Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13

En los últimos dos años, Selina había llegado a odiar a Catwoman. Sabía que eso ponía en duda su cordura, pero francamente ya no le importaba. Se suponía que Catwoman era un escape para ella, una expresión pura de su libertad, pero se estaba convirtiendo en una trampa.

Todo fue culpa de Batman. Había estado evitándolo desde lo que sucedió con su hermana y también él había estado evitando a Catwoman. Cuando Selina tenía información o iba a apoyar a los justicieros, por lo general Batman enviaba a Batgirl o Robín a hacer el trabajo sucio por él.

Cuando Batman la buscó, bueno, no fue lo mismo. No hubo insinuaciones ni gato y ratón (o más exactamente, gato travieso y murciélago rudo). La chispa se había ido. No, eso era mentira. Quedaba mucha chispa entre ellos. En realidad, probablemente era peor ahora que sabían exactamente lo que sentían, lo que se estaban perdiendo y Batman que conocía toda la historia completa de Selina. Fue un conocimiento agridulce en el mejor de los casos.

Porque cada vez que Batman la veía ahora, siempre ponía una distancia segura e insistía en hablar sobre la lucha contra el crimen y nunca sobre él. No, Batman solo le pidió su opinión a Selina sobre Riddler y sobre las drogas de Black Mask.

La siguiente pista sería pedirle ayuda para detener la última ola de asesinatos de Hush. Y lo que la mató fue que lo ayudó; se estaba convirtiendo en una parte más de la familia Bat, asumiendo el papel de la criminal reformada, o al menos de informante. Eso sí, sin dejar de ser una ladrona. Lo único que realmente agradecía era que estaba volviendo a hablar con su hermana Maggie, ahora recuperada.

¿Qué era lo siguiente? ¿Estaría vigilando su propia porción de Gotham para patrullar? ¿Empezaría a recibir a un "gatito", como el "petirrojo" de Batman?

Sobre su cadáver.

Lo que llevó al segundo problema de Catwoman, si los otros villanos se enteraran de la verdadera naturaleza de su relación con Batman, por decirlo suavemente, no sería bien visto. La enjuiciarían y no era como cuando el vecino de al lado chismoseaba sobre el vigilante enmascarado que iba y venía a todas horas a tu pent-house. La matarían, y de una o mil formas muy horrendas.

Ella no les tenía miedo, por decirlo de algún modo. Ella se defendería de ellos; haría restallar su látigo y usaría sus garras lo suficiente como para silenciar cualquier charla sobre su ternura (ya que ella no mataba) o sus sentimientos por el Murciélago (que insinuarse en su presencia era una forma bien conocida).

Pero su dureza exterior no pudo detener las pesadillas. Su favorito (o al que más temía) era al Joker, vestido con toda la indumentaria de juez (peluca blanca, túnica negra), golpeo un mazo chirriante y la sentencio como culpable.

Harley Quinn, vestida como una policía traviesa, se acercó, hizo retumbar los puños y dijo:

-Lo siento, Kitty. Supongo que deberías haber mantenido las patas por encima del cinturón, ¿eh? – Selina miró hacia arriba y vio que sus compañeros en el banquillo del jurado eran pingüinos –

Tan pronto como las esposas desaparecieron, las enredaderas verdes la envolvieron. Atrapada, Poison Ivy se acercó a ella y luego jugueteó con su cabeza mientras le aseguraba:

-No te preocupes, esto no dolerá ni un poco.

Cuando terminó, Riddler se acercó.

-Adivina esto: ¿qué obtienes cuando cruzas un gato con un murciélago? – Se inclinó y la golpeo en el estómago con su bastón. Ella se dobló de dolor y él respondió – Una mujer muerta.

El siguiente fue Mr. Freeze, quien simplemente la miró con simpatía y le puso una mano fría en el hombro.

-La vida, el amor... solo trae dolor después de todo.

Ahora era el turno del Espantapájaros. Él no dijo nada; simplemente la roció con su gas y ella revivió cada horrible momento de su vida. Y estaba severamente deprimida por la gran cantidad de eventos negativos cuando se recuperó.

Finalmente apareció Two-Face, apuntándole con una escopeta de dos cañones. Lanzó su moneda y un instante de remordimiento pasó por su rostro antes de apuntar.

-Lo siento, niña. La mala suerte nos alcanza a todos tarde o temprano.

Sintió el desgarro en el estómago cuando las enredaderas se aflojaron. Y luego Ivy le susurró al oído:

-¿Quién es la de las garras ahora?

Luego cayó en un pozo, donde pudo escuchar a Killer Croc gruñendo, listo para darse un festín.

Vio al imponente hombre lagarto a punto de abalanzarse contra ella y morderla, pero fue entonces cuando Selina se despertó.

Sinceramente, dudaba que todos trabajaran juntos en la forma de su sueño, pero no dudaba de la parte en la que la castigaban, matándola. Ese era su estado de ánimo cuando escuchó sonar su teléfono. Miró el identificador de llamadas. Era Ivy.

-¿Hola?

-Catwoman – respondió Ivy suavemente – Debes venir con nosotros en el Iceberg para la celebración. Bueno, celebración o brindis por los queridos difuntos, dependiendo de qué lado de la valla estés hoy.

-¿Querido difunto? – El corazón de Selina se detuvo, ¿Batman había muerto? Ella precedió con cautela – ¿Qué están celebrando exactamente?

-¿No te has enterado? Un pajarito cayó muerto – La sonrisa maliciosa de Ivy casi se podía escuchar por teléfono –

Selina se relajó, revivida por la noticia por un momento. Apartó los pensamientos del dolor de Batman de su mente, restableciendo su personalidad de Catwoman, y respondió con su mejor tono burlón y sedoso.

-¿Hemos descartado las causas naturales, sospecho?

-Ven al Iceberg y podrás escuchar la historia por ti misma – Poison Ivy se rio – Uno de los secuaces de Joker está en su quinto recuento. Llega lo más pronto y podrás ver el sexto espectáculo.

-¿Joker no está allí para alardear? – Selina ya estaba buscando su disfraz –

-Está en estado crítico en el hospital – Ivy lo dijo en un tono que traicionaba sus sentimientos, o la falta de ellos, por el sádico payaso –

-Bueno, que nadie hable. Esta es una historia que quiero escuchar – Selina se inclinó para recuperar los guantes con garras que había dejado caer y movió el teléfono mientras comenzaba a vestirse –

-Por favor, primero el Joker manda al hospital a Batgirl y luego Batman prácticamente se derrumba y casi mata al Joker a golpes. Vale la pena escuchar todo.

Selina colgó y arrojó el teléfono sobre la cama. Su disfraz estaba a medio poner, pero inhaló profundamente reuniendo fuerzas para escuchar la historia de la posiblemente última peor noche de Batgirl. Tenía que escuchar la historia, porque ahora que sabía que la historia involucraba al Joker y terminaba con una Barbara Gordon muerta o posiblemente incapacitada, su imaginación nunca se detendría.

Y luego, después de la cantidad apropiada de tragos y tiempo, buscaría a Barbara. Le gustara o no.

***

-¿Por qué, Selina? – Catwoman no tenía una respuesta para eso. Permanecieron en silencio – Por favor, háblame – le suplico la pelirroja –

En la forma de súplica de Bárbara, que era esa profunda preocupación en sus rasgos; sus ojos verdes se empañaron, sin lágrimas, sin embargo no había ni una sola insinuación de desesperación o histeria. Su voz era un susurro, las palabras saliendo de sus labios no en un tono de voz sino más bien de prisa, pero de una manera sensata. Esa era Bárbara; confinada a una cama de hospital, incapaz de mover las piernas y apenas capaz de mantener el control de sí misma.

Probablemente por eso Selina no podía hablar.

Llevaba toda la semana haciendo ese patético número: iba al hospital en las noches y miraba a Barbara desde la distancia por un tiempo. Después de una hora más o menos, se las arreglaba para entrar en su habitación, generalmente mientras ella dormía. Selina la miraba en silencio, durante tanto tiempo. A veces Barbara se despertaba mientras Catwoman todavía está allí, a veces no.

Cuando Selina se retiraba antes de que Barbara se despertaba, era una buena noche; ella dejaba una nota, las flores y le daba un beso de despedida.

Los días que la atraparon allí, Barbara quería hablar. Barbara le preguntaba cómo estaba, como si incluso importará. Le contaba algo sobre lo que los médicos le habían dicho sobre su lesión en la columna, o sobre algún progreso en su salud. Justo en ese día de visita, los médicos habían señalado cómo la hinchazón en su rostro casi había desaparecido, dejando nada más que esos moretones en su mandíbula.

-No creo que vaya a dejar cicatriz – dijo Barbara, con una media sonrisa iluminando su rostro a pesar de los puntos que cruzaban su labio inferior –

Pero Selina no dijo nada en todo el tiempo. Boca cerrada, ni un sonido de su garganta. Y Bárbara se ponía preocupada.

-¡Por favor, dime qué pasa, Selina! ¿Qué está pasando?

Sus manos que podían mover. Barbara agarro las sábanas debajo de ella y se preguntó si siquiera notaba el gesto nervioso. Pobre Bárbara; su dulce y gentil Bárbara.

Bárbara quedo lisiada. Joker torturó a Bárbara.

Todos lo sabían pero nadie quería decírselo. Ni su padre, o Batman o Robín. Nadie quería decirle a Barbara lo que le habían hecho. Selina quería decírselo y sin embargo, no podía. Vio su hermoso rostro profanado, los cortes, magulladuras, las señales del dolor. Las marcas oscuras perceptibles de esos dedos crueles y delgados alrededor de su garganta. Las quemaduras que le habían dejado las cuerdas en tobillos y muñecas, los cortes profundos en algunos puntos que marcaban cómo Barbara había luchado todo el tiempo contra su agresor y el disparo en el estómago y todo. Las viles heridas en los brazos, el pecho, las piernas, casi como si quisiera partirla en pedazos...

Maldito Joker; Selina quería entrar a la enfermería del Arkham Asylum y matarlo en ese momento.

Podía imaginarlo en su mente, la forma en que el hijo de puta le había rasgado la ropa mientras agonizaba por ese disparo. Sangre por todo el lugar, había visto la casa; un desastre infernal, y ese charco de su propia sangre y suciedad donde había luchado y sufrido. El maldito payaso sobre ella, fotografías tomadas y publicadas en Internet en su momento más frágil e indigno.

Deseaba no haberlas visto.

Ella le había fallado, después de todo. Selina no estuvo allí, no había podido ayudarla... aun no podía ayudarla. Las consecuencias de lo sucedido allí, el recuerdo permanente de su mayor incompetencia. No había forma de evitar eso; sin arreglo, sin final feliz.

Si hubiera ayudado a Batman a agarrar a Joker en vez de haber estado jugando con él y asociándose con Ivy y esa idiota de Harley Quinn, las cosas hubieran sido diferentes.

Vio las fotos.

Selina vomitó.

Gritó con todas sus fuerzas.

Y ahora estaba seca. No hubo lágrimas, ni palabras.

Solo odio.

Odio hacia toda esa escoria criminal que rondaba por Gotham y hacia ella misma por no haber hecho lo correcto.

Bárbara nunca volvería a caminar. Barbara nunca volvería a ser la misma. Tal vez el plan retorcido del Joker finalmente fallaría con el tiempo, y ahora estaba en Arkham pudriéndose de nuevo... pero él lo había logrado ahora. Sin darse cuenta, había destruido algo, lo había aplastado y lisiado... y Selina no solo se refería a la columna vertebral de Barbara.

Era algo dentro de Selina Kyle. Algo que una vez había sido bueno, una fuente de esperanza y bondad. Lo que la mantuvo a un paso fuera de la oscuridad que tenía en sí misma, lo que hizo que Selina creyera que el mundo no era del todo malo, que ningún alma estaba más allá de la esperanza, que las cosas mejorarían con el tiempo.

Ahora creía que había muerto.

Y así, mientras Barbara la miraba confundida, tan frágil e indefensa en su cama, rogándole una explicación, pidiendo nada más que la mano y el apoyo de Selina, se dio cuenta de que simplemente no podía dárselo. No había nada más que resentimiento y culpa. Vergüenza, vergüenza por todo lo que no había hecho, todo lo que no podía reparar.

No había palabras. Sin lágrimas.

Solo podía esperar que a Bárbara no le hubieran robado todo. Esperaba que ella pudiera tal vez, algún día, perdonarla por no poder decir lo siento.

Y finalmente, después de tanto tiempo, Selina se quitó las gafas y la capucha del rostro, y se lanzó hacia la cama de Barbara.

La joven pelirroja la abrazo como si su vida dependiera de ello y ambas se soltaron a llorar.

Selina y Barbara no encontraron consuelo, solo desesperación; la terrible verdad de Gotham City y el trágico destino que le aguardaba a Barbara Gordon en los años que vinieran.

Selina no podía hacer más... pues se prometió a si misma que nunca se volvería a acercar a esos fenómenos psicópatas del Iceberg Lounge, incluso a Ivy que era con la que aun hablaba.

Pero tampoco podía estar con Batman y sus aliados. Les había fallado y ahora no tenía cara para verlos y decirles lo mismo que a Barbara: Lo siento.

No era una villana, pero tampoco era una heroína.

Lo que Selina no sabía, era que la vida la pondría una vez más en el camino de Batman y al menos por esta vez intentaría hacer lo correcto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro