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8

A Catwoman no le gustaba admitirlo, pero últimamente se avergonzaba de sí misma. No porque hubiera robado con éxito dos pinturas y una tiara, sino que se había anticipado y quería que Batman se mostrara ante ella. Era el equivalente a una chica soñando despierta a sí misma como una novia, esperando a que la llame un chico, patético y por debajo de ella.

Sin embargo, incluso mientras descendía en silencio para adquirir la pintura número tres, mantuvo un ojo atento a una sombra en forma de murciélago....

Entonces se sacudió la cabeza. La última vez que se había encontrado con Batman, lo habían llevado demasiado lejos. Si no fuera por el sonido de esas sirenas, habría cruzado la línea de un beso inofensivo a algo más. Siempre había exagerado el coqueteo por el efecto que tenía sobre él, pero últimamente eran sus reacciones las que la preocupaban.

-Quieta, Catwoman.

Su primer instinto fue la ira. ¿Cómo diablos había conseguido atraparla? Pero luego se dio cuenta de que la voz estaba mal. En lugar de la grave y profunda voz de Batman había un chillido de niño. Volteo para encontrarse con dicho chico, vestido con llamativos colores primarios que se adaptaban mejor a los superhéroes de las historietas.

-Niño, ya pasaste la edad en la que es lindo para ti vestirte como un superhéroe y jugar – dijo Catwoman, algo burlona –

-Esto no es un juego – la mirada de Robín era una imitación barata del original –

-Vuela a casa pajarito, ya pasó tu hora de dormir – Ella le devolvió la mirada, realmente molesta –

-No hasta que te detenga.

Ella puso los ojos en blanco y procedió a ignorarlo. Solo para toparse con un muro de carne y hueso más adelante. Batman la agarró mientras ella se alejaba, maldiciendo de una manera que probablemente no era apropiada frente al chico. Pataleó y luchó como un animal atrapado, furiosa sobre todo consigo mismo por haber caído en la trampa. Se liberó y se colocó entre los dos héroes, manteniéndolos a ambos en su línea de visión.

-Entonces, Bats... ¿qué pasa con el compañerito? – dijo Catwoman, volviéndose a burlar del muchacho – ¿Realmente necesitas un chaperón cuando tratas conmigo?

El vigilante más joven parecía confundido, pero Batman se irritó y no dijo nada. Catwoman sonrió, disfrutando de su nueva ventaja. Selina pensó que a Batman le habría ido mejor consiguiendo una compañera que fuera mujer. Podía manejar tanto a los hombres como a las chicas como Catwoman. Miró al joven con esos ojos verdosos y encantadores que ningún chico de su edad podría manejar.

-¿Y cómo te llamas? – Selina vio que tuvo el efecto deseado y la voz del chico vaciló cuando respondió –

-Soy Robín.

-Oh, un pajarito – Catwoman le sonrió al chico y él miró nervioso a su mentor – Qué apropiado.

-Eso es suficiente, Catwoman – Batman eligió este momento para rescatar a su protegido –

-Nunca es suficiente, Bats – ella volvió su encanto hacia él –

Ahora la pregunta era ¿quién iba a salvar a Batman?

La respuesta poco probable era Joker, cuyas travesuras hicieron que se encendiera la Batiseñal. Los ojos de Batman se entrecerraron cuando lo vio.

-Tu maneja esto – le ordeno Batman cuando salió corriendo –

Robín quiso protestar, pero ya era demasiado tarde. Cuando volteo para mirar a Catwoman, ella estaba sonriendo como el gato que atrapó al canario. Realmente no le gustó esa mirada.

-Te arrestare – dijo el muchacho algo nervioso –

-¿Crees?

Él la sorprendió al atacar. Aunque Catwoman no era realmente del tipo que dañaba a los muchachos, ella se defendió.

No fue una gran pelea. Los chicos de la edad de Robín solo estaban destinados a ver a mujeres como Catwoman desde lejos. Y aunque Catwoman escapó sin problemas, no le gustó. No solo no reclamó su pintura, sino que Batman encontró una distracción para controlar sus reacciones a sus coqueteos.

