Capítulo 21: Reyes, reinas, brujas y golpes en la cabeza
Capítulo 21: Reyes, reinas, brujas y golpes en la cabeza
Alexa.
3 de junio de 2017.
—¿Entonces que vas a hacer? – me pregunta Dean, tecleando en su computadora. Al encontrarme en el suelo con los ojos cerrados sigo meditando e ignorándolo.
—Esperar que termines de redactar el comunicado donde Liam y yo rompimos nuestro compromiso, luego me lleves a recoger a Alaia – le respondo y él ve todo mi apartamento, inspeccionando, buscando algo nuevo en la estancia –, Ya no está la foto de Richard, ahora la remplace con un cuadro, ¿te gusta? – le pregunto.
—Es aterrador – dice volviendo a concentrarse en el comunicado – me falta una parte, ¿deseas añadirle algo?
—Ahora soy una mujer libre, feliz y soltera. No me interesa tener una relación formal con ningún hombre – le pido que escriba – resalta la palabra soltera.
—¿Vas a ver la premiación? – me pregunta y asiento con la cabeza – Matt está nominado a muchos premios.
—Me alegro por él. Espero que vaya de la mano de Alana Maxwell. Sería el momento perfecto para que oficializaran su relación, ya que eso de besarse a escondidas en un gimnasio es muy tipo porno de los 90, demasiado vintage para mi gusto.
El primero de junio luego de que Matt y yo durmiéramos juntos en su casa, algo exploto frente a mí y fue video de Matt y Alana besándose en un gimnasio con demasiada pasión e intensidad, las redes sociales estallaron y mi corazón con ellas, el mundo entero hablaba de ellos dos, de su relación de sus fotos juntos y de que particularmente ellos se ven hermosos juntos. No pude ver el video completo sin vomitar.
Tal vez él solo quería recordar cómo se sentía follar conmigo. No tener un futuro conmigo, él por fin entendió que no soy una mujer acta para su vida.
—Entonces, ¿estas celosa? – indaga y alzando mi mirada me encuentro a Dean sonriendo como un idiota –. Tu modo celosa es actuar como una completa psicópata desinteresada, que se comporta como un tempano de hielo, que elimina sus redes sociales, cambia su número y comienza a meditar – dice con humor – ¿no crees que eres un poco extremista?
—No soy una psicópata, tampoco soy extremista, no creo que debas llamarme psicópata, por esas palabras podrían cancelarte, hoy en día es muy normal cancelar personas pueden hacer hilos sobre ti en Twitter y cancelarte #cancelenaDean – le informo y Dean se ríe –. Podría matarte por decirme que soy una resentida y celosa.
—Alexa nadie va a cancelarme y no cambies de tema, que no vamos a entrar en un debate sobre la cultura de cancelación – me dice y le doy una pequeña sonrisa sin mostrarle mis dientes.
—Pues yo cancele a Matt de mi vida – le contesto, hago un # en mis dedos.
—Matt, no se ve como el tipo que se rinda tan rápido, Alexa y tampoco es el típico hombre que te mienta.
—¿El Matt que me abandono? ¿él que me miente y oculta cosas? Claro, Matt, jamás dice mentiras – le contesto con ironía y sarcasmo – él es un ángel puro e inocente.
—Él solo quiere protegerte – lo defiende y eso me molesta.
—Dean soy la villana de mi propia historia de vida, los villanos no esperamos que alguien nos proteja o nos ayude, no necesito de Matt, puedo hacerlo todo sola, Dean, me he protegido del mundo toda la vida. siempre he sido Alexa contra el mundo, no lo necesito.
—Escúchame muy bien, Matt no se va a alejarse así de fácil.
—Me vale mierda, más le vale que se mantenga lejos de mí – le informo enojada.
—Estuve viendo ese video, el lenguaje corporal de Matt no era de disfrutar, estaba molesto, enojado por ese beso, hasta ya dio declaraciones públicas de que él y Alana no son pareja. Que ella fue la que lo abordo, lo beso en contra de su voluntad, eso lo sabrías si estuvieras leyendo redes sociales o viendo noticias sobre el tema.
—¿Y yo que hago con eso? – pregunto incomoda, sintiendo una furia crecer en mi interior – ¿Qué quieres que haga con esa información?
—Solo es para que te enteras de que Matt es inocente, Alexa.
—¿Ya terminaste el comunicado? – le pregunto y él bufa.
***
—Vamos, Alaia, levántate – le pido con voz dura y ella lloriquea en el suelo.
