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Capítulo 6

Mi padre cumplió su promesa y tocó a mi puerta con una enorme torta. Me cantó el feliz cumpleaños mientras Silvia filmaba el suceso. Un video que jamás saldría a la luz y quedaría como anécdota familiar. Moriría si mis compañeros vieran mi imagen despeinada, ojos hinchados y somnolienta en mitad de la cama en el regazo de papá.

Debería estar feliz, playa, brisa, mar, rodeada de personas que me querían. No lo estaba, porque Zack no me había felicitado. Todos mis compañeros, hasta con quienes hablaba poco, lo hicieron. Incluso mi madre hizo uso del sentido común y me envió un video deseándome un feliz cumpleaños. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos mientras recordaba que era el primero que pasaría lejos de ella y no creyó que le afectara tanto.

Yo esperaba que Zack fuera el primero, mi móvil durmió a mi lado a la espera del tal anhelado mensaje o la llamada que nunca llegó. ¿Se complicó su mamá? No pude evitar preguntarme. Lo dudaba, de ser así, Silvia lo sabría y ella se veía bastante feliz dentro del mar jugando con papá y mi hermano.

—¿Por qué no lo llamas? —sugiere Tina y niego viendo el móvil. —Quizá lo olvidó. — insiste.

Si lo hizo no era importante, pienso incorporándome de la tumbona.

—¿A dónde vas? —Tina apoya una mano en la frente para cubrirse del sol en espera de respuestas.

—Daré una vuelta.

—Iré contigo.

—Quiero estar sola —digo —por favor —le ruego.

—No puedo hacerlo, —señala a su alrededor —. Estamos rodeados de extraños y no sé si te has dado cuenta, pero llamas la atención.

Miro a mi alrededor y sonrío, no soy yo a quien ven los chicos a nuestro alrededor. Tampoco me importa que sea ella a quien admiren, estoy acostumbrada a ello.

—No iré muy lejos —le insisto y Tina niega incorporándose. —¿Qué puedes hacer tú en caso de que alguien decida secuestrarme?

—Te pido que no subestimes estos puños —hace una pose de boxeador mientras lo dice y me saca una sonrisa —. Así está mejor, —se acerca a mí y pasa una mano por mis hombros —. Es tu cumpleaños y todos han notado que no eres feliz. Ten cuidado, pueden creer que extrañas a Giorgio.

—¡Estúpida! —le golpeo y su risa se hace más fuerte.

—A mí me engañas, estás enamorada.

Negarlo era perder el tiempo y engañarme. ¿Lo malo? Desconocía si era recíproco, algunas veces intuía que sí, otras lo ponían en duda. Hoy es uno de esos días, mi cumpleaños número diecisiete.

—Tu silencio lo dice todo —me observa un instante y niega con molestia —. Tienes buen gusto, hay que admitirlo y eres correspondida.

—Eso no puedes saberlo.

Mis intentos por dar media vuelta y alejarme del sitio, son impedidos por sus brazos. Tina es de baja estatura, cabello rubio y dueña de un sentido del humor, único. El traje de baño de dos piezas que usa resalta sus curvas.

—Lo deduzco —dice con suficiencia —. He visto cómo te mira, la forma en que cumple tus caprichos más estúpidos, te lleva a todos lados, cubre tus cagadas.

—Hace lo mismo por ti.

—Porque soy tu amiga —se apresura a decir —, además, con su iliquidez que haya gastado en un fin de semana en Miami. —La hago a un lado y busco a mi alrededor viendo cómo sonríe —si eso no es amor.

—Feliz cumpleaños, cariño —giro sin mucho protocolo al escuchar la dulce voz de la señora Regina.

Me cuesta no perderme en esos hermosos ojos negros y la sonrisa radiante. Busco en mis entrañas un poco de autocontrol y recibo el abrazo de su madre. Su abrazo es débil; al estrecharla entre mis brazos, me doy cuenta de que ha bajado de peso.

—¡No puedo creer que estén aquí! —les digo, recibiendo la mano de su hijo y entrelazándolas con las mías.

—¿Cómo perderme tu cumpleaños? —mis ojos se pierden en los de Zack que no deja de sonreír —. No tengo claro cuándo puedo celebrar contigo, no me voy a perder ninguno en adelante.

—Serán muchos, mamá —corrige Zack —. celebraremos todos los cumpleaños de Peyton en adelante.

Mi mente se ha quedado en ese "todo" al tiempo que mi corazón celebra dando saltos. Cuando la señora Regina se aleja y avanza hacia Silvia, que sale del mar en esos momentos, Zack ocupa su lugar.

—Dejemos a los tortolos solos, Tina. —le pide Regina.