***

Dick Grayson era una de las pocas personas en este mundo que siempre supo que en el fondo, Catwoman no era tan mala persona. También fue uno de los pocos que tuvo un asiento de primera fila en su relación con Batman desde el principio.

Bruce había iniciado a Dick en una vida de lucha contra el crimen a una edad muy temprana, aunque la elección había sido completamente suya (de Dick). Bruce le enseñó una multitud de habilidades. Desde informática hasta artes marciales, desde bioquímica hasta medicina forense. Lo que no le había enseñado al niño era que estaba bien divertirse de vez en cuando. ¿Cómo podría? Ya que era una lección que el propio Bruce aún tenía que aprender.

Alfred Pennyworth hizo su parte para asegurarse de que Dick tuviera una vida social saludable. Sus cumpleaños siempre se celebraban con invitaciones para todos sus compañeros de clase. Alfred también se aseguraba de que saliera a jugar con sus amigos periódicamente. Alfred siempre estaba allí para prestar un oído comprensivo cada vez que Dick necesitaba hablar. No es que Bruce no tuviera tiempo para él. Había tratado a Dick con nada más que amor y compasión. Bruce había sido un padre maravilloso para él.

Sin embargo en sus primeros años como Robín, Dick siempre sintió que tenía una gran responsabilidad sobre sus hombros inexpertos. Una responsabilidad con la ciudad, con sus padres fallecidos y con su mentor. Claro, disfrutó de los deportes, los videojuegos, las películas, etc... pero en cualquier momento en que se estaba divirtiendo o simplemente estaba feliz, podía sentir una sensación de culpa arrastrándose en su corazón.

Eso fue hasta que vio la forma en que Catwoman apareció.

Ya se habían conocido, en el museo de Gotham, en el yate donde robo el collar, o incluso cuando era perseguida por Batman en los tejados. Hasta una vez peleo contra él, pero no lo lastimo.

Con el paso de los años, la primera vez cuando la vio realmente en acción fue cuando ayudó a Batman a acabar con un sindicato Yakuza que había establecido su base de operaciones en Gotham City. Mientras Batman y Catwoman peleaban e inmovilizaban a los miembros de la Yakuza, Robín les esposaba las manos y los pies para que no pudieran moverse. Batman era su yo habitual. Brutal y sin tonterías. Catwoman, aunque también era brutal y sensata, estaba pasando el mejor momento de su vida.

Para Robín, parecía una especie de bailarina. Una que no solo golpeaba sino que también se burlaba de esos hombres con su sonrisa confiada y sus ingeniosas bromas. Por unos segundos, el chico se quedó bastante perdido en la admiración.

Cuando todo terminó durante el arresto, Batman conversó con ambos. Catwoman y Batman participaron en un debate amistoso sobre la cultura Yakuza. Y con Dick hablaba de cine. El joven no recordaba la última vez que escuchó risas que no fueran de Alfred. Pero ahora con Catwoman, la atmósfera se animó. Dick también notó que Batman también estaba un poco más relajado en su presencia.

Aunque ella era una criminal, Batman nunca pareció tener prisa por detenerla. Después de verlo perseguirla en múltiples ocasiones, Dick estaba convencido de que era la única vez que había visto a su mentor disfrutar una persecución. Bruce claramente lo disfrutaba, tal vez incluso anhelaba perseguir a Catwoman en los tejados. Y por supuesto, cuando finalmente se dejaba atrapar, Batman enviaba a Robín a "recolectar evidencia".

Dick era joven pero no era estúpido. Sabía exactamente qué hacían esos dos cuando él se había ido. A menudo, tardaba mucho más de lo necesario y cuando regresaba, Catwoman siempre se había ido. Y Batman no mostraba ni una pizca de molestia.

En otra noche, cuando él y Batman estaban deteniendo a una banda de traficantes de niños, Robín que ahora tenía diez y ocho años, participó de lleno en la lucha contra los criminales. Desafortunadamente, esa noche resulto herido. Uno de los matones lo había acuchillado y le había hecho sangrar profundamente el brazo. Batman necesitaba quedarse y evitar que los matones escaparan, pero Dick necesitaba atención médica. Como si sintiera su dilema, Catwoman parecía haber aparecido de la nada.

Después de ayudar a Batman a acabar con el resto de los criminales, se ofreció... no, anunció que llevaría a Robín a casa. Se había llevado al chico a una de las casas seguras que ella había comprado a lo largo de Gotham y atendió sus heridas. Esa noche, Dick comió pizza después de mucho tiempo. Su mentor no aprobaba la comida chatarra, por lo que se sintió a gusto en la "casa" de Selina.

Se sentaron en su sofá, disfrutaron de la pizza y hablaron. Se sintió como si fuera una amiga suya. Batman había mirado las cajas de pizza vacías con un poco de desaprobación cuando finalmente apareció. Selina solo puso los ojos en blanco y le dijo que necesitaba relajarse. Dick notó la notable falta de molestia o incluso una protesta simbólica de su mentor.

Dick se guardó esa observación para sí mismo, al igual que la conversación que había tenido con Selina antes de la llegada de Batman. Él le había mencionado que ella siempre parecía disfrutar mucho y parecía tan cómoda consigo misma. Independientemente de si estaba deteniendo a los criminales o violando la ley. Selina solo se rió antes de responder.

-Cariño... ¿por qué alguien haría algo a menos que sea divertido?

-Batman no cree que esto deba de ser divertido – le respondió Dick, aun cabizbajo – Dice que la lucha contra el crimen no es un juego y que debo de ser serio al hacerlo.

-¿Qué opinas? – preguntó Selina –

-Yo... no sé. Quiero ser como él, quiero proteger la ciudad. Pero no estoy seguro de poder ser... ya sabes... como él. Quiero detener a los criminales, pero no estoy seguro de querer ser tan intenso como lo es Batman todo el tiempo.

-Mira niño – dijo Selina – Esos son los métodos de Batman, y si funcionan para él... ¡genial! Pero tú no eres Batman. Eres tú. Seguir sus pasos no significa que debas convertirte en él. Y créeme, crecer está sobrevalorado. Detén a todos los criminales que quieras, protege la ciudad, pero asegúrate de no olvidarte de ti mismo. Nunca dejes de divertirte.

Y esas palabras resonaron en la mente de Dick Grayson por años. Pero lo que también resonó en su mente fue la voz de Catwoman.

Esa voz tan calmante y a la vez seductora que tranquilizaba tanto a su mentor, ahora estaba grabada en su mente.

***

Selina no podía dormir, a diferencia de Bruce que colapsaba casi inmediatamente después de terminar el acto. Estaban en su casa, lo cual era raro, y aunque Bruce casi nunca se veía completamente relajado, al menos ahora estaba un poco tranquilo mientras dormía. Ella sonrió suavemente, antes de detenerse. Ella juro que no se enamoraría de él y ya estaba peligrosamente cerca de gustarle demasiado.

Selina volteo para mirar hacia arriba, pensando en las deliciosas sobras que podría haber en el refrigerador. Bruce y ella habían comido en el restaurante más nuevo de Gotham, pero Alfred todavía debía tener algo en la nevera. Con cuidado se deslizó fuera de la cama, agarrando la camisa de vestir blanca de Bruce para cubrirse. Mientras caminaba por el pasillo, se abrochó algunos botones. No tenía nada de qué avergonzarse, pero en caso de que Alfred estuviera cerca no quería avergonzarlo.

Encontró poco en la nevera, pero encontró una porción de un pastel de chocolate de aspecto delicioso en el congelador. Se humedeció los labios mientras sacaba un trozo y se servía un vaso de leche. Comió y luego enjuagó y colocó los platos ahora vacíos en el fregadero. Antes de volver a la cama, le escribió una linda nota a Alfred, agradeciendo el regalo.

Ella sonrió mientras regresaba al dormitorio principal, con la mente en otra parte cuando escuchó...

-¿Bruce?

Saltó de una manera que no era propia de ella y se dio la vuelta para ver qué había hecho el sonido. Vio a un adolescente somnoliento, con el pelo negro alborotado que casi parecía ser el hijo de Bruce. Selina se arregló la camisa repentinamente pues pensó que era demasiado corta.