Pongo mi mano en mi boca cuando el sonido de una carcajada se quiere escapar de mis labios, Alaia me da una mala mirada mientras se retuerce en el suelo, niego con la cabeza y mis mejillas se ponen rojas por no poderme reír de ella, escondo mi sonrisa por la caída de Alaia Keys fue épica, no se hizo mucho daño, fue más bien el susto de verla en el suelo, tampoco fue el gran golpe, por lo que alcanzo a ver ella no se hizo nada, solo que Alaia es dramática por eso se queda tendida en el suelo llorando.
—Alaia, lo que te pido es muy sencillo, solo ponte de pie, para revisarte.
—Me pides mucho, Ale – se queja, succionando su nariz que se encuentra rojiza, ella abre los brazos y piernas como si quisiera hacer un muñeco de nieve.
—Gracias a la vida no te lastimaste ninguna extremidad – comento y ella se ríe entre su llanto – vamos de pie, Alaia.
—No quiero, Ale – dice llorando – duele mucho.
—¿Qué te duele? – pregunto preocupada, al verla llorar desconsoladamente.
—Aquí – me dice señalándome su espalda.
—Vamos a Alaia – le pido desesperada.
—Quiero a papi – me pide suplicante – quiero a mi papá, Ale.
Tragando saliva y respirando hondo, me siento en la pista de patinaje junto con ella, la tomo en mis brazos, la abrazo comienzo a consolarla, empiezo a cantarle la canción de Fronze sorprendiéndonos a ambas, ella se presiona contra mi cuerpo, los dedos de su mano derecha se enredan en las hebras de mi cabello castaño, mientras que con mi mano acaricio su cabello.
—Hueles como una princesa, Ale – me dice y me río de sus palabras, ella se sorbe los mocos, no le doy importancia que tal vez ella llene mi blusa negra de mocos – tu cabello brilla como el de Rapunzel.
—Alaia, no soy una princesa – le digo y ella alza la mirada, sus ojos son igual a los de Matt, me da una pequeña sonrisa temblorosa, ella pone sus manos en mis mejillas – tampoco luzco como una.
—Lo eres, Ale – me dice con seriedad.
—La única princesa de las dos, eres tú – le contesto –. Yo soy una bruja – le digo convencida y ella no se tensa, sino que hace una mueca muy fea – ¿has leído el cuento de Anika? – ella asiente con la cabeza – bueno yo soy la bruja Anika, a la que un cruel rey maldijo.
—No luces... ¿Cómo es la palabra? – me pregunta curiosa.
—Maldita, cariño – le contesto.
—Eso, no luces como eso – dice molesta por mis palabras.
—Ser una bruja no es malo, tengo poderes y hechizos muy buenos.
—Entonces se una princesa y hechicera – me dice tajante, que terca, bueno igual que su padre – entonces di, soy una princesa hechicera.
—Soy una princesa hechicera – contesto rindiéndome ante su mirada y ella sonríe contenta por mi respuesta.
—Que tiene el hechizo correcto para hacerme sentir bien – dice y sigo acariciando su espalda – ya sanaste el dolor, Ale.
—Alaia, no fue una gran caída y tampoco el dolor era tan fuerte – Le informo ella está por contestar, pero la voz de un ser despreciable resuena por toda la pista de hielo.
—¡Alaia, princesa! – grita la voz de Gerald, las dos giramos a verlo y nos encontramos a Gerald junto con Clary que usa un extravagante vestido negro, la cual trae unas gafas negras, una bolsa de regalo, presiono a Alaia con tanta fuerza contra mi cuerpo de manera protectora ella se queja de que la lastimo. Cuando ellos se encuentran cerca de nosotras en la gradería mi madre finge sonreír.
—Qué bonita es – menciona ella escaneando a Alaia que le da una pequeña sonrisa a Gerald – nunca pude mencionarlo en la fiesta de compromiso – ella entrecierra sus ojos hacia Alaia y dice – más adelante tu padre podría hacerte unos retoques y ser mucho más bonita, aunque si comieras menos serias perfecta te ves un poco pasada de kilos, princesa y las princesas no son gordas. Qué bueno que tus padres son millonarios para quitar esas imperfecciones.
Mi cuerpo se tensa, presiono la espalda de Alaia con fuerza, me alegro de que Alaia sea tan pequeña y no entienda a lo que ella se refiere con alcanzar la perfección o el impacto de sus palabras en su vida, tomando profundas respiraciones, me levanto del suelo todavía con Alaia en los brazos, ella se sorprende al ver que puedo levantarla sin preocupación, presiono mis uñas en la piel pálida de brazo de Clary.
—Un comentario nuevo como ese y te entierro viva – le susurro en el oído –, no te atrevas de decirle eso de nuevo a la niña porque te destruiré con mis propias manos, madre – comienzo a clavar mis uñas, deslizo mis uñas por su piel, bajo la atenta mirada de Gerald que no dice nada – eres la menos indicada para hablar de una niña, maldita borracha de mierda – ella jadea de dolor por el daño que le causo - ¿Qué hacen aquí? – pregunto enojada.
—Queríamos llevarnos a mi nieta a almorzar – me contesta Gerald autoritario, observo a Alaia que no hace nada por ir con él, abrazarlo o saludarlo – hola, pequeñita, ¿me extrañaste? – le pregunta con voz amigable.
—Hola – responde con simpleza – Ale, ya no me duele, iré a patinar – la pongo en el suelo.
—Nunca te gustaron los apodos y ahora te llaman Ale – reprocha Clary y ruedo los ojos hacia ella.
—Ve a patinar con cuidado y por favor cuando caigas, levántate.
Le pido y ella solo niega la cabeza con una sonrisita amigable, patina de espaldas, la observo por un rato dar una pirueta, la misma que anteriormente había fallado, aplaudo con fuerza y le digo que lo hace muy bien. Gerald la observa con mirada seria.
—¡Eso, Alaia! – la alabo con alegría – te lo dije que lo lograrías.
—Es demasiado malcriada – dice con seriedad – le falta mano dura, es demasiado infantil.
—Pues tiene cuatro años – le respondo –, se comporta como tal y lo del almuerzo no pueden llevársela, ni Matt, ni Emily me han dado la autorización para que ustedes se lleven a Alaia, estoy a cargo de ella hasta después del almuerzo.
—Soy su abuelo – me dice ofendido – tengo derechos sobre mi nieta, perdóname que te diga esto, pero no porque Matt ande detrás de ti como un perro faldero, tenga esa obsesión contigo, te da derecho a decidir sobre la vida de mi nieta.
—Es increíble que volvieran a follar.
—Emily no me dio ninguna autorización para que se la lleven y para que eso pase van a tener que hablar con sus padres, traerme un permiso firmado por ambos.
—Tú también puedes venir – trata de convencerme mi madre y me enseña la bolsa de regalo – es para ti.
—No necesito nada, gracias – le contesto con voz seria – y tampoco tengo hambre, gracias.
Escucho como se abre la puerta de metal de la pista, nos giramos a observar de quien se trata y al descubrir que Matt llego, Alaia grita de alegría, alzando su mano y saludándolo, él le devuelve el saludo, trago saliva al verlo entrar, llevo demasiado tiempo sin hablar o verlo en persona, me da mucha rabia que mi corazón haga eso. Latir por Matt.
Él ignora por completo a Clary y a Gerald, Clary gruñe al verlo llegar.
—Liam también ira al almuerzo – comenta Gerald con interés – ustedes podrían hablar y arreglar sus diferencias.
—Ale – me llama Alaia y le doy toda mi atención – llego papi – me señala a Matt que lleva puestas unas gafas oscuras, le doy otra breve mirada y luego lo ignoro por completo.
A diferencia de con Gerald ella patina hasta llegar a Matt, ella hace saltos y piruetas, luciéndose para que él la vea su progreso, él le aplaude emocionado, ella lo llama, Matt se pone a su altura, su rostro palidece, Matt pone su mano sobre su boca y la atrae a él. Ellos parecen tener una discusión, Matt la señala con el dedo con seriedad y Alaia también lo señala, luego se cruza de brazos molesta, Matt por fin rendido la deja hacer lo que quiere.
—Ale, ven aquí – me llama Alaia con seriedad, observo a Clary, Gerald que se quedan hablando sobre el comportamiento de Alaia, llego hasta ellos, poniéndome a su altura, ignoro a Matt, Alaia se pone en medio de los dos, pasando sus brazos alrededor de nuestros hombros nos dice –, ¿Por qué ya no son amigos? – nos cuestiona – cuando papi me dejo en la mañana no se saludaron.
—Alaia deja de molestar a Alexa – le pide Matt con voz cansada – son cosas de grandes, que Alexa y yo demos resolver a solas – le avisa, Alaia no luce contenta con su respuesta.
—No, Ale, ¿Qué hizo papi? – me interroga y me río – ¿dime? – me pide muy seria, comienza a lanzar movimientos de querer morder a Matt, él cual la aleja de él de manera amistosa - ¿díganme que paso? – nos pide molesta, Alaia es su pequeño karma.
—¿Por qué siempre soy el culpable? – le pregunta ofendido señalándose con el dedo.
