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Callejones sin salida. Nada más que un callejón sin salida tras otro. Cada pista que tenían estaba demostrando ser una pérdida de tiempo completa. Esa era la naturaleza del trabajo de investigación, Batman lo sabía, pero no lo hacía menos frustrante.
Nardoc Sera era un fantasma, perdido en el viento tres días antes del robo. Su apartamento estaba vacío y sus cuentas bancarias intactas. Dada la falta de registros públicos y la ausencia total de perfiles en las redes sociales, Nardoc Sera había existido durante un corto período de seis meses cuando trabajó como asistente del curador de gemas del museo.
El curador era otro callejón sin salida. El tipo estereotipado de profesor espacial, ni siquiera se dio cuenta de que Nardoc Sera no se había presentado a trabajar durante los últimos cuatro días. Se sorprendió al enterarse de la gema falsa, pero no tanto como todos cuando descubrió el rubí real escondido en una caja de cartón estropeada en la parte posterior de la caja fuerte de la gema.
-Todavía no veo por qué no podríamos haberlo llevado con nosotros para mantenerlo a salvo – dijo Catwoman, estirándose contra el asiento del pasajero del Batmóvil –
-Por que basta con un cerebrito – dijo Batman sarcásticamente, entrando y saliendo del tráfico –
La Batiseñal brilló intensamente en el cielo otoñal mientras aceleraba hacia la sede de GCPD. El misterio que rodeaba al rubí era un elaborado contenedor para facilitar la transferencia de una biotoxina a Red Claw. Entonces, ¿por qué no había estado allí? ¿Quién llegó primero?
Tirando con fuerza del volante, el auto giró a la derecha y Batman logró perfectamente estacionarlo en paralelo detrás del cuartel general de la policía. Debido a preocupaciones de seguridad y al desgaste innecesario del automóvil, rara vez usó ese movimiento, pero quería hacerlo esta noche. Quizás estaba haciendo alarde. Quizás quería impresionar a Selina.
-¿Manejas todo tu equipo tan bien? – preguntó ella. No mordía el anzuelo, pero estaba contento de que funcionara –
-Quédate aquí.
-No esperas que eso funcione realmente, ¿verdad? – preguntó ella, con los brazos cruzados –
-Gordon sabe que eres responsable de esa serie de robos en el West Side hace unos años junto a Harley e Ivy. Y yo también.
Los robos del West Side fueron una serie de al menos una docena de casos abiertos que involucraron allanamientos indetectables enfocados en productos de alta gama.
-Pruébalo, guapo – ronroneó Catwoman, poniéndose de rodillas y entrando en su espacio personal – Soy tu socia en este caso. Lo mejor para ti es respondedor por mí. Después de todo, estoy de su lado.
-Por ahora – dijo Batman –
-Exactamente – Selina estaba satisfecha de sí misma. Con un suspiro, salió del auto –
***
-¿Cuánto tiempo hace que oíste de Red Claw? – preguntó Batman, hojeando la carpeta de archivos –
-Ayer – dijo Jim Gordon, dando una calada a su cigarrillo, sin dejar de mirar a Catwoman – Los federales han estado siguiéndola por razones obvias. No nos habrían dicho nada si no fuera por el pequeño truco de Red Claw anoche. El rumor dice que esto es lo que está buscando.
Catwoman se hizo tímida mientras Gordon la fulminaba con la mirada. Solo habían sido necesarias unas pocas palabras de Batman para que Gordon aceptara su presencia. Pero la aceptación no significaba que le gustara.
El rostro de Bruce se incomodó bajo su capucha mientras escaneaba el archivo. Un mes antes, una biotoxina experimental de nivel 4 fue robada de un laboratorio de gérmenes administrado por el gobierno a 30 millas de la ciudad. Estaba seguro de que Nardoc Sera estaba involucrado.