-¿Quién eres? – pregunto Selina –

Los ojos del niño se abrieron como si estuvieran notando a la hermosa mujer semidesnuda en el pasillo. Ni siquiera se había sonrojado cuando le respondió.

-Soy Dick Grayson.

Selina recordó entonces al niño que Bruce Wayne había adoptado hacia unos tres o cuatro años, y que por cierto no había aparecido cuando ella estaba en la residencia. Pero entonces, ¿por qué se mostraba tan temeroso?

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Vivo aquí – le respondió Dick como si fuera la respuesta más obvia del mundo – ¿Tú quién eres y qué haces aquí?

-Soy Selina Kyle. Soy la novia de Bruce – Selina sonrió y tentativamente endureció una mano, todavía nerviosa por la falta de tela que cubría su cuerpo –

-¿La novia de Bruce...? – Dick levanto una ceja –

-Podría decirse – Selina sonrió de nuevo, insegura de cuánto sabría un chico de la edad de Dick sobre las amigas que se quedaban a dormir – 

-Ah, bueno – le respondió el joven, volviendo a la habitación de la que había salido –

Selina se quedó en el pasillo por un segundo, todavía repasando el encuentro surrealista tratando de averiguar qué emoción estaba sintiendo. Luego se fue por la ira y salió disparada hacia la habitación de Bruce.

Se sentó a horcajadas sobre él mientras lo empujaba, diciendo su nombre repetidamente. Bruce abrió los ojos lentamente, sonriendo ante la vista, pero Selina no estaba de humor.

-Ya lo conocí.

-¿Qué? – Él respondió, todavía medio dormido pero poniendo sus manos en sus caderas –

-Bruce, sé que no necesitarás charlar sobre lo que está pasando en la vida de la otra persona, pero si voy a ser tu novia oficial... me hubiera gustado conocer a tu hijo en mejores circunstancias.

-No creí que hubiera sido tan incómodo – Bruce solo bostezo y se encogió de hombros –

-Creo que es por educación... tan solo para que ambos nos acostumbremos a convivir – Selina parecía algo molesta –

-No pensé que te importaría – Bruce estaba completamente despierto, en más de un sentido y se encontró con los ojos verdes de Selina de lleno –

-Bruce, me importa porque me encontré con tu hijo adoptivo y yo estaba semidesnuda en el pasillo. Súmale a eso que siempre que vengo él está ausente y tú no le dices nada.

-¿En serio? – le contesto el, lanzando una pequeña risa –

-No es gracioso.

-Selina, probablemente acabas de hacer realidad algunos de sus sueños, siempre y cuando no vea nada... no pasa nada – él se sentó para besarla, pero Selina aún no había terminado – Y créeme cuando te digo que hablare con él para que ya no se esconda de ti.

-Tal vez estoy emocionalmente asustada. Mi primera impresión con él fue que me vio sin mi ropa normal.

-Lo lamento... ¿sí? – le contesto el, tratando de aliviar la situación – Pero si no le insistí a Dick que se presentara contigo, fue por que como la pasamos tan bien cuando estamos juntos y además él siempre tiene cosas que hacer y no anda mucho por aquí...

-Pero aun así, ahora eres padre, Bruce – ella lo interrumpió, pero ahora sonreía – ¿Cómo podemos continuar?

-¿Quieres algo más? – pregunto el tan inocentemente – ¿Cómo algo más formal con él?

Bruce la besó profundamente y la movió debajo de él. Cuando él soltó sus labios, Selina asintió.

-Sí, algo más. Sin ocultarle nada...

Mientras Bruce movía sus labios por su cuerpo, Selina tuvo la sensación de que iba a disfrutar de esta nueva relación con su hijo.

Y mientras tanto, Dick Grayson se hacía revueltas en la cabeza al tratar de averiguar de dónde conocía esos ojos verdes tan brillantes. Esa voz tan calmada y burlona. Repaso a todas las chicas que conocía y al fin hayo a quien buscaba.

"Detén a todos los criminales que quieras, protege la ciudad, pero asegúrate de no olvidarte de ti mismo. Nunca dejes de divertirte".

Y al fin hilvano todos los hilos en su mente.

Selina Kyle era Catwoman.

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