—Porque lo eres – le recuerdo.
—Papi déjame resolver esto – le pide con seriedad y le doy una pequeña sonrisa – ¿dime Ale que sucede? – vuelve a preguntarme.
Tal vez, Alaia Keys es nuestro verdugo y ni enterados estábamos.
—¿Alaia puede ser mi terapeuta? – le pregunto a Matt y él rueda los ojos – solo tenemos diferencias que entre Matt y yo vamos a resolver juntos, son temas de adultos – le contesto, ella rueda los ojos, no le gusta mi respuesta.
—¿Entonces no van a hacer más amigos? – me cuestiona ella con voz preocupada, ninguno responde – Ale, ¿ya no quieres ser mi amiga?
Me dice con inquietud, sus ojos se cristalizan y mordiéndome el labio inferior con fuerza, respirando hondo, cambio de posición donde ella y yo quedemos frente a frente, pongo su mano sobre mi pecho de manera sencilla le digo.
—¿Sientes? – le pregunto y ella asiente con la cabeza –, mi corazón late por ti – le digo como alguna vez le dije a Matt cuando era una adolescente.
—Deja que Alexa y yo arreglemos esto – le pide Matt – perdóname Alaia, nunca debí incluirte en esto – le dice con dolor y ella toma su mano – no importa que pase entre Alexa y yo, ustedes seguirán siendo amigas – le promete.
—¿Es verdad? – me cuestiona ella con una vocecita que me cautiva, asiento la cabeza la atraigo a mis brazos abrazándola.
—Ve a patinar y déjame hablar con Matt – ella hace lo que le solicito.
—Hablemos después de lo nuestro, ahora dediquémonos a proteger y cuidar a Alaia, no me gusta la cercanía o su atención en Alaia – me contesta.
Me voy con Alaia a terminar mi clase con ella, a veces me encuentro a Matt mirándome con mucha atención, cada una de mis emociones con relación a Matt, Matt hace algo que me sorprende que es sentarse cerca de Gerald y conversar con él, no digo o hago nada en relación con eso, al terminar la clase, ellos insisten en llevarnos a almorzar, Matt acepta la invitación a almorzar y no tengo más remedio que decir que sí, quiero ir con ellos.
—Ale, ayúdame a cambiarme – me pide Alaia, le ayudo a quitarle los patines, vamos juntas hasta nuestros casilleros donde se encuentran nuestras cosas, le entrego a Alaia el vestido verde que ella escogió para ponerse hoy, junto con sus botas negras, mientras me pongo mis pantalones negros y mi blusa tipo body, busco mis tacones negros en mi maletín me los pongo, cuando salgo del baño, Alaia ya se encuentra lista, sentando a Alaia en el lavado le ayudo a ponerse las botas, peino su cabello lleno de risos como el de su abuela Virginia en una coleta alta, ella también me ayuda a peinar mi cabello lacio cantando flor que da fulgor, me río a carcajadas porque ella espera que mi cabello resplandezca como el de Rapunzel.
—Ale, puedo darte un beso en la mejilla – me pide y le señalo mi mejilla y ella la besa – tomémonos una Selfie, mi mami y yo nos tomamos una todo el tiempo – sacando mi celular, ella sonríe quitándome mis gafas de sol, ella se las pone, muevo mi cabeza mirando solo a Alaia y que mi cabello esconda mi rostro – ahora sonríe a la cámara, Ale, por favor – le doy el gusto, sonrió y ella pasa su brazo por mi hombro, captura la foto – ¿puedo imprimirla? – me pregunta nerviosa – para tenerte siempre.
—Alaia... puedes hacerlo, pero no se la enseñes a todo mundo, por favor.
—Mi abuela, dijo que tú siempre te vas y que mi papi nunca debió dejar que me encariñara contigo – murmura ella, muerdo mi labio inferior con fuerza, mis ojos se empañan de lágrimas.
—¿De verdad te agrado? ¿o solo te gustan mis regalos? - la interrogo – no debes mentir para que me sienta bien.
—No soy mentirosa, Ale – dice ofendida – me agradas mucho, los regalos son lo de menos, mi papi y mi mami me dan muchos regalos – ella se cruza de brazos molesta – me agradas porque eres linda conmigo, me peinas, hablas conmigo, patinamos juntas, comemos juntas, eres como mi mejor amiga. Y lo más importante quieres a papi, él sonríe mucho cuando está contigo y soy feliz con eso. Él ya no permanece tan solo.
—¿Cómo notas eso? Eres tan pequeña y vez el mundo tan diferente.
—Solo quiero que seas parte de nuestra vida, Ale – me pide y mi frio corazón late de felicidad, es la primera vez que alguien de verdad me desea en su vida.
Mirando a la puerta del baño me consigo a Matt recostado sobre esta, mirándola con tanto orgullo, me sorprendo cuando Alaia vuelve atraerme en un abrazo, de niña casi nunca recibía abrazos, besos o palabras de aliento, si hubiera tenido la mitad de lo que tuvo Alaia, hubiera sido realmente invencible y mi vida sería diferente. Hasta me hubiera adaptado a vivir en una farsa.
—Por favor, rompe mi corazón – me suplica Matt en un susurro que Alaia no alcanza – no el suyo.
—Ni el tuyo, ni el de ella – contesto molesta – ningún corazón será roto – digo con determinación.
Cuando nos encontramos completamente listas, juntas salimos del baño, Alaia me cuenta una historia con su amiga que no le prestaba su iPad ambas se consiguieron un conejito y me pide que, si me puedo hacer responsable de el y cuidarlo mientras le consiguen un hogar, ella me lo pide con la excusa de tener a alguien que me haga compañía. Solo me río nunca he tenido una mascota, ignoro su petición por ahora, pero no declino que me quedare con el conejo, las dos hablamos de otra cosa. Alaia hace que el camino al almuerzo sea calmado para mí, no muerdo mi labio e ignoro los comentarios de Clary, lo más incómodo de todo esto es que Matt y yo vamos en la camioneta junto con Clary y Gerald, seres que nos han causado tanto daño.
Espero que el almuerzo valga la pena.
—Me hubieras informado que era una emboscada, me hubiera puesto chaleco antibalas – le digo a Clary, Alaia va completamente dormida en los brazos de su padre, él cual hace una mueca de asco y fastidio cuando ve a Belén, Matt siempre desprecio a Belén y tenía un genuino fastidio hacia Charlie. Belén al notar nuestra presencia, se acerca a mí y alejándome de Matt y Alaia, me lleva hacia un lado y me dice.
—Alexa, soy tu amiga y sabes que te quiero mucho – dice con voz comprensiva - ¿pero no crees que estas siendo muy egoísta con aquella niña? – me pregunta preocupada.
—¿Qué?
—Alexa, no nos digamos mentiras todo lo que tocas lo destruyes, ¿crees que aquella niña va a salir ilesa de tu influencia en su vida? – cuestiona molesta – esta vez me encuentro muy decepcionada de ti, te superaste Alexa Wood – me dice ella y antes de que se vaya a hablar con Clary, le doy una sonrisa cínica y le digo.
—Belén, eres mi amiga y te quiero, pero no crees que es muy hipócrita de tu parte decirme eso, porque la única de las dos que destruye lo que toca eres tú, porque la que le quito su padre a un niño fuiste tú, dime ¿Qué se siente robarle a un niño su padre? – le pregunto molesta y ella jadea –. Perra puritana, porque la puta nota los pecados de todos menos los suyos.
—Mi caso...
—Porque fuiste la pobre niña inocente seducida por el pecado, vete a la mierda Belén – le pido y me alejo de ella, me adentro al restaurante, donde hay una gran mesa donde se encuentran mis tíos, Dalton, Baruc el hermano mayor de Belén, Brandon su hermano del medio y el menor Bryce, el único agradable de esa familia, Liam y Axel. Intento retroceder, por unos segundos me parece buena idea huir cuando ellos comienzan a murmurar cosas sobre mí y se burlan de mí, si estuviera sola no me importaría, pero me duele por Alaia, ellos lo saben, saben que Alaia me importa, por eso lo hacen, porque ellos saben que no reaccionare delante de ella. Observo que una de las meseras pone una silla para niños a lado del lugar que toma Gerald que sienta a una adormilada a Alaia, que no despierta, solo pone su cabeza sobre el respaldo de la silla y duerme plácidamente, Belén se sienta junto con Axel en la esquina de la mesa, Clary toma asiento al lado de Gerald.
Siento como los dedos de alguien se presionan sobre los míos, sonrió sin mostrarle mis dientes a Matt, alzo la mirada y observo sus ojos verdes que brillan con sentimiento.
—Tú y yo contra el mundo – me recuerda.
Juntos caminamos hasta la mesa y nos sentamos en las dos únicas sillas libres haciendo que Matt quede a mi derecha y Liam a la izquierda.
—Algún día con tu suerte, Alexa, de romper un compromiso y conseguirme uno nuevo a la semana – me dice Baruc – brindo por ti. Alexa Wood, parece que tu vagina tiene oro porque los atrae a todos.
