6
Había pasado la mayor parte del día y el sol casi se había puesto cuando Bruce soltó a su compañero de sufrimiento, quien le estrechó la mano.
-Supongo que estaremos en contacto, señor Wayne – dijo el jefe del área de ventas de Wayne Industries. Bruce asintió, hizo algunas bromas y luego cerró la puerta detrás del empleado que salía –
Con un suspiro, se quitó la chaqueta del traje y la colgó sobre una de las sillas de invitados, antes de pasarse una mano por la cara. Fue agotador. Tantas personas con las que lidiaba todo el tiempo y el doble de archivos que necesitaban atención. Y ese era solo su trabajo diario. Ahora, tenía que esperar a que llegaran algunos correos electrónicos.
Miró hacia la ciudad para calmar sus nervios, todo hasta el horizonte bañado en los tonos rosados de la puesta del sol; los autos llenaban las calles con todos corriendo a casa, bueno... todos menos él al parecer. Aflojándose la corbata, Bruce dio la vuelta y volvió a su asiento, se acercó y comenzó con algunos de los trámites que actualmente necesitaban ser tratados. El flujo interminable de papeleo que estaba en su rutina. No era algo que no pudiera esperar, pero tenía que hacer algo para mantener su mente en marcha o podría "oxidarse", como Dick le decía.
Se sintió como si hubiera estado haciendo eso durante horas (aunque en realidad solo había sido una) cuando sonó su teléfono.
-¿Si?
-¿Todavía tienes cosas que hacer?
Bruce sonrió cuando la voz sonó al otro lado de la línea. Selina era a la única que quería escuchar en ese momento. La voz que necesitaba escuchar.
-Algunas cosillas.
-¿Cuánto?
-Una vez que me envíen por correo lo que necesito, no mucho. Pero cuánto tiempo les tomaría hacerlo es una historia diferente.
-Hmm... ¿Has comido o planeas hacerlo?
La ceja de Bruce se arqueó ante eso
-No... ¿Por qué?
-Ooh, me temo que eso está clasificado, querido. Sin embargo, no te preocupes por la comida.
-Probablemente no me concierne, ¿verdad?
-Probablemente no estoy en libertad de discutirlo.
-Como digas.
-Tu solo espérame ahí – Selina hizo una pausa y luego su dulce risa se filtró por el otro extremo – Bueno, tengo que irme.
-Lugares para ir y gente para ver, ¿no?
-Algo así – Selina ronroneó antes de que su línea se cortara –
Riendo suavemente, Bruce también colgó y continuó con lo que estaba haciendo, pero con un poco más de ánimo. Selina era astuta, estaba llena de sorpresas. Cuando Bruce pensaba que iba a ir a la izquierda, iba a la derecha, hacia arriba y hacia atrás. Esa mujer estaba tramando algo, simplemente no estaba seguro de qué.
Apoyado en su codo con la barbilla apoyada en la palma de la mano, cerca de otra hora voló por la ventana. Y la cantidad de documentos que llenaba con una sola mano trabajando en el teclado era alarmante. Si eso fuera un deporte olímpico, Bruce habría encontrado su vocación. Sus ojos estaban medio cerrados, rogándole a su dueño que descansara solo por unos minutos, horas o días, pero no tenía tiempo para eso. Dormiría cuando tuviera tiempo. A pesar de lo atractivo que era el trabajo del jefe sin sentido, una pequeña sacudida lo golpeó cuando sonó un golpe en las puertas de su oficina. Bruce hizo una pausa y miró por encima de la pantalla de su computadora.
-Adelante – dijo él. Al abrirse, una cara familiar se asomó y Selina de oreja a oreja cuando lo vio. Bruce se echó hacia atrás y negó un poco con la cabeza – Algo me dijo que te vería – declaró el con una sonrisa perezosa formándose en respuesta a la de ella –
-Eres un genio, así que estaría preocupada si no esperaras esto – Selina entró y cerró la puerta detrás de ella –
Por supuesto, Selina estaba tan hermosa como siempre; sus botas mostraban lo largo de sus piernas, sus jeans mostraban sus caderas, su camisa sin duda colgaba de los hombros debajo de su chaqueta, y su rostro casi brillaba incluso con muy poco maquillaje, pero a Bruce le llamo más la atención una bolsa de plástico blanca que Selina llevaba por sus asas y también los bolsillos de su chaqueta estaban medio abultados.
-¿Cómo entraste? El vestíbulo cerró hace diez minutos – Bruce se las arregló, aunque se mantuvo obsesionado con tratar de ver dentro de su bolso misterioso –
-Le deslicé un billete de veinte al guardia para que me dejara entrar sin decir nada – Selina respondió antes de que la expresión de Bruce se volviera perpleja – Creo que necesitas un nuevo equipo de seguridad, por cierto.
Selina se paró frente a su escritorio, dejó la bolsa en el suelo, que parecía estar llena de cajas, y comenzó a abrir el apretado nudo que hacían la bolsa.
-Escuché un rumor de que te mantuvieron prisionero sin comida ni nada para beber – deshizo el nudo y rebuscó antes de comenzar a desempacar los contenedores de comida para llevar – Y pensé que como andaba por aquí, compraría esta pequeña comida china que es tan deliciosa como puede ser – colocó un par de palillos y una servilleta cerca de él, luego sacó su propio juego – También podría llevarle algo a mi pobre Bruce y tratar de alegrar su noche un poco.
Los ojos de Bruce la siguieron mientras ella se movía, cautivados e incapaces de esforzarse en enfocar otra cosa. ¿Por qué se comportaba así con él?
Metiendo la mano en los bolsillos de su chaqueta, Selina sacó dos latas de refresco que milagrosamente se las habían arreglado para mantenerlas frías e hizo un gesto con una. Una era de Sprite y otra era Coca Cola.
-Aunque lamento no tener nada más fuerte, parece que te vendría bien – luego las colocó en su lado del escritorio y se quitó la chaqueta de cuero, arrojándola al azar en la silla de al lado – ¿Bueno? – preguntó ella con una leve inclinación de su cabeza –
Bruce sonrió suavemente a la mujer frente a él que, literalmente en todos los sentidos, era simplemente perfección.
Selina comenzó a sentarse cuando se congeló a mitad de camino.
-No estoy interrumpiendo nada, ¿verdad? – su preocupación era adorable. Bruce negó con la cabeza –
-No, en absoluto – Bruce se relajó de nuevo y terminó de acomodarse en su silla –
-Adiviné que te gustaría – dijo Selina mientras él alcanzaba y comenzaba a abrir las cajas –
-Parece que elegiste bien – Bruce respondió antes de tomar sus palillos. Ella imitó la acción – Gracias, Selina – Bruce le agradeció, refiriéndose a algo más que la comida –
Selina levantó la mirada y pareció entenderlo, a juzgar por la suave sonrisa que mostró.
-De nada – luego agarró un recipiente y comenzó a mezclar su contenido con sus utensilios – Vamos, se está enfriando.
Mientras comían hablaron sobre sus días; sobre quién los estaba volviendo locos, cómo Isis había estado tratando de salir últimamente y luego la llevaron al veterinario para que le inyectaran, cómo Selina había jugado uno o dos video juegos y Bruce también les había dado un vistazo. La conversación fue tranquila y natural, como solía ser, pero en el ambiente relajado la falta de sueño estaba alcanzando rápidamente a Bruce.
Cuando Bruce terminó de comer y Selina estaba recogiendo, ella le preguntó cómo estaba y dijo que parecía estresado. De alguna manera, en realidad fue tomado por sorpresa. No mucha gente además de Alfred y Dick podían ver a través de sus apariencias de constante perfección. Como jefe de la compañía, era su trabajo ser fuerte y constante en todo momento y como Batman era su trabajo ser brutalmente duro, frío y aguantado ante cualquier cosa que pudiera enfrentar. Y claro, en público había un personaje que tenía que proyectar, era su obligación. Estar estresado, preocupado, cansado y ser humano eran cosas que guardaba debajo de todo lo demás. Quizá por eso amaba pasar tiempo con Selina.
Ella veía a la persona debajo del CEO de Wayne Industries, lo veía por debajo de la capucha, debajo de la imagen detrás de la cual se escondía en todo momento.
-¿Bruce...?
El parpadeó un par de veces cuando su voz interrumpió su línea de pensamiento.
-¿Eh?
-Te pregunte cómo te estaba yendo y te quedaste en blanco – Bruce se sacudió mentalmente y vio una mirada desconcertada en el rostro de Selina –
-Uh... Lo siento, te escuché... yo solo...
-Parece que de verdad estas muy cansado.
-Estoy bien – pero no lo estaba –
Cuando volvió a mirarla a los ojos, Selina lo miró con curiosidad, estudiándolo, extrayéndole respuestas sin su consentimiento. Ella había adquirido una habilidad suya, al parecer. Sacarle información a la gente solía ser su especialidad, Bruce no estaba acostumbrado a ser el único sujeto bajo una mirada interrogante. Normalmente ni siquiera funcionaría, pero entre lo cansado que se sintió y el hecho de que era Selina...
Reclinándose en su silla y apoyando su codo en el resto, Bruce se quebró.
-Estoy agotado, Selina – se frotó ligeramente los ojos – Completamente y en todos los sentidos – respiró hondo antes de mirarla a los ojos –
Selina estaba medio molesta. Sus ojos jade estaban fijos en él, su humor había desaparecido.
-Tienes que tomarte un día libre.
-No puedo.
Selina se puso de pie.
-¿Qué bien le harías a alguien si estás agotado? – la voz de ella era severa. Bruce se quejó un poco, algo así como "sí, lo sé", pero eso no iba a ser suficiente para ella –
Selina rodeó su escritorio y él giró su silla para encontrarse con ella. Sus manos aterrizaron en los reposabrazos y se inclinaron a la altura de sus ojos.
-Lo digo en serio. Así es como te suicidas. No duermes y te enfermas, luego te desplomas. ¿Y de qué le servirás a tu compañía o a cualquier otra persona si eres un zombi ambulante? – Selina hizo una pausa, luego se sentó entre sus piernas y golpeó suavemente sus manos a ambos lados de su rostro – Además... – su voz cambió. Era un poco más baja, más suave – Odio verte tan apagado – ella mostró una pequeña sonrisa, casi juguetona, pero algo en esa última parte se sintió como una decepción –
Bruce no estaba muy seguro de qué, así que la ignoró y tomó sus palabras por lo que significaban. Con las manos subiendo por el costado de sus piernas hasta que encontraron sus caderas, hizo coincidir su sonrisa.
-Y tú tomas todas las decisiones, ¿verdad? – Selina se encogió un poco de hombros –
-Por supuesto – ella respondió. Bruce se rió entre dientes, luego se inclinó hacia delante y apoyó la frente contra su estómago –
Sus dedos acariciaron el cabello de Selina, una mano permaneció allí y la otra se movió hacia su espalda, donde suavemente paso su palma arriba y abajo. Su cuerpo, su toque, su olor, su voz, fueron suficiente para arrullarlo y darse cuenta de que ella tenía razón. Necesitaba desesperadamente dejar de patrullar al menos por la noche presente, pues lo mas probable fuera que chocaría el Batmóvil en un árbol o terminaría recibiendo un disparo. Bruce todavía estaba llegando a un acuerdo con eso cuando sus brazos se enroscaron alrededor de Selina, atrayéndola con más fuerza.
Inclinándose, ella puso sus labios sobre los de él pero se detuvo, burlándose, como si lo estuviera torturando. Y luego continuó cuestionándolo:
-Me vas a escuchar, ¿verdad? – su voz era severa, casi regañona. Sin previo aviso, él la atrajo hacia sí y le plantó un suave beso, sintiendo que sus músculos se aflojaban y parte de su ferocidad se disipaba. Soltándola, Bruce miró a Selina a los ojos y ahuecó su mejilla –
-Te lo juro, iré directo a casa y directo a la cama...
-Te llevaré directo a casa para que no te duermas al volante.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
Finalmente, la ira de Selina se desvaneció y presiono sus labios contra los de Bruce.
Estuvieron bastante tiempo allí, con besos cada vez menos tiernos y unas manos vagabundas ocupando la mayor parte de sus cuerpos. Cuando los dientes de Selina tiraron levemente del labio inferior de Bruce y sus dedos rozaron la piel expuesta de su cuello, un poco más de calor pareció llenar el aire. Entonces, ella pregunto algo:
-¿Bruce? – Selina se apartó y hablo –
La mente de Bruce no estaba exactamente en el lugar, pero respondió.
-¿Hmm?
-Soy más para ti que solo algo placentero ¿no? – dijo ella en poco más que un susurro, menos que una pregunta y más como una confirmación. Él asintió un poco –
-Eres preciosa, Selina – ella sonrió, pasando sus labios carnosos sobre los de él –Y eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
-Tú también eres lo mejor que pudo haberme pasado en años – ella respiró, mirando su mano por un momento mientras se deslizaba hacia abajo y sobre su pecho en un patrón circular lento – No creo que tengamos que evitarnos nunca más – Y sus ojos verdes se encontraron con los de el y sus músculos se tensaron –
La computadora cobró vida y sonaron algunos pitidos antes de que el zumbido de las notificaciones llenaran la oficina.
Se congelaron, separaron y miraron los archivos importantes apilados uno encima del otro. Bruce podría haber lanzado esa máquina. Con un suspiro, Selina lo besó en la mejilla y apartó las piernas de él, obteniendo su ayuda para ponerse de pie.
-Bueno, yo limpiaré y tú puedes terminar con eso – ella hizo un gesto hacia los correos – Tomare un taxi cuando lleguemos a tu casa.
Dedicándole una sonrisa descarada, Selina se acercó a su asiento anterior y comenzó a empacar la basura en la bolsa de plástico. Con un gemido suave, casi inaudible, Bruce se obligó a levantarse y se acercó a su computadora.
Llevando los papeles a su escritorio, Bruce los guardó en un cajón una vez que terminó y se puso de pie, agarrando la chaqueta de su traje de camino a la puerta.
-Oh, mira – la voz de Selina sonaba alegre. Siguió su mirada por la ventana para ver pequeños copos de nieve que comenzaban a flotar desde el cielo –
-El invierno está llegando demasiado rápido, si me preguntas – el afirmó. Selina se encogió un poco de hombros –
-Se está acercando bastante rápido, pero siempre me ha encantado la nieve. Siempre y cuando no me quede atrapada en ella – ella soltó una risita antes de tomar su brazo y dejarlo liderar la salida –
-Y aún tenemos una cita el viernes, ¿verdad? – ella miró a Bruce y él sonrió –
-El viernes sin falta.
***
A pesar del aguacero de afuera, Selina había ido con Bruce para su "Noche de Películas" como lo hacía todas las semanas, quitándose la chaqueta y sacudiéndose un poco la lluvia de su cabello. Debatieron qué ver por un tiempo, pero se decidieron por Reinder Games, porque un poco de espíritu navideño sonaba bien.
Acurrucados juntos en el sofá, Bruce dejó que gran parte de su atención recayera en la mujer acurrucada bajo una manta, con los brazos envueltos alrededor de su abdomen, apoyando la mejilla en su pecho. Trató de poner atención a la película por que le gustaba, pero los pequeños movimientos de Selina, sus manos apretándolo cuando las escenas de acción se volvían intensas, su calidez, hacían cada vez más difícil prestarle atención.
Bruce había notado por un tiempo que todas esas pequeñas cosas sobre ella que le habían gustado antes, estaban comenzando a volverlo loco. Como la forma en que se mordía el labio. Selina lo hacía cuando estaba jugando, coqueteando, pero ella no se daba cuenta de que lo hacía cuando estaba sumida en sus pensamientos, como cuando intentaba seguir la trama de 2001: Una odisea del espacio y fallaba, o aguantaba el suspenso de Alien; sin falta, sus dientes engancharían ese delicioso labio.
Bruce se quedó atrapado por la imagen de Selina alborotándose el cabello cuando se sentaba, no por vanidad, sino casi para sacudirse la somnolencia. Era entrañable y lo volvía loco, cómo ella se envolvía en la manta para ir a buscar algo a la cocina, cómo se movía para ponerse cómoda con más frecuencia de lo que pensaba, cómo se paraba y esperaba interminablemente a que él se acostara en la posición correcta antes de colocarse encima de él. Había mucho más, todas sus pequeñas peculiaridades, y lo hacían querer besarla sin sentido.
Por supuesto, su último encuentro solo había agregado combustible al fuego en su estómago por ella.
Un poco más de la mitad de la película, Alfred intervino y preguntó:
-¿Bruce? – mirando hacia atrás sobre el sofá, Bruce se dio cuenta de que era importante, así que detuvo la película y dirigió su atención a Alfred – Lamento mucho interrumpir, pero tiene una llamada del trabajo, señor.
Bruce suspiró y miró a Selina, que se había apoyado en sus antebrazos. Ella hizo un gesto con una inclinación de su cabeza.
-¿Qué estás esperando? Ve... – agregó ella con una sonrisa. Bruce le dio un beso en la mejilla, dijo que volvería inmediatamente y se deslizó debajo de ella. El trabajo se aseguraría de que se mantuviera alejado de Selina –
En el teléfono de su estudio, parecía que la división científica quería su aprobación para... algo. Estaba tratando de obtener la información necesaria de ellos, pero estaban hablando en círculos, muy nerviosos por hablar con él y muy entusiasmados con su investigación. El trabajo se aseguraría de que nunca volviera a ver a Selina. Enterrándose la cara en la palma de la mano, suspiró:
-Despacio. Baja tu voz y dime lo que quieres – intentó no sonar tan agitado como estaba. Pero supuso que había fallado por la forma en que las disculpas comenzaron a llegar a través de su teléfono –
Al escuchar un crujido en la puerta, miró hacia arriba para ver a Selina apoyada contra el marco de la puerta, envuelta en la manta y con una sonrisa divertida en su rostro. Bruce negó un poco con la cabeza y se encogió de hombros, haciéndola reír.
Finalmente (obteniendo una respuesta medianamente decente) Bruce pudo darles su aprobación y comenzó a caminar por el pasillo para regresar con su compañera preferida. Casi listo para doblar una esquina, Bruce se detuvo y miró hacia atrás hacia una puerta ligeramente entreabierta detrás de él. El dormitorio de su infancia. Esa puerta nunca se abrió, no había nada útil o necesario allí. Arqueando una ceja, la abrió y encontró a Selina de pie adentro.
Ella no notó su presencia al principio, así que él siguió su mirada hasta la foto de sus padres colgada en la pared. Thomas y Martha, luciendo tan contentos como siempre.
Selina finalmente lo miró dos veces, pero volvió a mirar la imagen.
-Lo siento, no quise molestar – dijo ella en voz baja – Solo eché un vistazo a esta habitación cuando Alfred me mostró los alrededores por primera vez y quería ver qué era.
-Está bien – Bruce le aseguró – Esta era mi habitación cuando era niño – el silencio cayó sobre la habitación oscura con solo el estruendo de un trueno rompiendo el silencio, y luego la boca de Selina se abrió por un segundo como si quisiera decir algo, pero lentamente se cerró – ¿Que? – Bruce preguntó. Ella negó con la cabeza –
-Nada, no es asunto mío.
-¿No, qué es "eso"? – Bruce la presionó. Ella hizo una pausa, considerando la luz verde que Bruce acababa de darle –
Los ojos de Selina no se apartaron de la foto cuando sus palabras finalmente salieron de su boca.