Mi corazón late tan de prisa que si llegase a toser, podría escupirlo. Mis manos sudan y todo a mi alrededor pierde interés. En cuanto toma mis manos, sus ojos negros se fijan en mi rostro.

—Un mensaje o llamada no era suficiente —empieza a decir —, nada es suficiente cuando se trata de ti y lo que me haces sentir.

—Esperé esa llamada —me quejo viendo cómo se acerca —me declaro conformista.

—Me encargaré de quitarte ese vicio —me pide abrazándome —. Serás una mujer exitosa, solo espero estar en cada una de esas etapas.

Me pide dar una vuelta por la playa y busco la aceptación de mi padre, a quien encuentro viéndonos en silencio. Lo veo afirmar en silencio e intercambia miradas con Zack que le imita. Me siento en medio de una conversación en donde los ojos hablan y la boca calla.

El avance por la playa es en el mismo silencio y con nuestras manos tomadas. Mi loco corazón empieza a controlarse, mi acompañante parece sumergido en sus pensamientos y por largo tiempo no dice nada.

—Recibí un email de la universidad —empieza a decir —. Tengo un patrocinador.

—¿En serio? —afirma sonriente —¿Quién?

—Pidió anonimato —se encoge de hombros y mira el horizonte ante nosotros.

El sol cubre con una capa dorada el mar, repleto de turistas. La imagen ante mí la hace especial el chico que me acompaña y los sentimientos que ha logrado despertar en mí.

—¿Cuándo te irás? —aleja la mirada del mar y busca mi rostro.

—Tengo un par de meses —responde acariciando mi mejilla con el dorso de la mano—. Hablé con tu padre, le dije lo que sentía.

Palidezco al escucharlo, lo que parece divertirle y tira de mí cubriéndome con sus brazos. Me pidió calmarme, no le fue tan mal como pensaba. Papá le puso un par de reglas e hizo exigencias que considera correctas, teniendo en cuenta lo valiosa que soy.

—Si nuestras hijas son tan bellas como su madre, sería aún más celoso.

De nuevo mi loco corazón se acelera al comprender en esas líneas que él también ha soñado con un futuro juntos. Soy menor de edad y eso hace que mis padres estén renuentes a ciertas cosas. Mientras lo dice, aleja nuestros cuerpos y toma mis manos sin dejar de verme.

—Sé que mereces algo mejor que un bombero —intento hablar y me interrumpe apoyando una mano en mis labios —de momento es lo que soy y no me avergüenza —continúa —. No planeo quedarme allí, trabajaré duro para ser todo lo que tu madre espera de ti.

—No es mi madre la que decide —le recuerdo y sonríe.

—Ella tiene el control de tu custodia, eres menor de edad —inspira y suelta el aire varias veces —me gustas —confiesa —y mucho.

—En un año, mi madre no puede intervenir.

—¿Por qué no dejamos que el tiempo decida? —sugiere —Es demasiado pronto para darle un nombre, esto puede ir intensificándose o desapareciendo. —guarda silencio un instante y sonríe —Peyton ¿te gustaría ser mi novia?

Sonrío viendo su rostro, busca el mío y cierro los ojos para sentir la gloriosa sensación de mi primer beso. He soñado con este momento, pero nada supera la realidad. Las mariposas en mi estómago hacen chocan entre ellas y hacen a mi cuero temblar cuando sus labios cubren los míos.

El tiempo se congela a nuestro alrededor, puedo sentir su corazón y el mío haciendo una melodía perfecta. Nuestros labios juntos son un puente de energía que nos ilumina y nos acerca a un más. Cuando nuestros labios se alejan y el silencio nos cubre, siento la necesidad de hablar

Por desgracia, lo que sale de mi boca no es coherente, hermoso o romántico.

—Espero que los siguientes sean mejores —bajo mi rostro ante la vergüenza de lo que acabo de decir. —Lo siento, no me supe expresar.

—Lo entendí —me calma retomando el camino —me han pedido hacer de esta relación todo lo platónica que se pueda.

—Papá — murmuro y afirma.

—Y tus diecisiete años —continúa. —Lo olvidé.

Saca algo de su bolsillo y al mostrarlos me muestra un colgante, cuyo dije es un anillo en forma de zigzag. Baja el cuello de su remera y me muestra otro igual.

—Para que no nos olvidemos —susurra abriendo el broche.

¿Cómo podría olvidarlo? Zack es todo lo que una chica sueña y espera.

****

Los toques en la habitación me hacen ver la hora y sonreír. En nuestro último día de vacaciones, Zack logró que mi padre le concediera permiso para pasarlo juntos. Me ha comentado que, al volver, no podremos estar juntos lo que debería. Entre la salud de su madre y los preparativos del viaje, se le hará difícil.