Y no porque quiera cuidar de la inocencia de Alaia, voy a permitir que me ofendan.
—Gracias, debería dártela, para ver si por fin tengas la fortuna de conseguir a una tonta que decida pasar el resto de su vida contigo – le contesto, observo como arruga su nariz y sus fosas nasales se dilatan por la ira, él hace el error de mirar a Dalton que sonríe divertido de la situación, observa a Alaia dormida con atención porque ella no hace nada por despertarse ni se inmuta y esa es mi señal para seguir hablando – he escuchado rumores – digo mirando el menú.
—¿Qué rumores? – me pregunta con voz molesta.
—Esos rumores los vengo escuchando desde que vivía en Portland, que a ti no se te paraba con las chicas, sino con los chicos, eso decían, tú no has hecho nada relevante como para demostrar que eso es mentira – le contesta Matt – ahora que recuerdo, tú le ofreciste dinero a Max.
—Oye sí – digo golpeando su pecho – ¿Qué fue lo que le dijo?
—Una línea muy sacada de porno de mala calidad, que él le daría lo que pidiera solo debía chuparle la polla – me contesta Matt, haciendo una mueca de asco, que se cruza de brazos, sigo mirando el menú – solo fue un rumor – termina él, haciendo que Belén jadee aterrada.
—¿Es que tú no das una mamada? – le pregunto y ella me ve aterrada – es muy fácil, si quieres te enseño, ¿alguien puede traerme una banana? – pregunto.
—Alexa – me llama la atención Clary.
—Un simple rumor sin fundamento – vuelve a decir Matt.
Baruc se levanta con la intención de golpear a Matt, pero Gerald lo detiene, Matt también se pone de pie sin temor. Recuerdo todas las palizas que el Matt de dieciocho años le dio, en ese tiempo su cuerpo era atlético, no tan trabajado como ahora, sé de muy buena fuente que aprendió artes marciales y perfecciono su combate cuerpo a cuerpo, lo que se traduce que, si Baruc llega hacer enojar a Matt, él va a destrozarlo o tal vez lo mate por ponerle una mano encima a mi chico. Matt lo observa sin una pizca de miedo, Matt tiene razón siempre hemos sido él y yo contra ellos, somos dos seres malditos, llenos de oscuridad y traumas que hacemos lo imposible por mantenernos a salvo del mundo.
—Matt, siéntate – le pide Gerald, no entiendo porque Gerald cree tener poder sobre Matt, cuando Matt nunca le ha hecho caso, desde que conozco a Matt ha sido problemático, un chico inteligente, sincero, con habilidades asombrosas, que es capaz de hacer arder el mundo con un solo clic o palabra, un chico con amistades poco comunes, con Matt aprendí que no todo ser bueno, no te hace ser un saco de box para que la gente descargue sus frustraciones.
Matt consiguió la técnica de que el mundo cayera a pedazos sin ni siquiera lastimarlo.
Matt solo vuelve a sentarse cuando Baruc retrocede, hago un puchero, cobarde.
—Por favor, tenemos una menor presente a la cual no le gustaría ver a su padre destrozar a otro a golpes – le digo con pena – y lo que Matt y yo decimos es una acusación sin fundamento, ¿Por qué molestarse por eso? – cuestiono.
—Tal vez Matt no es el único hombre al cual le has pedido dinero para que te la chupe – dice Dalton tapando los oídos de Alaia.
—No soy como tú – le dice frustrado a Dalton y este se encoje de hombros, se concentra en el menú.
—Y nosotros no somos nadie para sacarte del closet – dice Matt haciendo la seña de paz y amor – tú también puedes ayudar para que esos rumores paren, buscándote una esposa o una novia. Y asegúrate de pagarles muy bien para que ellas vayan a decir a Hera y decir mentiras como que eres un Dios del sexo y esas cosas.
—No le prestes atención a esta – dice Axel con despotismo – lo suyo no es suerte, lo de ella es ser una maldita zorra – escupe Axel con rabia, Belén le da la mano y le da algunas palmadas, la observo por unos segundos y ella se encoje de hombros.
—En pocas palabras, Belén es una zorra – concuerdo con ellos, por fin me sirven vino, tomo un poco y antes de que la mesera se vaya, pido – puedes traerme un filete de carne, termino tres cuartos, casi crudo, un menú infantil con doble de papas fritas – digo mirando a Alaia – y pasta – le pido y ella anota mi pedido – y trae otra de vino, que la conversación se encuentra interesante, si valió la pena venir almorzar con ustedes.
