Capítulo 23: Antagonista
Capítulo 23: Antagonista
Alexa.
6 de junio de 2017
Doy un grito que tal vez despierte a todos los vecinos, cuando siento que mis pies no tocan el suelo, Matt me levanta del suelo comienza a dar vueltas conmigo, él tiene un ramo de girasoles en la mano derecha y en la izquierda una bolsa de alguna joyería que me emociona al ver un bonito reloj, me río a carcajadas cuando su cabeza se golpea con la mía, Matt me deja caer en el sofá, escondiendo su rostro en mi cuello, me río, es una risa verdadera, genuina, por primera vez me permito sentirme normal, tranquila, amada y consentida. Como si en unos segundos no estuviera por ocurrir una tragedia. Matt acaricia suavemente mi mejilla, para él todo esto es irreal y hasta un poco fantasioso, no les mentiré para mí también.
Le doy un beso a Matt, esta vez comando el beso es un beso lento, suave y pausado. Enredo mis piernas alrededor de su cadera, las manos de Matt se deslizan por mi camiseta de pijama que es la suya que dejo los días que paso en mi casa, él pellizca mis pezones, que reaccionan rápidamente a él, nuestras lenguas se enredan, él mordisquea mi labio inferior, mis ojos se cristalizan, memorizo el beso, dejo que sus manos me acaricien, luego de un rato, Matt deja de besarme y me enfurece, él me sonríe, acaricia mi mejilla.
—Hola, novia – dice y me río a carcajadas – ¿Cómo amaneces?
—Son las tres de la mañana, podrías respetar un poco mis horarios de sueño, novio – digo con una sonrisita, Matt suspira y sus mejillas se sonrojan – no te pongas cursi, Keys.
—Lo siento, te necesitaba – me comunica – si quieres vamos a dormir o hacemos otra cosa, debes pagarme por esto, Alexa, por ignorarme, por mandarme a la mierda, cerrarme la puerta en la cara.
—Espérate – le pido – tenemos que hablar – le digo, volviéndome a sentar – luego de eso vamos a tener sexo de reconciliación.
—¿De qué quieres hablar? – me pregunta, siento como sus dientes se clavan en la piel sensible de mi cuello, gruño – ¿no puede esperar? – pregunta desesperado.
—No. De eso depende que te quedes conmigo – le digo – sé que soy intensa con este tema, que tal vez te aburras de esto, pero quiero que encuentres completamente seguro sobre tu decisión.
—Alexa vas a necesitar mucho más que eso para alejarme.
—Matt, en serio, escúchame – digo sentándome – la historia es larga.
—Ya sé más o menos de que quieres hablarme, que consumiste drogas y de que te internaron en una clínica, Alexa me vale una mierda las palabras de Hendrick o sus opiniones sobre ti, te encuentras bien, eres libre de esa mierda y estamos juntos – dice con optimismo y le doy una pequeña sonrisa.
—No quiero empezar una relación siendo deshonesta y una mentirosa contigo, más cuando sabes tantas cosas, dime ¿no quieres armar una parte de ese rompecabezas que soy yo?
—No quiero que te sientes presionada a decirme tus secretos o volver al pasado.
—Quiero ser honesta – le aseguro –, tú y Aisha hicieron algo bien por mí, debo agradecerte, mi sinceridad es la única manera de demostrártelo – le digo tomando su mano en un intento de consolación –. Quiero que tomes con calma lo que estoy a punto de decirte – respiro hondo –. No quiero mentiras y engaños entre nosotros dos, confió en ti, actor porno – digo encogiéndome en mi puesto –. Me canse de hacerme la fuerte, de llorar en soledad, en creer que puedo con el mundo sola, te necesito Matt, no quiero perderte de nuevo y sé que incluirte en mi vida, mis planes te aterren, que al final huyas lejos de mí, pero es un riesgo que estoy dispuesta a correr.
Me quedo en silencio y organizo mis palabras, por unos segundos no sé por donde empezar.
El odio hacia los Lee no viene solo de los abusos físicos o emocionales que sufrí, hay mucho más detrás de esta venganza y odio desmesurado hacia ellos. Todo empezó el día que Azul, Aisha y yo hicimos nuestro juramento, cerrando los ojos, pienso desde que somos niñas hicimos un pacto maldito, fuimos obligadas a mentir a fingir que nada sucedió, que nuestras vidas eran normales, mi familia y personas crueles nos hicieron esto, a Richard no le bastaba con arruinarme física y mentalmente, sino que también decidió llevarme a un centro de investigación clínica clandestino que ellos tenían en Alemania.
