7
Brillando como luces de Navidad, el Queen's Ruby descansaba a salvo en su estuche. La iluminación inestable notada por Selina la noche anterior no había cambiado. O el museo estaba exhibiendo intencionalmente una falsificación, lo cual era poco probable, o no tenían idea de que era una falsificación. ¿Qué tenía eso que ver con Red Claw?
El personal del museo había hecho un trabajo increíble limpiando la habitación después de los eventos de la noche. Apenas podía decir que esa habitación había sido el escenario de un allanamiento y una explosión menos de 24 horas antes. Incluso habían reemplazado el tragaluz. Pero la limpieza exhaustiva no significaba que se hubieran borrado todas las pruebas. Usando el escáner de infrarrojos integrado en su capucha, Batman examinó la habitación en busca de rastros adicionales del material corrosivo no identificado que se había filtrado a través de los cables de la pantalla. Nada. Ni siquiera una gota en el suelo junto a la maleta. Quienquiera que hubiera cambiado las gemas había tenido cuidado.
Catwoman se deslizó por la cuerda que había dejado colgada del tragaluz abierto.
-¿Tienes algo? – preguntó Batman mientras miraba más de cerca el estuche que contenía el rubí. Catwoman había insistido en examinar el interruptor de seguridad principal después de que lo desactivó –
-Sin cables cortados, sin dispositivos para eludir el sistema, nada. Ni siquiera un rasguño o abolladura en ninguno de los cables donde se podría haber colocado un desviador de electricidad. Quien haya desactivado el sistema anoche, fue minucioso y no dejó rastro.
-La iluminación no ha cambiado en la vitrina – dijo Batman, cambiando de tema – Y el cableado del sistema de seguridad local ha sido reemplazado – Hizo un gesto hacia el rubí con la luz de su bolígrafo –
-¿Puedo? – ella preguntó. Agarró la luz de su bolígrafo y la sostuvo por encima del rubí. Con la iluminación adicional, el rubí perdió su color rojo oscuro – Eso explica mucho.
Batman esperó a que ella continuara.
-La iluminación adecuada habría sido un claro indicio de una falsificación. Los rubíes del valle de Mogok, que es donde se descubrió este, son típicamente rojo sangre. ¿Esto? Parece que alguien tomó un crayón rojo y lo convirtió en un trozo de plástico.
-La iluminación de la carcasa es intencionada – dijo Batman –
-Esa sería mi suposición.
-Entonces alguien con acceso a la exhibición sabe que es falso.
Ella asintió y le devolvió la linterna. Batman metió la mano en su cinturón de herramientas y aseguró un pequeño dispositivo al costado del podio.
-¿Qué es eso? – le pregunto ella –
-Es un emisor de pulsos electromagnéticos. Altera el sistema de seguridad local – Diminutas luces rojas parpadearon durante quince segundos antes de brillar en verde –
-Prefiero mi camino – dijo Catwoman, mostrando sus garras con punta de diamante. Levantó con cuidado el estuche de plexiglás que rodeaba el rubí y lo tomo. Batman presiono el botón de su guantelete y separo la mini computadora –
-Es un teléfono – dijo ella sorprendida, mientras Batman giraba la computadora en sus manos. Comenzó a tomar fotografías del rubí y su vitrina para el archivo del caso –Inteligente – volvió a repetir Selina. Ella estaba impresionada – Trata de no dejar que se te suba a la cabeza.
Batman volvió a encajar el teléfono en su guantelete y recogió el rubí. Dándole la vuelta en sus manos enguantadas, trató de pensar como Red Claw. Pasó sus dedos enguantados por los lados lisos de la gema.
-¿Qué estás buscando? – le pregunto ella. Batman no respondió mientras continuaba deslizando sus dedos sobre cada cara del rubí – Déjame, mis guantes son más delgados – Ella se lo quitó y pasó las yemas de los dedos por las crestas. Sus cejas se arquearon al descubrir algo –Aquí. Hay una imperfección... ¿una costura, tal vez? – Lo picó con la garra del extremo de su elegante dedo índice. Un compartimento se abrió. Estaba vacío –
Batman sacó uno de los tubos de ensayo de plástico vacíos que usó para recolectar evidencia de su cinturón. Encajaba perfectamente en el compartimento. Todo empezó a tener más sentido.
-Lo que sea que había en este compartimiento era el objetivo de Red Claw. Pero se lo llevaron antes de que ella llegara – concluyendo esto, Batman volvió a guardar la gema en su estuche y estudió a Catwoman por un momento. Cuando llegó a la escena, Catwoman acababa de llegar al rubí. No había tenido la oportunidad de llevarse lo que fuera que había en el compartimento. Entonces, ¿cómo encajaba ella? – ¿Quién sabía que estabas haciendo este trabajo? – preguntó el –
Ella le lanzó una mirada.
-¿Quién sabe? – preguntó el de nuevo –
-Nadie. No soy una novata aficionada.
-¿Estás segura?
-¿Cómo es esto relevante? – Él no respondió. Los fríos ojos verdes de ella lo estudiaron. Inhalando, desenrolló el látigo de la cintura – Vamos... – dijo ella, subiendo de nuevo por la cuerda que estaba usado para entrar al museo. Catwoman no se inmutó mientras trepaba, sin mostrar el dolor que su herida debía estar causándole –
Batman la admiraba. Mucho.
-¿A dónde vamos? – preguntó el cuándo llegó al techo –
-A ver a un amigo.
***
El resplandor mañanero en el cristal de las computadoras se reflejaba en las gafas sucias del hombre. Alternaba entre programas y pantallas mientras escribía furiosamente, las líneas de un código se multiplicaban por segundos. De repente, un delgado cordón de cuero se envolvió alrededor de su garganta.
-No tengo nada que valga la pena robar – dijo el hombre, colocando lentamente las palmas de las manos a ambos lados del teclado –
-Dime algo que no sepa – una suave y sensual voz femenina le respondió –
-Catwoman – gruñó el, recostándose en su silla para relajarse un poco –
-Calculador... – Calculador, también conocido como Noah Kuttler, era un hacker de renombre e intermediario de información para todos los ladrones y delincuentes dentro de un radio de cincuenta kilómetros en Gotham City. Como un comerciante de objetos coleccionables raros, Calculador se ocupaba de información exclusiva –
-Necesito saber todo lo que sabes sobre lo que sucedió anoche en el Museo Gotham – demando saber Catwoman –
-Maldita sea, ¿eh? – dijo el hacker mientras ella relajaba el látigo –
-Soy una chica ocupada – dijo Catwoman con indiferencia – Así que apúrate.
-Quizás deberías buscarlo en Google. Mira, hay cosas llamadas "blogs de noticias" que te proporcionarán toda la información que estás buscando – El látigo se apretó de nuevo –
-Sabes tan bien como yo que lo que quiero saber no estará en Google. Vas a decirme qué buscaba Red Claw.
-Incluso si supiera de qué estás balbuceando Cat...
-No te hagas el tonto. Sabes todo lo que sucede en esta ciudad. ¿A menos que hayas perdido tu toque? ¿O quizás eres obsoleto y debería estar hablando con alguien más? – preguntó Selina, atacándolo donde más le duele. Nada le molestaba más a Calculator que la idea de que alguien más lo superara con inteligencia. Selina pensaba que este tipo era una versión mas barata y patética de Edward Nygma –
-¿Qué te hace pensar que te diría algo? – Ella hizo girar su silla, inmovilizó sus manos en los apoyabrazos y se puso en su cara con la nariz a milímetros de la de él –
-Porque si no lo haces, él te romperá los brazos – cuando Selina dijo esto, Batman apareció en la esquina. Su masa de casi dos metros era grande e intimidante –
-¿Trajiste a tu maldito novio? – chilló el, incrédulo. La esquina de la boca de Catwoman se curvó en una sonrisa –
-¿De verdad crees que él no sabía que estabas aquí? – susurro Catwoman en su oído mientras sus garras de diamante pellizcaban su piel – No he movido escondites en años y ni siquiera te diste cuenta cuando conecté la transmisión de tu cámara en la azotea. Tal vez hayas perdido tu toque.
-Vete al infierno – gruñó el hacker. Ella sonrió y clavó sus garras con más fuerza en su brazo. Un grito ahogado de dolor escapó de sus labios –
-Me debes una, Calculador. ¿Recuerdas cuando me vendiste a Clayface por unos pocos grandes?
-¡Y me rompiste la mandíbula por eso! – respondio el, pero Catwoman clavó sus uñas con más fuerza, rompiendo la piel – ¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Se rumorea que Red Claw buscaba una biotoxina de diseño que un leal de Kaznian había conseguido.
-¿Tienes un nombre? – preguntó Batman, hablando por primera vez desde que salieron del museo –
-No...
Catwoman soltó a Calculador cuando Batman se acercó. Sabía lo que él quería que hiciera sin mirarlo.
Batman agarró a Calculador por el cuello y lo levantó, con los pies colgando del suelo. Los ojos de pánico de Calculador se lanzaron entre las figuras disfrazadas.
-El nombre – gruñó Batman, golpeándolo contra el banco de monitores de computadora que se alineaban en la pared –
-Yo le diría – dijo Catwoman, cruzando los brazos y apoyándose en una mesa que sostenía más pantallas –
-Nardoc Sera. ¡Trabaja en el museo!
-No me estás diciendo todo – gruñó Batman. Catwoman lo miró, notando que sus ojos nunca delataron su sorpresa –Creo que sabes más sobre el rubí que lo que nos dices.
-Simplemente no quieres ser útil esta noche, ¿verdad? – Catwoman bromeo –
-No se ve de esa manera – dijo Batman apretando su agarre, dispuesto a lanzar al hombre por los aires –
-Un artista del East End estaba trabajando en un proyecto ultrasecreto para Sera – gimió Calculador –
-¿Y? – Preguntó Catwoman –
-¡Eso es todo lo que sé! ¡Lo juro! – Batman lo sostuvo en alto durante unos segundos más antes de tirarlo violentamente hacia atrás en la silla –
Calculador jadeó, temblando. Cuando recuperó el aliento, Batman y Catwoman se habían ido.
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