—¿Por qué para ti mi prometida es una zorra? – pregunta él molesto cuando la mesera se va.
—Axel desde que te conozco siempre has creído que tienes autoridad moral para juzgarme, criticarme y señalarme, cuando tú no eres un santo, Axel, un hombre que abandona a su esposa después de dar a luz y se mete con una chica más joven no es un santo o un ser con moral superior o el que defiende a su hermano violador – le recuerdo – y encubre y protege sus crímenes, no te hace un ser supremo y con autoridad de señalar los pecados de los demás. Te divorciaste de tu esposa y al mes ya habías oficializado con Belén. Yo no voy por el mundo predicando que soy buena, Axel, ni finjo serlo, como tú. No es por atacarte, pero te ves tan patético queriendo fingir que eres mejor que todos, cuando eres un asco, una basura más.
—¡Alexa suficiente! – me pide mi tío Hendrick – comportante.
—No se te ocurra volver a callarme, viejo malnacido – le informo con dureza señalándolo con el dedo – yo soy la dueña de todos ustedes, que nunca se les olvide que sus putas almas me perteneces – contesto tajante.
—Debería darte vergüenza tener a tu hija cerca de una adicta, Matt, te hacia más inteligente – le dice Brando con pesar – te hacia más inteligente.
—Brandon, pequeño y dulce Brandon, se te olvida que tú y yo compartíamos el mismo proveedor de drogas ¿Qué paso amigo? Se te olvido que tú me llevaste esa noche a la fraternidad – lo cuestiono, Belén abre mucho sus ojos – no te hagas la sorprendida, ahora no finjas ser inocente y que la semana pasada andabas poniéndote al culo de drogas con Andrew.
—Y yo tengo pruebas de eso, ibas muy cargado de drogas cuando me saludaste en Los Ángeles – le recuerda Matt y Brandon palidece, observo a Matt que sonríe con orgullo. Pobre Brandon siempre habla de más cuando esta drogado, que tantas verdades le habrá confesado a Matt, Matt mientras espera su respuesta, bebe de su vino, los dos nos cercioramos de que Alaia siga dormida.
—Oye Brandon que vergüenza ¿en el equipo saben que inhalas? Oye ¿Qué paso con la denuncia de abuso que te habían puesto? – digo y miro a Bryce que se ríe junto con Dalton.
—Alexa bonita, no me mires así, que siento que estas a segundos de congelar el infierno – me dice Bryce, le doy una pequeña sonrisa, es el único Griffin que me agrada, él evito que otros chicos me violaran esa noche, incluido Brandon, estoy agradecido con él, lo mejor es que él no comparte sangre con ninguno de ellos, lo adoptaron y desde allí creo un odio irremediable hacia su familia.
—Cállate, Bryce – le pide Belén.
—No me digas que te duele que te digan perra moralista, porque lo eres Belén.
Le contesta y Matt y yo vemos que Alaia siga dormida y Matt les dice.
—Los desprecio a todos ustedes, pero escúchenme muy bien, cuando mi hija despierte ustedes van a comportarse como adultos, porque si ella llega a escuchar un mal comentario hacia Alexa o mi persona – nos señala – no voy a detener a Alexa cuando decida asesinarlos a todos y hasta podría ayudarle – dice Matt con seriedad y ellos palidecen, ellos le creen, ellos me tienen tanto miedo, me encanta –, solo Bryce, Alaia y Dalton van a salvarse – informa Matt al final.
—Alexa – me llama Clary.
—No pongan en tela de juicio las palabras de Matt, no porque últimamente me vean tranquila, paz y amor, buenas vibras, no crean que los quiero y me gusta convivir con ustedes. Solo le daré tiempo a Matt, Alaia, Dalton y Bruce de salir para comenzar mi baño de sangre.
Les digo sonriendo, poniendo mis manos sobre la mesa.
—Yo me quedo – dice Dalton – no me perdería por nada en el mundo como le arrancas la cabeza a todos ellos.
—Me quedo para ver como matas a la familia moralista – me pide Bryce.
—Entonces, ¿Qué deciden? – les pregunta Matt con una pequeña sonrisita, observando a mis tíos que no quitan la mirada de mí.
—Eres el diablo – me acusa Hendrick – un maldito engendro del demonio, ¿serias capaz de matar a tu propia familia? – no contesto y eso lo enfurece –, ¿luego de todo lo que hemos hecho por ti? – dice con dolor –. Eres una maldita bruja, Richard tuvo que acabar contigo hace mucho tiempo.