-Y supongo que no sabes nada sobre lo que pasó anoche – se burló Gordon, entrecerrando los ojos cuando Catwoman se inclinó casualmente contra la Batiseñal –
-Sé lo que tú sabes – dijo Catwoman sonriendo, su voz era inocentemente dulce. Ella se estaba burlando de él, jugando con él –
-Estoy seguro – escupió Gordon. Se volteo hacia Batman –¿Puedo hablar contigo? ¿En privado?
Catwoman se encogió de hombros y caminó tranquilamente hacia la esquina más alejada del techo, balanceando deliberadamente sus caderas con cada paso. Gordon tiró la colilla al suelo con disgusto.
-Espero que sepas lo que estás haciendo – le dijo el comisionado –
-¿Por qué? – Batman preguntó con su voz plana y neutral, aunque su cuerpo estaba tan tenso como una cuerda –
-Es una de las ladronas más notorias de Gotham.
-Ella está aquí para ayudar.
-Y yo soy el Papa – dijo Gordon, su voz era más fuerte de lo previsto. Respiró hondo y encendió otro cigarrillo –
-Pensé que querías renunciar, Jim – dijo Batman, cruzando los brazos sobre el pecho y poniendo una media sonrisa –
-No cambies de tema. Ambos sabemos que ella es responsable de todos esos robos.
-También me ha ayudado a mí y a mi equipo – dijo Batman. Gordon se burló –
-No hay manera de que ella vuelva a aparecer la misma noche en que alguien intentó robar una de las gemas más raras del mundo – Gordon respiró hondo – Mira, lo entiendo. Es guapa y se ve muy bien con ese traje, pero realmente estas como tenso cuando estas con ella y puedo notar...
-¿Hemos terminado? – Batman lo interrumpió a mitad de la frase. Gordon dejó caer su cigarrillo y lo aplastó bajo su zapato. Sus ojos eran duros, más duros de lo que Batman había visto nunca –
-Sí. Hemos terminado.
Gordon vio a Batman y Catwoman desaparecer del techo.
-Espero que sepas lo que estás haciendo – susurró Gordon de nuevo, con su aliento visible en el aire frío –
-Ha ido bien – dijo Selina, deslizándose en el asiento del pasajero del Batmóvil –
-No tenías que burlarte de él – le respondió Batman mientras el techo se cerraba –
-Yo no hice tal cosa.
-Si... ¿Cómo no? – el sarcasmo era notorio en Batman mientras arrojaba la carpeta al tablero. Selina la recogió y la hojeo –
-No vamos a tratar de entrar en esta instalación gubernamental, ¿verdad? – preguntó ella, arrojando la carpeta al tablero. Por lo general, ese sería su próximo movimiento, pero tenía sus reservas. A Batman le sorprendió que ella también tuviera reservas –
-¿Por qué? – preguntó el –
-Porque habrán aumentado la seguridad después de anoche. No lo relajarán durante al menos tres semanas. Estoy segura de que podríamos entrar si quisiéramos, pero no estoy segura de que sea el movimiento más inteligente en este momento.
Sin decir palabra, Batman la miró fijamente. ¿Por qué estaba en el museo esa noche? ¿Fue una coincidencia? ¿O estaba trabajando con Sera? ¿Realmente podría confiar en ella en esto?
Volvió a hojear el expediente del caso, con los labios fruncidos en pensamiento. Su instinto le decía que podía confiar en ella. Al menos, pensó que eso era lo que decían sus instintos. No estaba seguro de por qué estaba permitiendo que esta asociación continuara... pero luego estaba esa parte de él que decía que sabía muy bien por qué.
-La Batcueva está lejos. Tengo otra idea, pero voy a tener que vendarte los ojos.
Selina inclinó la cabeza hacia un lado y arqueó las cejas.
-Suena divertido – Selina se puso curiosa, sonriéndole con malicia. Su cuerpo se puso caliente. Quizás Gordon tenía razón –
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