—Hendrick y Richard le hicieron creer a todos que me enviarían a una clínica psiquiátrica para ayudarme, luego del ataque que sufrí en el centro deportivo donde me encontraba entrenando, pero no fue así, cuando tenía unos nueve años Samantha le informo a Clary que tenía un trastorno mental – mis mejillas se sonrojan, no me gusta hablar del tema.
—¿Qué trastorno? – pregunta con seriedad.
Ellos nos hicieron creer que estábamos defectuosas que necesitábamos ayuda, que ese lugar aliviaría nuestro dolor, a diferencia de Aisha a Azul sus propios padres la vendieron, Aisha fue llevada a ese lugar con mentira, los Cass siempre pensaron que su hija estaba en un lugar donde atenderían su problema alimenticio, mi familia le hizo muchas promesas, que cuidaría a su niña, pero no cumplieron ninguna.
Por más de catorce menos fuimos obligadas a permanecer en esa maldita clínica, donde experimentaron con nosotras hasta el cansancio, nos usaban a su antojo, nadie escuchaba nuestros gritos, no había un Dios que viniera y nos ayudara, no había plegaria que sirvieran para que ellos se detuvieran y no había lágrimas suficientes para llorar. Eso fue lo que había en el sobre que Aisha me dio. Mi informe médico, donde el único diagnostico que estaba escrito por Samantha fue: Trastorno límite de la personalidad y Amnesia disociativa esta última evita que recuerde a exactitud lo que pase esos meses encerrada, eso es lo que me hace sentir molesta.
—Alexa, habla, por favor estoy aquí para ti, lo que sea voy a ayudarte. Somos tú y yo contra el mundo – me recuerda –. He visto todos estos años la crueldad de los Lee hacia ti, Alexa.
—Esto no es fácil de digerir, Matt, tal vez pienses que estoy loca y no creas en mí, te entiendo si eso pasa – digo con voz ronca mis ojos se empañan de lágrimas, me cuesta respirar.
—Niña sucia, creo ciegamente en ti y cualquier cosa de la que es capaz esa familia, por favor habla que estoy empezando a preocuparme... Alexa, no llores por favor – me pide y bajo la cabeza.
—Es difícil hablar contigo de mi pasado o con las personas, no quiero que mi pasado o mi familia siga arruinando mi vida, me canse de fingir que todo está bien, cuando no lo es así, Matt.
—Alexa, dime que paso – me pide con voz tranquila - ¿Qué más te hicieron ellos?
—Matt – digo tomando aire –, fuimos usadas como ratas de laboratorio para la creación de sustancias ilícitas – digo sin aire, Matt palidece, sus manos se presionan en puños, la mano que sostenía me presiona con fuerza –. Esa misma droga a la que sobreviví cuando era una niña, fue la misma que comencé a consumir cuando tenía diecisiete años, que irónica es la vida, Hendrick me convenció de consumir de nuevo. Él y Richard me encerraron en ese lugar siendo una niña, allí conocí a Azul, Aisha llego después. Para esa fecha los Cass recién la habían adoptado. No tengo el derecho a contarte sus historias, pero si la mía.
—Recuerdas que te dije que era inestable y que debías tenerme paciencia, que era insegura, que siempre estaba irritada y me enojaba con facilidad, era impulsiva y me constaba entablar relaciones sociales.
—Sí.
—Luego del asesinato de esas chicas en el centro deportivo, estuve en estado de shock por días, pero no sé que paso esa mañana, estaba fuera de mí, no entendía que pasaba, estaba enojada, asustada y eso no justifica mi comportamiento, en un episodio de ira donde ataque a Hendrick y a mi prima, él me llevo a ese lugar, Azul ya estaba allí, la había visto en la escuela en varias ocasiones, sus padres la dieron por desaparecida, pero la realidad era otra. Ellos la habían vendido, Azul fue la que peor la paso en ese lugar – digo y Matt traga saliva molesto –. Tal vez porque ella lo recuerda todo y yo no.
—Entonces esos hijos de perra usaron una enfermedad mental, para encerrarte en ese lugar – afirma molesto y asiento con la cabeza – ¿Qué sucedió para que no recordaras? – me pregunta confundido.
—Tuve amnesia disociativa en pocas palabras pérdida de memoria por un suceso traumático – le contesto, él se tensa aún más – tengo lagunas mentales de toda mi infancia por los distintos abusos a los que fui sometida. Recuerdo muy pocas cosas de mi niñez, tampoco disocio rostros en mis pesadillas, desde que soy una niña estoy esperando el milagro de despertar con todos mis recuerdo en su lugar y que mágicamente recuperaría la memoria. Eso jamás sucedió.
—Alexa...
—Sé que tienes muchas preguntas, te entiendo – le digo luego de un rato de manera comprensible.
—Escúchame, ¿Por qué no fueron a las autoridades?, ¿por no hablaron antes? – me pregunta con voz afectada, sus nudillos se encuentran completamente blancos por la presión que hace en sus manos.
—La única persona que escucho nuestra historia se encuentra muerta – le respondo – y la justicia nos falló, las autoridades nos enviaron a casa, ni siquiera nos escucharon, éramos tres chicas extranjeras en Europa a nadie le importábamos. Los oficiales se burlaban de mí, cuando ni siquiera podía hablar o decir las cosas con exactitud, el mundo entero nos falló, Matt. A nadie le importaba una huérfana, una trastornada y una enferma mental – digo con rabia.
—Acabare con ellos – dice tajante, cuando esta por ponerse de pie, lo atraigo a mí de nuevo, su respiración es agitada y entre cortada, su rostro se encuentra completamente rojo – por eso las marcas de aguja en tus brazos – dice recordando esto –. Por eso subiste a mi auto pidiéndome ayuda – dice con voz afectada –, por eso tenías tanto miedo, esos malditos no te permitieron sanar, esos hijos de puta de obligaron a vivir una farsa ¡voy a matarlos a todos! - promete –. Por atreverse a tocarte, los maldigo por todas las mierdas que te han hecho pasar.
—En esa clínica habían muchas chicas y chicos jóvenes siendo sometidos de distintas maneras, recuerdo – digo cerrando los ojos – que nos repartían, algunas nos quedamos en Alemania, otras fueron enviadas a otros lugares, barcos, clínicas o centros de investigación, sostuve la mano de un niño de siete años que asustado me pedía ir con sus padres... No puede hacer nada por él – digo rompiéndome – sus uñas arañaron mi piel pidiéndome misericordia, lo sostuve en mis brazos, me aferre a él y ellos me lo quitaron, Matt – hablo, todavía sosteniendo sus manos con fuerza, lo quiero conmigo –. El acto de caridad de los Griffin, Bryce estaba allí. Para salvar sus almas ellos lo adoptaron – él comienza a balbucear y maldecir –. No te desgastes dándonos soluciones, tampoco me digas que vas a salir a matarlos – le digo – ellos creen que no recuerdo nada. Lo que más duele es que nadie creyera en nosotras, ni siquiera cuando paso lo de Charlie confiaron en nuestra palabra, todos decían que estábamos soñando, que asociábamos la ficción con la realidad o estábamos muy drogadas.
—¿Dime que quieres haga? Lo que me pidas lo hare. Alexa hay una pregunta que no me atrevo a formular, ¿Gerald es parte de esto? – pregunta convencido.
—Gerald, como tú lo sospechabas tiene negocios muy sucios entre ellos una red de trafico de personas que opera en distintos países del mundo, él es muy malo y cruel, Matt, lo único que le importa es el dinero y el poder, fingir que es bueno, amable y sociable. Matt todas esas cosas que te obligaba hacer era para limpiar su dinero, alma y conciencia.
—Él siempre me pedía que investigara a personas que según él le debían dinero de los casinos – dice Matt entre lágrimas – yo... Le ayude arruinarles la vida a esas personas.
—No – me niego a que él se cuestione – no eres igual a tu padre, lo enfrentaste, Matt.
—¡Y de que me ha servido! No hice nada, no hice nada – me recuerda y niego con la cabeza.
—No...
—Perdóname – dice poniéndose de rodillas – te suplico perdón – dice una y otra vez –, de imploro que me perdones, por lo que mi familia te hizo – su cuerpo se sacude con violencia, mientras me abraza por la cintura – por favor, no te vengues de Alaia, ella no tiene la culpa.
—No tengo nada que perdonarte a ti y Alaia, ustedes también son víctimas de Gerald.
—¿Qué quieres? – dice con voz ronca.
—Ninguna de nosotras busca justicia – le informo – por eso me interesa encontrar a Cassie ante que los Lee, porque si ellos le quitan la información que tiene en sus manos, estaremos perdidas, Matt, de nuevo estaré en sus manos y la balanza no estará equilibrada.
—Alexa ¿Qué quieres? – vuelve a preguntarme.
—Quiero venganza, quiero que los Lee paguen por cada uno de sus pecados, la muerte es muy sencilla para ellos. Quiero destruirlos hasta que todo quede en cenizas – le respondo – en las noches no puedo dormir, a veces sueño con los rostros de esas chicas asustadas, preocupadas, llenas de temor, angustia, sus gritos perforan mis oídos. Me siento enferma de estar intentado rehacer mi vida de nuevo, cuando muchas de ellas no lograron salir con vida de ese lugar – digo tragando saliva – quiero que los Lee paguen por los múltiples abusos que han cometido a lo largo de los años, la ley me fallo y es momento que sea su verdugo – digo sonriendo –. Matt. La verdadera pregunta es, ¿crees en mí?
Matt se queda en silencio por un largo tiempo, él se demora en responder, no soy consciente que estoy llorando hasta que él, limpia mis lágrimas, mis manos temblorosas se presionan a las suyas.
—Crees que exagero – digo antes de que conteste – por eso no me dices nada.
—Creo en ti, ciegamente, Alexa – le informo –, dime, Alexa, ¿mi madre trabajaba en ese lugar? – me pregunta con voz afligida – ¿mi madre estuvo allí? – asiento con la cabeza, él niega con la cabeza derrotado.
—Tu madre también lo ayudo – le digo y él baja la cabeza decepcionado y rendido – como enfermera ella fue parte del cuerpo médico que se encontraba en ese lugar, pero tú ya lo sabias.
—No soy tonto, siempre me pareció demasiado extraño el estilo de vida que mamá solía ofrecernos, Gerald es demasiado avaro como para haber sido generoso con nosotros y tus palabras, más las de una amiga de Maya me confirma que esto es real. Su amiga tenía esquizofrenia, Gerald le recomendó esa clínica, al volver ella estaba muy mal, ella hablaba cosas sin sentido y todos creían que ella había perdido la cabeza por dejar de consumir su medicación.
—¿Dónde está ella? – le pregunto preocupada – Maya ¿y ella siguen siendo amigas? – lo interrogo y él niega con la cabeza.
—Ella desapareció hace mucho tiempo, Alexa, ella se enamoró de un cantante de rock y huyo con él, cuando tenía unos quince años, Maya y ella dejaron de relacionarse desde hace años. Su familia la ha buscado en diferentes ocasiones con investigadores privados, estos siempre se retiran por amenazas de muerte en su contra – jadeo sorprendida al escuchar sus palabras.
—Mierda, hubiera servido mucho poder, comunicarse con ella.
—Lo sé – dice y le queda unos segundos en silencio –. Te dije hace años, niña sucia que estábamos conectados – dice con voz agotada – siempre pensé que ella había empeorado por la falta de medicación – dice con pesar – me hubiera gustado ayudarla.
—Eras un niño, Matt no podías hacer mucho por ella, tampoco podía hacer mucho por mí – le recuerdo –. No somos buenos, Matt, estamos muy lejos de ser ciudadanos modelos, ambos hemos hecho cosas cuestionable, sé que tienes información en contra de Gerald que has recolectado con Tony. Matt ya no somos los mismos niños a los que ellos pueden manejar a su antojo, al igual que ellos, tú y yo también hicimos nuestras alianzas.
—No siempre los protagonistas ganan, los protagonistas son demasiado moralistas para mi gusto – dice y por fin puedo sonreír de nuevo – prefiero ser el antagonista que sacrifica al mundo entero por su chica.
—¿Entonces?
—Sigues siendo mi maldita novia y estoy para ti.
***
9 de junio de 2017
Me duele la cabeza de verdad no tenía que beber tanto, no puedo ni siquiera moverme de mi asiento en la camioneta de Dean que es manejada por Matt que es el único que se mantuvo sobrio toda la noche porque lo escogimos como conductor designado, se encarga de dejarnos a cada uno en su casa, él espero que Aisha y Azul entraran a sus apartamentos, ahora vamos de camino a mi residencia, ya que Brad decidió quedarse con Azul, para cerciorarse que no muriera ahogada con su vomito.
Juego con mi pulsera, tengo un mal sabor de boca, odio no poder recordar cada uno de mis movimientos en una noche, comienzo a anotar en mi celular lo que hice ayer, mis mejillas se sonrojan cuando recuerdo que Matt y yo nos bañamos juntos, también que tuvimos sexo en uno de los callejones cercanos al lugar de la fiesta, pensar en eso no me causa vergüenza, sino excitación y me alegro de todo corazón no olvidarme de ese momento, aunque camine raro y me sienta incomoda al moverme me alegro de haberlo disfrutado y estoy agradecida por volver a tener sexo con Matt Keys.
Me río un poco al ver que lo había anotado desde antes en mi lista de notas, entonces ¿Qué se me pasa? Hay una oración completa en la lista de cosas que hice ayer.
—Siento que estoy muriendo, no recuerdo mucho de la noche – le digo con pesar a Matt
—¿Es normal? – pregunta preocupado – ¿has ido a un médico?
—Lo he hecho – le contesto – me han hecho estudios y es normal, que tenga pésima memoria luego de todo lo que pase y beber altas cantidades de alcohol empeoran los síntomas – digo cerrando los ojos, Matt pone su mano sobre mi muslo.
—Voy a llevarte con nuevos especialista – me dice autoritario y sonrió – quiero una segunda opinión sobre esto.
—Has lo que quieras. Ahora mi preocupación es saber qué hacía en esa fiesta – digo mirando a la carretera.
—Nada fuera de lo normal, estabas muy contenta, hablabas con todos, hasta hiciste nuevos amigos.
—¿Matt me moví del lugar de la fiesta? – le pregunto preocupada.
—No. Siempre estuviste en la residencia de Dalton, ¿Por qué? – me pregunta preocupado, niego con la cabeza.
—Por nada, solo preguntaba.
—¿Qué recuerdas? – me pregunta con seriedad, su voz se encuentra llena de preocupación.
—Cuando follamos en el callejón – digo con una sonrisita feliz.
—Eso no se nos puede olvidar – me contesta con orgullo y golpeo su hombro.
—Sabes desde que dejamos a Brad con Azul no dejo de pensar, que ellos debieron casarse hace mucho tiempo.
—Todos pensábamos que ellos se casarían, había muchas apuestas de que ellos terminarían juntos – me dice con pesar – ambos son personas difíciles, para ellos no es fácil hablar de sus sentimientos...
Estoy por indagar que sabe sobre ellos, sin embargo, me quedo en completo silencio, con dificultad trago saliva al ver que la policía tiene acordonada el lugar, hay paramédicos, una ambulancia y un equipo de forenses saliendo del edificio de al frente, Matt detiene la camioneta rápidamente para no golpearse con un auto de policía estacionado, el lugar se encuentra acordonado y se nos pide que nos detengamos, los dos nos quedamos en silencio y paralizados al ver como sacan una camilla con un cuerpo dentro de una bolsa negra.
Un chico con rostro cansado y agotado. Que recuerdo estaba bailando con Azul a noche en el fiesta, habla con un oficial de policía, mientras en sus manos lleva una chaqueta negra, igual a la mía en sus manos, mis ojos se abren con horror al descubrir que es mi chaqueta, la escena que pasa delante de mis ojos me deja helada, su voz se rompe y él comienza a llorar desconsoladamente mientras presiona la chaqueta contra su pecho. Uno de los autos detrás de nosotros hace sonar sus bocinas, nos saca por fin del trance en el que estábamos sumergidos, es allí donde Matt por fin sigue conduciendo, no decimos nada, estamos conmocionados ante lo sucedido.
Un dolor se extiende por todo mi cuerpo, por el espejo retrovisor miro hacia atrás, observando como suben el cuerpo sin vida de aquella persona a la camioneta de los forenses. No dejo de pensar que aquel chico tenía mi chaqueta, ¿Quién eres? ¿Quién era esa persona? ¿Por qué diablos le di mi chaqueta?
Matt y yo nos adentramos a el estacionamiento subterráneo de mi edificio, dejando el caos de la calle atrás, trago saliva, observo el auto de Dean adentrándose al estacionamiento, le indico a Matt donde estacionarse, él deja la camioneta al lado de mi deportivo negro, soy la primera en bajarme del auto, pero mis piernas fallan, siento mis botas pesadas, Matt me toma en sus brazos antes de que desfallezca en el piso.
—Sostente de mí – me pide preocupado.
—Podrías cargarme, llevarme en tus brazos, por favor – le pido en un murmuro con voz ronca, él me toma en sus brazos como si fuéramos recién casados, me pongo cómoda en sus brazos, pongo mi cabeza sobre su pecho, el sonido de los latidos de su corazón me relaja, acaricio la piel de sus brazos, la sensación de su piel contra la yema de mis dedos ocasiona que se me erice el vello, respiro hondo y disfruto de la sensación de calidad que se siente estar en los brazos de Matt Keys.
Me aterra la confianza, tranquilidad que le genera a mi cuerpo, están peligrosa, emocionante como aterradora, lo necesito, quiero besarlo de nuevo, no puedo negarlo siempre ha sido Matt, me gusta, me encanta y deseo a Matt Keys, no es simplemente por el increíble sexo entre los dos, sino por todo lo que Matt hace por mí, con Matt no deseo huir, él hace que quiera quedarme.
—Alexa, te encuentras suspirando – murmura él. Alzo la mirada, le saco la lengua, cerrando mis ojos lo ignoro, el ascensor llega – buenos días – saluda Matt, conmigo todavía en brazos, los vecinos nos ven entrar confundidos y curiosos de saber quién somos, estamos usando gafas y gorras. Una joven pareja se encuentra en el ascensor, la chica le señala a su novio mi pulsera, Matt frunce su ceño y me quedo paralizada ante esa declaración, casi nunca uso pulseras y ayer no era la excepción.
Al levantar mi muñeca derecha me encuentro con una hermosa y fina pulsera de oro rosado con un pequeño colgante en forma de copo de nieve, la chica le sigue diciendo a un novio que es hermoso, él la incita para que me pregunte donde la compro, para él regalarle una igual, ella nos mira avergonzada, sus mejillas se ponen completamente rojas, ella no me hace ninguna pregunta, sino que sigue hablando con él, ella supone que en el centro del copo de nieve la pequeña piedra decorativa es una esmeralda.
Ignoro a la pareja, observo al otro chico que tiene un libro de terror en sus manos, usa un gorro de lana y por unos segundos se me hace conocido, descarto esa idea, me concentro en Matt que presiona con fuerza la pulsera contra sus dedos como si quisiera romperla, no tengo que ver sus ojos para saber que él se encuentra inquieto, molesto y enojado con esta nueva posesión, para su alegría a mí también me molesta tener esta mierda y no recordar quien me la dio.
Seguimos en silencio, me alegro de que ambos llevemos gafas de sol, lo que menos quiero es que alguien lo reconozca, por el momento quiero que evitemos más habladurías sobre nuestra relación, cuando estamos por bajar en el 4 piso que es nuestro piso, el chico se nos adelanta y empuja a Matt, lo ignoramos tenemos demasiados problemas en estos momentos como para ponernos a pelear con ese chico, mientras caminamos por el pasillo, Matt lo maldice, luego baja la mirada a su pie y ve que pisa una rosa blanco, como la que me encontré la otra vez, Matt y yo ignoramos la rosa, lo tranquilizo como puedo, cuando nos detenemos frente a mi apartamento, Matt abre la puerta.
El jadea y ve horrorizado los diez ramos de flores que Liam me ha enviado todos estos días. Él aleja la mirada de las flores y como es común en él, observa mi apartamento con atención, como si quisiera descifrar el lugar y su decoración, Matt me ayuda a sentarme en una de las sillas del comedor.
—Liam las envió – le contesto, sacándome las botas, revisando su interior – ya le pedí que dejara de acosarme.
—¿Quieres que hable con él? – me pregunta con simpatía – tengo una conversación pendiente con esa mierda petulante, no me gusta para nada que ande enviándole flores a mi novia.
—Puedo arreglarme con Liam sola – le digo.
—Seré sincero esta mierda me enfurece, pero como tenemos cosas más importantes en que pensar y hablar, lo dejaremos pasar – dice en tono conciliador, asiento con la cabeza, él se va a mirar por la ventana y me alegro de que mi apartamento no dé a la calle principal – ¿a quién le entregaste tu chaqueta a noche?
—Matt. Lagunas mentales – le recuerdo, el sentándose al frente de mí, como si fuera un policía a punto de iniciar un interrogatorio.
—¿Consumiste algo a noche? Se sincera. No voy a juzgarte, solo quiero ayudarte – me dice con voz amable como si fuera el policía bueno.
—No – le contesto con seriedad – es muy extraño, llevaba mucho tiempo sin perder la memoria de esta manera, tampoco me puse tan ebria.
—¿Alguien pudo ponerte algo en tu bebida? – me cuestiona, me mordisqueo el labio inferior – dime la verdad.
—Una chica me regalo un coctel y lo consumí sin ni siquiera pensar que contenía, eso fue antes de que me encontraras llorando y cantando en el jardín.
—Alexa, creo que estas muy grande como para recordarte las razones de porque no deberías aceptar algo de un desconocido – me recuerda Matt enojado – ¿recuerdas el aspecto de chica? – niego con la cabeza y sus mejillas se sonrojan con molestia –. Cualquier cosa sirve, su cabello, si tenía tatuajes o perforaciones, color de ojos eso nos ayudaría hacer un perfil, descubrir que paso a noche.