Me quedo en silencio, recuerdan que les dije que no me interesaba que Cassie destruyera a mi familia, que no iba a darle ese gusto. Bueno es porque ese es mi trabajo, llevo desde los diez años planeando mi venganza, llevo mi vida entera conteniendo mi ira hacia ellos, odiándolos en secreto, fingiendo, siendo amiga de Belén, solo dándoles comentarios bordes o llorando por su maltrato, que buena farsa he montado.
Les dije desde el principio que amo fingir ser lo que jamás seré, que soy una puta mitómana, que mi "familia" está llena de secretos, mentiras y engaños. Ellos crearon a la chica perfecta, me incluyeron en su juego de poder, me convirtieron en su peón. No quiero perdón, no quiero que me pidan disculpas.
Quiero venganza y mi puto final feliz, ellos me obligaron a huir a fingir, ellos me manipularon siendo una niña, es momento de que todos estos hijos de puta estén de rodillas ante mí, como debió suceder desde un principio, no le permitiré a Cassie o a otra persona quitarme el placer de verlos en cenizas. Matt tiene razón los odio, mi ira contra ellos no ha cambiado, podría matarlos, pero la muerte para seres como ellos es muy sencilla, muy fácil y nada placentera, quiero dolor, que sus almas se desangren, verlos caer en la locura y que ellos supliquen piedad.
Sin ensuciar mis manos y mi bolso Chanel.
—Reyes, reinas y brujas – digo con lentitud, poniéndome de pie, tomo la botella de vino y bebo del contenido de la botella, dándole un largo trago, en mi caminata me acerco a él, que se encuentra sentado en la cabecera de la mesa, me alegro de que Alaia tenga el sueño tan pesado.
—¿Crees que mereces ser feliz? Eres una chica inestable, Alexa, necesitas ayuda – me dice – propongo que volvamos a internarte en una de nuestras clínicas, es momento que vuelvas a ser la chica obediente que eres antes de conocerlo a él – señala a Matt con rabia, me acerco un poco más a él, que todavía sigue sentado.
—¿Cuándo fui obediente? – pregunto.
—Lo eras, ¿Qué te paso? – me pregunta él molesto, presiono la botella con tanta fuerza.
—Al parecer los colegios católicos no les aseguraron a ustedes que fuera una buena chica – digo con humor – ni las clínicas donde me internaron a lo largo de mi infancia les funcionaron para que fuera obediente. Tío tengo algo que decirte.
—¿Qué? – me pregunta, es raro que ellos sigan jadeando sorprendidos y aterrados al verme sonreír, ellos todavía no se acostumbran a mi sonrisa, me vale mierda, con una sonrisa dibujada en mis labios, levantando el brazo donde tengo la botella, todo pasa en cámara lenta, el grito de Clary pidiéndome que no lo haga, mi sonrisa de medio lado y mi negativa de cabeza.
Con una sonrisa inocente dibujada en mis labios, dejo caer la botella contra la cabeza de mi tío Hendrick, el único sonido a nuestro alrededor es el ruido de vidrios rotos rompiéndose en pedazos a nuestro alrededor, el grito de dolor de Hendrick, la sangre que brota de su herida me salpica en las manos y el vestido, los restos de vino manchan la mesa y mis manos, los jadeos de todos los presentes me traen a la realidad, me acerco a su oído y le susurro.
—Sé lo que hiciste y vas a pagarlo, yo seré tu maldito verdugo, nunca debiste darme una segunda oportunidad, tío – le susurro en el oído con una pequeña sonrisa, está por hablar, pero el dolor no se lo permite –, ya no puedes amenazarme. Tus peones ya no jugamos en tu equipo.
Los jadeos de sorpresa, los gritos de Belén, la risa de Dalton, los halagos de Bruce y el silencio de Matt, que solo habla para pedirle a una mesera que nos cambie de mesa, él me da la mano, me lleva lejos de ellos, mientras Dalton carga a Alaia, la mesera lleva nuestros almuerzo a la nueva mesa, comemos en silencio, ignorando el caos que he causado.
Otra mesera llama a los paramédicos, en ese instante me desconecto, solo me quedo observando a Matt y Alaia, ya que ella despertó con mucha hambre, ahora come papas fritas con la cabeza apoyada en el hombro de su padre, Dalton y Bruce hablan animadamente. Me alegro de haber alejado a Alaia de ese ambiente toxico y de la maldad de todos ellos. Me hubiera encantado que al igual que Alaia mi infancia fuera así tranquila, normal, cotidiana, me hubieran alejado de toda esta mierda. Pero no lo hicieron, a diferencia de Alaia a mí me enterraron en está mierda y debo vengarme por eso.
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