—En un minuto —hablo, calzándome un zapato y corriendo a abrir la puerta con el otro en manos.

Estoy sola. Tina se ha ido el tour con sus padres, Silvia, mi padre y Regina. Zack no ha querido decirme a dónde iremos, pero tengo planes de sacarle algo rumbo al lugar. Confiada en que es él, abro la puerta de golpe encontrándome a mi madre.

—¡Mamá!

¡Ella no puede estar aquí! Si ve a Zack o se entera de que mi padre me dio permiso. Palidezco de solo imaginarlo, lentes oscuros, vestido blanco ceñido al cuerpo, zapatillas, bolso y sombrero rojo, ingresa a mi habitación, haciéndome a un lado.

—Yo también te extrañé —dice en tono amargo.

—Lo siento, es que no te esperaba —me excuso —. Me estaba preparando para ir al tour, llegaré tarde.

Continúo en un inútil intento de que se vaya y no se encuentre con Zack. Avanza hacia la cama y se sienta en una esquina en una mezcla de elegancia y asco que me revuelven el estómago.

—Esperas a ese chico —dice de repente y cierro la boca —. No te atrevas a negarlo.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Importa? —retira los lentes y me observa decepcionada —. No vendrá.

—¿Qué le hiciste? —sonríe apoyando ambas manos a lado y lado de la cama y lanza un largo suspiro.

—Te estaba usando, él y su madre le vieron la cara a tu padre y a ti —comenta y junto a las cejas, sin entender —. Su nombre real es Zachary Rossi Mozzi, hijo de Giorgio.

—No.

—Lo siento —susurra—, ella parece que en verdad lo sintiera —se enteró de mi matrimonio con Giorgio, de los planes de darte estudios. La enfermedad de su madre y poca liquidez lo hicieron usarte para buscar ese dinero.

—¡Estás mintiendo! —le digo corriendo en búsqueda de mi móvil.

—Hicieron todo para presionar a Giorgio a que cubriera la enfermedad de su madre —sigue mi madre —. Tengo cómo probarlo.

Estoy por marcarle, cuando encuentro en el buzón un mensaje suyo.

"Lo lamento, no pensé que esto llegaría tan lejos."

Mis manos tiemblan al volver a leerlo y, en una muestra de incomprensión de mi parte, decido marcarle. El móvil se va directo al buzón, hago un par de intentos más con el mismo resultado. Que mi madre sea la única asistente a mi vergüenza hace que la sangre me hierva.

—Tienes diecisiete años, eres hermosa e inteligente —me dice y alzo el rostro para verla. —Amaras, Roma, —deja un par de documentos en la cama antes de seguir —. Aquí están las universidades, te inscribiremos en la que desees.

Alguien ingresa a la habitación, pero yo solo tengo ojos para ella y sus locos planes. La escucho desvariar mientras me narra todo lo que ya se dé Regina Mozzi. Lamenta que su hijo se dejara llevar por ella y quisiera desquitarse con una inocente niña.

— Al acabar los estudios, tienes un puesto asegurado en la empresa.

—¿Alguna vez me escuchas? —le digo limpiando mi rostro con violencia —. ¿Te he importado alguna vez?

—¡Por supuesto que me importas!

—¡No! —grito y noto que quien ingresó es mi padre —a ti solo te importa el dinero.

—Peyton, sé coherente.

—No voy a irme, mamá, no me interesan tus planes —le interrumpo —. Lo que sea te dio Giorgio a cambio de mí, puedes devolverlo.

—¿Cómo te atreves? —Se incorpora de la cama y alza la mano. Es mi padre quien evita el golpe, yo no tengo fuerzas para hacerlo.

—Me quedaré con mi padre y seré oficial de policía. —respondo con seguridad.

—¡Sobre mi cadáver!

—No me des ideas, Frida —le advierte papá —. ¡Fuera! —le ordena —. Ya has hecho suficiente daño por hoy.

En pie con el móvil en mis manos y viendo la puerta cerrada. Ni siquiera los brazos de mi padre y su voz dándome aliento logran calmarme.

—¿Es hijo de ese hombre? —papá afirma sin soltarme y mi corazón se rompe en mil pedazos —. Entonces, ¿es verdad lo que dijo?

—Lo sabremos al regresar. —Me promete —, no tienes que seguir mis pasos, existen miles de maneras de joderle la existencia a tu madre.

—Quiero ser policía —le digo con firmeza.

El problema fue que al regresar nos encontramos con la casa vacía. Nadie nos dio razón de Zack y su madre. Todos aseguraron verlos partir el sábado, pero no volver. Aquello solo confirmaba lo dicho por mi madre.

Lamento haberme excedido en los primeros detalles

pero quise hacerlo para que entraran en contexto


mil gracias por el apoyo.

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