-¿Qué les pasó? – las cejas de Bruce se levantaron –
-¿Qué quieres decir? – el preguntó cuidadosamente –
-Bueno, yo sé que ellos... murieron – era lo que ella no quería decir – Pero creo yo ni siquiera había nacido en ese momento y mi familia no le prestó mucha atención a ese tipo de cosas. ¿Qué pasó? – Selina finalmente lo miró. Bruce se frotó la nuca –
-Estábamos alejándonos del cine en Crime Alley y un ladrón nos detuvo. Quería sus cosas, pero mi papá se arrecio y terminó disparándoles de todos modos – le explicó el, viendo sus ojos gravitar hacia atrás. Parecía mareado –
-¿Así que estuviste allí?
-Sí.
-¿La policía alguna vez lo atrapó?
-Sabían quien fue, pero nunca lo capturaron.
-¿Y las cosas de tus padres? ¿Las recuperaron?
-No... el collar de mi mamá se rompió. La billetera de mi padre solo tenía unos cincuenta dólares.
Sus palabras se desvanecieron por un momento antes de que Selina volteara hacia él.
-Lo siento mucho, Bruce – su voz era gentil, llena de angustia y llena de lastima –
-Gracias – la mirada de Bruce cayó al suelo y dio un paso adelante, envolviéndola en un abrazo. Todavía parecía distante – Oye... – ella levantó la vista al escuchar su tono suave – No te preocupes por nada de eso, ¿de acuerdo? No fue tu pelea y no es tu culpa – con un sentimiento a medias ella estuvo de acuerdo, pero él podía decir que todavía estaba perturbada – Vamos, tenemos una película que terminar.
Selina dejó que él la guiara afuera y cerró la puerta detrás de ellos.
Había vuelto a su posición anterior en el sofá con la película en pleno apogeo, pero Bruce se dio cuenta de que Selina estaba completamente conmocionada. Ella estaba ausente, ya no prestaba atención a la acción, no se aferraba a él con fuerza cuando se sintió nerviosa por el personaje protagonista, simplemente estaba encerrada en su propia mente.
Cuando terminó la película, Bruce apagó la televisión y la miró, Selina apoyó la barbilla en su pecho y lo miró a los ojos. El dejó que sus manos subieran y bajaran por su cintura (había notado que esa simple acción la calmaba mucho) e inclinó un poco la cabeza.
-¿Estás bien? – ella lo miró fijamente a él y a su afectuosa pregunta con emociones ardiendo en sus ojos; tristeza, melancolía, dolor y algo burbujeando debajo de la superficie que estaba suprimiendo a propósito –
-Si – ella respiró –
Selina estaba mintiendo. Bruce sabía que estaba mintiendo. Pero él no la empujó. Sabía que ella no le daría una respuesta directa al respecto de todos los modos, pues tal vez lo había hecho ya. En lugar de eso, simplemente la abrazó con fuerza, la besó en el frente y la calmó. Si no quería hablar, estaba bien, pero Selina tenía que saber que no era necesario aislarse.
Ella lo sabía, ¿verdad?
Ella se acurrucó más cerca, acariciando la nuca de él y abrazándolo. Bruce podía sentir cada respiración que se le escapaba, un suspiro también. Selina estaba preocupada.
-Debería irme – finalmente llegaron esas palabras que tanto odiaban –
-No, no deberías – ninguno de los dos se movió. Selina sonrió y agarró suavemente su camisa – No quiero...
-Siempre actúas como si nunca fuera a volver – le dijo ella. Los dedos de Bruce se estiraron y se entrelazaron con los de Selina –
-Sé que volverás. Simplemente no quiero que vayas.
Con su patentada sonrisa perezosa, Bruce la atrajo unos segundos más hacia su cercanía. Selina se inclinó y lo besó. Pero tan rápido como ella estuvo allí, se fue levantándose del sofá y sacudiendo su cabello de esa manera que lo volvía loco.
Debatieron en la puerta si él debería acompañarla o no a su auto, Selina insistió en que no.
-No hay razón para que ambos debamos empaparnos.
-Bueno, por eso estoy aquí... para que no te empapes.
Bruce gano y la llevo a su auto. Antes de cerrar la puerta detrás de ella, Selina se despidió con una risa medio alterada, dejándolo atónito y molesto. Ella lo sabía. Y ahora ella estaba usando eso para distraerlo.
Con un suspiro, Bruce escuchó que el auto de Selina arrancaba y pasó una mano por su cabello.
Esa mujer todavía le ocultaba algo, y era molesto. Sabía que no podía culparla demasiado, también se guardaba muchas cosas para sí mismo, pero una parte creciente de él quería ser abierta. Una parte creciente de él no quería ocultarle cosas a Selina y viceversa.
Pasándose las manos por la cara, pensó que sería un buen momento para salir a patrullar como Batman. Después de tomar una larga ducha fría, por supuesto.
***
Selina se sentó en su dormitorio con poca luz, con las piernas cruzadas en el suelo. El ronroneo de Isis y algo de tráfico afuera eran los únicos ruidos, pero estaba demasiado centrada en sus propios pensamientos para notarlos. Tenía desparpajadas por todo el dormitorio sus cajas abiertas con bastantes joyas y dinero que había robado en todo el tiempo que tenía desde que regreso a Gotham, pues estaba buscando algo en particular. En sus manos enroscadas, llevaba una foto de ella junto a su mamá y Maggie, cuya presencia le acarreaba tanta miseria.
Toda esa angustia por una familia que ella ya no tenía. Eran parte de un recuerdo que ella no tenía derecho a tener. Ya no sabía qué hacer, era un peso creciente sobre sus hombros, acosándola en todo momento. Todo por Bruce.
¿Por qué, por qué tenía que involucrarse con él? ¿Por qué tenía que preocuparse por él, por su familia, por Alfred... por su vida?
Selina ni alguna vez había intentado averiguar nada sobre Batman, solo pasaba tiempo con Bruce porque le gustaba. Porque él era oficialmente su novio. Oficialmente, en su propia mente de todos los modos. Nunca decían esas cosas, no necesitaban hacerlo. Era aterrador, pero Selina no lo quería de otra manera. Esa confianza creciente probablemente era la causa de su vergüenza, por que ella había pasado por algo similar a lo que Bruce en su infancia, solo que el sí salió adelante y creció para volverse en una buena persona... y ella no lo hizo.
Un maullido prolongado volvió su atención hacia Isis, que estaba sentada frente a ella con una mirada de preocupación (o tal vez de hambre) en sus ojos. Selina suspiró y guardó con cuidado sus ganancias mal habidas antes de rascarle la oreja a su gata.
Empujándose hacia arriba, miró por la ventana hacia la nevada delicada y hermosa sobre la ciudad pero espesa, creciendo mínimamente pulgada tras pulgada. Iba a regresar a la casa de Bruce esa noche. Un escalofrío recorrió la columna de Selina y se rodeó con los brazos. Habían pasado dos semanas desde aquella noche en la oficina de Bruce. Esa noche ella solo quería hacer algo lindo por él y terminó en su regazo, con caricias calientes y besos hambrientos. Habían estado tan cerca...
Otro maullido exigió volvió a romper sus pensamientos, y dejó escapar un grito.
-Está bien – se quejó antes de irrumpir en la otra habitación para abrir una lata de comida para gatos para su felina hambrienta –
Selina se mordió el labio mientras giraba la perilla del abrelatas, preguntándose qué haría esta noche. Sabía que debería cancelar; Bruce lo entendería, le echaría la culpa al clima y eso sería el final. Pero luego no lo vería ya que no había ido en casi toda la semana pasada. No podría ver qué camiseta llevaba, cómo la envolvía cálidamente en un abrazo, ni sentiría su corazón latir un poco más fuerte cuando ella se acostaba sobre él. Dejando un plato de comida y mirando a Isis comer, se recostó contra la pared y suspiró por la niña enferma de amor en la que se había convertido.
Selina era completamente impotente para él. Él era un fuego, caliente y brillante, mientras que ella era una polilla incapaz de alejarse de el sin importar cuánto terminaría quemándola.
Lo peor era que no podía ver nada que detuviera ese círculo vicioso a corto plazo.
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