Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14

Veinte minutos antes de llegar a su destino, Bruce abrió los ojos.

Selina estaba acurrucada en el asiento frente a él, dormitando ligeramente. Ella lo descubrió. Ella sabía quién era él.

"Bruce"

Mientras el avión surcaba los cielos del Océano Pacifico, Bruce estaba perdido en sus pensamientos. La forma en que había dicho su nombre había enviado ondas frías de electricidad a través de su cuerpo, una mezcla de emoción y terror. ¿Cómo? ¿Cómo lo averiguó? Como todas las cosas de Selina, estaba seguro de que no podía empezar a adivinarlo.

Era peligroso para un adversario conocer su identidad secreta. Ella podría exponerlo a rivales mucho más mortales que ella, y una vez que sabrían que Bruce Wayne era Batman, no se necesitaría mucho para conectarlo a Dick, Alfred e incluso a Barbara con sus diversos alter egos.

Por tonto que fuera, no creía que ella olvidaría lo de su identidad. Era imprudente creer que era digna de confianza sin pruebas. No podía creer que ella alguna vez lo traicionara. No quería creerlo.

Su nombre en sus labios lo había frotado en carne viva y lo había dejado tan sensible como un nervio expuesto. También lo excitó, dejó su cuerpo boca abajo y listo como antes de una batalla. A él le agradaba. Mucho. Le gustaba su mente astuta y su disposición a hacer lo que fuera necesario para hacer el trabajo. Le gustaba su humor, su inteligencia y la descarada sexualidad que lucía sin vergüenza ni timidez. Sí, era hermosa y hasta más que la amazona que se había vuelto su amiga de armas, pero además de todo eso, realmente le agradaba. Selina rompió cada uno de sus caparazones e hizo que su corazón latiera con fuerza. Ahora que ella sabía quién era, tal vez...

Estaba siendo tonto. No había nada más fuera de su cruzada por la justicia. No podían llegar a más. Y entonces la luz verde en el avión se prendió, pues ya habían llegado a su destino.

-Selina – dijo Bruce un poco más brusco de lo que pretendía, sacudiendo ligeramente el hombro de ella con la mano – Es hora.

La isla "Mcarthur" estaba casi en medio de la nada, pero era importante ya que en ella estaba el volcán inactivo mas grande en las islas Hawaianas, y esta se alzaba sobre el campo oscuro y los cielos anaranjados del horizonte.

-¡A las tres! – Batman grito por encima del rugido del viento que azotaba al avión que se movía rápidamente – Uno... dos...

Catwoman sonrió y saltó del avión.

-Tres – murmuró Batman –

-Que interesante tu novia, ¿ehh? – Dijo Hal a través del comunicador –

Batman solo alzo los hombros y sonrió sarcásticamente, para después saltar al aire frío de la noche.

Una vez sus pasajeros brincaron, Jordan aceleró y voló el Flying Fox fuera de la vista en cuestión de segundos. Cayeron en la noche silenciosa, con nada más que con las estrellas y la luna iluminando las montañas.

El viento frío pasó por el rostro de Selina mientras cerraba los ojos, permitiendo que lo que sintiera se precipitara a través de ella, acelerara a través de su cuerpo y la dejara sin aliento. En los últimos días, todo lo que sentía por Batman o Bruce se reavivo. A ella le agradaba. Desearlo era una cosa que podía atribuirse a la lujuria. ¿Pero le gustaba? ¿Le gustaba la forma en que sonreía, le gustaba el tono suave de su voz cuando se burlaba de ella, le gustaba su ingenio, su inteligencia? Eso era más que lujuria, más que sexo, más que deseo. Fue peligroso. Eso la asustó. Y Selina Kyle no se asustaba fácilmente.

¿Había algo más para ellos que la sencilla asociación que habían desarrollado durante los últimos días? ¿Podría haber más?

Selina despertó de su trance y abrió los ojos. No podría haber más para ellos. Con el tiempo, esta misión terminaría y debería pasar al siguiente trabajo, el siguiente objeto brillante que necesitaría un nuevo hogar. Continuaría en su búsqueda solitaria autoimpuesta de justicia. Nunca volverían a estar en esos tejados, jadeando bajo la lluvia, medio enloquecidos por el deseo y la necesidad. Su momento había pasado. Fue lo mejor. Significaba que tenía razón al dejar Gotham. Y cuando todo esto terminara, le resultaría mucho más fácil robar el rubí real como había planeado originalmente.

Batman le dio el pulgar hacia arriba y tiraron de sus cuerdas del paracaídas en perfecta sincronía; con sus paracaídas mezclándose con el cielo nocturno mientras se desplazaban. Aterrizando en una pequeña playa, recogieron su equipo y corrieron a cubrirse. El suelo rocoso aún no estaba cubierto de arena, por lo que no tendrían que preocuparse por sus huellas hasta que subieran más arriba de la montaña.

-¿Estás bien? – preguntó Bruce en voz baja cuando estuvo a salvo bajo las palmeras –

-Mejor que la última vez, fue divertido – bromeó Selina, mostrando una sonrisa de un millón de dólares en su dirección. Ella lidiaría con sus sentimientos más tarde, se regañaría a sí misma por sentir algo en primer lugar. Lo haría en algún lugar lejos de él. Ahora mismo tenían un trabajo que hacer –

-Cinco horas hasta el amanecer. Vámonos – dijo Batman al momento en que ambos se echaron las mochilas al hombro para iniciar la larga subida a la montaña –

Caminaron en silencio durante horas, los sonidos naturales de la montaña era su banda sonora. No hubo paradas para descansar, ni hablaron, solo un gran avance en sus pisadas. Se comunicaron a través de señales con las manos y leves giros de cabeza. No se comunicaron de esa forma antes del avión, simplemente lo hicieron. Vino de forma natural. Estaban en la misma sintonía sin siquiera intentarlo. Una vez más les fascinaba la facilidad con la que trabajaban.

El cielo nocturno estaba adquiriendo el tinte purpúreo revelador del amanecer cuando llegaron al borde de un gran desfiladero. Pararse en ese desfiladero cuando el amanecer comenzaba a pintar el cielo era como estar en el borde del mundo.

Según la computadora del guantelete de Batman, estaban a 750 pies por encima de su objetivo: la legendaria "Cueva del Ahogado". La isla había sido una base de submarinos experimentales durante la Segunda Guerra Mundial, pero a leyenda decía que la isla albergaba de todo, desde dioses antiguos hasta reliquias milenarias. Algunos incluso dijeron que la cueva a donde debían de llegar, albergaba un manantial que daba vida eterna a quienes se bañaban en sus aguas. Si su corazonada era correcta, Ra's estaría dentro o cerca de la cueva. Con suerte, también lo estaría la biotoxina.

El plan era llegar a la cueva desde arriba, dándoles ventaja sobre el terreno y un lugar para inspeccionar la escena. Cayendo boca abajo, se arrastraron como soldados hacia el borde del acantilado. Una vez allí, dijo al otro lado del desfiladero.

La fachada de una enorme fortaleza había sido grabada en la pared rocosa, con pasarelas, columnas y aberturas en forma de ventana. La gran estructura militar mostraba antiguas técnicas occidentales con estética tradicional y más abajo en la playa oeste, había una base militar que de seguro albergaba al grueso de las tropas de la Liga; un verdadero monumento a la antigua base militar que aseguro la victoria Aliada contra los japoneses. Una docena de hombres vestidos con keikogis negros y máscaras a juego patrullaban las rocas y vigilaban la entrada principal, con armas de asalto en las manos. Eso iba a ser más difícil de lo que pensaba.

-Necesitamos encontrar un lugar para vigilarlos – le susurró el al oído de Selina –

Ella se tensó, casi como si hubiera reprimido un escalofrío. Miró a su alrededor en su lado del desfiladero. El acantilado estaba al tope de cuevas y hendiduras. Vieron una que estaba medio escondida detrás de un árbol desordenado que crecía en las rocas escarpadas. El amanecer se acercaba rápidamente. Tendrían que entrar en la cueva más pequeña antes de que saliera el sol o serian descubiertos. Batman hizo un gesto hacia la cueva con la barbilla y ella asintió, dejando caer su mochila al suelo para buscar la cuerda.

Se ataron a la cintura, dejando suficiente espacio entre ellos para moverse. Batman estaba preocupado de que el sonido de su garra alertaría a los hombres de la Liga con su presencia, por lo que hizo girar un ancla de escalada con garras en varios círculos cerrados antes de dejarla volar. Se trabó de forma segura en la pared rocosa. Le dio algunos tirones antes de empujarse hacia la cueva. Los restos de las rocas cayeron ruidosamente por la ladera de la montaña cuando Batman los escalo con las botas de agarre. Miró a Catwoman: estaba preparada y sujetando la cuerda en caso de que resbalara. Después de meterse en la cueva, ella lo siguió; más ágil y rápida en su ascenso de lo que jamás hubiera esperado ser.

La cueva era más ancha en la parte inferior que en la parte superior, como un vaso de precipitado. La parte inferior más ancha dejaba espacio para sentarse y acostarse con relativa comodidad. Tumbados boca abajo, tocándose suavemente los hombros, miraban hacia la fortaleza.

-Nos moveremos al anochecer. Hasta entonces, hay que vigilar. Deberías descansar un poco...

-¿Tú que tal? – preguntó Selina, hablando por primera vez desde que comenzó su ascenso –

-Estoy bien – Él estaba mintiendo –

-Haremos turnos. Tú tomas la primera guardia, yo tomaré la segunda – dijo Selina, ahogando un bostezo y colocando su mochila debajo de su cabeza – Despiértame si pasa algo.

***

Bruce no se dio cuenta de que ella se había quedado dormida tan rápido hasta que se acurrucó contra él, temblando ligeramente por el frio viento de la montaña. También vestido solo con el traje táctico, Bruce había guardado su capa en su mochila. La sacó y la extendió sobre Selina. Le acarició la mejilla levemente con el dedo índice antes de voltearse hacia el castillo, con los ojos pegados a los binoculares.

Hombres enmascarados con rifles AR-15 colgando holgadamente sobre sus hombros caminaban por las terrazas construidas en el acantilado. Ra's prefería las viejas costumbres, pero ni siquiera él se arriesgaría con un Pozo de Lázaro.

Bruce se chupó los dientes mientras el sol avanzaba lentamente por el cielo. Silenciosamente se recolocó lo mejor que pudo: Selina estaba acurrucada contra su costado y no quería despertarla, pero aún le dolía la pierna por recibir la bala de Red Claw. Se sintió bien tenerla a su lado, incluso si su cuerpo estaría rígido como el infierno cuando se pusiera de pie.

Ella se movió y abrió los ojos aturdida.

-¿Tu turno? – murmuró ella somnolienta, apretando la capa –

-Solo han pasado dos horas – dijo Bruce en voz baja, sin dejar de mirar a los hombres del otro lado del desfiladero –

-No necesito dormir mucho – respondió Selina, estirándose – Gracias por la manta.

Bruce no dijo nada. Escondió su sonrisa mientras buscaba algo en su mochila.

-¿Gorp? – preguntó el, ofreciéndole una bolsita de mezcla de frutos secos con un alto contenido de proteínas. Alfred realmente pensó en todo. Por lo general, se negaba, pero sabía que necesitaría energía para la noche y aceptó un poco de la mezcla –

-¿Cómo sabías que Ra's vendría aquí? – preguntó Selina mientras tomaba un puñito del alimento que Bruce le ofreció –

-Me encargo de saberlo todo – dijo el con la boca llena de almendras y pasas –

-Sabes, podrías contestar la pregunta sin ninguna mierda sarcástica – Selina volvió a picarlo. Él sonrió –

-Tengo buenas fuentes.

-¿Confías en ellos?

-Pago demasiado bien como para que me mientan.

-Ah, dinero. ¿Hay algo que no pueda hacer? – bromeó ella –

-Este lugar tiene las condiciones geológicas requeridas para un pozo de Lázaro – Bruce cambio de tema –

-¿Por?

-Esta montaña es un estratovolcán inactivo, formado a partir de lava y ceniza volcánica, y reside en un área geográfica de alta actividad de placas tectónicas; todas las cuales son características típicas de los pozos que he visto en el pasado. Agrega la leyenda sobre un manantial en lo profundo de la cueva que otorga vida eterna a quienes se bañan en sus aguas, y tienes un lugar perfecto para Ra's Al Ghul.

-Detective, geólogo y mitólogo. Estoy impresionada, guapo. ¿Hay algo que no sepas? – preguntó ella, con los ojos brillantes –

-¿Cómo lo averiguaste? – Bruce se refería a su identidad –

Masticando pensativamente una almendra, Selina estudió su rostro encapuchado, la barbilla de una semana era más que evidente en él.

-¿Quieres decir además del baño de calidad HGTV dentro de una cueva, los aparatos caros o Alfred? – ella preguntó. Él no respondió – Tu barbilla...

-¿Mi barbilla? – preguntó Batman sin comprender. Sonriendo, Selina comenzó a quitarse el guante derecho de sus delgados dedos –

-¿Has jugado al póquer? Supongo que sí. Todos tenemos algo que contar, algo que nos hace saber a los otros jugadores lo que estamos sosteniendo. Cuando vi tu barbilla de cuatro días en Bruce Wayne, no pensé mucho en eso – dijo, acercándose a él – Pero en Batman está fuera de lugar. ¿Por qué un hombre que pasa sus noches lidiando con la posibilidad real de recibir un puñetazo en la cara se afeita la barbilla como para querer lucirla en su vida diaria? Solo hay un tipo al que le queda bien esa barbilla de cuatro días... y ese eres tú, Bruce.

-¿Qué vas a hacer con esta información, Selina? – preguntó el; su voz era tranquila –

Ella soltó su labio inferior, su pulgar se deslizó hacia abajo para descansar en su fuerte barbilla. Sus ojos trazaron las líneas de su boca, su rostro estaba tan cerca de él que podía sentir su aliento en su piel. Permaneciendo perfectamente quieta, Selina esperó y miró.

-Cuando trabajo, tengo un contrato o estoy buscando un día de pago – dijo ella, con voz de ensueño mientras miraba su boca – Pero a veces me encuentro con algo tan único o raro que no puedo separarme de él. Esas son las cosas que me guardo para mí. Las cosas realmente especiales – El anhelo hizo eco en sus ojos, quería besarlo. Quería que el la besara –

De repente, ella sonrió tímidamente y apartó la mano de su rostro. Rodando lejos de él, la distancia parecía más amplia que el desfiladero que estaban mirando. Entonces se puso el guante de nuevo.

-No me preocuparía que nadie más se diera cuenta. Supongo que tus otros adversarios no están tan familiarizados de años con tu boca como yo – bromeó ella, metiéndose un poco más de la mezcla de frutos secos en la boca –

Cualquier momento que acabara de pasar entre ellos había terminado, pero ese momento le había dejado con una prueba indiscutible de que ella no le diría a nadie quién era. Él le creyó. Él le creyó de la misma manera que creía en la justicia de su causa.

Debería ser incómodo, este silencio entre ellos después de todo. En cambio, fue reconfortante. El la había extrañado, había extrañado todo sobre ella. Ella también lo había echado de menos.

-Yo... – dijo Bruce, apagándose mientras se miraban el uno al otro en la oscuridad –

Todo cedió. Todo lo que se había dejado de lado durante la misión: la lujuria, la atracción, el afecto real por el otro; ahora estaba en la superficie, ardiendo en sus ojos, haciéndoles difícil el respirar.

No dijeron una palabra. No había nada que pudieran decir para transmitirse cuánto se habían echado de menos, cómo su ausencias habían dejado una parte de ellos que no sabían que existía ahora bastante completas. Así que Bruce se aproximó a Selina y solo la besó.

Ella le devolvió el beso y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, su cuerpo presionado contra el de él. El beso la atravesó, debilitándola, haciendo que los dedos de sus pies se enroscaran en sus botas y provocando que los tendones de sus dedos se contrajeran en puños débiles.

De alguna manera la mantuvo erguida mientras luchaba contra el impulso de fundirse en él, de caer de rodillas y de ahogarse en Bruce allí mismo, en su piso de piedra. Fueron impulsados ​​por lo que habían querido durante tanto tiempo: ser uno, unidos en los labios y las caderas, con la respiración y los gemidos entrelazados. Pero en el momento solo eran sus labios apretados y sus lenguas bailando en un ritmo perfecto.

Ella buscó una forma de sentir su piel dentro de su traje. Había sentido la calidez sólida de Bruce Wayne en el pasado, conocía el calor estriado de Batman desde las azoteas. Pero por esta mañana ninguna de las dos sería suficiente. Esta noche, Selina solo quería a Bruce. Solo a Bruce.

-Acepto al Murciélago... pero quiero al hombre – le susurró Selina; sus garras estaban raspando el símbolo del murciélago estampado en su pecho. Asintiendo una vez, hicieron un breve trabajo en ambos trajes –

Los dedos de Selina recorrieron su pecho, recorrieron el cuerpo del hombre del que había huido y en el que había confiado, el cuerpo con el que había luchado y pronto, había amado. Ese hermoso cuerpo magullado, lleno de cicatrices. La herida de bala en su muslo estaba teñida del rosa de la carne recién curada. Hizo una nota mental de ser amable con sus heridas recientes y presionó sus labios contra los de Bruce.

Sus labios se separaron mientras el pasaba las yemas de los dedos sobre sus hombros. Ella era suave y flexible, su piel cálida y acogedora, como siempre lo había sido. Todo en ella era perfecto, incluso las cicatrices en su alma, las cicatrices que nadie en esta vida podía evitar y que Selina nunca había podido curar.

Mirándola a ella con los ojos verdes entornados, los labios entreabiertos con anticipación, sintieron una opresión en el pecho. Él había querido esto, quería a esta mujer que lo sorprendía a cada paso y hacía que su corazón latiera con fuerza mientras la perseguía por la ciudad. Mientras estuvieron juntos, se encontraron deseando algo más que sexo. Eso no sería suficiente para ellos. Y eso estuvo bien.

-Selina... – susurró el, con su "corazón en la mano" y su rostro completamente abierto –

-Bruce... – susurró ella sonriendo, con el rostro igual de abierto. La expresión de su rostro era la misma que la que tuvo en el Batwing. De preocupación sincera, de amor –

Y finalmente, esa cueva fue testigo de la unión de dos seres que compartían su dolor en perfecta sincronía, pero que a la vez eso los había unido, y finalmente su amor hizo que ambos se encontraran.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro