrigos el par de niños empezaron a buscar por los alrededores al manantial algún lugar para que ellos puedan cobijarse pero tras varios minutos de búsqueda no encontraron nada y ya rendidos por el cansancio se sentaron al pie de un árbol cayendo inmediatamente en un profundo sueño ambos.
1 hora después:
El rugido de un animal hizo que el niño de cabello alborotado abriera sus ojos al hacerlo pudo notar a pesar de la luz tenue de las estrellas y la luna que un gigantesco felino se encontraba a varios metros de ellos.
Milk, Milk, decía Gokú tratando de darle golpecitos con su hombro al cuerpo de su pequeña amiga que estaba junto a él, para que despertara.
¿Qué sucede?, dijo Milk con voz adormilada.
Un gatote, dijo Gokú.
¿Un gatote?, respondió Milk abriendo sus ojos pero al hacerlo empezó a gritar del susto haciendo que el tigre empezara a correr hacia ellos.
Viene hacia nosotros, dijo Gokú poniéndose de pie junto a la niña pelinegra y la tomo de la manito para echar a correr lo más rápido que podían mientras el tigre los seguía, en su loca carrera el par de niños cayeron a un pequeño hoyo que en su fondo estaba cubierto por paja, al tiempo que el tigre debido a la oscuridad de la noche se alejaba al haber perdido de vista a sus pequeñas presas.
Me duele, me duele, decía Milk tomándose la pierna mientras el pequeño niño de cabello alborotado se tomaba los brazos del dolor debido a los raspones que tenía en los brazos debido a la caída.
No se ve nada aquí, dijo Gokú a pesar de su dolor.
No, creo que aquí moriremos, respondió Milk.
No, no digas eso, en cuanto amanezca saldremos de aquí, aunque no veo bien, dime que es lo que te duele para curártelo, mamá siempre me curaba cuando me caía o golpeaba con masaje, decía Gokú.
Es mi pie, dijo Milk.
Yo te lo curare, dijo Gokú a pesar de la oscuridad.
¡Gracias¡ dijo Milk.
No agradezcas, eres mi hermanita, respondió Gokú.
Si, dijo Milk con dulzura.
Luego de algunos minutos el par de niños debido al calor que producía la paja se quedaron dormidos en el hoyo.
Al día siguiente:
Un par de niños pelinegros abrían sus ojitos debido a la luz del día.
No es tan grande, dijo Gokú poniéndose de pie mirando el lugar donde se encontraban.
No, si podremos salir, respondió la pequeña pelinegra sonriendo.
Sí, claro que saldremos, pero dime, ¿Cómo te sientes?, ¿ya no te duele tu piecito?, dijo Gokú.
No, ya no, ¡gracias por curarme¡ respondió Milk.
Luego de ello el par de niños salieron del pequeño hoyo y continuaron su camino intentando buscar alguna salida del lugar.
Durante su trayecto ellos iban comiendo los frutos de los árboles y tomaban agua de los pequeños riachuelos que encontraban, lo que los pequeñitos no sabían era que conforme caminaban en vez de encontrar la salida más y más se adentraban en el espeso bosque.
Días después:
Un par de niños de miradas entristecidas estaban sentados bajo la sombra de un gigantesco árbol platicando.
Creo que nunca hallaremos la manera de volver a casa, dijo Milk.
Si tienes razón, cuanto más caminamos no encontramos nada es más creo que ya no tiene caso volver, nadie nos espera ¿no?, hasta nos pueden llevar con otras personas, tal vez sea mejor quedarnos aquí, este lugar me gusta mucho, hay mucha comida y podemos jugar todo lo que queramos, decía Gokú.
Si tienes razón, aquí nadie nos haría daño, ya no tenemos a nuestros papitos para que nos protejan, dijo Milk.
Así es, respondió Gokú.
¿Entonces nos quedamos aquí?, dijo Milk mirando a su pequeño amigo.
Si, nos quedamos aquí, lo único que debemos seguir buscando es un lugar donde podamos vivir, pues no podemos seguir escapando siempre de los gatotes, dijo Gokú sonriendo.
Si tienes razón, respondió la niña pelinegra con una dulce sonrisa.
Mientras tanto: "Capital Central"
Un grupo de personas presenciaban los funerales de las personas fallecidas en el fatídico accidente aéreo.
Qué bueno que el alcalde dispusiera que también entierren a las personas que parecen no tener familiares, dijo una mujer mientras miraba descender los féretros a su última morada.
Es que el alcalde es una persona muy noble, dijo otra de las mujeres.
Qué triste, ¿no?, todos los pasajeros fallecieron, dijo un hombre de lentes.
Si todos, eso fue muy lamentable, respondió otro hombre.
Meses después:
Milk, Milk, ya tenemos para la cena, decía un niño de cabello alborotado mientras le mostraba a la pequeña pelinegra un pescado que había capturado con sus manos.
Como el que dibujabas, dijo Milk sonriendo.
Si, respondió Gokú mientras con su pescado salía de la laguna.
Tuvimos suerte de encontrar esa casa tras caminar, caminar y caminar, decía Milk sonriendo.
Si, de quien seria, hasta ahora no ha aparecido su dueño, deben haberla abandonado pues estaba muy sucia, ¿lo recuerdas?, dijo el niño de cabello alborotado.
Si, si lo recuerdo, lo bueno es que lo encontramos y ya tenemos casita, respondió Milk feliz.
Hare fuego con las piedritas para prender la paja, como te dije papá me enseño hacerlo cuando íbamos de campamento, decía el pequeño niño de cabello alborotado.
Yo iré a conseguir más paja, para el fuego, dijo Milk.
Ve hermanita, ve, respondió Gokú sonriendo.
Luego de varios minutos el par de niños pelinegros comían su pescado casi quemado como si fuera lo más sabroso que habían probado en la vida.
¿Cuánto tiempo llevaremos aquí Milk?, dijo Gokú sonriendo.
No lo sé, supongo que mucho, respondió la niña pelinegra con dulzura mientras sonreía.
Si es cierto, ya pasaron muchas noches, dijo Gokú.
Y muchos días, dijo Milk sonriendo.
Pero a pesar de ellos seguimos vivos y tú que decías que nos moriríamos, sí que eres miedosa Milk, decía riendo Gokú.
Miedosa yo, miedoso tú que le temes a un inocente gatito, dijo la niña pelinegra riendo.
Temía ahora ya no, el gatote es nuestro amigo al igual que todos los animalitos que hay en el bosque, dijo el pequeño niño de cabello alborotado sonriendo junto a la pequeña niña pelinegra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro