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Con casi veinti cuatro años, Selina fue encontrada fuertemente golpeada y al borde de la muerte en los cubos de basura del "Crime Alley", el lugar en donde los Wayne habían sido asesinados alrededor de hace ya más de veinticinco años.
Era irónico como un lugar que albergaba muerte y desolación, ahora también le devolvía al mundo a una mujer joven sin esperanzas.
Al lado del Crime Alley se encontraba la iglesia de Nuestra Señora de Gotham, donde fue que una de las monjas la encontró y llamo a la policía.
Los paramédicos cargaron a la chica en una camilla rodante y la cubrieron con una manta. Ninguna de sus heridas puso en peligro su vida de inmediato, aseguró el paramédico a las monjas. Sin embargo, la hipotermia era un riesgo con el tiempo que ella había pasado estando bajo la lluvia tardía de otoño de Gotham.
A pesar de los labios azules y una cara hermosa que no parecía más que un desastre de grandes moretones y cortes profundos debajo de una mata de pelo largo y negro, el paramédico había expresado su esperanza de que no hubiera ningún daño duradero. La hermana Mary Elizabeth sabía que el hombre probablemente les estaba dando el mejor resultado posible, tratando de asegurarles a las monjas que habían estado de pie bajo la lluvia vigilando a la niña que no todo había sido en vano.
-Menos mal - dijo uno de los policías - Ella necesita una cara agradable en su línea de trabajo.
-Carl - uno de sus compañeros palmeó al hombre en el hombro -
-¿Qué? - protestó - A alguien no le gustó lo que ella estaba vendiendo.
-¡Carl! ¡Hay monjas presentes!
El tercer oficial suspiró y se volteo hacia la hermana Elizabeth.
-¿Y ninguna de las hermanas vio algo? - preguntó Carl, con el tono de una formalidad necesaria pero sin sentido -
-Nada oficial. Me temo que no - el oficial miró de la hermana Elizabeth a las otras monjas que habían salido cuando escucharon el grito. Negaron con la cabeza y se dieron la vuelta con murmullos de "pobre niña" y "justo debajo de nuestras narices" -
El oficial no pareció muy sorprendido, pero lo anotó en su cuaderno mojado por la lluvia antes de cerrarlo y llamar a sus compañeros oficiales. Los de emergencias médicas subieron a la joven a la ambulancia y se marcharon, seguidos por la policía en su propio automóvil.
Las otras monjas negaron con la cabeza y regresaron al interior de la iglesia. La hermana Elizabeth observó cómo la ambulancia desaparecía calle abajo antes de voltearse para hacer lo mismo y notó que una de las hermanas mas jóvenes tenia preocupación en el rostro.
-Límpiese la desesperación antes de entrar, hermana Magdalene - ordeno la hermana Elizabeth. La hermana Magdalene negó con la cabeza -
-Pero esa chica... - dijo la hermana Magdalene, sosteniendo sus angustiadas manos mas cerca de su pecho -
-¡No vas a llorar por una prostituta medio muerta!
-Debería cuidar su lenguaje, hermana Elizabeth - dijo la hermana Magdalene -
-No puedo evitarlo - la hermana Elizabeth se cruzó de brazos - Nunca soporté a los malvivientes.
-No sabemos la historia de esa pobre chica.
-¿No has oído nada? - preguntó la hermana Elizabeth, con una simpatía inexistente hacia la joven del callejón -
Magdalene negó con la cabeza.
-Nada - sola en el callejón, Sor Magdalene agachó la cabeza - En esta ciudad, es todo un martirio.
Por unos momentos se quedó sola en el callejón oscuro fuera de la iglesia. La luz a través de la puerta y la ventana iluminaron el charco que aún estaba ligeramente rosado por la sangre de la pobre chica. La lluvia golpeaba su hábito con una suavidad impropia del clima de Gotham.
Selina se despertó en una cama de hospital, con una aguja en el brazo y un dolor de cabeza que no era tan fuerte como pensaba que debería ser, considerando lo último que recordaba. Estaba en una habitación de hospital con dos camas, cuyas paredes estaban pintadas de un tono completamente poco apetecible de verde amarillento desteñido.
La otra cama de la habitación estaba ocupada por un anciano que estaba sujeto a la cama por un par de correas gruesas. El anciano tomó una larga bocanada de aire jadeante durante casi dos segundos antes de toser y expulsarlo junto con una bola de flema.
Estaba tan rota y triste que todas las cosas que habían pasado anteriormente se le vinieron a la mente. Y entonces recordó lo que Stan le había hecho.
***
Gotham era más agradable a la luz del día, pero no mucho. A la luz del día, el estado de deterioro de la ciudad era más fácil de ver. Animales callejeros salvajes alimentándose en pilas desbordantes de basura, grafitis que se inclinaban de todos modos desde lo artístico hacia lo grosero e intolerante, y la infraestructura urbana decayete eran todas vistas comunes. Eso podía verse por que durante el día, Selina no tenía que trabajar.
El olor a detergente industrial para ropa todavía se aferraba a Selina incluso ahora, aunque una hora de caminata desde Kingston hasta el East End estaba haciendo todo lo posible para eliminar cualquier noción de limpieza en ella.
Selina vivía en la habitación 307 del antiguo Hotel Hightail, un edificio tan deteriorado que el burdel que anteriormente ocupaba el edificio se había dado por vencido y se había trasladado a un lugar con menos ratas y grietas en la pared. El hotel estaba un poco alejado del área principal que comprendía el distrito rojo. Ahí no había letreros de neón elegantes que anunciaran clubes de striptease y dos prostitutas en cada puerta, aunque eso no significaba que nadie intentara venderse en esta calle.
Jennifer estaba parada en la calle frente al edificio. La noche no iba a caer hasta dentro de una hora por lo menos, pero Jennifer estaba en su traje de trabajo. Jennifer sonrió cuando vio que Selina se acercaba, pero se retrajo un poco.
-Hola Jen... ¿Stan anda por aquí?
-¿Para qué lo quieres? - preguntó Jennifer con algo de miedo - De todos modos anda de bravucón y no creo que te reciba... no lo he visto... ¡Oye! - exclamo Jennifer cuando Selina pasó junto a ella -
-Gracias - Selina dijo mientras comenzaba a subir los escalones del antiguo hotel -
Selina escucho como la otra niña se opuso a que subiera, pero ignoró sus llamadas y subió los dos tramos de escaleras hacia el apartamento 307.
Selina se detuvo un momento al llegar a la puerta. El olor a acre de la marca particular de cigarrillos que le gustaba a Stan se podía oler a través de la rendija debajo del marco de la puerta. Selina inhaló y exhaló lentamente. Había pensado que se había vuelto inmune al olor del vicio particular de Stan, pero aún era repugnante. Después de que el olor ya no le dio ganas de vomitar, giró la manija y abrió la puerta.
El apartamento que Selina era en realidad, poco más que una habitación. El Hightail Hotel nunca había sido diseñado para ser habitado a largo plazo y se notaba. Había una pequeña cocina donde la estufa todavía estaba rota. Las únicas dos puertas en el interior conducían al armario y a un baño apenas lo suficientemente grande para el inodoro, el lavabo y la ducha helada. El dormitorio ocupaba la mayor parte del pequeño apartamento. Estaba apretado. Una sala de estar, un comedor y un área para dormir, todo en uno. La cama que ocupaba la mayor parte del espacio era al menos lo suficientemente agradable, aunque al ser una cama de segunda mano estaba un poco rota. Sin embargo, casi todos los demás muebles, desde el sofá contra la pared hasta la mesa eran todos los subproductos de la búsqueda de basura.
Stan había sido quien pagó por el tocador de maquillaje al menos (dado que necesitaban un buen maquillaje para el trabajo) aunque todavía venía de segunda mano de alguna parte. Selina había hecho todo lo posible para darle al lugar una personalidad más allá de "pobre" con algunos carteles de actores y músicos que había reunido en tiendas de segunda mano, pero cualquier efecto distintivo que proporcionara por lo general quedaba eclipsados por la docena de carteles callejeros que Selina tenía alrededor.
Sin embargo, cuando Selina entró en la habitación solo se encontraba Stan, sentado en la única silla buena con los zapatos apoyados sobre la mesa.
-No esperaba verte - dijo Selina con cuidado, cerrando la puerta detrás de ella -Después de lo que paso el domingo.
-Oye, recuerda que es mi apartamento - Stan sonrió - Te ves bien, bebé - Selina se estremeció y apartó su vista -
Stan se puso de pie y dio algunas vueltas alrededor de Selina, hasta que estuvo detrás de ella con una mano en su hombro.
-Relájate cariño, me vas a compensar el dinero que me hiciste perder - le aseguró el, abriendo el armario y sacando un bulto de tela negra, que sacudió - Esto es para ti.
Era un atuendo que estaba hecho de cuero negro que parecía ser suficiente para constituir un traje hecho de múltiples partes, aunque Selina dudaría en llamarlo ropa. La mayor parte (aunque nada parecía voluminoso) era un traje que cubriría todo, desde los pies hasta el cuello; varias piezas que claramente existían para ser usadas sobre el traje de cuerpo entero. Botas de aguja que llegaban casi hasta las rodillas, guantes hasta el codo que tenían garras falsas cosidas en las yemas de los dedos y una sección central que parecía un traje de baño de una pieza tenía un corsé. La última parte era una máscara facial que tenía una cubierta para el cuello incorporada que con el resto del atuendo la cubriría por completo, excepto por los tres agujeros que tenía la máscara para los ojos y la boca. Selina había usado atuendos fetichistas antes (y este no era el peor a primera vista).
Los ojos de Selina se sintieron atraídos por la máscara. Eso, combinado con las dos formas triangulares en la parte superior de la cabeza y los bigotes debajo de la nariz...
-¿Un disfraz de gato? - ella preguntó con repugnancia - No, no lo haré.
-Oye cariño, puede que odie las cosas, pero los negocios son los negocios. Ahora póntelo - Stan arrojó el conjunto sobre la cama junto a ella -
-No, es repugnante.
-¿Asqueroso? Oye cariño, tú eres la que ama a los gatos. Ahora puedes ser uno - el levantó la máscara - Además, míralo - sus manos gesticulaban hacia arriba y hacia abajo a lo largo del disfraz - Roman Sionis me pidió que le mandara a una chica para divertirse, e inmediatamente pensé en ti.
Selina se alejó de él.
-Estás enfermo. Se dice llamar Black Mask. Es un pervertido y además es un mafioso - Stan dejó la máscara y se sentó en la cama junto a ella. Pasó un brazo alrededor de su hombro. Selina trató de no estremecerse -
-Conozco a este chico - dijo el en voz baja, tentadoramente - Habrá bastante dinero, Selina. Incluso obtendrás algo si haces esto por mí.
-No... sin pervertidos - ella apartó su hombro de él - ¡Lo prometiste, nada de monstruos!
-Lo sé, lo sé - dijo bastante conciliador - Pero solo por esta vez, bebé. Perdiste dinero, Selina.
-Stan, ese tipo de gente me pega - ella levantó una mano y se tocó el ojo con cautela - Joe me pego, por eso no quise estar con el.
Stan hizo un gesto con la mano.
-Sionis no está interesado en tu cara, Selina - dijo con desdén - Y de todos modos, las máscaras lo ocultan.
-¿Cuando? - Selina consideró usar la máscara por un momento -
-Esta noche, solo una vez bebé.
Selina lo miró a la cara. Era extremadamente pálido, como el resto de su piel, y estaba arrugado más allá de sus limitados años.
-¿Realmente me amas? - ella preguntó -
Stan se alejó de ella.
-¿Qué clase de pregunta es esa?
-¿Lo haces? - Selina reiteró con más insistencia -
-¿Quieres que lo demuestre?
Selina apenas y se inmuto cuando sintió el puño de Stan en su cara, y luego en su estómago, y casi al último perdió la conciencia de sí misma.
***
Ahora era libre de él y de tener que darle la mayor parte de su dinero, pero sabía que el que tenía ella no le duraría por mucho tiempo, por lo que en pocos meses volvió a "trabajar de noche".
Con la intención saberse defender en caso de que los clientes se sobrepasaran con ella, comenzó a entrenar con el famoso boxeador Ted Grant, también conocido en la comunidad de vigilantes como el antiguo vigilante; Wildcat.
La espalda de Selina golpeó el suelo con un ruido sordo y Ted rápidamente la sujetó en su lugar por si acaso. El suelo de madera la había dejado sin aliento.
-Ya es suficiente - Ted decidió soltándola, pero aun arrodillándose sobre ella - No sabes nada de peleas. Gruñó y se puso de pie. Selina se incorporó y trató de frotar algo de sensibilidad en su espalda - Primera lección: el cabello largo es fácil de agarrar, córtalo. Ahora levántate - ordenó el, extendiendo su mano hacia Selina -
-Cabron - ella golpeó su mano y se puso de pie por su cuenta. Ted solo sonrió -
-Guarda tu temperamento para cuando lo necesites, cariño - Selina lo miró fijamente. Ted se dio la vuelta y comenzó a caminar hasta el segundo piso de su casa. Cuando llegó a la parte superior de las escaleras, miró hacia atrás y vio a Selina todavía de pie en el lugar donde la había tirado al suelo - ¿Estás esperando una invitación o algo así? ¿O no confías en mí?
Selina miró a Ted Grant. Era viejo, no anciano, pero ciertamente había pasado su mejor momento. Sesenta (si Selina tenía que adivinar) tal vez sesenta si su cuerpo era amable con él. Si bien su mandíbula era dura, su rostro estaba arrugado de una manera que sugería que había vivido una vida larga, y su cabello negro estaba gris en sus sienes. Si Selina solo lo mirara a la cara, habría adivinado sesenta sin dudarlo. Sin embargo, su cuerpo parecía casi dos décadas más joven. Era una pared de músculos. No tenía el físico de un fisicoculturista, aunque había menos grasa que en los hombres musculosos que componían los matones callejeros. Selina lo sabría. Ella había sido empleada por ellos. De hecho, las únicas desfiguraciones debajo de su cuello que ella podía ver eran las cicatrices.
Su cuerpo estaba lleno de finas líneas blancas entrecruzadas. Incluso había lo que parecían un par de viejas heridas de bala en su brazo izquierdo. Tal vez Ted era el tipo de persona que se clavaría un cuchillo en la piel por una cicatriz genial, no era imposible, Selina había conocido a esos tipos antes. Pero entre las heridas de bala, la nariz que se había roto varias veces y nunca se había arreglado del todo y las orejas de coliflor, parecía poco probable. Lo más probable es que hubiera estado en más peleas de las que Selina había visto.
-No confío en nadie - ella dijo y lo siguió escaleras arriba -
-En esta ciudad no te culpo - dijo Ted y la condujo a través de una amplia puerta -
Había un gimnasio en el segundo piso. Nada impresionante, algunas pesas libres, una máquina de pesas singular, un par de sacos de boxeo y algunas colchonetas en el piso que parecían mucho más cómodas para arrojar contra el piso de madera de abajo.
-¿Ninguna barra de sushi, Ted? - ella bromeó -
-Odio el pescado crudo - dijo malhumorado, pero con una pequeña sonrisa -
-Entonces, ¿cuántas otras chicas han venido aquí? - preguntó ella, mirando a su alrededor -
En la pared del gimnasio (además del gran panel de vidrio espejado que tenía una telaraña de grietas a lo largo), había una docena de carteles pegados. La mayoría eran para eventos de boxeo. El campeón de peso pesado Ted Grant contra tal y tal, nombres que probablemente habrían significado algo para Selina si le importaran dos mierdas los deportes. Todos estaban viejos y descuidados.
Selina miró entre los rostros de los carteles y el de Ted Grant frente a ella. O Ted Grant Jr, pensó. Eso o parecía bastante ágil para alguien que fue el campeón mundial de boxeo de peso pesado en los años cuarenta y cincuenta.
Había un cartel, en condiciones especialmente malas, que no tenía ni el nombre ni la cara de Ted Grant. En cambio, era un póster de tamaño completo de un hombre disfrazado de gato azul. WILDCAT , decía ahí. Uno de los bichos raros de la era dorada de los vigilantes que cazaban comunistas, recordó Selina.
-No tienes que contestar si no quieres - Selina dijo, siguiéndolo a las esteras -Entonces, ¿me enseñarás a pelear?
-Por cien dólares la hora lo haré.
-¡¿Una hora?! - dijo ella, atónita. Selina no ganaba tanto con los clientes, y eso fue antes de que Stan se lo llevara todo. Lo poco que tenía lo había gastado en su apartamento o en alimentar a sus gatos - No tengo esa cantidad de dinero.
-No muchos lo tienen - Ted se volteo y vio su expresión - Relájate cariño. Tal vez califiques para un descuento... si hablas en serio - Ted sacudió los hombros y se dejó caer en lo que parecía una postura preparada -
-¿Cuánto de un descuento? - preguntó ella, copiando lentamente su postura -
-Hasta el cien por ciento si me impresionas -Ted movió el pie trasero una pulgada hacia la izquierda - Cincuenta si no me haces sentir que estoy perdiendo el tiempo.
-¿La mitad de descuento? - Selina logró levantar una ceja - No parece la mejor decisión comercial.
Ted se encogió de hombros.
-Para ser honesto, esto es más un pasatiempo de retiro.
En poco tiempo, Ted la instruyo en Jujitsu, Karate y Kapoeira. Ella aprendió rápido e inicio una relación bastante cercana con Ted, al que empezó a considerar un padre. Las cosas parecían ir bien, hasta que en una sesión de entrenamiento, Ted se despidió de ella al ver que había hecho un buen trabajo.
Selina se desplomó en el suelo del gimnasio de la casa de Ted. El estaba de pie sobre ella, con el brazo aún extendido por su último golpe.
-¡Levántate! - él le ordenó -
-No más - dijo Selina con fuertes respiraciones mientras se obligaba a sí misma a sentarse - Hoy no, no puedo hacerlo.
-Sí, puedes - insistió Ted -
-Estoy cansada, estoy mareada, no me siento bien - dijo Selina - ¡Ahora déjame en paz!
-Levántate y deja de lloriquear.
-No me estoy quejando. He llegado a mi límite. Regresaré y haré todo esto mañana si te hace más feliz.
-¿Mañana? - Ted se burló y se cruzó de brazos - El mañana es para los tontos de Las Vegas, y esto no es Las Vegas. Es Gotham City - Ted se agachó, agarró la muñeca de Selina con un doloroso agarre y tiró de ella para que se pusiera de pie -
-Ted... - Selina tiró inútilmente contra su agarre de hierro - Deténte. Estas hiriéndome.
-Bueno - su rostro era duro como la piedra -
-Suéltame - insistió ella -
-Libérate - le instruyó el - como te enseñé.
-No puedo - ella tiró inútilmente de su muñeca -
-Ni siquiera lo estás intentando - dijo Ted con una leve exasperación - Ahora suelta mi agarre.
-Te haré daño - advirtió Selina -
Ted sonrió ante eso.
-Esa es la idea - el hombre levantó su mano sin agarrar la muñeca de Selina y comenzó a clavar su pulgar en la palma de su mano -
-¡Para! - exigió ella con la voz aguda por el dolor - ¡Me estás lastimando! - Ted solo sonrió y hundió su pulgar con más fuerza. Selina giró como pudo, tratando de forzar su muñeca a través del espacio entre los dedos y el pulgar de Ted.
-¡ESO NIÑA! - con su otro brazo, Selina dirigió la fuerza de su giro hacia su codo que golpeó con todas sus fuerzas en uno de los riñones de Ted. El hombre dejó escapar un gruñido de dolor y su agarre se aflojó lo suficiente como para que Selina liberara su muñeca mientras él se doblaba sobre sí mismo -
-¿Ted? ¿Ted? Selina se volteo para mirarlo y se inclinó para estar más cerca a la altura de los ojos de Ted doblado y ayudarlo - Lo siento... sabía que estarías herido.
Ted la miró y sonrió a través del dolor.
-Yo también.
Una hora más tarde, Selina había terminado la sesión completa de entrenamiento que Ted la había obligado a hacer a pesar de que ambos sentían dolor. Estaba lista para irse a casa a darse una ducha terrible y una siesta rápida antes de que llegara la noche y tuviera que trabajar. Sin embargo, se detuvo en la puerta al salir.
Los carteles descoloridos de glorias pasadas aún colgaban de la pared, y en medio de ellos, el cartel de WILDCAT. No era una foto del viejo héroe, se dio cuenta Selina. Era un dibujo; el póster en sí medía dos metros de alto, casi del piso al techo, y el dibujo de Wildcat ocupaba la mayor parte, haciéndolo parecer más alto incluso que al metro ochenta de Ted. También era musculoso, con las líneas y curvas de su cuerpo mostrándose a través del traje que vestía. Debió haber sido más que ceñido, pues captaba cada detalle de sus abdominales.
Luego estaba el disfraz. Los disfraces ridículos habían sido una cosa de la Justice Society durante la Segunda Guerra Mundial. Recordaba las imágenes de una colorida princesa amazona cargando a la batalla junto a soldados regulares, un piloto bastante guapo, una chica alada, un tipo gigante con traje azul y aquel héroe al que llamaban Flash. Esas imágenes habían formado parte de un pequeño libro ilustrado que su hermana había recibido de su madre una Navidad. Selina había mirado por encima del hombro de su hermana mientras leían el libro juntas esa noche.
Wildcat no habría lucido fuera de lugar en ese libro junto a la princesa, la chica con alas y el velocista que había usado una camisa con un rayo y un cuenco de metal en la cabeza. Demonios, había sido hace tanto tiempo que bien podría haber estado allí y Selina simplemente lo había olvidado. Wildcat parecía dócil en comparación con algunos de los héroes que recordaba.
-¿Por qué WILDCAT? - preguntó Selina -
Ted se giró para mirar el cartel que ella estaba señalando y casi pareció fruncir el ceño. Volvió a desenvolver la cinta de boxeo de sus manos. Cuando no respondió, Selina se encogió de hombros y siguió adelante.
-Parece fuera de lugar. Un montón de carteles de tu papá, y luego viene lo tuyo - Ted le dirigió una mirada divertida antes de voltear hacia el cartel - Solía haber un momento en que casi todos los boxeadores tenían un cartel de Wildcat en sus paredes, entre sus carteles de héroes personales y quien fuera el campeón actual. Supongamos que fuera admiración por alguien que se convirtió en un superhéroe con nada más que un puñetazo.
-¿Nada de tonterías mágicas o algo así? - preguntó Selina. Ted negó con la cabeza -
-Tan solo era astucia, ganas de luchar y un disfraz.
-Huh - Selina miró hacia atrás de Ted al cartel - ¿Que le sucedió?
-Que no le sucedió...lo mismo que le pasó a todos los viejos héroes. El desapareció - Ted se encogió de hombros - Algunos murieron peleando una buena batalla. Pero la mayoría simplemente... se desvaneció. Tal vez alguien lo atrapó al final, pero lo más probable es que envejeciera y se retirara - Ted suspiró - como el resto de ellos.
-Parece... anticlimático - señaló Selina -
-La vida es así, niña. Te pasas la vida luchando por la grandeza, pero una vez que la obtienes, ¿entonces qué? Sigues los pasos de tu padre y te unes al ejército, al ver que eres de los mejores te meten a un programa experimental y te meten un suero inestable que acabara con tu vida a una corta edad, pero te mantendrá fuerte y listo por el tiempo que te queda. Salvas al mundo varias veces de los soviéticos y regresas a casa lleno de gloria, donde te conviertes en campeón de peso completo, ¿entonces qué? - Ted suspiro, parecía bastante triste. Para este punto, Selina se estaba dando cuenta de que Ted estaba hablando de el mismo y de sus glorias pasadas - Solo pasas desperdiciando tu tiempo, viendo a tus amigos envejecer y morir, para nunca volver a ser lo de antes. Wildcat murió de viejo... lo que tienes ante ti solo es un cascaron. Además, ya no es tiempo de héroes. No vuelvas por aquí, niña... odio encariñarme con la gente.
Selina miró a Ted, pero este parecía perdido en sus propios pensamientos, mirando el viejo póster de Wildcat y a los de su padre. Selina dio media vuelta y se fue, no sin antes mirar por última vez el póster de Wildcat y su máscara felina.
Tal vez los héroes estaban muertos, pero... Selina no necesitaba de un héroe.
***
Una noche, la vida de Selina cambio por completo. Estaba parada en su esquina cuando un auto se acercó a ella. El de la ventanilla le sonrió y le ordeno que subiera. Ella pensaba que sería otro cliente, sin nada en especial. No fue así. Ella lo reconoció casi de inmediato, era nada más y nada menos que Roman Sionis, el capo bajo la tutela de Carmine Falcone y delincuente emergente en el bajo mundo de Gotham. Selina se arrepintió de haber subido a su auto.
Roman tenía un aire de maldad pura, de prepotencia y de sadismo. Para cuando bajaron del auto, la había llevado a uno de sus edificios. Dos guardaespaldas los escoltaron hasta un lujoso departamento donde, al entrar, Selina estuvo más atemorizada. Armas y drogas por doquier. Parecía que los hombres de Sionis se preparaban para una guerra.
Entonces los guardaespaldas los dejaron solos y Roman la llevo a un cuarto mas apartado. Cuando Selina se quito la ropa y empezaba su rutina habitual con sus clientes, Roman la detuvo y le dio una caja negra. Al abrirlo, descubrió que era un traje de gato de cuerpo entero, con unas botas altas y una máscara. Roman ordeno que se lo pusiera, y que regresara con él.
Estando en el baño y viéndose completamente de frente al espejo, Selina casi se sintió como si fuera otra persona. Verse de frente, vestida en ese traje de cuero negro ceñido a su bien estructurado cuerpo, le hizo sentir una sensación de poder. Al salir del baño, noto que Roman también traía una máscara, pero esta era de ébano negro y tenía forma de calavera. "Vaya degenerado el que me vine a encontrar", pensó ella. Roman la acaricio con violencia y comenzó a suspirar con cierta furia.
Selina sabía que algo andaba mal con ese tipo. Su sospecha se confirmó cuando Roman la golpeo en el rostro sin motivo aparente. Selina respondió devolviéndole el golpe directo al estómago, pero ya no pudo escapar. Roman ordeno a sus hombres que entraran a la habitación, y estos alzaron sus armas casi al instante en que lo hicieron. Selina pensó que ya no tenía escapatoria, que era el final. Tanto para terminar acribillada por los asesinos de un pervertido con fetiches por mascaras.
Ella se preparó para lo peor y cerró los ojos. Entonces ocurrió un milagro.
Se escuchó una fuerte explosión en la puerta del apartamento, seguido de disparos y golpes fulminantes. Roman Sionis y sus hombres se pusieron a la defensiva, esperando que los problemas vinieran de la puerta del cuarto. Pero no fue así.
La figura con silueta de murciélago destruyo la pared lateral, envolviendo como una sombra a uno de los asesinos. Selina estaba un poco herida, pero se puso de pie. Rápidamente se movió hacia los asesinos de Roman, y en conjunto con el hombre con silueta de murciélago, golpearon a los hombres de Sionis, dejándolos inconscientes o retorciéndose de dolor al poco tiempo. Selina apenas y se llevó un ligero corte en la mejilla que uno de los asesinos de Sionis le dio, pero ella le devolvió la agresión, con una patata en el rostro.
El vigilante enmascarado estaba a punto de golpear a Sionis, pero Selina lo aparto y ella se encargó de él.
De un golpe directo a su cara, le destrozo la máscara de ébano negro. Lo dejo noqueado y en el suelo. Entonces ella se volteo para enfrentar al vigilante; Batman. El nombre infundía miedo en el inframundo criminal, pero no en Selina. Le lanzo su puño, pero él lo atrapó y después la soltó gentilmente.
-No necesitaba tu ayuda. Me las podía arreglar yo sola - Fue lo que ella le dijo -
-Eso no es lo que me pareció - Su voz era como cuchillos afilados, fría y directa -
Selina pudo ver una billetera gorda en el saco de Roman Sionis, aun en el suelo. Giro sobre sus talones y la recogió. Estaba dispuesta a llevarse el dinero, lo que finalmente hizo.
Y no solo saco la billetera de Sionis, sino también las de los demás matones. Mientras Batman estaba distraído buscando algo que Selina no comprendió, ella tomo una bolsa de tela que vio mal puesta y empezó a vaciar a todos de sus billeteras; sacándoles los fajos de billetes y los billetes sueltos, y metió todo a la bolsa sin darse cuenta de cuánto dinero había echado ahí.
-No puedo dejar que te lleves eso - menciono el vigilante dándose la vuelta al ver lo que Selina hacia -
-Después de la noche que tuve, creo que me lo merezco - ella trato de alejarse de nuevo, pero Batman volvió a sujetarla por el brazo -
La expresión en la parte visible de su rostro era de indiferencia, pero a Selina la hizo sonreír. Extendió la mano asumiendo que ella le daría la bolsa con el dinero. Selina tuvo que pensar rápido, así que hizo lo único que pensó que funcionaría. Uso el elemento sorpresa. Agarro la parte de atrás de su cabeza y lo atrajo hacia ella, dejando que sus labios se tocaran. Sintió su cuerpo congelarse y la hizo sonreír en el momento.
Rompiendo el beso ella camino hacia atrás, y bajo por la escalera de incendios, dejando a Batman en el apartamento.
Estando en la calle, Selina miro hacia arriba en el cielo y vio la señal que llamaba el nombre de Batman.
El cruzado de la capa le había dado una idea. Su traje lo mantuvo oculto de los delincuentes y villanos que intentaban atraparlo. Probablemente ya tenía múltiples enemigos, pero ninguno de ellos sabía quién era ni dónde encontrarlo.
Selina ya había ganado múltiples enemigos, al menos los que ahora estaban en prisión como Roman Sionis. Pero... ¿Y si Batman la atrapaba? Lo más probable es que ella pudiera escapar, pero él sabría automáticamente cómo encontrarla con solo hacer coincidir un nombre con una cara.
Tendría que tener una cara y un nombre diferente.
Esa misma noche, se encontró con un gato negro de camino a casa y la inspiración llego a ella.
Llevó al gato a su pequeño apartamento en el East End y diseñó su disfraz. El traje de cuero negro que Sionis le había dado. Lo ajusto bien para que le quedara al ras de su su cuerpo, mientras que tomo unos guantes de tela y les añadió cuchillas en los dedos para usarlos como armas.
Ahora solo faltaba una cosa para completar su look. Necesitaba una máscara que mostrara su fuerza y dominio e intimidara a los que estaban delante de ella. Selina comenzó a tomar las piezas sobrantes de PVC y a coser una máscara. Cortó grandes agujeros para los ojos en ella. Pensó que parecía una máscara de bondage, hasta que su gato comenzó a maullar, y luego Selina agregó una característica adicional a su máscara... orejas de gato. Al final de la noche, Selina sonrío mientras miraba el resultado final de su trabajo.
***
Se levantó y miro hacia Gotham City, percatándose de que el bar Red Triangle; que era el establecimiento de Stan estaba en funcionamiento. Vacilando un momento, Selina instintivamente agarro el disfraz y comenzó a ponerse todo, deslizándose en su catsuit, poniéndose los guantes ajustados y atándose las botas. Entonces se deslizo la máscara sobre su cabeza, cubriéndole el rostro. Se miró en el espejo y nuevamente se asombró de cómo se veía. Ni siquiera se reconocía a sí misma y se sintió como una persona diferente.
Selina salió de su apartamento por la escalera de incendios y subió al techo de su edificio para pasar su primera noche al acecho. A pocas cuadras en el Red Triangle, los miembros de la pandilla de Stan estaban causando estragos y sobrepasándose con las muchachas del lugar. Selina corrió y salto de azotea en azotea. Se detuvo en lo alto de un tejado para tomar un respiro y miro hacia los desastres de abajo. Pensó en cómo más de uno se habían aprovechado de su debilidad cuando era tan mansa como antes. Enfurecida por la idea, pensó que se vengaría y les mostraría quién se aprovecharía de quién.
Corrió rápidamente hacia el lado del acceso al techo del bar cuando la puerta se abrió. Dos matones salieron ebrios arrastrando bolsas grandes sobre sus hombros. Selina rápidamente se inclinó hacia los matones mientras giraban la cabeza hacia ella sorprendidos por la elegante figura negra. El matón más cercano a ella fue demasiado lento para reaccionar cuando Selina rápidamente mostro sus garras caseras y le corto la cara. El hombre se tambaleo hacia atrás cuando dejó caer su bolso y se llevó las manos a la cara sangrante. Selina lanzo rápidamente una ráfaga de patadas en su abdomen con sus tacones afilados para que luego cayera al suelo con fuerza. El matón estaba rodando de dolor en el suelo con las manos en la cara. Mientras tanto, el segundo matón ya había dejado caer su bolsa e intento patear salvajemente a Selina en el estómago. Sin embargo, ella lo esquivo gracias a sus buenos reflejos, aunque por poco. Rápidamente le rajo los ojos, incapacitándolo al instante.
De repente, escucho pasos que subían desde las escaleras. Salió otro miembro de la banda vestido con un abrigo rojo, un sombrero de copa negro y un látigo negro envuelto en el hombro. Selina mostro sus garras y se dio la vuelta con las manos extendidas hacia los costados y las piernas separadas. El matón miro con horror la escena de los dos secuaces matones en el suelo y luego la miro a ella. Fue consciente del peligro potencial de la situación, pero no pudo evitar sentirse atraído por el hermoso cuerpo apretado y brillante de la misteriosa mujer.
Selina solo sonrío cuando el tipo del abrigo rojo comenzó a caminar lentamente un poco hacia ella con confianza. Mientras lo hizo, el hombre comenzó a desabrochar el botón en su hombro sosteniendo el. Selina noto el látigo y de repente se sintió intrigada por él. Rápidamente se movió y lanzo una rápida patada entre sus piernas. El hombre fue sorprendido por el golpe pero no cayo. Selina le dio otra patada feroz a sus bolas y esta vez el cabecilla dejo escapar una bocanada de aire y cayo de rodillas. Sus manos instintivamente fueron a proteger su entrepierna.
Selina tiro rápidamente de él por el cuello de su abrigo y lo empujo contra la pequeña pared junto a la abertura de la puerta. Ella río mientras intento darle algunos golpes de rodilla en las bolas. Pero el matón se esforzó por luchar contra el intenso dolor de los primeros golpes. Selina se dio cuenta y uso con fuerza su mano izquierda para alejar al hombre de su confort, así que tomo el látigo aún envuelto en su hombro.
-Creo que esto se ve mejor con mi atuendo que con el tuyo - dijo ella justo cuando le quito el látigo del hombro, dejando de forcejear y dándole un puñetazo rápido en la cara que le hizo rebotar la cabeza contra la pared, dejándolo inconsciente -
Mientras el hombre yacía en el suelo, Selina desenrollo el látigo y lo miro. Le encantaba el aspecto y la sensación que tenía en sus manos.
-Mmm... una chica tiene que usar accesorios - dijo en voz alta mientras sonreía maliciosamente sobre cómo podría usar el látigo -
Rápidamente enrollo el látigo alrededor de su cuerpo, dejando que el extremo del látigo pareciera una cola, haciendo que su cuerpo adoptara una forma más felina. Mientras envolvía el látigo alrededor de su cuerpo, comenzó a escuchar los ruidos de golpes y disturbios dentro del bar, como de costumbre. Era Stan, que estaba en su despacho en el piso de arriba. Estaba discutiendo con una de las niñas cuando de repente se dio cuenta de la escena en la calle con sus secuaces derribados.
-¿Y qué tenemos aquí? Una chica nueva en la ciudad... - dijo Stan, sacando una navaja -
Selina se dio cuenta de que el proxeneta la observaba y decidió que le haría una pequeña visita. La noche aún era joven y Selina hizo una pausa para recuperar la cordura antes de entrar al bar. El olor a cigarros y alcohol inundo sus fosas nasales casi al momento de entrar al lugar.
Ahora todo eso la asqueaba más que nada.
Al momento de entrar al despacho de Stan, se topo con este, que trataba de usar de rehén a una niña rubia de alrededor de unos catorce o quince años. Stan alzo su navaja y apunto al cuello de la niña, pero Selina reacciono al instante y se lanzó hacia el con sus garras en alto. El proxeneta cayó al suelo al momento de recibir el impacto de Selina.
Stan trato de levantarse, estando un poco desorientado pero preparado para pelear con ella. Selina, actuando un poco juguetona, quiso provocarlo... hacerlo enojar y recordándole que ella lo había vencido.
-Me encanta que un idiota como tu este ahí tirado en el suelo como la cucaracha que es. Esto es lo que te mereces por ser de lo peor...
Y entonces golpeo a Stan repetidas veces en el rostro, para terminar empujándolo contra una un sofá de la habitación.
-Obtendrás lo que te mereces - y entonces, Selina levanto su mano derecha y lanzo sus garras hacia la mejilla derecha de Stan -
Antes de que el proxeneta lanzara su grito de dolor, Selina ya había tomado a la niña de la mano y habían salido del bar a toda prisa.
Estando en un callejón aledaño, ambas pararon de correr y Selina miro el rostro de la niña a la que acababa de salvar. Era rubia y tenía un rostro muy bonito, casi parecido al de su hermana, con la diferencia de que Maggie era pelirroja. Casi de inmediato le recordó a ella misma y supuso lo que Stan y sus subalternos le querían hacer. Solo era una niña que había caído en las garras del crimen organizado de la ciudad, como ella. Solo que esta vez, la niña tenía a alguien que la iba a ayudar.
-Gracias... señorita - agradeció la niña, casi estupefacta a lo que acababa de ver -
-Agradéceme no volviendo a ese lugar, ¿de acuerdo? - Selina sintió curiosidad. Quería saber el por que Stan tenía a la niña con el - ¿Por qué estabas ahí?
-Me escape del orfanato. No nos trataban bien ahí a mi y a mis amigos. Llegue al bar por que decían que ahí había trabajo... pero no era del decente.
-Lo comprendo - dijo Selina mientras se quitaba la máscara, revelando sus facciones hermosas y dejando que su espeso cabello negro se soltara al viento - Soy Selina Kyle - dijo ella tendiéndole la mano -
-Me llamo Holly Robinson - respondió la niña al saludo de Selina -
-Puedes venir conmigo si quieres. Es hora de que tomes las riendas de tu vida.
***
Era una hora más tarde, casi las tres de la mañana y Selina estaba sentada en la ventana de la habitación de su apartamento. A través del cuarto, podía ver a Holly acurrucada en la cama. La niña parecía normal e ilesa a través de la vista de Selina, lo cual fue un alivio.
Lentamente, Selina se quitó la máscara de gato y se retiró del borde del marco de la ventana. Desvió su atención de la niña y abrió la bolsa que había sacado de aquella ocasión en que escapo de los hombres de Black Mask: había más de dos docenas de pequeños fajos de billetes de todos los valores mezclados. Nunca había visto tanto dinero en un solo lugar fuera de una película. Era suficiente, tenía que serlo. No sabía qué haría si no lo era.
Una ráfaga de viento frío sopló sobre los tejados de Gotham.
Con cuidado, desenvolvió el primer paquete. Era una mezcla de billetes de cinco, diez y veinte, perfectamente organizados por denominación. Lo hojeó, teniendo que hacerlo dos veces para asegurarse de que sus matemáticas de secundaria se mantuvieran. Fueron doscientos dólares exactos. Selina deseó tener una hoja de papel y una calculadora. En su lugar, se dedicó a sacar cada billete de veinte dólares de cada fajo y ponerlo todo en una pila contable.
Media hora más tarde, había terminado y estaba libre. Aproximadamente la mitad de todos los billetes en la bolsa estaban frente a ella en más de una docena de pequeños paquetes de veinte billetes. Veinte dólares por billete, veinte billetes por paquete, trece paquetes frente a ella y siete billetes sobrantes como repuestos. Eran cinco mil trescientos cuarenta dólares. Selina miró la bolsa, probablemente todavía había mil dólares allí al menos en otros billetes, tal vez dos si tenía suerte.
Selina guardó con cuidado su premio, asegurándose de que todos los billetes regresaran a su bolso, y sacó la máscara. Sostuvo la pequeña máscara de gato hacia el cielo nocturno y observó cómo la luz de la ciudad y la luna se reflejaban en el suave cuero.
-Tú y yo... - dijo Selina - Vamos a llegar bastante lejos.
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