—No, tratare de hablar con Dalton y Azul, creo que ellos estaban junto conmigo en ese momento.
—Hablaremos con ellos más tarde, en estos momentos deben estar descansando – me informa Matt.
—Intentemos descansar nosotros también – le pido –. Pronto debes ir a recoger a Alaia. También podría averiguar con mis vecinos que paso en el edificio de al frente – se me ocurre.
—Eso es una buena idea.
—Gracias – le agradezco –. Si no estuvieras estaría enloqueciendo. Tal vez haya muerto de una sobredosis – susurro – es muy común morir de eso últimamente.
—Eso no lo sabemos. Niña sucia – me dice pensativo mirando la pulsera – eso no lo sabemos.
***
14 de junio de 2017
Creo que dos veces al día ellos se refieren a Corina Lewis y esa chica Loreta Green, antes solo Dean hablaba de Corina y del tributo que hacía por ella que era leer sus libros, Aisha le lleva flores a su tumba, Tamara le dio una página completa en la revista para la que trabaja, Matt vive con la curiosidad de su muerte y removiendo los sucesos de esa noche y yo, solo soy testigo de todo. No he visitado su tumba, no tengo la autoridad moral para hacer aquello, trago saliva, mientras Aisha y Azul hablan de esa chica universitaria.
Que se suicidó en el edificio de al frente, lo que ellas descubrieron es que lo hizo con pastillas, se suicidó luego de la fiesta donde ella y yo compartimos tragos, bailamos juntas y hablamos toda la noche, yo le entregue mi chaqueta, ella me dio su pulsera, los motivos son desconocidos.
—Se parece a ti – dice Azul fingiendo un escalofrío al verlos el parentesco físico con aquella chica.
—Tal vez ella me comento sus problemas y no hice nada para ayudarla – digo – aunque no quiera involucrarme personalmente en esto, lo hago. Pero la investigue con Wes ella no tenía padres, solo eran ella y su hermano mayor que la estaba buscando desesperado, luego de una llamada de su hermana angustiada – les comento – él la encontró en su apartamento muerta – digo horrorizada – él desesperado comenzó a llamar a las autoridades correspondientes, cuando lo encontraron él abrazaba desolado el cuerpo de su hermana menor.
—Que tétrico – dice Azul dibujando en su libro de dibujos.
—Fue un golpe bajo para él, se ha quedado completamente solo – dice Aisha – huérfano y sin una hermana a la que pueda abrazar.
—Me siento triste – dice Azul concentrada en dibujar – es como si la muerte nos persiguiera a cada uno de los lugares a los que vamos.
—Azul...
—Parece que ella quiere dejarnos un mensaje.
—¿Qué somos las siguientes? – digo sin humor y ella se encoje de hombros.
—Que deberíamos estar agradecidas por haber sobrevivido – contesta y se sube las mangas de su suéter, Azul nunca usa ropa que revele sus brazos o piernas, ella odia las miradas curiosas de las personas en sus marcas, por eso me sorprende que hoy lo haga – fuimos al infierno y volvimos.
—Seguimos en el infierno – le recuerda Aisha – ¿no te gustaría tener justicia?
—No – contesta – ¿para qué?
—Azul, tus padres solo toleran tu existencia porque eres su gallina de los huevos de oro para ellos.
—Me sirve, eso hace que me sienta bien – dice con tranquilidad – al menos alguien me ama.
—No necesitas un amor que no sea capaz de dar la vida por ti, los padres no hacen los horrores que los tuyos cometieron contra tu persona. Ellos también van a pagar por lo que hicieron – le recuerdo y ella alza la mirada – me importa muy poco que te encuentres en contra.
—Quiero estar en paz – me recuerda y ruedo los ojos.
—La paz no existe, cuando los monstruos siguen fingiendo inocencia – le recuerda Aisha.
—Deberíamos seguir en silencio, fingir que nada paso, que los nuestros no han salido de su tumba y ahora quieren volver a vivir en paz.
—Eso sí que no – la reprende Aisha – te imaginas si hubiéramos hecho di dicho algo en el pasado, como seria nuestra vida ahora.
—Si alguien nos hubiera escuchado estaríamos en protección de testigos – nos recuerda – sin posibilidad de estar juntas, ¿o piensan volver abandonarme?
—No vamos a abandonarte – le recuerdo – y Aisha éramos una niñas, si hubiéramos hecho algo estaríamos muertas.
—Exacto – me secunda Azul.
—Si hubiéramos hecho o dicho lo correcto ellos no nos hubieran desaparecido del mapa, no quiero volver a estar internada en ninguna clínica – le respondo y sus cuerpos se tensan, bebiendo de mi jugo de manzana, las observo beber de su vino con el que van a acompañar sus almuerzos.
—Hemos dicho muchas mentiras, guardamos muchos secretos tanto ajenos, como propios – dice Aisha cansada – ¿ustedes no se sienten afectadas? ¿cansadas de todo esto? – pregunta ella agotada –. No eran nuestros secretos y por ley debíamos guardar respeto a su memoria, no era nuestra responsabilidad confesar aquello.
—Charlie fue amante de mi padre, Aisha, antes del ataque a la casa de Alexa, la golpee, la acuse y la amenace de muerte – le recuerda Azul – ella se acostó con su maldito profesor, si confesaba eso, la culpa caería en mis hombros y en los de mi padre. Cuando él nos juró que no tenía que ver con su muerte.
—No entiendo como sigues confiando en él, fue la última persona en verla con vida ese día, que tal que no fue Hendrick, sino tu padre quien planeo todo esto – comenta Aisha distraída en su celular, no digo nada me quedo escuchando sus suposiciones a veces en nuestras vidas solemos dedicarle unos momentos a Charlie.
—Belén iba a hundirnos, Aisha si decíamos la verdad, ella me escucho amenazando a Charlie.
—Belén será una perra prejuiciosa, será una mojigata e insoportable, pero Belén Griffin no dice mentiras, ella era la mejor amiga de Charlie, conocía todo de ella.
—Hemos creído demasiado en Belén – les digo.
—Ella siempre dice la verdad – dice Aisha con ironía – la pregunta es ¿Qué ganaría Belén Griffin mintiendo?
—Nada – responde Azul con enojo –. No es su vida la que iba arruinarse.
—No creo en tu padre o Belén, tampoco me creo esa historia que Charlie fue la primera alumna con la que él durmió – le comento a ellas –, ¿Por qué seguir confiando en Belén? – lanzo la pregunta – cuando ella nos ha demostrado que no es fiel.
—Ella también es una víctima – contesta Azul.
—Posiblemente, nadie desconfía de Belén, todos creen en la santa Griffin – agrega Aisha.
—Porque los Griffin siempre dicen la verdad – comento a la nada y le escribo un mensaje a Wes.
Alexa: Wes, hazte esta simple pregunta, ¿Quién es la única persona que en todas las historias contas es señalada como una santa? Una pista: nunca dice mentiras, ella siempre es fiel y señala los pecados de todos, menos los propios.
—Charlie tenía las camisas de mi padre, notas y poemas tu padre es profesor de literatura, eran poemas muy explícitos, los mensajes que le enviaba no eran inocentes – comenta Aisha con asco – todo indica que tu padre y ella tenían un amorío.
—Lo único que nos queda es seguir guardando el secreto, no podemos destruir más vidas con este asunto. Hicimos una promesa, ni deberíamos hablar de este tema – le responde Azul cerrando el tema – Alexa – me llaman – ¿Qué opinas?
—Que Belén se cansó de ser plato de segunda mesa – les comento –, deja de pensar que Belén es una santa o perfecta – le pido a Azul –. Ella también se encuentra corrompida, es tan corrupta como nosotras, no quiero sacar conjeturas todavía, pero al final del día nosotras nos sumergimos en nuestro dolor, en nuestro duelo. Creíamos en todo lo que ella decía, no hicimos preguntas, terminamos tragando entero y ninguna se atrevió a contradecir a la santa del pueblo.
Hola, si eres nuevo leyendo o te encuentras releyendo. La parte que te encuentras leyendo fue una conversación que desde el principio se tuvo planeada que estuviera dentro de la historia y hoy por fin vio la luz, y me alegro de que haya quedado tan bien desarrollada, que las dudas que han surgido desde el capítulo uno la podamos entender en este momento.
Porque es un momento intimo, que nos ayuda a entender a Alexa, Matt y a las chicas y los miembros de su familia. Porque recordemos aquí todos mienten. La única persona inocente aquí es Alaia jaja.
No crean que este es el único secreto.
Hay más. Siempre hay más.
Ahora pregúntense, ¿Por qué a los Falcone les interesa proteger a Alexa?
Gracias por leer o añadir mi historia a su biblioteca.
PD: Los próximos capítulos son relajados.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro