Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2.

-¿Qué se supone que es esto?

Estoy en la puerta de mi casa, mirando fijamente a una inquisitiva Sara.

Creo que alguien se ha enfadado.

No me digas...

-Eh... déjame explicártelo.

¿Por qué estamos así? Básicamente porque Sara ha venido a mi casa, dispuesta a llevarme de compras y se ha encontrado con todo metido en cajas.

-¿Te vas? -pregunta, todavía en el rellano.

-Sí, pero...

-¿No confías en mí o qué? -dice dolida.

-Claro que confío en ti -me apresuro a responder-, pero ha sido todo tan rápido...

Ambas nos quedamos en silencio, sé que está enfadada.

-Adiós -dice antes de darse la vuelta e irse.

Mal asunto.

Y que lo digas.

-¿Ya se ha ido Sara?

Fulmino a mi madre con la mirada, quien acaba de salir de la cocina.

-Me voy a mi habitación -respondo.

Cruzo el pasillo y, una vez en mi cuarto, cierro la puerta y me tumbo en la cama. Ya no queda nada en las paredes, ni un sólo recuerdo de mi infancia, ni una sola foto.

Me da pena irme y dejarlo todo.

Quédate.

No puedo.

¿Por qué?

Por todo. Es verdad que mi vida aquí no ha sido un camino de rosas, ¿pero quién me asegura que en Colombia vaya a ir todo mejor?

Independientemente, no puedo quedarme sola. Así que no me queda otra opción que irme de aquí.


Tres horas después ha llegado la hora de coger el avión que cambiará mi vida. Estoy con mi madre en el aeropuerto, cruzando la puerta de embarque.

Y no, nadie ha venido a despedirse de nosotras.

¿Te extraña? Tampoco es que tengas muchos amigos.

De verdad, conciencia, que no sé qué haría sin tu apoyo incondicional.

He intentado llamar a Sara, pero no me coge el teléfono, así que supongo que no podré decirle adiós.

-Ponte el cinturón -me advierte mi madre.

Asiento de forma automática mientras me abrocho el cinturón del asiento del avión y me pongo a mirar a través de la ventanilla. El asfalto de la pista de despegue se convierte rápidamente en campos verdes y, más tarde, en edificios vistos desde las alturas.

En Madrid he dejado todas mis primeras veces.

Mis primeros pasos, mis primeras palabras, la primera vez que me desperté sin mi padre, el primer día de colegio, mi primer beso, el primer novio, las primeras sensaciones... Todo eso está ahora mismo metido en cinco cajas en la bodega del avión.

Y aunque sean recuerdos, sé que nunca voy a ser capaz de olvidarlos.


-Elvira, despierta, que ya hemos llegado.

Entreabro los ojos y veo a mi madre inclinada sobre mí. Parece ser que acabamos de aterrizar en Colombia.

Mientras me levanto, paso las manos por mis ojos, intentando despertarme. Cojo mi bolso y salgo del avión tras mi madre.

-Gracias por viajar con nosotros -se despide con una sonrisa la azafata.

Sigo a mi madre hasta la recogida de equipajes, donde pagamos para que nos lleven las cajas hasta casa.

¿Te imaginas qué pereza tener que llevarlas todas?

-¡Taxi! -grita mi madre.

Un vehículo grande no tarda en pararse a nosotras. Nos subimos en la parte trasera y permanecemos en silencio hasta que llegamos.


Frente a un edificio blanco hay un camión de mudanzas, donde están todas nuestras cosas. Mi madre les paga y tres hombres nos acompañan cargados con cajas hasta la puerta de nuestra casa. Una vez ahí, lo dejan todo en el rellano y se marchan.

-¿Preparada?

Respondo afirmativamente, no soy capaz de acabar con la ilusión de mi madre. Abrimos la puerta a la vez y pasamos al interior del que, espero, se convertirá en nuestro hogar.

Cargo con una caja y voy hacia el salón. Miro lo único que hay colgado en una pared: un calendario. Dejo la caja en el suelo y me acerco lentamente. Paso mi dedo por encima del papel y me paro frente al día de hoy.

Es viernes, es el final del verano, es el comienzo de una nueva vida.


-¿Te gusta la casa? -pregunta mi madre cuando me siento a su lado en el sofá.

-Mucho -miento.

Empiezo a secarme el pelo con una toalla, pero paro al ver que mi madre me mira de una forma rara.

A ver qué has liado ahora...

-¿Qué pasa? -le pregunto.

-No sé -comienza-, he pensado que igual te gustaría ir a dar una vuelta.

Evito poner los ojos en blanco y esbozo una sonrisa.

-Claro, me encantaría.

-En ese caso, te estaré esperando en casa. Cuídate -me dedica una sonrisa amplia.

"Casa". Menuda palabra. Para mí este piso nunca va a poder ser mi hogar. Independientemente, le doy un beso y me visto para salir a la calle. No sé por qué, pero tengo la sensación de que va a ser un muy mal día.


Al cabo de dos horas dando vueltas por Bogotá, me doy cuenta de que no sé dónde estoy. Andando he llegado a una zona solitaria, sin árboles, sin gente. Algunos edificios me rodean, pero no son demasiados.

Este es un buen momento para sacar Google Maps.

Saco el teléfono del bolsillo, pero no tardo en darme cuenta de que lo tengo sin batería.

-Mierda -murmuro mientras giro sobre mí misma.

Eres un desastre, Elvira.

La pregunta es... ¿cómo narices consigo llegar a casa?

Me paso las manos por el pelo, frustrada, cuando noto algo líquido caer por mis manos. Levanto la mirada al cielo al tiempo que un rayo lo cruza.

-Fantástico -susurro.

Me pongo la capucha de la sudadera y busco algún sitio donde resguardarme de la tormenta. Y como todo está en mi contra, no encuentro nada que pueda evitarme una ducha no deseada.

-¡Joder! -grito al aire.

-¿Perdida? -pregunta un chico a mis espaldas.

Lo primero que hago es girarme sobresaltada.

Y lo segundo ponerme tan roja como mi pelo.

-Un poquito -reconozco.

-Déjame ayudarte. Por cierto, me llamo Alejandro, pero dime Alejo -me tiende una mano.

-Elvira -me presento mientras le estrecho la mano.

N.A.

¿Cómo la ayudará el extraño?

Nunca lo sabremos.

Nah, es broma, pero no hasta el próximo capítulo.  ¡Nos leemos!

Otra cosita, ¿os gustan los banners?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro